Hola a todos,

Aquí estoy de nuevo con otra historia. Los que habéis leído mis otras historias sabréis que bueno suele haber mucho drama y violencia, y creo que esta historia se va a llevar la palma, así que me disculpo de antemano. No sé como irán las actualizaciones esta vez, pero con las otras os tuve muy mimados, intentaré seguir mimando pero no prometo nada.

Abajo os dejo otra nota.

Unos golpes en la puerta despertaron a Anna.

-Majestad es hora del castigo - "¿castigo? ¿de quien?" pensó Anna, se sentó en la cama con el mayor dolor de cabeza que había tenido en su vida "¿qué paso ayer?" apenas podía recordar nada de la cena de anoche, solo la charla con aquel principie extraño, luego levantarse ya para despedirse de él y luego nada más... "¿donde esta Elsa?" pensó mirando por toda la habitación, estaba claro que no había dormido con ella, el otro lado de la cama estaba perfecto, "¿me habré pasado con el vino?" dos golpes más en la puerta retumbaron en su cabeza.

-Majestad hasta que usted no este fuera no podemos empezar - "¿Majestad?" pensó Anna extrañada, pero le dolía demasiado la cabeza como para seguir pensando en eso, ahora cuando viera a Elsa le preguntaría, se vistió lo más rápido que pudo y al salir se encontró con Kai esperándola.

-¿Donde esta Elsa? -preguntó Anna.

-Enseguida la vera Majestad -contestó el hombre con educación. Anna se encogió de hombros y camino junto a Kai.

Anna se extraño cuando la hicieron subir al carruaje real, "¿a donde vamos?, ¿y donde demonios esta Elsa?" Anna no entendía nada de lo que estaba pasando, pero lo que más le molestaba es que todos se comportaban de manera extraña con ella, eran más distantes, incluso fríos con ella, eso era muy raro, todos los sirvientes del castillo siempre la habían tratado con cariño. Pero teniendo en cuenta lo que había hecho la noche anterior era completamente normal que la trataran con una pizca de desprecio, lo que pasaba es que Anna no lo recordaba y por eso no entendía nada. El carruaje se paro en la plaza del pueblo, justo en el centro de esta habían colocado una especie de escenario que antes no estaba allí. En la izquierda había dos tronos y en el centro había un poste de madera, Anna no entendía absolutamente nada, este tipo de cosas solo se hacen cuando se castiga a un criminal muy importante y para humillarlo más el castigo se hace publico, pero ¿quien era el reo?. Anna tomo asiento en el trono de la izquierda, supuso que Elsa se sentaría en el de la derecha, como es costumbre, pero no fue así, en el asiento de la derecha se sentó el mismo principie extraño de anoche.

-Disculpa este es el asiento de mi hermana -dijo Anna un tanto molesta, había que ser muy descarado como para sentarse en el asiento de la reina.

El príncipe no contestó, simplemente miro a Anna y esta sintió algo extraño, de repente era como si no pudiera controlar su cuerpo, como si alguien lo moviera sin su consentimiento, como si fuera una marioneta.

-Que traigan al preso -dijo Anna, sin saber porqué lo decía, fue como si alguien le hubiera obligado a decir esas palabras... no entendía nada, pero menos entendió cuando vio a Elsa.

Elsa no llevaba puesto su traje de hielo, sino unos pantalones desgastados y una fina camisa sucia, su perfecta trenza francesa estaba desecha, en su rostro se podía apreciar que no había descansado esa ultima noche, sus ojos estaban rojos e hinchados, unas grandes ojeras los acompañaban, pero todo eso era lo de menos, lo que le hizo encoger el corazón fue que en las muñecas y tobillos de su hermana habían unos grilletes. Pero no unos grilletes comunes, los de sus pies, eran más bien unos zapatos de metal unidos con una cadena impidiéndole caminar con normalidad, haciéndola tropezar y caer al suelo, los fe las muñecas eran parecidos, le tapaban completamente las más, como dos pequeñas jaulas que terminaban en la mitad de su antebrazo, en el extremo se podían apreciar rastos de sangre.

