A ver, he recuperado esto de entre un montón de archivos que empiezo a escribir y luego los echo al olvido. Pero, al releer ésta, me pareció divertida, así que veremos si continua.
DISCLAIMER: No, no, no, Mai HiME no me pertenece y tampoco tengo novia, ni novio, ni perro que me ladre.
PRÓLOGO
Mientras estaba en el parque central del pueblo, un auto pasó y en la parte de atrás iba ella, recostada contra la ventana; la reconocí de inmediato y desvié la mirada, definitivamente no quería que me viera. Yo tenía ropa cómoda y sostenía un pequeño gatito que acababa de encontrar abandonado ―ella amaba los gatos tanto como lo hago yo ahora― pensé mientras volvía a ver disimuladamente.
Había sido mi novia, pero de eso hacía mucho tiempo, ahora sólo sentía incomodidad y apatía hacia ella. Nuestra relación fue muy inocente, nunca pasó de besos suaves y abrazos largos, y estaba atada por intereses comunes y cuánto nuestra personalidad se acercaba, pero yo no estaba enamorada de ella, ni ella de mí, una lástima realmente, pues la afinidad que teníamos era impresionante. Después de su graduación, ella eligió irse a otro país a estudiar e irremediablemente nos alejamos, pero así como nunca empezamos, tampoco nunca terminamos.
Me pregunté entonces, si en un futuro, llegaría a sentir lo mismo, por quien ahora era la dueña de mi corazón, ―seguramente no.
CAPÍTULO 1 – ROOMMATE
Sí, vivía con la mujer de mis sueños, pero de hecho, ésta misma resultaba ser también, la mujer de mis pesadillas, no sabría cómo definirlo, ¿un tormentoso cielo? ¿Un maravilloso infierno? Durante demasiado tiempo pedí a los dioses tener la oportunidad de vivir con ella y seguramente ahora se burlaban de mí, pues me lo habían concedido, pero no se acercaba para nada a lo que había sido mi idea inicial.
Vivir con Natsuki es, desestabilizador. Siento que mis nervios están a punto de colapsar en cualquier momento. Todos los días toca a mi puerta despertándome más temprano de lo que me gustaría, creo que disfruta verme con mala cara antes de entrar a mi estado típico de amabilidad, y es que realmente odio que me despierten, pero ella siempre ha hecho conmigo lo que le place. Todos los días hay razones diferentes, al parecer inacabables:
"Shizuru, lo mejor es hacer el aseo durante la mañana"
"Shizuru, ¿me acompañas a desayunar? Yo invito"
"Shizuru, hoy te toca hacer el desayuno a ti, y tengo hambre"
"Shizuru, tengo restricción de placa, ¿podrías llevarme el día de hoy?"
"Shizuru, creo que hoy es un día estupendo para hacer las compras"
"Shizuru, el gato no está por ninguna parte, ¿no crees que deberíamos buscarlo?"
Shizuru, Shizuru, Shizuru… No para de repetir mi nombre, parece que quisiera llamar mi atención en todo momento, y ni hablar cuando se pasea por la casa con poca ropa. Desde que vive conmigo, apenas hace tres semanas, he leído más de treinta libros, pues tengo que buscar algo con que distraerme para no quedarme viéndola como tonta. Nuestra relación es la de una típica pareja en los primeros años de convivencia, con la pequeña excepción de que en realidad, no somos pareja.
Natsuki tiene un sinfín de defectos, bebe del envase, no pone un pie en la cocina para ayudarme con nada y espera que la consienta con la comida como si fuera su novia, o su madre y a veces deja el baño algo mojado, cuando sale de la ducha con mucha prisa, pero todo eso podría verse compensado, si al menos tuviera de nuevo sus besos, sus miradas de amor, sus abrazos o sus sonrisas radiantes, o al menos algunas palabras cariñosas reemplazando mi…
―Shizuru, ¿qué haces despierta a esta hora? Mañana no querrás levantarte ―¿ven? De eso hablaba, mi nombre de nuevo. Es como si fuera mi novia, con todas las obligaciones pero sin ningún derecho, me siento estafada.
―Sí, estaba por irme a dormir― aquí viene, medio desvestida, ¿por qué se me acerca tanto?
―Buena niña ― invade descaradamente mi espacio personal, viéndome fijamente a los ojos, y diría que va a besarme, pero ¿eso no es posible, verdad?
De pronto, gira con maestría y me da un beso en la mejilla, mientras yo, sigo inexpresiva, estática, congelada en mi lugar; la veo irse, tan sexy como siempre, para finalmente cerrar la puerta. ¿Qué estás haciéndome, Natsuki?
Críticas, opiniones, demás... Muy agradecida, muy agradecida.
Besos, abrazos, saludos,
De entre los gatos el más curioso
