Capítulo comienzo

Hinata.

Alzó la vista para admirar la imponente mansión que se alzaba ante ella. La mansión Hyuga le había parecido siempre muy grande, pero el hogar de su mejor amiga, Temari, le parecía aún mayor que el suyo propio. Tuvo que echar tanto el cuello hacia atrás para admirarla bien que su hermosa pamela color lavanda acabó por despegarse de su cabeza y fue a parar a los adoquines que formaban un sendero hasta la entrada principal.

Con un delicado y recatado movimiento, Hinata Hyuga se agachó para recogerla asegurándose de que el fino vestido veraniego de color blanco que llevaba no fuese levantado por alguna repentina ráfaga de viento. Sacudió el polvo imaginario de su pamela mientras se mordía el labio inferior, pensativa. Aún no estaba convencida de que fuera buena idea el haber venido aquí. No estaba segura de si realmente deseaba pasar ese año de instituto viviendo con Temari. No quería ser una molestia para ella.

Observó de nuevo la imponente fachada blanca repleta de columnas de estilo romano. De hecho, la casa en sí le recordaba a un templo romano, sólo que aquí había un enorme jardín con fuentes y, por lo que Temari le había contado, también tenían piscina, cine, gimnasio y hasta pista de tenis.

Aunque los Hyuga eran ricos, su padre siempre les había puesto ciertas restricciones a Hanabi y a ella en cuento a las cosas que podían poseer. Muchas cosas le parecían vulgares y de mal gusto, y otras una simple pérdida de tiempo. Hinata había sido criada para ser una joven rica pero poco derrochadora.

Con un largo suspiro de resignación se giró para despedir a su primo Neji y a Hanabi. Ambos se encontraban en el interior de una de las limusinas negras de su padre. Su hermana y su primo se habían ofrecido a acompañarla hasta el hogar de Temari por si en el último momento se arrepentía de su decisión y decidía volver a casa con ellos, con sus confidentes. Hinata se acercó hasta uno de los cristales tintados que automáticamente se abrió revelando el angustiado rostro de su hermana menor.

-¿Vas a quedarte, hermana?-le preguntó con un hilo de voz que por una vez la hacía parecer la niña de once años que era.

-Me quedaré con Temari y su familia este año-Hinata tomó aire y sonrió a la pequeñ que en un año, si p-padre está satisfecho, podré volver.

Hanabi bajó la mirada, triste. Sabía que su hermana estaba tomando esa difícil decisión por el bien de toda la familia, pero aún así la apenaba verla sacrificarse con una sonrisa en el rostro. Por eso admiraba tanto a Hinata. Era capaz de cumplir la más dolorosa de las órdenes sin perder una pizca de su amabilidad.

-¿Estás segura de esto, Hinata?- Neji desabrochó el cinturón que le impedía acercarse a sus dos primas y se asomó por la ventanilla junto a Hanabi-. Hablaré con Hiashi si así lo quieres. Él me escucha. Yo…

-Está b-bien, Neji-Hinata se enderezó para dar a entender que esa conversación terminaba ahí-¿Podrías ayudarme a bajar las maletas, Ko?- le preguntó Hinata al chófer.

-Te ayudaremos nosotros-Hanabi abrió la puerta del coche y salió seguida por un resignado aunque furioso Neji-. No vamos a perder ni un solo minuto de la compañía de Hinata. Después de todo, no vamos a verla durante mucho tiempo.

En silencio las dos hermanas y Neji se dirigieron hacia el maletero y comenzaron a cargar el equipaje de Hinata. Al final Ko también se acabó uniendo a ellos, viendo que era imposible para sólo tres personas.

-E-Es más de lo que creía. L-Lo siento- se disculpó Hinata avergonzada de estar causando tantas molestias.

Gracias a la nueva ayuda extra no tardaron nada en subir las maletas por las escalinatas que llevaban a la puerta principal. Hinata echó un vistazo preguntándose porque Temari tardaba tanto en aparecer si sabía que ella llevaba allí un rato. Cuando todo su equipaje estuvo a su alrededor se volvió para ver por última vez a las dos personas que más amaba dentro de su familia.

Sin poder contenerse, Hanabi, la seria, formal y estoica Hanabi, se abalanzó sobre su hermana mayor y las dos se fundieron en un tierno abrazo. En uno de esos abrazos que nunca se daban delante de su padre por miedo a que las considerara débiles o infantiles. Uno de esos abrazos que sólo se daban cuando a media noche los recuerdos de su difunta madre asaltaban a alguna de las dos hermanas y sólo podían encontrar consuelo en los brazos de la otra.

-Te escribiré correo todos los días, Hanabi- le prometió. Alzó la vista para encontrarse con la de su primo-Y a ti también, Neji.

Neji asintió y también le dio un breve pero afectuoso abrazo a su prima. Cuando se separó de ella la miró a los ojos con mucha seriedad-Si la razón por la que estás aquí te acaba superando…Si quieres marcharte en cualquier momento, sólo llámame.

Y Hinata supo que lo decía en serio. Asintió con los ojos perla clavados en los ojos del mismo color de su primo, de su querido primo y mejor amigo. Confiaba más en Neji incluso que en Kiba o Shino, sus compañeros de clase y amigos de toda la vida, a los que también había tenido que dejar atrás. Ese pensamiento le hizo sentir una punzada de dolor en el pecho que se apresuró por disimular.

-D-Decidle a padre q-que…-Hablar de Hiashi siempre la ponía nerviosa y la hacía tartamudear-Que cumpliré con mi deber-finalizó en un susurro.

