Hola y bienvenidos a este nuevo fic. Sé que la idea parecerá chocante para algunos, especialmente para los amantes de la pareja de Bulma y Vegeta, pero esta es una idea que no podía dejar pasar. La pareja de Vegeta y Milk se me hace sumamente interesante.
Escribí un fanfic similar de la misma pareja, pero que no llegue a publicar pues me parecía que no cumplía mis expectativas y no llegaba a los puntos altos que me gustaría. En fin, en algún momento y con los arreglos necesarios tal vez lo publique, pero por lo pronto esta es la historia que quiero compartir con ustedes.
De antemano gracias por darse el tiempo de leer mi historia que, conforme va avanzando y el lector se va compenetrando con la trama, se convierte en nuestra historia, la tuya y la mía, pues un escrito cobra vida en la medida en que alguien lo lee.
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A casi un año del auto sacrificio de Goku en la batalla contra Cell, Milk le tarareaba una canción de cuna su bebé, el pequeño sonreía al sentir la cercanía y seguridad de su madre. Feliz, Milk lo levanto y lo elevo mientras Goten reía, y ella lo observaba embelesada pensando que en verdad era un mini Goku y que era lo más tierno que había visto. Lo bajó para amamantarlo y al aferrarse Goten al pecho de su madre e ir quedándose dormido en la tibia y suave leche, Milk miro la ventana donde el horizonte dorado con su sol poniente le recordaron que ya era hora de que Gohan regresara.
En la Corporación Capsula la situación era casi la misma que de costumbre, la única diferencia radicaba en Vegeta y su falta de ánimo para seguir entrenando. Parecía haber perdido no solo el espíritu de pelea sino también cualquier tipo de entusiasmo que tuviera antes. A veces se quedaba tirado en el sofá de la sala, a veces en la cama, otros días en el jardín y habían días en que se quedaba en el bosque u otro lugar similar, pensando y pensando en cómo su vida había llegado a eso; cómo era posible, siendo él el príncipe saiyajin , no haber podido eliminar a sus dos acérrimos enemigos. Rememoraba con impotencia que primero le arrebataron el placer de matar a Freezer , pero superado eso, aun le quedóKakaroto.
Kakaroto…
Su vida después de Freezer giraba en torno a matarlo a él y a todo el que se interpusiera en su camino para hacerlo. Cuántas veces había soñado con eliminarlo con sus propias manos y disfrutar cada segundo de su agonía. Ahora solo quedaba el chiquillo hijo de Kakaroto; definitivamente el hibrido no era un oponente digno, pues después de Cell, Gohan no había vuelto a entrenar en serio. Ganarle a alguien que ni siquiera está en competencia no trae ninguna satisfacción y menos a un guerrero, y Vegeta siempre quiso ganarles a los demás en su propio juego.
Por las noches Vegeta regresaba a su habitación en la Corporación Capsula y miraba la oscuridad comparándola con su vida hasta que se quedaba dormido. Habían noches en que Bulma lo visitaba, ella le hablaba y lo único a lo que Vegeta parecía ponerle atención era cuando Bulma mencionaba a Trunks, luego lo demás eran palabras vacías y cursilerías de mujeres. Después de unas pocas insinuaciones de Bulma, Vegeta, dando rienda suelta a sus necesidades masculinas, tenía sexo con la humana, sexo como descarga de frustraciones, sexo simple sin amor pues su corazón solo palpitaba tedio.
En un intento por devolverle un poco el espíritu, Bulma le había construido una cámara de gravedad que ella pensó lo atraería nuevamente a las peleas, le dio la noticia una mañana en el desayuno mientras Vegeta hacia todo lo posible por ignorarla a ella y a su hijo.
-Por cierto, Vegeta- comenzó –si te dan ganas de entrenar, la cámara de gravedad está en el patio y tiene todas las mejoras que siempre me pediste-
Vegeta ni se inmutó ante la noticia, simplemente continuo deglutiendo su comida tratando de alargarse hasta que Bulma se aburriera y se fuera de allí, así no tendría que aguantar un griterío si el que se iba fuera él.
