-ahhhh…-Francia suspiró mientras su dedo se movía en el borde de su copa-. Ahhhh, bendito sea el día en el que ese pastelero dejo escapar a esos militares, ahhhh…
-ehh, señor hemos llegado- un navegante de la flota francesa interrumpió sus pensamientos.
-PORFIN AQUÍ!- Francia estiro el cuerpo entumecido y se froto con las manos el trasero (aclaro, igualmente entumecido.)- esta mexicanita se las verá conmigo…
…mientras tanto en San Juan de Ulúa.
México, parte sur de México disfrutaba de su taza de chocolate bien batido como a ella le gustaba, la brisa de la costa le alborotaba los cabellos negros y le llenaba las pestañas espesas de gotitas de agua, con un bonito vestido esmeralda que su jefe Juárez le había regalado por su pasado cumpleaños se le resaltaba la piel canela suave.
-señorita Quetzalli…el señor Francis quiere verle- el general Santa Anna se asomo por la puerta.
-dile que pase…si tiene los huevos.
Santa Anna se carcajeo
-ya lo creo!
-tú tienes los ojos negros, los labios color de grana, por los que mueren de amores, por ti linda mexicana!- Francia entró dramáticamente cantando como si fuera una linda soprano.
-NO ME CHINGUES FRANCIS!, todo menos mi cultura hombre!- México sur, se levanto de su silla frente al balcón y se puso cara a cara con el odiado francés.
-Ay Quetzalli!, no me vas a saludar?- Francia extendió la mano hacia la muchacha que se encontraba confundida por el gesto…
1-le había hablado por su nombre azteca, su PRIMER nombre, solo su hermano y las personas cercanas lo sabían, pero él?
2-le había extendido la mano, cosa muy extraña, Francia no era de ese tipo, primero toqueteaba y luego preguntaba el nombre.
-hola Francis…-México le extendió la mano y Francis la sostuvo entre la suya suavemente, hasta llevarla a sus labios y plantar un pequeño beso; la mexicana saco la mano bruscamente.
-sácate, apúrate, que tengo liberar a mis puertos güero pendejo- México frunció el ceño y se cruzo de brazos.
-moun amour, podemos arreglarlo de otra forma, no?
-no, prepara tus tropas güerito, que mañana te veo en el puerto
-no te tengo miedo petit Quetzalli.
La muchacha lo miro con los ojos llenos de odio.
-mira cabrón, como en mi tierra decimos, chiquita pero picosa, no porque me veas así, soy débil, que se te quede bien grabado.
México saco a Francia a patadas de su casa, mientras este soñaba con tocar las sierras madres de Quetzalli.