Neji y Hanabi asintieron y después, tras una última y apenada mirada a Hinata, ambos se dirigieron junto a Ko a la limusina. Cuando Hinata vio cerrarse la puerta automática por la que el coche acababa de salir supo que ya no había marcha atrás. Observó por unos instantes el cielo increíblemente azul y el sol brillante que iluminaban aquella mansión de la costa antes de atreverse a pulsar el timbre.

Pasaron un minuto o dos antes de que Hinata escuchase pasos tras aquella curiosa puerta repleta de grabados mitológicos. Pensó que la familia de Temari tenía gustos raros en cuanto a la decoración de las puertas y en ese mismo momento ésta se abrió dejando ver frente a ella a su amiga rubia sólo ataviada con la parte superior del bikini y un bonito pareo floreado que le quedaba francamente bien. Unas caras gafas de sol descansaban sobre su cabeza que, por una vez, no estaba repleta de moñitos, sino que esta vez llevaba el cabello suelto y la hacía parecer más mayor y madura de lo que ya era.

-¡Ya estás aquí!-exclamó Temari regalándole una amigable sonrisa ladeada-. Bueno, sabía que llevabas aquí un rato, pero no quería entrometerme en tu despedida. Sé que vas a echar de menos a tu familia, pero estudiar en otra ciudad te ve a venir bien. Has tomado una gran decisión.

Hinata sonrió sintiéndose culpable. Si Temari supiera el motivo por el que estaba allí…

La rubia se percató de la gran cantidad de maletas que había alrededor de su amiga y cogió un par a la vez que se giraba hacia el interior de la casa y chillaba el nombre de su hermano mayor.

-¡Kankuro, ven aquí y ayúdame a instalar a Hinata! ¡Llama también al servicio!-frunció el ceño- No sé dónde demonios se meten cuando se los necesita. Lo mejor es hacer cada uno lo suyo, pero eso mi padre no lo entiende-Temari refunfuñaba, como era costumbre en ella.

No tardó en aparecer Kankuro acompañado de tres personas más que se disculparon por la tardanza frente a una enfadada Temari. Hinata pudo observar que Kankuro también iba en traje de baño, por lo que dedujo que los hermanos habían estado bañándose en la piscina antes de que ella viniese. Se preguntó si ella también tendría que unirse y se murió de vergüenza al pensar en que tendría que vestir un traje de baño delante de la familia de Temari.

Siguió a su amiga a través del amplio lugar en absoluto silencio, pues Temari iba explicándole donde encontraría los baños y qué había en cada uno de ellos, donde estaban las cocinas y que podía encontrar en cada una de ellas. La sala de juegos, el famoso cine, las terrazas…Tanta información estaba abrumando a la joven del pelo azulado que suspiró de alivio cuando se detuvieron frente a lo que iba a ser su habitación.

-Y aquí te hospedarás tú. A lo largo de este pasillo y el que sigue hacia la izquierda están nuestras habitaciones. En el otro ala de la casa está la del servicio, por si necesitas cualquier cosa-Temari iba señalando a la vez que hablaba, pero Hinata no estaba interesada en ello. Sólo quería entrar a "su" habitación y que la dejasen sola. Deshacer las maletas, pensar. Llorar un poco quizás y luego dormir hasta que fuera mañana y todas las sensaciones que le recorrían al cuerpo desapareciesen. Necesitaba serenidad.

Como si de alguna forma hubiese oído sus pensamientos, Kankuro abrió la puerta de su cargo y dejó las maletas que cargaba. Le indicó al servicio que hiciese lo mismo y luego se dirigió a Temari.

-Hermana, tiene un año para aprenderse cada centímetro de esta casa, no la agobies-le arrebató las dos maletas que portaba y las dejó a un lado en el suelo-. Además parece cansada. Seguro que le vendrá bien que la dejemos sola un poco antes de la cena.

-Gracias, Kankuro-pensó Hinata suspirando interiormente de alivio. Adoraba a su amiga, pero a veces era agotadora.

Temari puso mala cara a su hermano pero obedeció tras lanzar una mirada a Hinata y comprobar que, en efecto, se veía bastante cansada. Sus ojos perla no brillaban como de costumbre y parecía un poco decaída.

-Bueno, está bien…Hinata si necesitas algo estaremos en la piscina. Puedes verla desde tu balcón que da a la parte trasera de la casa-Temari le sonrió esta vez con más afecto y dulzura-. Te dejamos sola…Umm…El baño más cercano está en el pasillo de la derecha y tiene una bañera amplia con diferentes grifos y muchos tipos de geles que hacen espuma. También hay un armario grande con toallas limpias. Cuando sea la hora de cenar te avisaré, ¿vale?-No quería agobiarla más, pero aún tenía que darle algunas indicaciones.

Hinata asintió en silencio y Kankuro arrastró a su hermana de la habitación de la invitada. Cuando por fin estuvo sola, Hinata Hyuga se permitió echarle un vistazo a su nuevo refugio. Apenas había reparado en cómo era al estar pendiente de lo que Temari le iba diciendo. Lo que vio no la decepcionó y se dio cuenta de que su amiga había hecho lo posible para que se sintiera cómoda.

Temari había hecho que pintasen las paredes de un color lavanda muy suave y que toda la habitación fuese a juego con ellas. Había una moqueta color marfil cubriendo por completo el frío suelo de mármol. A la derecha había un amplio armario empotrado del mismo color que la moqueta y junto a éste un elegante escritorio con un pequeño flexo para el estudio donde Hinata se apresuró a dejar su portátil.

