Capitulo 1: Un comienzo
-¡A comer! – Gritó una mujer de edad desde la mesa de la cocina.
-No puedo ahora – Chilló la joven desde la planta secundaria.
Ambas eran la familia Alomar, una pequeña familia que vivía en los suburbios de Beverly Hill, la joven tenía 18 años de edad y acababa de haber terminado la secundaria. Su madre era un poco impaciente con ella, siempre gritaba por todos lados para que fuera oída, pero Sheva no parecía hacerle caso.
-Siempre con esa frase – Gritó Mell enojada.
La pequeña Alomar bajó las escaleras molesta, golpeando los peldaños de la escalera caracol fijando su vista en los cuadros pintados por su difunto padre, era un arte extraño si bien pareciese, era como sangre dentro de un papel, pero una hija podría reconocer a su padre como un verdadero pintor, con especial interés en la pintura escarlata.
Sentada ya en la mesa, revolvió con asco la sopa hecha por su madre, cada día era más ese asco por su familia.
-No puedo creer que esto sea co… - Dijo Sheva mirando a su madre.
-Come y calla – Le respondió tajante a su hija.- Habla cuando quieras decirme que es lo que harás en tu futuro, no tienes idea de lo que enverdad quieres y pasas todo el día encerrada en tu cuarto haciendo puleros… -Gritó Mell irritada.
-¿Que es puleros? – Pregunto molesta – Da igual, de todas formas lo que yo hago es ver películas de acción, es lo mas emocionante en todo el mundo.
-Como crees que es bueno eso, ya veras que después de unos años no me verás y no podrás alimentarte de esas mugres.
-Creo que ya se a que me dedicaré, viviré por siempre en tu mugre de casa – Respondió Sheva, parándose de su asiento y subiendo las escaleras rapidamente.
Al cerrarse la puerta de un portazo se podía escuchar desde el suelo un llanto apagado, como si las lágrimas y tristeza se hubiesen esfumado del rostro de la mujer mayor.
En la habitación de la planta superior, la joven subió el volumen de su música al máximo y a cantar alegremente su canción favorita.
Pasó la tarde encerrada en su pieza y estuvo esperando hasta que anocheciera para así poder dormir y no ver a su madre que ya le había causado mucho daño. En el pasado año la joven ya había sufrido demasiado sufrimiento, su padre había muerto por causas que ella no sabía y su madre no daba razones para no contarle.
Era como si el mundo para ella se hubiese esfumado, como si todo lo que le rodeaba se había desaparecido, como si nada había sido explicado.
Nunca tuvo la oportunidad de conocer a su padre, lo único que lo ligaba era aquellos cuadros en la pared de la escalera y aún así no sabía como era. Mell se dignaba rotundamente a contarle cualquier cosa sobre su esposo y por alguna razón parecía disfrutar aquel sentimiento.
De pronto al apagarse las luces de toda la casa se sintió un leve crujido de el alrededor y que apoco se fue haciendo mas intenso y profundo. Un misil acababa de ser enviado desde la casa blanca para destruir todo el estado y la casa de los Alomar no había sido una excepción para aquella brutal misión.
La explosión fue latente, pero antes de que los habitantes del suburbio se hubieran enterado ya su corazón había parado de latir, o había sido calcinado…