Un hombre que Anna nunca había visto acompañaba a su hermana, tirando del extremo de la cadena que se unía con los grilletes de sus manos, obligandola a levantarse del suelo y continuar caminando, subieron al escenario y ese hombre ato las manos de Elsa alrededor del poste. Anna quería levantarse y gritar para detener toda esa locura, pero su cuerpo no le hacía caso, simplemente podía mirar todo lo que pasaba sin poder hacer nada para evitarlo y no entendía porque, no entendía como su hermana estaba atada en ese poste como un criminal, por el amor de dios ella era la reina. Pero cuando la mirada de su hermana se encontró con la de ella... hay ya si que no entendió que demonios pasaba, no la miraba pidiendo ayuda, la miraba con una pizca de rencor, con otro poco de decepción, con mucho dolor... Y es que Elsa no entendía porque su hermana había hecho un golpe de estado y la había acusado de brujería y alta traición.

-Pueblo de Arendell, supongo que muchos os estaréis preguntando porqué la reina Elsa esta atada a esta poste de flagelación, como nueva monarca es mi deber informaros de los pequeños cambios que van a haber en el reino. El primero y más importante es la condena a la ex reina Elsa de Arendell, ¿porqué? Por brujería, no podemos permitir que alguien con unos poderes tan peligrosos continué con vida y mucho menos que dirija un reino, también por alta traición, hace unos meses intentó matarme, en su momento no hicimos nada por miedo a lo que pudiera hacernos, pero ahora hemos encontrado el modo de contener sus poderes, esos grilletes están hechos de un material que no deja salir sus poderes, no podemos neutralizaros, pero si contenerlos. Bien todos sabéis cual es el precio a pagar por esos dos crímenes, pero siendo alguien de la realeza el pago es más grande, en este momento como nueva reina de Arendell y delante de todos vosotros condeno a Elsa a cuarenta latigazos, a pasar tres días en las mazmorras recibiendo el trato pertinente y al cuarto día será ejecutada en la horca. Como habéis podido escuchar yo seré vuestra nueva reina, a partir de hoy seré conocida como Anna la reina de Arendell y él será mi esposo Maikel el rey consorte de Arendell -proclamó Anna, ninguna de esas palabras había querido decirlas, pero de nuevo su cuerpo actuó por voluntad propia -que empiece el castigo.

Elsa volvió a mirar a Anna y esta no entendía como no había odio en su mirada, simplemente la más pura decepción, eso solo hizo sentir peor a Anna... ella acababa de condenar a su hermana a la tortura y aun así Elsa no la odiaba.

Elsa enderezo su espalda y se preparo para su tortura, quizá ya no tendría su titulo de reina, pero sangre real corría por sus venas y tomaría el castigo con la dignidad de la reina que era, no les daría el lujo de escucharla gritar, no rogaría por misericordia, no iba a llorar.

El mismo hombre que la había arrastrado hasta allí se puso tras ella y le arranco la parte de atrás de su camisa, dejando su espalda expuesta, apartó su cabello para tener mejor acceso a su espalda y comenzó.

!CRACK¡

El primer latigazo la hizo estremecer, pero mantuvo un rostro sereno. El chasquido del látigo resonó por toda la plaza haciendo que todos los presentes se encogieran de miedo, tan solo Elsa parecía mantener la calma.

¡CRACK!

El segundo la hizo apretar los dientes, pero iba a aguantar, no iba a mostrar debilidad.

¡CRACK!

Con el tercero un pequeño jadeo escapo de sus labios. Solo habían sido tres y ya sentía su espalda ardiendo, mantenerse firme iba a ser más difícil de lo que parecía.

¡CRACK!

En el decimocuarto su respiración comenzaba a ser más pesada, pero iba a resistir.