También reparó en el curioso tocador donde guardar el maquillaje y las cosas más íntimas. Un pequeño espejo ovalado con pequeños focos de luz se encontraba pegado a la pared justo por encima del tocador y Hinata aprovechó para ver su rostro demacrado y triste. Era normal que los hermanos hubiesen decidido dejarla sola.

Luego estaba la enorme cama en la que cabían dos Hinatas más. Todo ella en diferentes tonos de lila y con dosel. A cada lado, una mesita de noche con unas finas lámparas que desprendían una luz adecuada para el estudio y la lectura. Temari estaba en todo, desde luego. Sabía que ella no necesitaba nada más en su habitación, que estaba acostumbrada a tener lo justo y necesario.

Pero le mejor de aquella habitación era que el techo era de cristal. De un cristal lo suficientemente grueso como para que fuera difícil romperse, pero absolutamente transparente. Desde allí podría ver las estrellas, como muchas veces había hecho con sus amigos en el monte cercano a su hogar. Así al menos se quedaría dormida pensando en cosas agradables.

No tardó en ponerse a organizar su equipaje en silencio. Fue abriendo las maletas una a una para acomodarlo todo. Le gustaba hacer esto porque era algo mecánico y no tenía que pensar demasiado en cómo hacerlo. Sacar, doblar y guardar. Sacar, doblar y guardar. Una a una sus pertenencias fueron quedando en sus lugares correspondientes y entonces Hinata Hyuga se quedó sin ninguna excusa más con la que evitar el llanto que llevaba un rato reprimiendo.

Las lágrimas brotaron de sus hermosos ojos en silencio, tímidas, como si salir les diera miedo. Reflejaban a la perfección el carácter de su dueña que en ese momento se rompía por dentro.

-¿Por qué?-Era la pregunta que se había estado haciendo desde que su padre decidió mandarla a otra ciudad, con otra familia, a otro instituto. La había alejado de sus amigos, de su primo y de su hermana por un motivo que a ella se le antojaba ruin.

Pero ella era Hinata Hyuga y tenía que responder todas y cada una de las demandas de su padre, por crueles que fueran. Todos los Hyuga eran un instrumento en manos de Hiashi Hyuga. Incluso Hanabi, la favorita de su padre, ya tenía el futuro decidido y nada podía hacer por cambiarlo. Incluso Neji, su valiente y luchador primo Neji también tenía el futuro decidido desde que su custodia había pasado a manos de Hiashi al morir sus padres en un accidente de coche.

Se sentía sucia y malvada de sólo pensar la "misión" que debía llevar a cabo. Todo por la familia, se repetía a sí misma una y otra vez intentando que su cometido le pareciese menos vil, pero no podía. Era la muñeca inútil a la que Hiashi por fin había encontrado un uso. Por fin, su padre había decidido confiar en ella para algo. Para una cosa que beneficiaría a los Hyuga durante mucho, muchísimo tiempo…

Pero que la haría infeliz a ella.

Se limpió los ojos con el dorso de la mano en un gesto muy poco femenino e impropio de ella, pero no le importó. Tomó aire para serenarse y se dirigió al tocador para evaluar su expresión. Estaba hecha un auténtico desastre, por lo que decidió que un baño le sentaría bien y se apresuró a escoger algunas prendas bonitas para bajar a cenar con Temari y su familia. Se acabó decidiendo por una falda de volantes color crema que le llegaba justo por encima de la rodilla y una blusa nudé de cuello redondo y mangas cortas ligeramente abultadas. Para los pies sólo escogió unas pequeñas bailarinas también de color crema.

Una vez tuvo todo listo, ropa interior incluida, siguió las indicaciones de Temari para encontrar el famoso baño de los diferentes geles y la espuma. No tardó en hallarlo gracias al pequeño cartel que había en la puerta. Tocó varias veces con los nudillos para asegurarse de que no había nadie dentro antes de entrar.

Se quedó sorprendida ante el enorme tamaño de la bañera que más bien parecía una piscina para niños, situada justo en el centro del baño y hundiéndose en el suelo. Tenía incluso una pequeña escalerilla, como en la piscina. Hinata tragó saliva al pensar en lo que tardaría en llenarla de agua y buscó una solución alternativa a su baño. Se maldijo mentalmente por no haberse fijado mucho en las indicaciones de Temari de los demás baños. Ahora no tendría más remedio que bañarse ahí o vagar sucia del viaje y con esa cara de muerta por todo el lugar. Ni de broma.

Se apresuró a dejar la ropa limpia en un pequeño taburete alto que había allí y se dirigió hacia uno de los grifos de la bañera para empezar a abrirlos. Si los accionaba todos a la vez se llenaría con más rapidez, claramente. Fue abriendo uno por uno y graduando su temperatura hasta que todos estuvieron a su gusto.

Una vez la bañera comenzó a llenarse, Hinata rebuscó en un armario grande hasta que dio con toallas limpias y cogió una grande y blanca que desprendía un olor agradable. La dejó junto con su ropa limpia y luego fue hacia el lavabo gigante en el que había varias velas apagadas. Hinata pensó que alguien había utilizado este baño para tener una velada romántica alguna vez. Sólo de pensarlo Hinata se sonrojó y al menos así su cara adquirió algo de color. Se miró en el espejo largo rato, armándose de valor para lo que venía después del baño.

-Ofrece siempre tu mejor sonrisa, Hinata-se repitió a sí misma las palabras u órdenes de su padre-. Educada. Silenciosa. Elegante. No seas torpe. No rompas nada. Sé toda sonrisas y buena educación.

