Hola, este es un fic que va dedicado a Lucia Everdeen, gracias por la paciencia y por toda la paciencia extra que tendrás que tener para que salga otro capítulo xD Mentira, espero que te guste :D
Disclaimer:Los Juegos del Hambre no me pertenecen y este fic participa en el Foro El Diente de León para el reto "Pidiendo Teselas"
Eran LAS 10:30 de la noche. Junio, aún hacia algo de calor por las noches en el estado de California. Ciudad de Los Ángeles. Hollywood. ¿Qué diablos hacia alguien como él en un lugar así? De acuerdo, le gustaba como a todos ir a ver el paseo de la fama, las playas de Malibu, pero estar aquí, en una reunión de trabajo era la cosa más absurda que se le hubiera pasado por la cabeza a él en este momento. Estaba ocupado, tenía una agenda tapada de asuntos que debía resolver al otro lado de los Estados Unidos de América. En New York. Suspiró y bajo la cabeza al vaso que estaba en su mano, whisky. Necesitaba calmar los nervios que parecían querer comérselo. Mañana tenía una importante reunión con un inversionista que estaría más que dispuesto a abrir una nueva sucursal en el área de California. De esta manera M. Enterprise crecería de una buena forma y él volvería a ser escogido como el mejor empresario dueño de su propia empresa con menos de 30 años en el mundo. Tercer año consecutivo. Y es que haber seguido los pasos de su padre tenía sus ventajas. Su hermano mayor Connor, jamás quiso dedicarse a los negocios así que estudió Medicina y su otro hermano, Nate, había decidido ser Abogado. Y él, como el más pequeño y el único que podía seguir con la empresa familiar, se había hecho cargo desde que había salido de la universidad, donde estudio Administración de Empresas y Negocios, eso, hace ya casi 3 años atrás.
Miró por la ventana de su habitación en el hotel donde se hospedaba, con la ciudad de LA filtrándose por cada una de las rendijas que había. Las luces de neón de los clubes y bares que había en la zona. Las potentes luces incandescentes de los autos y los edificios. Realmente no se veía tan mal, salir a dar una vuelta, aunque no solo. Se aburría de esta manera. Debía ser con un amigo y que mejor que su mejor amigo, Finnick Odair, alias, su mano derecha en la empresa. Su mejor amigo tenía que venir debido a que los negocios los incluían a ambos, él y su secretaria se estaban hospedando en el mismo piso, sólo debía mandarle un mensaje y el joven estaría listo para la fiesta.
Tomó su teléfono celular entre sus manos y abrió la aplicación de WhatsApp luego de que ingresará un clave. Buscó el nombre de Finnick y le mandó un mensaje corto, conciso pero que haría mover el culo de ese amigo suyo y estaría en menos de 10 minutos, bañado, afeitado y listo para salir.
Peeta: Salimos? (10.32)
Apenas le envió el mensaje, su celular vibró y Finnick contestó.
Finnick: Estaba esperando que me lo pidieras (10.32)
Sonrió a la pantalla y se metió al sofisticado baño de su habitación, en el piso 12 de un hotel lujoso ubicado en el centro de Hollywood. El piso era de un blanco inmaculado, con pequeños detalles azules. Había toallas blancas colgadas y otras ubicadas pulcramente en un armario de caoba fina. Abrió el grifo de la ducha y luego de que empezará a salir un leve vapor, se quitó la camisa celeste que traía puesta. Desarmó el nudo de la corbata y la arrojó al piso del baño. Con facilidad se quitó los pantalones de un terno negro y luego los zapatos negros cuidadosamente lustrados y las calcetas. Se quedó sólo en bóxer y se miró al espejo. Su cabello rubio estaba corto, peinado naturalmente hacia atrás. Su piel nívea libre de imperfecciones resplandecía gracias a la luz de la habitación y sus ojos azules llamaban la atención de cualquier fémina a la que se cruzara por la calle. Tenía una mandíbula cuadrada, pómulos marcados y labios delgados. Unos hombros y espalda anchos, con brazos torneados y trabajados. Su cintura era estrecha y su abdomen era un six pack marcado, con pequeños oblicuos que se dejaban ver por los bordes de la ropa.