Anna miaba a Elsa y sentía las lagrimas picando en sus ojos, pero por algún extraño motivo no salían, ¿qué estaba pasando? ¿porqué había dicho esas palabras? Ella no quería el trono, ella no quería que le hicieran daño a su hermana... quería dejar de mirar, no podía soportar ver las gruesas lagrimas de sangre recorrer la espalda de Elsa... ¿Como Elsa podía aguantarlo sin mostrar el más mínimo de debilidad?

¡CRACK!

Con el vigesimocuarto azote Elsa se estremeció violentamente contra el poste de flajelación, no le importo que las astillas de la madera se clavaran en su pecho, apenas podía sostenerse en pie, necesitaba apoyarse contra algo para no caer. Su mirada que había estado todo el rato mirando al frente de forma orgullosa, ahora estaba desenfocada, casi sin poder registrar donde estaba, lo único que procesaba su mente era el dolor, el dolor insoportable de su espalda, pero aun así no se iba a doblegar.

¡CRACK!

Las piernas de Elsa no aguantaron más, cayo de rodillas al suelo, con sus brazos extendidos hacia arriba ya que estaban bien sujetos al poste, con el latigazo numero treinta ella creyó que no iba a poder más... diez más se decía a si misma, diez más y se acabo. Podía escuchar los murmullos de la gente a su alrededor. Sacando fuerzas de algún lugar giro su cuello para mirar a Anna, esta tenía expresión en su rostro totalmente neutral, como si no le estuviera afectando lo más mínimo ver como azotaban de forma brutal a su propia hermana.

¡CRACK!

Treinta y uno y esta vez Elsa estaba mirando a los ojos de su hermana cuando la golpearon, pero Anna ni se inmuto, la miraba como si estuviera mirando a la nada.

Pero si Anna aun no había roto en llanto era porque su cuerpo no se lo permitía, pero eso no quería decir que en su interior no gritara, no llorara... no podía soportar más presenciar esa barbaridad. Durante unos segundos pudo apartar la mirada y vio a Kay y a Greda, llorando desconsoladamente, ellos eran como sus padres y ver a Elsa en ese estado les había partido el corazón.

Anna volvió a mirar a Elsa, cubierta de su propia sangre, la tierna carne de su espalda estaba destrozada, podía ver que con cada latigazo nuevas heridas se abrían, las que ya estaban abiertas se hacían más grandes, apenas podía respirar, cada vez su cuerpo se inmutaba menos por los golpes, no por que su piel se hubiera acostumbrado al dolor, sino porque ya no le quedaban fuerzas ni para estremecerse, eso no podía continuar, la iban a matar... los chasquidos del látigo contra la piel de Elsa la estaban torturando su frágil mente, tenía que pararlo como fuera...Anna no supo como lo hizo, pero de algún modo pudo romper esos grilletes invisibles que la tenían atrapada a ella, sintió un gran dolor en la cabeza pero ahora podía poner fin a esto, se puso en pie y gritó.

-!BASTA¡ -y tan rápido como había podido liberarse, volvió a ser presa, de nuevo las siguientes palabras que dijo no las quería decir y mucho menos llevarás a cabo, pero su cuerpo actuó por si solo -quiero ser yo quien de el último golpe -dijo acercándose al hombre que sostenía al látigo. Tomo el látigo en sus manos y pudo sentir la sangre de Elsa en su piel, su mente era lo único que le hacía caso y gritaba a su cuerpo por que se detuviera, porque no lo hiciera, ella no podía hacerlo... pero lo hizo. Vio como su propio brazo se alzaba y con toda su fuerza descendía, haciendo chocar el látigo contra la espalda de Elsa.

¡CRACK!