Pensó en la cara de Hanabi si hubiese recibido esas órdenes. Su temperamental hermana se habría pasado toda la velada en silencio y con una sonrisa que más bien parecería una mueca en el rostro. Aunque de niña siempre fue obediente, Hanabi había desarrollado un carácter imponente y se resistía a ser una mujer florero. A Hinata no le agradaba tampoco esa idea, pero tenía que hacerlo si quería cumplir con los deseos de Hiashi Hyuga

Mientras divagaba sobre las acciones que tenía que lleva a cabo la bañera se llenó y ella se apresuró a cerrar los grifos antes de provocar un tsunami en la mansión. Se desvistió poco a poco, quitándose el vestido, la ropa interior y las sandalias. Lo dejó todo doblado y ordenado dentro del cesto con ropa sucia que había en un rincón para ella –ponía su nombre, otro detalle de Temari- y se dispuso a introducirse dentro de la bañera.

El agua caliente hizo que se relajase y se diese cuenta de cuan tensa había estado todo el día hasta ese momento. El viaje en limusina hasta la casa de Temari, los preparativos previos con la ayuda de Neji y Hanabi. El haberse tenido que despedir de Kiba y Shino. Incluso Akamaru, el perro de Kiba, había acabado gimoteando lastimeramente a sus pies mientras ella luchaba por contener las lágrimas mientras abrazaba a sus queridos amigos.

Si Kiba y Shino supieran toda la verdad… ¿Seguirían teniendo esa buena opinión de ella? ¿Seguirían queriéndola? Probablemente los defraudaría saber la verdad. Por eso tenía que callar y fingir que todo era normal, que las cosas pasaban de forma natural.

Sacudió la cabeza para deshacerse de esos pensamientos. Odiaba no poder decirles la verdad a sus amigos. No quería que la despreciasen y sobre todo no quería que Kiba se enfrentase a Hiashi Hyuga. Era demasiado cabezota y temperamental. Casi lo podía imaginar arrastrando a Shino a buscarla a casa de Temari y escondiéndola en cualquier lugar. Ellos cuidarían de ella y ella de ellos. Shino le diría que tenía que solucionarlo con su padre y él y Kiba la ayudarían a hacerlo junto con su hermana y su primo.

Pero no era posible. Hinata Hyuga llevaba sobre sus hombros la carga de conseguir que su familia siguiese adelante. Y ése era el único modo.

Nadó por la bañera-piscina hacia la zona donde se situaban todos los geles, champús y sales de baño. Los olió uno por uno y al final escogió uno de cada. Las sales la ayudarían a acabar de relajarse, el champú haría que su pelo estuviese limpio y brillante de nuevo y el gel además de lavarle el cuerpo, le daría un suave olorcillo a vainilla. O es ponía en el bote.

Comenzó a lavarse minuciosamente. Amaba estar otra vez en una de esas situaciones mecánicas que le impedían pensar. Frotar, frotar, frotar. Hasta quedar limpia. Hasta oler bien. Hasta ser la Hinata que todos quieren que seas.

Enfrascada como estaba en su tarea no se percató de la voz que se escuchaba por el pasillo, cada vez con más fuerza. Si Hinata hubiese prestado más tención se habría percatado de que la voz se estaba aproximando a la puerta y de que pertenecía a un chico. Si hubiese estado más atenta al picaporte o se hubiese acordado de echar el pestillo quizás habría podido evitar lo que estaba a punto de ocurrir.

La puerta se abrió de par en par y un chico de cabello rojo y ojos aguamarina rodeado por unas profundas ojeras entró. Iba distraído, hablando por el móvil y bajo un brazo sostenía ropa limpia. Era obvio que tenía la intención de darse un baño pero que en un primer momento no se había percatado del vapor, el calor y la chica de cabello negro azulado que lo miraba horrorizada cubriéndose los pechos con las manos.

-Gaara-Hinata se alegró al comprobar que se había aprendido bien el nombre del otro hermano de Temari. Lo miró estupefacta varios segundos hasta que la mirada de él se encontró con la de ella.

-Mañana hablamos, Naruto-dijo el chico antes de colgar y mirar fijamente a Hinata, que estaba aterrorizada y muerta de vergüenza. El joven la examinó durante unos segundos antes de preguntar- ¿Eres nueva en el servicio? Tenéis vuestros propios baños en la otra ala de la mansión, ¿No te ha informado mi hermana bien?

Hinata movió la boca tratando de decir algo. Notaba como la sangre se agolpaba en su cara y como el calor del agua hacía su sofoco aún mayor. Tragó saliva buscando la manera de que su voz reuniese el valor suficiente para salir y explicarle que se estaba confundiendo, que era la amiga de su hermana.

-¿Eres muda?-preguntó Gaara, pero no despectivamente. Lo preguntó como si realmente lo pensase- ¿Estás bien? Estás toda roja.

-N-No s-soy mu-muda- ¡Por fin! Hinata consiguió decir una frase más o menos entendible y Gaara sólo alzó levemente las cejas hasta volver de nuevo a su expresión impasible- S-soy amiga de Te-Temari.

Descubrió un destello de comprensión en los ojos aguamarina del joven que asintió.

-Ah, si…Temari mencionó algo…-murmuró más para sí que para ella.

Hinata lo observó murmurar pensativo, justo como hacía su hermana. Observó que ninguno de los tres hermanos se parecía entre sí físicamente y que Gaara era, con diferencia, el más pálido y siniestro de los tres. Las ojeras sobre aquella piel tan blanca inquietaban a Hinata, que se preguntaba por qué motivo las tendría. Además el joven llevaba tatuada el kanji "amor" en un lado de la frente. Hinata no recordaba ese detalle la última vez que lo vio. Aunque, claro, la última vez que vio a los tres hermanos ella se había pasado todo el tiempo con Temari mientras que Gaara y Kankuro habían pasado más tiempo con su primo Neji y Hiashi Hyuga.