Se quitó la última prenda y se golpe se metió en el agua caliente. Estaba sumamente tenso, su cuello estaba rígido y sus brazos contraídos por la fuerza. Se quedó un par de minutos bajo el agua mientras se echaba acondicionador y jabón en el cuerpo. Salió al cabo de unos minutos a la fría pieza, con una tolla rodeándoles las estrechas caderas. Caminó desnudo por la habitación y miró la hora en su celular: 11.03 de la noche. Debía salir rápido, tomarse un par de tragos, tal vez bailar y luego devolverse al hotel para un nuevo día de negocios y charlas aburridas que estaba harto de escuchar. Se puso un bóxer de color negro, unos pitillos del mismo color, desgastado en las rodillas y con unas finas cadenas cortas que colgaban de los bolsillos. Se colocó una camiseta de cuello v de color blanco, y una camisa de mezclilla de color celeste, con detalles en los hombros y los codos. Se calzó unas Vans de color azul y se arregló el cabello hacia atrás con las manos. Tomó su celular, su billetera y salió cerrando con la tarjeta de acceso tras de sí.
Cuando llegó al pasillo era obvio que estaba en uno de los mejores hoteles de LA. Las paredes estaban adornadas con finos cuadros y pintadas de un blanco crema, con pequeños detalles en dorado. Había grandes ventanales a los lados y una iluminación a todo dar. Caminó dos habitaciones ante la atenta mirada de las personas que transitaban en los pasillos, llegó hasta la puerta 702 y tocó con delicadeza. Metió las manos a sus vaqueros y esperó un par de segundos hasta que un joven de cabello cobrizo hizo acto de aparición en la puerta de la habitación. Traía unos vaqueros negros, una polera rayada negro con blanco y una chaqueta de cuero negro sobre esta. Sus ojos verde azulados probablemente eran el mejor accesorio que el chico Odair podía tener.
-Sabes, mi querido Peeta, estaba esperando tu llamado, sabía que no te resistirías al encanto de Los Ángeles mi amigo.- el rubio sólo bufó y pasó su brazo con fuerza por los hombros de Finnick, jalándolo hacia abajo.
-Pues no hagas que me arrepienta, sólo tragos y música. Nada de andar trayendo chicas a la habitación.- Odiaba ser el aguafiestas pero mañana necesitaba a su amigo en sus cincos sentidos y eso no lo lograría con él borracho.
-Peeta, Peeta, mi querido y dulce Peeta, por supuesto que habrán chicas, sólo hay que saber manejarlas.- El Mellark sonrió y quitó su brazo de los hombros del chico para dirigirse al ascensor, mientras revisaba su agenda del siguiente día en su celular. Finnick enarcó una ceja y sonrió para seguir a su amigo en completo bullicio, hablando sobre los bares y discos que podían visitar aquella noche. Peeta sólo suspiró resignado. Estaba comenzando a arrepentirse de todo aquello. Su primera reunión era a las 9 de la mañana con su secretaria, luego de eso venía un mercadeo y la reunión con los inversionistas que querían abrir en aquella ciudad una nueva sucursal.
-De acuerdo, de acuerdo, entonces, ¿a dónde iremos?- Finnick llamó al ascensor y ambos entraron seguidos por dos chicas de medidas bastante perfectas para el cobrizo. 90, 60, 90. Una castaña y la otra morena. Dios í que andaba con suerte aquella noche. Sonrió a ambas y las aludidas devolvieron el saludo con sonrisas bobas que Peeta ignoró monumentalmente.
-Al infinito y más allá mi amigo, y más allá.-
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-¡¿Este es el infinito y más allá Finnick?!- Peeta gritó por sobre el gentío de personas que hablaban y reían sin parar. La música era ensordecedora, tanto que no era capaz de escuchar el propio latido desbocado de su corazón. Los parlantes retumbaban y las luces lo cegaban a momentos, mientras intentaba seguirle el paso a su amigo a través de la pista de baile. Finnick iba saludando a las chicas bonitas que se encontraba en el camino hasta la barra de tragos y las muchachas, por supuesto que le devolvían el saludo, es más, varias intentaron jalarlo a la pista de baile en más de una ocasión. Peeta sólo quería relajarse un rato y esto no era su definición de relajación, por el contrario, jamás se imaginó en un lugar así con la reunión de mañana.