Cuarenta... y la determinación de Elsa quebró, las lágrimas que tanto le había costado retener comenzaron a caer, no fue el dolor de ese último golpe, sin duda Anna tenía menos fuerza que el que había sido su verdugo, no, fue el dolor mental, Anna no solo la había condenado a la tortura, sino que ella misma lo había llevado a cabo. Escucho unos pasos fuertes acercarse a ella, sus manos se soltaron del poste y automáticamente su cuerpo cayo al suelo, el dolor de su cuerpo era insoportable, pero el de su corazón... ese no se podía describir. Pequeños copos de nieve comenzaron a caer del cielo, Elsa había hecho nevar cientos de veces desde que sus poderes salieron a la luz, pero esta nevada era distinta, la nieve caía despacio y se derretía al caer al suelo, ¿Sus poderes también lloraban? o ¿Habían quedado agotados después de tal suplicio que no tenían fuerzas para crear una nevada de verdad?, Quizá era una forma de representar su tristeza por lo que le había hecho Anna, una nevada triste, de esas con las que no puedes disfrutar, con las que no se pueden hacer batallas de bolas o construir muñecos de nieve.

Anna no podía soportarlo, ver a su hermana en ese estado y todo por su culpa, ahora tenía una buena vista de la espalda de Elsa y sintió ganas de vomitar, realmente le habían dejado la espalda destrozada y para acabar de partirle el corazón, vio que los hombros de su hermana temblaban... Elsa había comenzado a llorar, había aguantado todo el rato sin derramar una sola lagrima y con un solo golpe de ella su determinación había muerto.

-Parece que con sus grilletes solo podemos evitar que dispare hielo pero no que haga nevar, bueno en unos días se acabó la nieve en Arendell. Llevadla a su celda -dijo Anna.

El mismo hombre de antes volvió a sujetar la cadena que se una a los grilletes y tiro hacia arriba para que se levantara, pero Elsa apenas podía respirar, ¿como iba a caminar?, de nuevo tiró de la cadena, esta vez con más fuerza arrastrando el cuerpo de Elsa hasta que quedó a los pies de Anna, esta se agacho y sujeto la barbilla de Elsa para mirarla a la cara.

-Esto no ha hecho más que empezar mi querida reina -dijo Anna sonriendo maliciosamente.

Ayer Elsa no se dio cuenta, tampoco cuando miro a los ojos de Anna antes y durante su flagelación, pero ahora, aunque su mente estuviera agotada si se dio cuenta, los ojos de Anna no eran los de siempre, el azulaqua característico de sus iris ya no estaba, ahora sus ojos eran negros -Quitarla de mi vista -soltó su agarre y la cabeza de Elsa cayo contra el suelo de madera.

Los pies de Anna se movieron por si solos hasta llegar al mismo carruaje que la había llevado hasta allí, subió y tras ella entró el príncipe Maikel, este la beso y automáticamente el mundo de Anna se volvió negro.

Elsa pudo reunir las fuerzas para ponerse en pie y caminar hasta el castillo, cada paso era una tortura, pero se había prometido a si misma ser fuerte. Al llegar a palacio vio como todos sus criados la miraban con lástima, vio como todos deseaban poder ayudarla, la impotencia en la mirada de cada uno de ellos, eso le dio fuerzas para enfrentarse a su destino, no estaba sola en este martirio. La tiraron a su celda de malas maneras y la dejaron sola, ella se mantuvo de pie hasta que escucho la puerta de entrada a las mazmorras cerrase, entonces cayo de rodillas, despacio se tumbo en el suelo, intentando encontrar una postura en la que su cuerpo no gritara de dolor, pero le fue imposible. No quería imaginar que le iban a hacer en esos tres días... poco a poco su cuerpo fue perdiendo toda energía hasta quedar dormida.

De nuevo pido perdón.

Pero lo que quiero comentar es que no sé si hacer esta historia Elsanna o no. Así que lo dejo en vuestras manos. Las opciones son las siguientes:

Elsanna

Elsa y Merida o Hans, pero Anna enamorada de Elsa.

Anna y Kristoff, pero Elsa enamorada de Anna.

Elsa y Merida o Hans- Anna y Kristoff.