-D-Disculpa-Hinata tragó saliva cuando la mirada de Gaara se desvió hacia ella nuevamente-¿P-podrías dejar que te-termine mi ba-baño?

Gaara observó de nuevo a su alrededor como si se diese cuenta en ese instante de que estaban en un baño, Hinata era una chica y estaba desnuda frente a él. Un leve sonrojo tiñó sus pálidas mejillas y se apresuró a disculparse.

-Oh, sí. Perdona. Estaba distraído- Su rostro buscaba la forma de volver a su impasibilidad sin mucho éxito-. Bueno, me marcho, amiga de Temari.

Y con esa extraña despedida, Gaara se dio media vuelta y salió por donde había entrado cerrando la puerta con suavidad. Hinata se quedó un rato mirando la puerta sorprendida por lo que acababa de ocurrir.

¿Tan acostumbrado estaba el hermano de Temari a ver chicas desnudas que ni se había inmutado hasta que ella se lo hizo notar? Hinata se sonrojó de sólo pensarlo ¡Las velas del baño seguro que eran suyas! Se apresuró a salir de la bañera creyéndose lo bastante limpia como para ello y se envolvió en la toalla. Retiró el tapón de la bañera para que se vaciase y se acercó a la puerta para echar el pestillo. Se apoyó en ella respirando aceleradamente. Él no había llegado a ver nada, ¿no? ¿Sí? ¡No iba a poder bajar a cenar! Había sido todo tan horriblemente espantoso…Nunca nadie del sexo opuesto la había visto en esa situación, ni siquiera Neji, que era sangre de su sangre.

Miró la ropa que había escogido para ponerse y respiró hondo para armarse de valor. Aunque prefería volver a su habitación a quedarse encerrada allí de por vida, sabía que TENÍA que bajar a cenar con Temari y sus hermanos. Era la invitada, apenas los había visto…y esa cena podía ayudarla a comenzar con lo que había venido a hacer aquí.

Se miró en el espejo del tocador y se alegró de haberse dado ese baño, pues había mejorado sus ánimos. Se había cepillado y secado el largo cabello a conciencia para que cayese con suavidad a su espalda. Se había aplicado un ligerísimo maquillaje para ocultar su palidez y darle algo de vida a su rostro y sus ojos. Se sentía un poco más valiente ahora que estaba más limpia y había tenido algo de tiempo para pensar y endurecerse un poco…o al menos lo había intentado.

Se miró por última vez en el espejo antes de salir de la habitación para ir en busca de Temari. Se sentía un poco culpable por no haber visto a su amiga desde su llegada, pero necesitaba tiempo para ella. Se prometió a sí misma dedicarle mucho tiempo a Temari. Desde que se conocían ella siempre había intentado que Hinata fuese a visitarla a su casa y a pasar largos períodos con ella, pero Hiashi planeaba sus vacaciones con antelación por lo que rara vez tenía tiempo de verla. Solían hablar mucho por Skype y Temari iba a verla cada vez que podía, pero sabía que no era suficiente.

-Temari se merece mucho más-dijo pensando en voz alta-. Voy a esforzarme mucho.

Cuando bajó el enorme recibidor la primera persona a la que vio fue a Kankuro que parecía dirigirse hacia alguna parte. Él la escuchó llamarlo suavemente y se detuvo para esperarla. Le sonrió con cortesía cuando llegó a su altura.

-Tienes mejor aspecto, Hinata-comentó-. Te veo renovada.

-G-Gracias-pudo articular la joven sonrojándose levemente. No estaba muy acostumbrada a cumplidos-¿D-dónde está el co-comedor?

Kankuro alzó una ceja y una expresión divertida cruzó por su rostro. Le hizo una seña a Hinata para que lo siguiese y ella obedeció, dispuesta a complace a sus anfitriones con su obediencia.

-Tenemos un hermoso y amplio comedor, pero hoy no cenaremos ahí –le guiñó un ojo cómplice- Nuestro tío, Yashamaru ha venido a visitarnos hoy y de paso nos ha traído una cena sorpresa.

Hinata lo escuchó atentamente pensando en qué podía haberles traído su tío que hacía que Kankuro tuviese esa expresión tan divertida en el rostro. Lo siguió a través del pasillo hasta que llegaron a un salón en el que había una serie de plasma encendida en la que daban una de esas series americanas de policías. La enorme chimenea estaba apagada teniendo en cuenta que estaban a finales de Agosto, y frente a ella había dos enormes sofás cheslong de color beige. Entre la chimenea y los sofás había una mesita para tomar el té sobre una alfombra oscura.

-¡Hinata!-Temari asomó la cabeza por uno de los sofás y le dedicó una de sus sonrisas de lado-Ven aquí- ordenó la autoritaria, Temari.

-¿Me habéis guardado algún trozo, no?- dijo Kankuro molesto-Un hombre no puede ir al baño sin que la golosa de su hermana menor le roba la cena.

-Yo no te he quitado nada, Kankuro-Temari le echó una mirada desafiante-Pero si sigues hablando engulliré todo lo que hay en la mesa.

-Basta, basta. Hay para todos.

Hinata se sentó en el sofá y miró a quién había hablado. Ése debía de ser el tío de Kankuro, Temari y…Gaara. Yashamaru. Sí, ése era su nombre. Aunque parecía una mujer, pues se parecía terriblemente a Temari.