Y lo consiguió.
Después de algunos minutos y de dos o tres comentarios acerca dela resistencia de la cámara y los nuevos robots, Bulma se cansó de simular que hablaba con una pared, tomó a Trunks de la mano, que también estaba allí como inocente testigo, y salió sin voltear a ver a Vegeta pues sabía que el seguiría aparentemente concentrado en su comida. Tenía razón.
Cerca al medio día y ya hastiado de los patéticos programas de la televisión terrícola, Vegeta salió al patio y se encontró con la cámara de gravedad; parecía más imponente que antes pero no le despertaba en entusiasmo que habría deseado. Abrió la compuerta y el aroma a nuevo y estéril se coló por sus fosas nasales haciendo ese momento aún más frustrante. Era como un niño sin ganas de jugar o como un ave que ya no quería volar.
Sin más que hacer Vegeta se quedó allí, en el piso, apoyado en la estructura central de controles con los brazos cruzados. Aunque no estuviera haciendo nada, el ambiente lo relajaba un poco, ya que lo transportaba sin esfuerzo a mejores días, donde galaxias enteras le conocían y le temblaban.
Había llegado la hora de comer y era preciso para Vegeta saquear el refrigerador tomando las cosas sin mirar. Si era o parecía comestible, él se lo llevaría.
Volvió a la cámara con su botín, a sentarse esta vez en una de las paredes laterales, y a comer…
Por la tarde igual…
Y cuando las sombras anunciaban la noche inminente, Vegeta se iba a su recamara, o en su defecto, si estaba de humor, a la de Bulma, sabiendo que esta tal vez se resistiría al principio pero que luego cedería. Nadie le dice que no al príncipe.
Casi al cuarto día de una similar rutina, Bulma se inquietó. Lo había estado observando por el sistema de monitoreo de la Cámara de Gravedad con la esperanza de que de un momento a otro él se levantaría y comenzaría a entrenar. Por casi cuatro días Bulma había estado expectante y solo veía a Vegeta sentarse, echarse y comer. Ya cansada de eso, Bulma creyó que dependía de ella, en gran medida, el animar a Vegeta, ya que no en vano erala madre de su hijo y –prácticamente su mujer- pensó.
Usando el sistema de sonido de la cámara y el micrófono del laboratorio de su padre, Bulma le lanzo al príncipe un griterío de decibeles épicos, acusándolo de haragán, de ser una deshonra para su raza, un insecto y, aprovechando la ocasión, un mal padre también.
El ataque verbal fue una verdadera sorpresa para el saiyajin, tanta que hasta se diría que lo asustó al principio, desconcertándolo la velocidad con que la mujer podía construir frases ofensivas tan certeras en medio del griterío.
Usualmente él contestaría de una forma similar o más grosera, pero sabía que eso era precisamente lo que ella quería, provocarlo, y esta vez no quería seguirle el juego. –O tal vez si- pensó el príncipe, decidiéndose a darle a Bulma lo que quería y aún más.
Vegeta se levantó de su sitio y comenzó a expulsar energía. Bulma lo observaba creyendo que había logrado sacarlo de su letargo, pero comenzó a preocuparse cuando la cámara comenzó a temblar. Vegeta parecía decidido a demostrarle a ella, a todo el mundo, y al más importante, a él mismo, cuan fuerte era, así que continuo acumulando ki sin importarle los resultados.
Los antes insultos de Bulma tornaron en gritos suplicantes pidiéndole que se detuviera, diciéndole que era peligroso, que estaba loco.
Vegeta no la escuchaba, tampoco podía, el sonido de los aparatos eléctricos y las placas metálicas comprimiéndose por la fuerza de Vegeta, dominaban la cámara, dejando a Bulma como un molesto sonido de fondo.
En cualquier segundo la cámara estallaría, llevándose consigo quizá una parte de la casa de Bulma; segundos después en lugar de eso, Vegeta levanto vuelo de improviso agujerando el techo de la cámara y perdiéndose a lo lejos sin destino aparente.
Entonces Bulma comprendió que esa era la manera de Vegeta de decir que lo dejaran en paz.
