Fairy Tail y sus personajes pertenecen a Hiro Mashima.


Café

POV Lucy

Bajé a prisa los escalones de mi departamento, tratando de escapar. Abrí la rejilla para salir a la calle, corriendo, ensimismada. El claxon de un auto me volvió a la realidad al casi ser arrollada. Cálmate Lucy, repetía para mi misma. Crucé la calle y me detuve ante la puerta de cristal del 24 horas en la esquina de la calle donde vivo. Recargué la cabeza sobre el frio acero del marco, sosteniendo con ambas manos la manija. Empujé con fuerza y la ola de olores mezclados con la baja temperatura del aire acondicionado, se coló en mis narices. Caminé, con las llaves entre las manos, jugando con las múltiples baratijas que usaba como llavero. Vi una mesa vacía, seguramente estaría bien sentarme apara ver los carros pasar de aquí a allá. Miré el reloj de pared, marcaba las 11 de la mañana. Meneé las piernas, chocando mis rodillas. Luego, miré mis pies, calzados con los flats en color hueso, algo desgatados, pero útiles. El chico que atendía como cajero posó sus ojos en mi, como avisando que debía comprar algo para permanecer sentada en ese lugar. Me levanté apenada, clavando las llaves en el bolsillo trasero de mis jeans, jalando con los dedos las largas mangas de mi blusa amarilla. Anduve por los pasillos, sin dejar de sentir la mirada del chico. Me paré frente a la bandeja de café, sinceramente no tenía apetito, pero tomé un vaso desechable y me dispuse a llenarlo de un sencillo americano. Pulsé el botón que se suponía, debía dejar escapar el líquido caliente, pero nada pasó. Lo intenté de nuevo, mas fallé. Busqué a mi vigilante con la mirada, pero estaba bastante ocupado como para atenderme. Pulsé con fuerza una vez más, no tenía el humor como para pelearme con una estúpida cafetera, tampoco quería el café. Esto se había vuelto algo personal. Estaba a punto de golpear el aparato con los puños, cuando una voz me interrumpió.

— ¿Puedo ayudarla, señorita?— No pude evitar dar un brinco de susto. Giré mi cuerpo, con una sonrisa en el rostro, para encarar a mi acompañante.

— Gracias — Un par de ojos jade me sonreían. Irónico que una mirada te sonría, pero así era la suya.

— Debe quitar primero el seguro de la cafetera, así—Pasó uno de sus brazos, esquivando mi cuerpo. No volteé, solo vi de reojo que levantaba una pequeña palanquita de la cafetera—; ahora pulse el botón y sirva su café.

Hice lo que me indicaba el chico de ojos verdes. Puse el vaso bajo el orificio de salida y al apretar, el líquido escapó, con su característico aroma y sonido.

— Vaya— Mi cara de estúpida se reflejaba a los cuatro vientos. Solté un largo suspiro—, mil gracias por la ayuda.

—Por nada, señorita…

—Lucy— extendí mi mano libre al muchacho.

—Lindo nombre, ¿estás en un cielo de diamantes?— Sonrió ampliamente—. Soy Natsu.

Reí ante el comentario. Seguíamos unidos, era como una necesidad, que ambos teníamos, de contacto humano.

— Por eso mi nombre. Mucho gusto, Natsu.

Él tenía un cappuccino en las manos. Usaba una camisa formal con vaqueros y una bufanda blanca envolviendo su cuello. Su cabello era rosa, algo despeinado, pero lindo. Caminamos hacia la caja, para pagar. Revisé los bolsillos de mi pantalón, en busca de monedas para pagar el café. ¡Eres una tonta! Saliste tan rápido que olvidaste la cartera. Me llevé la palma a la frente, lamentándome. Natsu tocó mi hombro para llamar mi atención.

— ¿Estás bien?

— Sí, es solo que...—Miré nuevamente al cajero que, minutos antes, me vigilaba.

Natsu notó la aparente hostilidad en nuestras miradas. Puso su cappuccino sobre la bandeja de cobro y sacó su billetera.

—El café de la señorita también, por favor.

La máquina registradora hizo un ruido cuando el comprobante salió de ella. Natsu lo tomó entre sus manos, junto a su bebida y me miró, con su encantadora sonrisa.

— Hay una mesa vacía ¿quieres acompañarme un rato?

Asentí, aún incrédula por lo que pasaba. Caminé, con ambas manos sosteniendo el café. La calidez que transmitía a través de las paredes de poliestireno, proporcionaba una sensación confortable. El peli rosa esperó que yo me sentara y luego, hizo lo mismo al frente mio.