-¿Es tu amiga, Temari?- preguntó Yashamaru amablemente. Su sobrina asintió mientras masticaba la pizza subida en el sofá junto a Kankuro que examinaba que trozo se iba a comer-Encantado de conocerte, Hinata Hyuga. Temari siempre habla de ti y de cuánto le apetecía que vinieras a pasar una temporada con nosotros. Yo soy Yashamaru.

-Encantada, señor-Hinata le estrechó la mano que él le tendía-Y-Yo también te-tenía muchas ganas, señor.

-Puedes tutearme, no me gusta que me hagan sentir viejo, Hinata- Yashamaru le guiñó un ojo de largas pestañas y le pasó la caja roja en la que iba la pizza-Toma un poco, y cuidado con no mancharte.

Hinata cogió un trozo y lo examinó con curiosidad. Había comido pizza una vez o dos en su vida, en ocasiones especiales como cuando Hanabi se empeñó en que quería comerla por haber aprobado todas sus notas o cuando compraron unas cuantas porciones a escondidas de su padre. Les hacía llevar una dieta muy estricta y equilibrada y las "porquerías" no entraban dentro de esa dieta.

-¿No te gusta, Hinata?-preguntó Temari acercándose a ella-Puedo pedirle a la cocina que te haga otra cosa si quie…

-¡N-No! La p-pizza m-me gusta-Hinata se llevó al trozo a la boca y mordió con delicadeza, provocando que el queso se estirase, se estirase…

-¡Dale un buen bocado, Hinata!-Temari lo hizo con su pizza para demostrárselo-¡Con decisión!

Decisión era justo lo que solía faltarle a Hinata Hyuga. Miró de reojo a Temari, vestida con unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta de tirantes negra básica. Llevaba sus moñitos de siempre y tenía la nariz ligeramente quemada por el sol. Y aún así, completamente informal y comiendo pizza se veía fuerte, segura, atractiva y todo aquello que Hinata no era.

-Perdón por la tardanza-se disculpó una voz suave y fría.

Hinata se quedó petrificada en el sitio. Pensaba que se había preparado mentalmente para esto, pero no era así. Tenía que enfrentarse al chico que horas antes había invadido su intimidad como si nada. Mordisqueó la pizza nuevamente, nerviosa sin atreverse a alzar la mirada. Sintió y vio como se sentaba a su lado en el sofá y dejaba un objeto alargado y ancho en el otro lado ¿Un portátil?

-¿Me pasas la pizza, Kankuro?-le pidió a su hermano formalmente.

-¿Cuatro quesos o barbacoa?

-Cualquiera estará bien.

Hinata vio que se había puesto unos vaqueros desteñidos y una camiseta de manga corta de color negro. ¿Se había bañado? Hinata cayó en la cuenta de que la primera vez que lo vio ni siquiera se había fijado en su vestimenta, sólo en su cara inexpresiva y en el deseo de que se marchase.

-Gaara, está es mi amiga Hinata Hyuga. Una vez fuimos con papá a su casa por negocios y yo me hice amiga de ella- Temari trataba de refrescarle la memoria a su hermano, sabía que él sólo se quedaba con aquello que le parecía interesante o que afectaba de alguna manera a su vida, por lo que entendería que no recordase a Hinata.

Gaara miró a Hinata brevemente que mantenía su cabeza gacha concentrada en la pizza como si eso fuese lo más interesante del mundo.

-Ah, sí. La chica que se estaba bañando esta tarde. Siento haberte confundido con el servicio.

Hinata se quiso morir de vergüenza en ese mismo momento. Kankuro se atragantó con lo que estaba bebiendo y Yashamaru abrió mucho los ojos mirando sucesivamente a su sobrino y a la joven de ojos cautivadores que parecía querer fundirse con el sofá. Temari fue la que rompió el silencio señalando a su hermano con un dedo y una expresión enfurecida.

-¡Gaara, te tengo dicho que llames a las puertas antes de entrar!-Temari le regañó con su potente voz. Hanabi la llamaba en secreto "La Capitana"-¡No eres el único que vives en esta casa! ¿Cuántas veces me he estado cambiando y has abierto la puerta de repente? No puedes hacer eso, las personas necesitan intimidad.

Gaara la miró serio, como si no fuera la primera vez que escuchaba ese sermón. Asintió en silencio y mordió la pizza que Kankuro le había dado.

-¡Discúlpate por haberla visto, Gaara!-Temari iba elevando el tono de voz mientras que su tío trataba de calmarla.

Hinata sólo quería que en ese momento la tierra se abriese y la engullese. Todos sabían que Gaara la había visto en el baño. Y Temari estaba armando una buena, por lo que el servicio debía de estar enterándose también.

-Realmente no he visto nada- afirmó Gaara impasible, mirando a su furibunda hermana- Sólo su cabeza y sus hombros. Todo lo demás era agua y espuma. Pero siento si eso te ha ofendido, Hinata Hyuga.

-S-é q-que no ha s-sido a pro-pósito. Te-tenía que haber pu-puesto el pe-pestillo-logró articular Hinata cuando consiguió que algo de aire entrara a sus pulmones. Al menos él no había visto nada, ¿no?

Yashamaru logró que Temari se sentara aunque seguía cabreada con su hermano por lo que había hecho. Gaara volvió a comer pizza mirando la televisión con esa expresión suya que no dejaba entrever nada y Kankuro trató de aliviar la tensión charlando animadamente con Yashamaru y lanzándole preguntas a Hinata de cuando en cuando.

Por su parte la joven de cabello largo y oscuro apenas se atrevía a levantar la vista de sus rodillas, cohibida tanto por la furia que destilaba Temari como por la impasibilidad y las frías maneras de su hermano menor. Se sentía atrapada entre dos titanes, uno de fuego y otro de hielo. No se atrevía a mirar ni hacia la izquierda ni hacia la derecha, por lo que se aferró al único salvavidas que había en aquella habitación: La amabilidad de Yashamaru.