Cuando llegaron a la barra, Finnick estaba el doble de eufórico que cuando llegó, con dos tarjetas de chicas que querían que las llamarán y una sonrisa de oreja a oreja que no se la quitaba nadie. El rubio sólo se recargó en ella, pidió un trago algo fuerte y miró como dos chicas rubias intentaban ligar con Finnick. ¿Qué se le había pasado por la cabeza cuando vio a Finnick conducir al mejor y más exclusivo club de LA, el club "21". Había sido todo un lío entrar. La fila era gigantesca, pero luego de entregar su apellido, las puertas se abrieron ante él. Tomó un sorbo del pisco sour que le entregó el barman y miró a su alrededor. Estaba más que seguro de haber visto a Chris Hemsworth parado junto a una actriz del otro lado. También había visto a un jugador de la NBA parado junto a otro que era jugador de futbol americano por allá. Todos pasaban sin llamar mucho la atención de la gente. Miró a Finnick que coqueteaba con ambas chicas, mientras una le guiñaba el ojo con insistencia.
No, él no iría, él sabía exactamente que hacer con su vida y por el momento, tener sexo con una desconocida no estaba entre sus planes. Miró al DJ que movía los brazos constantemente de un lado a otro y se recargó hacia atrás. Él no debía porque estar allí. No era su estilo. Suspiró y dejó el vaso sobre la barra para caminar hacia la salida, cuando sintió algo líquido escurrir por su espalda. Al instante se dio la vuelta y miró al responsable que había empapado su camisa favorita.
Esperaba tal vez a un mastodonte, de dos metros de alto, que de un simple empujón lo derribará, no es como si él fuera muy alto, metro setenta y algo, más rayado para los ochenta, pero seguía siendo bajo. Finnick le sacaba media cabeza. Pero jamás espero encontrarse con los ojos grises de una chica. Era un poco más baja que él, tal vez cinco o seis centímetros de diferencia. De cabello castaño y piel bronceada, bueno él creía que era bronceada, las luces no lo dejaban ver muy bien.
Sus rasgos eran finos, casi tallados a mano, de pómulos marcados y sonrisa seria. Bueno, todo lo seria que podía estar luego de derramar licor sobre un desconocido. Era estrecha, de cintura fina y brazos delgados y piernas torneadas. Traía puesto un sencillo vestido de color blanco, que se ajustaba a su cintra para luego caer libremente sobre sus piernas cremosas. Peeta hiso esta rápida evaluación y pensó que probablemente no era una noche perdida después de todo.
-Yo, lo siento, no te vi, lo lamento.- su voz era suave, pero tenía un leve matiz de molestia, cómo si no hubiera sido a él quien habían derramado en la camisa.
-Ah, no, no te preocupes.- Peeta miró los labios fruncidos de la castaña y sonrió con cautela. Vaya, así que no habían sólo rubias plásticas que querían ligar con los chicos en los LA. Se quitó la camisa de su cuerpo y la amarró discretamente en su cadera. Su polera estaba algo mojada pero nunca tanto como la camisa.- Fui algo torpe, no noté que estabas detrás de mí.- la chica asintió y se iba a retirar cuando Peeta la llamó con discreción.- Hey, espera, te invitó un trago, ya sabes, acabó de botar el tuyo.- la chica estaba por responder cuando alguien la empujó con algo de fuerza desde atrás.
-A ella le encantaría tomar algo contigo.- Era una rubia despampanante, de ojos claros, podía ver. Con un vestido sencillo de encaje negro. La castaña la miró mal y luego la rubia extendió su mano hacia Peeta.- Disculpa a mi amiga, no tiene muy buenos modales, veo que te empapó la camisa.- ahora se dirigió a su amiga con el ceño levemente fruncido.- Yo creo que deberías de aceptar, es lo mínimo que puedes hacer después de haber derramado su trago sobre él.-la castaña bufó y le dijo algo bajo a la rubia, quién sólo rio y se alejó de ellos.
-Esta bien, pero luego de eso, me voy chico.- el rubio sonrió. No era normal que las chicas lo rechazaran así. Sabía que no era Finnick, quien era un experto ligón pero tenía sus habilidades con las mujeres y ella las estaba echando por la borda enseguida.
-Peeta, ese es mi nombre, ¿Y el tuyo?- la castaña enarcó una ceja y lo miró con algo de duda, mientras se sentaba en la barra.