— Gracias de nuevo. — Dije, bastante apenada.

—Está bien Lucy, no te preocupes.

Dimos un sorbo al mismo tiempo a nuestras bebidas. Luego, nos sonreímos.

— ¿No pones nada en tu café?

Observé el oscuro líquido que ahumaba.

—No, siempre lo he tomado así. Americano, sin azúcar ni crema. Me preparo para la austeridad.

Mi comentario le arrancó una leve carcajada.

—Entonces creo que estoy perdido, yo no podría vivir sin un buen cappuccino en la mañana.

— ¿Mañana?— Dije algo sorprendida— Es casi medio día.

Observó el reloj de su pulsera.

—Tienes razón. Me pasó la mañana más rápido de lo normal.

Miré con melancolía los autos que pasaban por la calle.

— Todos los días vengo aquí, aunque más temprano. Nunca te había visto.

— Vivo cerca pero no suelo venir aquí. Digamos que lo de hoy fue una emergencia.

—Espero que nada malo.

—No, nada malo— le dirigí una mirada tierna—, solo necesidad de tomar aire libre.

—Bueno, es que… pareces algo triste— talló su nuca, avergonzado—. Pero, ¿qué cosas digo? Es la primera vez que te veo.

— Lo estaba, un poco. Ahora no tanto.

Nos quedamos en silencio. Tomé lo que quedaba de café en mi vaso y me mordí el labio inferior. No sabía que decir ahora. Natsu era agradable, pero no podía contarle toda mi vida a una persona de la cual solo sabes que gusta de tomar cappuccino todas las mañanas. Me levanté y él hizo lo mismo. Me dirigí a prisa a la salida, él continuaba siguiendo mis pasos. Deposité el envase vacío en el contenedor de la basura y empujé con fuerza la puerta. Salió junto a mí, ambos sentimos la ventisca fría del otoño, mezcla extraña para el sol de casi mediodía. Me giré para decirle que me dejara en paz, tal vez era solo un maniático y ahí estaba detrás mio.

—Lucy—Dijo antes de que yo pudiera articular palabra alguna— ¿quieres? No, no era así… ¿podrías tomar otro café conmigo?

Me sorprendió el nerviosismo en su voz. Me sorprendió sentir su mano apresando mi frágil muñeca derecha.

— Eres muy lindo, de verdad, pero ahora yo no puedo—bajé la mirada—. Lo siento Natsu.

Me alejé de a poco, dispuesta a cruzar la avenida.

—Sólo será un café, no quiero nada más contigo. Es… no quiero estar solo.

Tenía el mismo problema que yo. No quería estar solo. Yo debía ignorar lo que quisiera. No debía sucumbir ante ello.

Sus ojos suplicantes bloquearon mi razón.

— De acuerdo— dije algo derrotada.

— Suelo estar aquí a las 9 ¿puedes a esa hora?

— A las nueve entonces.

Me despedí, diciendo adiós con la mano. Crucé de nuevo, abrí la rendija y subí a prisa a mi apartamento, sin voltear la vista.

Giré la llave en la hendidura y entré a la penumbra que daban las cuatro paredes de mi salita. Encendí la luz del pasillo y caminé hasta el baño. Aún sonaba el agua cayendo en el lavabo, tal como lo había dejado antes de salir. Asomé la cabeza para cerciorarme de lo que había allí. Miré mi blusa del pijama entre el charco de agua, la misma que caía vertiginosamente por la orilla del lavabo. La levanté con un dedo, mirando el cuello, mantenía la marca de la sangre. Mi pijama seguía cubierto de sangre. Cerré el grifo y dejé caer el pijama en el encharcado suelo. Fui directo a mi habitación, me arrojé sobre la cama, esquivando las mismas manchas en mis sábanas blancas. Aspiré el olor a vainilla que solía tener mi ropa y observé a mí alrededor. Me detuve sobre el buró, en la foto que ahí estaba. Suspiré y me envolví en el edredón, tratando de dormir un poco.

—Ashley…


¡Hola a todos! He venido aquí con una nueva y rara historia. Me he inspirado en el hambre que tengo jajajajajajaja okno .-. De acuerdo, es algo de lo que no estoy segura, de todas formas quise subirlo para saber que opinan. Díganme, mis adorables lectores... ¿Vale la pena leerlo? ¿Debería tener una continuación? ¿Lo dejo en "Honey tenía hambre y eso afecta su cerebro"?

Saben que sus opiniones, críticas y demás siempre serán bien agradecidas :) Sólo les pido que me regalen un Review para no matar mis ilusiones :3

Un besito y ¡Que la inspiración los acompañe!