-¿Cuánto hace que os conocéis Temari y tú, Hinata?- le preguntó este tras dar un largo trago a su lata de coca-cola.

-D-Desde los o-once años, señor-respondió Hinata con una pequeña sonrisa-. Mi padre t-tiene negocios c-con el padre de Te-Temari y empezaron a gestarse por aquel entonces.

Hinata recordaba muy bien el día en que su padre la obligó a salir al jardín de su casa a jugar con una niña rubia un poco mayor que ella y con cara de pocos amigos. Hanabi la había mirado desafiante mientras que Hinata se había encogido un poco en el lugar.

Sin embargo, Temari resultó ser una buena chica con ellas. Mandona, pero simpática. Hablaron toda la tarde y salieron a pasear las tres. Y Hinata empezó a admirar a aquella muchacha rubia que tenía las ideas tan claras y parecía tan madura para su edad. Más tarde Neji se reunió con ellas seguido de los hermanos de Temari. Poco después de que la familia de Temari se marchara, Hinata recibió un e-mail suyo diciéndole que quería volverla a ver. Y así comenzaron a hablar más a menudo.

-Después de eso, N-Nos vimos más ve-veces. Cuando mi pa-padre iba a ha-hablar de sus negocios yo-yo también iba-Hinata sonrió con afecto a Temari que la miró de reojo con una pequeña sonrisa en la cara.

-Fui a casa de Hinata algunas semanas, pero su padre es muy estricto con que duerma fuera, ya que Hinata tiene muchas actividades que hacer a lo largo del verano. Pero ahora hemos conseguido que se quede un año a estudiar, por fin- Temari sonrió como si hubiese sido un gran triunfo suyo.

Hinata la miró con tristeza. Temari, si tú supieras…

-¿Tu padre es Hiashi Hyuga?-Yashamaru la contemplaba con admiración-. Tiene varias empresas de telecomunicaciones.

-Como nosotros-bufó Kankuro divertido-Por eso se llevan tan bien.

-Nosotros poseemos también cadenas de hoteles, restaurantes y centro comerciales nacionales e internacionales-puntualizó Gaara sin dejar de mirar la pantalla-. No deberías impresionarte tanto, Yashamaru.

Otra vez ese tono helado. Ni siquiera lo había dicho con orgullo o soberbio, sólo como una forma de constatar un hecho, algo que era así y punto. Gaara no estaba fardando, sólo decía las cosas como eran…Pero de una forma tan fría que lograba que todos a su alrededor se sintiesen tremendamente incómodos ante sus palabras.

Temari volvió a mirarlo con odio desde su posición y Yashamaru decidió que era hora de irse. Kankuro se levantó para acompañarlo hasta la puerta y Temari saltó por encima del sofá.

-Voy a lavarme los dientes, Hinata. Si quieres después nos bañamos en la piscina-le propuso.

-Pre-Preferiría dormir, Temari. Pero mañana cuando me-me levante sí-prometió al ver la expresión de desilusión que se había instalado en la cara de su amiga-. P-Por la ma-mañana.

-¡Ok! Pues luego iré a hacerte una visita a tu habitación. Me apetece estar un poco con mi amiga- le guiñó un ojo amistosamente.

Hinata le sonrío y siguió sonriendo hasta que se dio cuenta de que se había quedado sola con Gaara. El pelirrojo miraba la pantalla fijamente sin prestarle un mínimo de atención siquiera, cosa que la joven agradeció. Se puso en pie alisándose la falda con sus pequeñas manos y se dispuso a pasar por enfrente de él con el poco valor que estaba reuniendo en ese instante. Dio un paso y luego otro para salir apresuradamente del salón, pero tropezó con el pie enfundado en unas Converse negras de Gaara y cayó de rodillas al suelo.

-¿Estás bien?-Gaara desvió la atención de la pantalla un instante para observar a la muchacha que se estaba poniendo en pie-Eres torpe-dijo, y no era una pregunta, sino una afirmación.

Hinata lo miró azorada sin saber qué decir. Hizo una inclinación con la cabeza y salió apresuradamente de allí. Sólo quería refugiarse entre las cuatro paredes de su cuarto y esperar allí a Temari, para que su amiga le hiciese olvidar con algunas risas que su llegada había sido un desastre, que tenía una misión que cumplir y que quizá eso le costase perderse a sí misma. Quizás Hinata Hyuga acabara desapareciendo después de esto y fuera sustituida por una criatura vacía que sólo actuaba cuando así se lo mandaban.

Buscó en su cuarto el cepillo de dientes y la pasta, y se dirigió hacia el baño en el que Gaara la había encontrado. Llamó a la puerta y no obtuvo respuesta por lo que giró el pomo y entró. Estaba vacío, afortunadamente, así que se dirigió hacia el lavabo para lavarse los dientes antes de encerrase definitivamente en su habitación y esperar a que fuera mañana. Mientras se cepillaba pensó en que deseaba que empezase pronto el instituto, pues al menos allí estaría distraída y cargada de tareas que la obligarían a dejar de pensar.

Cuando hubo acabado salió del baño y se dirigió nuevamente al pasillo que conducía a su habitación pero un grito de Temari la detuvo. Buscó con la mirada el siguiente pasillo, en el que estaban las habitaciones de la familia y vio una puerta entreabierta. Hinata se acercó preocupada de que le hubiese ocurrido algo a su amiga pero se detuvo en seco al escuchar la voz de la persona a la que quería evitar.