-¿No sabes quién soy?-Peeta se preguntó porque razón debería haber conocido a aquella chica. Si la hubiera conocido antes, probablemente no hubiera olvidado su mal carácter.
-¿Eres Gruñona?- la chica frunció el ceño y luego de unos segundos de meditar se sonrió a sí misma.
-Me llamó Katniss, Katniss Everdeen.- Peeta sonrió y enfocó con sus ojos azules a la castaña. Realmente era bonita.
-Pues es un placer conocerte Katniss.- el barman se acercó hasta ellos y Peeta pidió tequila, mientras que Katniss pidió un Berry sour. – Entonces, Katniss, ¿Debo disculparme por haber sido la causa de tu derramamiento de trago?- la castaña sonrió con ironía y luego de eso, batió las pestañas en un gesto que a Peeta le pareció ensayado.
-Pues no, ya lo hiciste, aunque sí, por tu culpa derrame mi trago.- el rubio bufó mientras se acercaba con cautela a la chica para mirarla con detenimiento. Luego se alejó y tomó una rebanada de limón y la colocó en su dedo, para después hacer lo mismo con la sal. De puso ambos dedos en la boca y luego de un trago se bebió el contenido del vaso alargado.
-No fue mi culpa, estaba volteando, creó que tengo todo el derecho a voltear como se me de la gana, estamos en un país libre.- la castaña tomó otro sorbo del vaso y sonrió. Este chico de verdad no la conocía y eso lo agradecía en lo más profundo de su alma. Odiaba a los lame botas que se le acercaban por una entrada a un concierto o para un autógrafo o una foto.
-Si, es un país libre y por lo tanto creó que soy libre de andar caminando con una vaso en mi mano.- Peeta rio por el cometario, mientras Katniss embozaba una sonrisa.
De repente un chico, de no más de 20 años se acercó hasta ellos. Tenía el cabello negro y unos ojos ónix que hacían ver su piel sumamente pálida. Katniss no pudo negar que lo encontró guapo, pero estaba con Peeta, quien había logrado sacarle una sonrisa en menos de 10 minutos de charla, eso no era algo que se viera mucho.
El chico se acercó a la barra con las manos en los bolsillos y le guiñó un ojo a la castaña que miró con aburrimiento al muchacho. Peeta se volteó y el chico se acercó a ellos. El rubio enarcó una ceja, volteó a ver a Katniss quien sólo ignoraba al muchacho de cabellos negros y tomaba de su vaso.
-Disculpa, ¿Tú eres Katniss Everdeen, no es así? ¿El Sinsajo?- Peeta enarcó una ceja y rebuscó en su cabeza. ¿Katniss Everdeen? Realmente el nombre no le sonaba de nada y menos como el chico la había llamado. Katniss asintió y luego lo miró a él con algo de duda. ¿Aún no la reconocía?- Soy tu fan y ya sabes, quería saber si te gustaría bailar conmigo-
Katniss miró al chico y luego de dejar su vaso en la barra, señaló a Peeta.- No, gracias, estoy bien aquí.- el de cabello negro miró a Peeta y luego sonrió burlonamente.
-¿Con él?- Peeta sintió que su sangre hervía, ¿De dónde había salido este idiota?
-Si, con él y si no tienes nada mejor que hacer, ya puedes irte- Katniss sonrió y Peeta supo que había sido de la forma más amenazante que pudiera haber, ya que hasta el sintió miedo por lo que la chica haría. El de cabello negro se volteó y se fue refunfuñando por lo bajo.-¿Entonces, qué decías?-
-Pues, tú decías, aunque ahora me dejaste intrigado, ¿Quién eres?-
-Una humilde cantante, chico, sólo eso-Peeta sonrió y cuando lo hizo Katniss rio. Peeta se puso de pie apenas sintió una melodía pegajosa en el ambiente. Le ofreció su mano a la castaña quién entornó los ojos, tomó el último sorbo de su trabajo y se puso de pie, tomando la mano del rubio. Peeta la arrastró hasta la pista y se comenzó a mover al ritmo de la música. Katniss reía y movía sus manos por el cielo mientras Peeta la miraba embelesado. La castaña lo pilló mirando y rio con aún más fuerza. Tal vez la noche no estaba tan perdida después de todo.
