Disclaimer: Fairy Tail pertenece a la perra de Mashima.
Parejas/personajes: Sting/Yukino principalmente, insinuaciones de varias más, algunas bastante crack (incluyen hetero, slash y femslash).
Notas: Ahora es cuando le pido disculpas a Rev-chan por regalarle esta mierda llena de muertos y cosas feas (?), por convertir a Sting en un pobre diablo y a Yukino en una puta barata LOL. Ok, eso no era broma, era en serio. Mierda, de verdad que no sé quién querría recibir esta cosa. En cualquier caso es para ti Rev-chan, y repito, disculpa el angst, los muertos y el final de mierda que tendrá. Sí, eso último es spoiler para cualquiera que no sea Reveire, mala suerte, a ella ya le dije que esto no tiene happy ending, haceos a la idea, aunque de todas maneras no es difícil hacerse a la idea de eso, créanme.
En fin, hace tiempo que Rev-chan me dice que le gustaría leer un Sting/Yukino mío, esta es la forma que hallé de complacerla así sea una porquería (?).
Al ser un prólogo, es bastante corto, los demás capítulos serán más largos.
Advertencias: Temas fuertes, violencia, violación, muertos por todas partes, lenguaje vulgar (mucho, hasta en la narración). A causa de eso último, no me corte tanto con los modismos, pero me parece no son tantos (se incluye, además, que es un modismo para mí porque no me los sé todos). Ya sabéis, esas cosillas.
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Prólogo.
El cigarrillo.
El humo del cigarrillo ascendía lentamente, señalando una calma que en realidad no existía, como una ilusión cruel y lejana. Sting sacó el cigarrillo de su boca y exhaló con lentitud, preguntándose cuánto llevaba ahí, tirado en el suelo mirando el techo blanco como si eso fuese lo que buscaba. Por supuesto, no lo era, lo que Sting buscaba nunca lo hallaría.
Quizás hoy la muerte venga a por mí, me lleve al averno y se acabe toda esta mierda, pensaba.
Estaba solo, por supuesto, y seguiría solo, pues la humanidad daba asco. Sting solo tenía el techo y el cigarrillo, pues todo lo demás se había esfumado, como se esfumaba el humo que salía de su boca. Tampoco es que le gustasen esas cosas, pues tanto el techo como el cigarrillo eran blancos y Sting odiaba ese color, aborrecía el color blanco. Aunque si debía ser justo odiaba muchos otros colores aparte del blanco, como el negro, otro color que detestaba mucho era el negro. Sí, odiaba muchos colores, aunque odiaba muchas cosas además de los colores, como el mundo y a la gente.
Vaya mierda, pensaba, viendo al humo ascender con calma a través del cuarto negro —pues la luz estaba apagada— hasta el techo blanco.
Sting la verdad lo odiaba todo, cual idiota depresivo y huraño. Sting la verdad lo odiaba todo, incluido el cigarrillo y la botella medio vacía. Sting la verdad era un imbécil que quiso ser un héroe en un mundo en el que nadie merece ser salvado.
Sí, se encontraba tirado en el suelo como un imbécil indigente con un cigarrillo en los labios y mucho odio en sus entrañas por culpa de su siempre estúpido deseo de salvar a alguien. Aunque la verdad algo sobraba en esa oración y era el como. Sting no era como un imbécil indigente, él era, efectivamente, un imbécil indigente. Y el piso y el cuarto y el cigarrillo no le pertenecían, eran del albergue donde pasaba sus lamentables días, lo único que era suyo era el odio dentro de sus entrañas y el hambre que acosaba a sus tripas, nada más. También eran suyos los orgasmos que tenía cuando se masturbaba en el baño, pues Sting estaba solo y no tenía a quien metérsela por lo que cuando estaba caliente no le quedaba más que aplicar el cabrón sube y baja, otro motivo por el que su vida era bien lamentable.
Hubo un tiempo, ese aquel en el que quiso ser un héroe de mierda como los de las películas, en que Sting no odiaba a todo y tenía a quien clavársela, pero fue justamente ese tiempo el que lo dejó tal y como está hoy. Sting, antes de intentar volar con una capa de mierda y ocupar los calzoncillos donde no debía, en sentido figurado claro está, no lo odiaba todo y tenía bastantes más cosas que ahora. Luego de intentar volar con una mugrienta capa y ocupar sus siempre sucios calzoncillos por encima de su dignidad lo perdió todo.
Desde ya, Sting Eucliffe tiene claro porque no hay ni un puto héroe por el mundo, pues mientras más alto más fuerte la caída, y si vas volando por el aire como imbécil retardado la caída te duele como patada en los cojones.
¿Por qué mierda se le ocurrió tratar de volar por los cielos?
Ah claro, por ella.
Sting lo recuerda, cada vez que ve el techo blanco la recuerda a ella, la capucha y toda la mierda que el mundo no te muestra hasta que vas feliz de la vida.
Sí, lo recuerda tan claro que el humo asciende y toca el techo en el lapsus que sus recuerdos renacen con calma para volver a morir, recordándole porque el mundo es una mierda y porque la próxima vida que vaya a tener la gastará en ser un tío bien cabrón.
Al fin y al cabo, los recuerdos son otra de las pocas cosas que le quedan.
Espero, en verdad espero te guste algo Rev-chan.
Con que a ti te guste me doy por servida, de verdad.
Si alguien más lo lee pues gracias por eso (?).