-¿Por qué tengo que hablar con ella, Temari?- le preguntó Gaara a su hermana con esa voz pasmosamente tranquila. No le estaba increpando, sólo era una vaga curiosidad hacia un hecho.

Y Hinata supo inmediatamente que se refería a ella.

-Porque va a vivir un año con nosotros, es una de mis mejores amigas y padre tiene negocios con su padre, Gaara-Temari suavizó el tono de voz-. Gaara, no puedes ser así de frío con cualquiera que no sea Yashamaru, Kankuro, Naruto o yo. Hay más gente fuera que si le dieses la oportunidad te encantaría conocer. Y créeme, Hinata Hyuga es una de esas personas. Es amable y buena y tiene un corazón enorme.

Hinata se sonrojó al escuchar decir eso a Temari y sonrió. Sólo sus viejos amigos de siempre le habían dicho algo así alguna vez. Saber que Temari valoraba tanto su amistad hizo que los ojos se le llenasen de lágrimas y una sonrisa se dibujase en su rostro.

-Pues por ahora yo sólo he visto una chica torpe, tímida, tartamuda y que parece no tener ideas propias. Se queda sólo ahí diciendo "lo siento" todo el tiempo y con la cabeza gacha. Es aburrida-esta vez sí que había irritación en su voz. Una leve irritación-. Temari, no controles con quién hablo y con quién no. Te lo prohíbo- su tono se estaba volviendo amenazador.

-Basta, Gaara-Temari rebajó el tono de voz y Hinata detectó ¿Temor? En él. Un escalofrío la recorrió de la cabeza a los pies y siguió escuchando en el más absoluto de los silencios-. No hace falta que te enfades. Sólo pensaba que sería bueno para ti hablar con otras personas.

-Pues no pienses por mí y déjame en paz, Temari. Hoy me estás cansando.

Hinata escuchó unos pasos apresurados en la habitación y supo que él estaba a punto de salir. Trató de dar media vuelta a toda prisa y hacer como que pasaba por allí casualmente, pero salió antes del tiempo estimado y la encontró allí parada en mitad del pasillo con los ojos muy abiertos de pánico y de dolor. Las palabras que había escuchado le habían parecido duras y crueles…Muy parecidas a las que su padre normalmente usaba para referirse a ella. Lo que Gaara había dicho de ella le había dolido más de lo imaginado. Quizá por que venía de labios de un desconocido.

¿Tan fácil de leer era? ¿Tan obvia? Sabía que era una mujer aburrida y sin ningún talento, su padre no se hartaba de decírselo cada vez que sus notas descendían o hacía algo mal. Pero una cosa es que lo dijeses Hiashi Hyuga y otra muy distinta era que una persona que la conocía sólo de unas horas atrás ya tuviese esa imagen de ella formada en su cabeza. Eso le hizo pensar si no era que todos pensaban así pero nadie se atrevía a decírselo.

Gaara avanzó hacia ella por el pasillo y Hinata retrocedió instintivamente al recordar el tono amenazador con el que había hablado a su hermana mayor. Cuando el joven pelirrojo pasó por su lado sólo escuchó cómo le susurraba:

-¿Nunca te han enseñado que está mal espiar conversaciones ajenas?-le espetó con ese leve tono irritado que le había escuchado antes. Luego giró hacia la derecha y salió por el pasillo que conducía a las escaleras, en silencio.

Y Hinata se quedó allí, sola, plantada en mitad de aquel pasillo que ahora le parecía mucho más frío que instantes antes.

Cuando Temari cayó rendida en la cama de Hinata tras haber estado jugando a la guerra de almohadas con ella, la joven de piel pálida y ojos perla se levantó sin hacer ruido para no despertarla y se dirigió hacia su portátil, que descansaba sobre el escritorio que le habían procurado.

Lo abrió y dio al botón para que se encendiera. No tardó apenas unos segundos en hacerlo y el fondo de pantalla con los iconos apareció ante ella. No pudo evitar sonreír al ver la foto que había escogido para que decorase su ordenador.

Era una foto del cumpleaños de Hanabi. Kiba le había lanzado un trozo de tarta a la pequeña Hyuga para celebrar que cumplía once años y Hanabi había ido a devolverle la jugada. Al final tanto Neji como Shino habían tenido que sujetar a cada uno mientras que Akamaru se había zampado toda la tarta de Hanabi. Y ése era el momento que Hinata había inmortalizado: todos peleándose de una forma amistosa y divertida. Una broma de la que ella no formó parte.

Porque era demasiado aburrida. Se estremeció.

Abrió su correo electrónico y se dispuso a escribirles algo a Neji y Hanabi antes de irse a dormir. Comenzó por Neji, su primo:

Para: Neji Hyuga

De: Hinata Hyuga

Asunto: Buenas noches.

Querido Neji:

Ya estoy instalada en casa de Temari. Es un lugar amplio y lleno de lujos. Han redecorado la habitación en la que me alojo sólo para mí. Temari conoce tan bien mis gustos que lo ha dispuesto todo para que yo esté cómoda.

Me gustaría decir que he sido amable con ella este primer día pero casi ni la he visto. No tenía demasiadas fuerzas para estar con nadie ni para sonreírle a Temari. Al final he conseguido sobreponerme un poco y pronto voy a comenzar a hacer "eso", aunque me siento tremendamente perdida. No sé cómo debo actuar ni que debo hacer.

Neji, ya lo he visto en persona. Lo he conocido esta tarde.

Es tan frio que asusta, pero voy a tratar de llevarme lo mejor posible con él.

Os extraño a todos, Neji.

Hinata.