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-¿Me darás tu número o temes que lo divulgue por las redes sociales?- Katniss miró de reojo a Peeta y supo que no bromeaba. Centró su atención en el guapo chico que su amiga Madge le había obligado a conocer y que después de un par de tragos y un par de canciones no había resultado ser para nada molesto. Peeta era el típico chico que no era típico. Estaría un par de días en la ciudad y de verdad, ansiaba tener una conversación normal y natural con él. No estando bajos los reflectores y gritando porque no podía escuchar ni su propia voz.
-Claro, chico- Tomó su teléfono y se lo tendió a Peeta, era pésima memorizando números así que se tenía guardada a ella misma en su celular. Peeta tomó el de ella y luego de guardar su número, se llamó y guardó el de ella.
-Pues fue un placer conocerte, Sinsajo- esto último lo dijo de manera algo burlona por lo que Katniss sólo atinó a sacarle la lengua. En el preciso momento en que se estaba dando la vuelta, apareció Finnick, con el cabello algo más desordenado que cuando llegó y con una marca de pintalabios en su mejilla.
-Hey Peeta, ¿Y ella quién…? Woo- Finnick la miró y luego de enarcar una ceja, de mirar a Peeta, de volver a mirar a Katniss y luego volver a ver a Peeta, otra vez, sacó su celular de su bolsillo y se acercó a la castaña. Le tendió su teléfono a Peeta y sonrió. -¿Te importa si me tomó una foto contigo?-Peeta en ese momento seguía sin entender. ¿De dónde rayos le debía de conocer? Finnick jamás se acercaría para tomarse una foto con una chica y pues, ella era famosa por lo que sabía. O lo que debería de saber. Miró a Katniss y esta enarcó una ceja con algo de incredulidad. ¿Ese chico realmente quería tomarse ahora una foto con ella? ¡¿Ahora?!. Peeta miró con incredulidad como una pequeña masa de personas miraban a Katniss fijamente y ella sólo podía ignorarlos a su mejor manera de chica mala del rock. Tal vez eso fuera después de todo.
-Ah, claro chico al cual no conozco-Finnick sonrió complacido y se puso junto a Katniss. La chica embozó una sonrisa algo forzada mientras hacia el signo de amor y paz y Finnick reía como niño pequeño. Peeta tomó el celular entre sus manos y tomó la foto. Cuando estuvo listo, Finnick tomó su teléfono y miró al rubio con admiración. ¿Desde cuando Peeta ligaba con estrellas súper famosas?
Katniss miró al rubio que sonreía apenado y luego cogió su propio teléfono y se lo entregó a Finnick quien la miraba desconcertado.
-¿Nos puedes hacer una foto?- Peeta enarcó una ceja y Katniss se acercó hasta él. Puso su mano en la cintura del rubio, quien envolvió un brazo en torno a ella. Finnick le guiñó un ojo a su amigo y tomó una oleada de fotos juntos. Katniss riendo, Katniss haciendo muecas, Katniss guiñando un ojo. Peeta impresionado, Peeta relajado, Peeta sonriendo, Peeta dándole un beso en la mejilla a Katniss. La castaña lo miró con una ceja levantada y luego se relajó un poco. No era buena en eso de acercase a la gente, más que nada porque las personas no eran lo suyo.
-Entonces, ¿Ahora te puedo pedir permiso para hablarte?-Katniss asintió con algo de recelo y luego de que Peeta sonriera, se dio la vuelta para emprender la huida del lugar, del tan afamado Club 21. Cuando estaba a medio camino, siendo rodeada de gente que quería una foto o un autógrafo de ella, sonrió y miró por sobre su hombro, buscando los ojos azules del rubio quien sonreía mientras Finnick lo picaba para saber más de ella. Mostró una sonrisa de lado y luego siguió hasta que Peeta ya no la pudo distinguir entre todas las personas del club. Katniss afuera, dentro del auto, en el asiento del copiloto sólo miraba distraída hacia fuera mientras Magde le hablaba y le hablaba hasta que se dio cuenta que no lograría captar más la atención de la chica. Porque en su mente, sólo existían aquellos ojos azules que le intrigaban y deseaba poder conocerlos a fondo. Tomó su teléfono y miró el número del chico en él.
Valía la pena conocer a Peeta, después de todo, no todos los días alguien la hacia sonreír.
Espero que les haya gustado, esto va para largo, tal vez 10 capítulos más o menos, así que nos leemos la próxima semana Bye Bye, dejen sus reviews c:
