Hola chicos, ¿cómo están? Espero que bien y con ansias de leer. Sé que esto es extraño, suelo escribir mucho sobre los Juegos del Hambre y ahora voy por Harry Potter. Lo cierto es que era una potterhead antes de ser una tributo y espero que esta primera historia sea de su agrado. Es un fanfic semi AU, con un poco de OOC, pero espero que les guste.

Este fic es Hanny así que si eres un Harmony, ve a leer los libros y vuelves (? No, es mentira, también tuve un cliché por esa pareja antes de leer El Príncipe Mestizo y Las Reliquias de la Muerte. Bueno, sin más que decir, a leer, chicos.

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- Pues Ginny juega bastante bien en la posición de buscadora. Es más, hizo un excelente trabajo reemplazándome el año pasado cuando me expulsaron del equipo. Y nada que decir respecto a ser cazadora, pues debe de ser la mejor de todo Hogwarts - Cho bufó fuertemente y evitó mirar demasiado al muchacho que estaba a su lado.

Probablemente si lo miraba le cantaría unas cuantas verdades que provocarían que se enfadara con ella, aunque nadie podía decir que no la entendía. Odiaba ciertamente cuando se colocaba en esa posición, cuando se ponía a hablar y hablar de Ginny Weasley y era casi imposible quitársela de la mente. Cuando no paraba de decir lo increíble que era jugando, o lo genial que era en Encantamientos, o lo alegre y extrovertida que era. ¿Por qué la pelirroja cazadora se estaba haciendo tema de conversación entre ambos? ¿Por qué su casi novio se empeñaba en seguir hablando de ella? Se suponía que deberían de hablar de ella, de lo lista, bonita y agradable que era, sin presumir por supuesto. Debería de sentirse más que afortunado de que ella se haya fijado en él. Aunque tal vez, la afortunada era ella.

Miró hacia el lado y se deleitó con el panorama. A su lado, el Elegido estaba apoyado contra un árbol, jugando con una snitch dorada que dejaba escapar para atraparla en el último instante. Tenía unos reflejos asombrosos que permitían que la pelotita no escapara fuera de su alcance antes de que volviese a tenerla en su poder. Cho lo encontraba pretencioso por hacer eso pero Harry Potter lo hacia ver tan natural que nadie más compartía su opinión. El buscador más joven de la casa Gryffindor podía presumir cuanto quisiese si eso los volvía a hacer ganar la copa de Quidditch por cuarto año seguido desde que Harry entrara al equipo

Su cabello azabache estaba despeinado igual que siempre como si el muchacho se hubiese recién bajado de su escoba, la Saeta de Fuego, luego de una tarde de vuelo. Jamás había visto a Harry con el cabello arreglado, siempre lo usaba natural y rebelde, dándole un aire de travieso que ni su madre podía quitar. Tenía una piel pálida, clara, que al chico le molestaba cuando se ponía demasiado tiempo al sol y se quemaba los pómulos y la nariz larga y respingada. Unos ojos verdes heredados de su madre Lily Potter, aunque con esa chispa de curiosidad y de travesuras que tenía su esposo James. Unas cejas negras perfiladas que cambiaban de expresión con facilidad. Y todo esto cubierto por unos lentes redondos que se deslizaban constantemente por el puente de su nariz. Además de eso, Harry tenía unos labios finos y pálidos con un toque mentolado que a Cho le fascinaba. Como si el muchacho estuviese las 24 horas del día listo para besar. Y a ella le gustaba que fuera la elegida de él. En su frente, había una cicatriz que Harry se empeñaba en ocultar pero ciertamente era imposible y hasta algo tonto. El rayo que tenía en su piel jamás se iría de ahí, sería un recordatorio de lo bien librado que había salido la noche del 31 de octubre.

Harry no era musculoso ni tan alto como su antiguo novio Cedric Diggory, quien era un auténtico bombonazo. No, Harry era más bien fibroso y atlético, sin ser flaco. Tenía unos brazos envidiables y probablemente un six pack oculto bajo la túnica del colegio. De algo tenían que servir las interminables horas y horas de práctica con el equipo de quidditch de su casa.

También era un auténtico sabelotodo, de la misma manera en que decía él lo habían sido sus padres, tanto que a ella le sorprendía que no hubiese sido elegido para la casa de Ravenclaw. Harry se burlaba y decía que no tenía la creatividad y el individualismo que las águilas necesitaban. Él era valiente y audaz como todo buen león y estaba más que orgulloso por pertenecer a la misma casa que sus padres y su padrino. Su tío Remus también era un Gryffindor y Harry admiraba a esos cuatro con su vida. Él era el fiel reflejo de su familia. Igual de hábil con la varita que su padre y un experto en Pociones como su madre. Un mujeriego innato como su padrino y un sabelotodo como su tío.

Harry probablemente era el chico más codiciado que tenía Hogwarts pero eso no significaba que fuera de su total agrado. Harry Potter aparte de tener excelentes calificaciones, de ser el mejor buscador de Gryffindor, era el más bromista desde que Fred y George Weasley se habían ido del colegio el año pasado. Y antes de eso, se dedicaba a hacer bromas con ellos. Colocarle patas que corrían a las mesas del Gran Comedor había sido lo más básico que había hecho el joven cuando había llegado a Hogwarts. James Potter se pasaba aunque sea una vez por semana por el colegio y el despacho de McGonagall por culpa de su único hijo merodeador. Aunque ciertamente eso no le quitaba para nada el orgullo que sentía por Harry.

Volteó la vista cuando sintió que la snitch se acercaba hasta donde ella estaba, en un claro intento de Harry por hacerla partícipe de su entretención. Los ojos verdes del que era su casi novio, se movieron sin dejar de ver un segundo la esfera. Cho se mantuvo quieta, jugando con las páginas del libro de Transformaciones que descansaba en su regazo. Ella también era buscadora pero lo cierto es que no tenía la facilidad de Harry para atrapar el objeto con alas que revoloteaba cerca de ella, no cuando no se hallaba en movimiento, sobre una escoba surcando los cielos. Es más, de alguna forma u otra, sabía que haría el ridículo si intentaba copiar al Elegido. Ella era hábil pero no sabía hasta que punto. Un sentimiento casi de odio surgió de ella al recordar que una chica en particular si podía sin ningún problema agarrar la snitch y esa persona en particular tenía el cabello rojo.

-Siempre he creído que esto se te haría fácil Cho, tienes buenos reflejos, eres buscadora, podríamos jugar - dijo el chico mientras deslizaba su lengua por su labio inferior en un gesto despreocupado. Le quedaba bien, casi como si lo hubiese estudiado toda su vida para ese momento.

-No lo creo, no tengo tus reflejos Harry - el chico le sonrió y le pasó un brazo fibroso por sus hombros delgados mientras atrapaba la pelotita alada sin problemas. - Y dime, capitán, - Harry soltó una risa contenida que le infló el pecho de orgullo mal disimulado y ella siguió - ¿Cuando harás las pruebas para el equipo de Gryffindor? - la chica sabía que era un tema que le fascinaba al azabache así que se recargó en su hombro y escuchó como el muchacho se alegraba.

-Pues estaba pensando hacerlas este sábado en la mañana, ya reservé el campo de quidditch - dijo él mientras miraba relajado los pasillos atestados de alumnos - ¿Por qué? ¿Preocupada porque te podamos ganar otra vez? - Cho hizo un gesto de suficiencia con la mano, aunque en su interior sabía con bastante exactitud que no había habido muchos partidos en donde le ganaran a los leones y menos si Harry estaba de buscador. A él ciertamente no le importaba pues confiaba ciegamente en sus habilidades volando.

-Sabes que no Harry, es seguro que les podremos ganar sin problema, se fueron sus bateadores y su guardián, y estamos en clara ventaja contra ustedes este año, planearemos una estrategia basada en lo que hemos aprendido jugando contra ustedes y la usaremos en su contra - Harry enarco una ceja y se reservó su comentario. Al muchacho le gustaba Cho, no sabía hasta que punto pues según su padrino era un capricho que se le quitaría con los meses, pero odiaba cuando la chica se colocaba tan frívola y analística con todo lo que lo rodeaba, como si no pudiese dejar un segundo de lado la inteligencia de las águilas y admirar y disfrutar un deporte como lo era el quidditch. También odiaba cuando sacaba a colación a Cedric, quien fue su novio hasta que Pettigrew, un antiguo amigo de su padre y mortífago de Lord Voldemort lo había matado durante el Torneo de los Tres Magos. Últimamente ya no era tan recurrente pero seguía detestando las comparaciones con aquel muchacho. Y más que nada porque Harry había sufrido cuando murió, cuando se dio cuenta de que un joven inocente había muerto por su culpa.

-Si, pero olvidas que soy capitán y por tanto buscaré a los mejores para volver a ganar la copa este año - dijo mientras hacia una lista mental de las personas que necesitaba. - Hacen falta un cazador, dos bateadores y un guardián - repasó las posiciones que estaban más que aseguradas y luego volvió la vista al frente - Es seguro que Katie vuelva al equipo este año y no dejaré que Ginny se vaya, es demasiado buena. En las vacaciones jugamos casi cada día, vuela fantástico y... - Y aquí íbamos de nuevo. Cho no estaba segura de que si lo hacia inconsciente o no, pero hablaba a cada momento de Ginny, como si necesitase que fuera tema de conversación, en todo momento y con quien fuese. Y cuando se ponía así ella simplemente quería golpearlo. Desde el año pasado que ella y Harry habían estado intentando salir con resultados bastante penosos. Siempre eran interrumpidos y luego Harry se fue de lleno en los estudios por sus TIMO y en el Ejército de Dumbledore que lo habían cortado por lo sano. Eso no evitó que se escribieran durante el verano y hablaran por red flu algunos días.

Secretamente sentía envidia de la chica Weasley que pasaba días enteros y noches en vela a su lado sin ningún problema. Los padres de Harry amaban a esa muchacha mientras que ella, cuando había asistido a la fiesta de los 16 de Harry había sido ignorada olímpicamente por Lily Potter. La señora se pasaba más hablando con Molly Weasley o atendiendo a sus invitados que prestándole atención a una nueva conquista de su mujeriego hijo. Estaba casi segura que Lily ya tenía planeada la boda entre su primogénito y la menor de los Weasley desde hacia años. Se notaba en sus gestos y en sus miradas significativas a su hijo y a la pelirroja, como si ella supiese algo que nadie más sabía. Y eso a ella le molestaba. ¿Cómo se suponía que sería la novia de Harry si su familia no la aceptaba? ¿Por qué tenía esa maldición por las pelirrojas?

Giró su cabeza, sin oír realmente el fantástico verano que había pasado con la chica pecosa y miró hacia el pasillo, donde venía justamente la susodicha. Y tuvo esa envidia que tenían las mujeres cuando sabían que iban perdiendo terreno con un chico. Cho sabía que tenía mucho con lo que competir, no era tonta.

Ginny Weasley tenía 15 años, dos menos que ella y uno menos que Harry. Así que ninguna de las dos compartía clases con él. Ginny era la clase de chica que no era nada típica y que encandilaba a la mirada de una manera muy distinta a la de ella. Cho se consideraba bonita, se lo habían dicho pero no era el mismo tipo de belleza que tenía Ginny. Si mientras ella por un lado tenía el cabello negro pulcramente alisado y peinado, Ginny lo tenía rojo ardiente, que parecía fuego cada vez que el viento lo agitaba. Medían más o menos lo mismo, un metro sesenta y cinco. Ambas con piernas largas y torneadas por el deporte. Mientras Cho irradiaba armonía y fineza con cada paso que daba, Ginny era una explosión de rebeldía y de sensualidad. Movía las caderas de una forma seductora que a Cho le hubiese ido ridículo. Tenía una gracia muy distinta a la de ella. Y mientras la asiática tenía una personalidad tranquila y algo reservada, Ginny Weasley era extrovertida y alegre. Era fresca y divertida y era poco decir que la mayoría de los chicos estaba que babeaba por ella. Cho tenía labios finos y delicados, casi de muñeca pero los de Ginny eran suaves y apetitosos para cualquier hombre. Y se preguntaba si alguna vez, el hombre que tenía al lado había probado lo que todo chico en Hogwarts quería. Besar a Ginny Weasley.

La pelirroja se acercaba con seguridad hacia donde estaban ellos, más que dispuesta a raptar a su casi novio como cada día desde que habían partido el año.

Su cabello caía con gracia sobre sus hombros y sus ojos, igual de castaños que los de ella, brillaban al sol de otoño. Había desafío en su mirada, lo notaba, era el mismo que ella había detectado en su mirada cuando decidió enamorar a ese azabache que ahora miraba en la misma dirección que ella. Sus ojos verdes estaban fijos en los movimientos de la chica hasta que estuvo enfrente de ellos, a un metro de distancia.

-Hasta que te encuentro Potter, me tienes dando vueltas por todo el colegio - sintió como se removía cuando Harry quitó el brazo que rodeaba sus hombros y reía ante la chica.

-Lo siento pelirroja, sabes que soy escurridizo - dijo el muchacho mientras se apoyaba con los codos sobre sus rodillas, sin dejar de mirar a la chica que tenía al frente.

-Me di cuenta, además de que el lento de mi hermano tampoco sabía adonde te habías metido. Dijo que saliste corriendo de Defensa contra las Artes Oscuras - un mechón de cabello rojo se movió con el viento y se sacudió, tapando el rostro de Ginny.

-Ah, Snape está esperando la oportunidad de castigarme por todo el año. Y si es así, prefiero que sea por alguna broma y no por un capricho de él - se pasó la mano por los cabellos azabaches, despeinándolos aún más que antes.

-Por supuesto. Bueno, - dijo Ginny y con una sonrisa que Cho sabía era de satisfacción, le habló al ojiverde - McGonagall quiere hablar contigo, dijo algo sobre cambiar la hora del campo para el domingo - Harry dejó la sonrisa y miró a su mejor amiga de hito en hito.

-¿Qué? No puede hacer eso, pedí el campo hace días - y con eso de argumento se colocó de pie, tomó su mochila azul oscuro y se la echó al hombro con rapidez. - Vamos Ginn, tenemos que ir a hablar con ella - Harry miró a Cho y se disculpó con la mirada, mientras que la chica echaba chispas de sus ojos marrones. -Lo siento Cho, te veo luego ¿si? - y con eso tomó la mano de la pelirroja y salió corriendo en dirección al castillo.

Cho se puso de pie en cuanto los vio perderse en las profundidades de la escuela, más enfadada que nunca, y haciéndose el mismo cuestionamiento una y otra vez. ¿Qué se creía Ginny Weasley para pensar que le podía quitar el novio?

Y con eso en mente, se planteó destruir todo tipo de relación entre esos dos porque ella no perdería a su novio así como así y menos contra ella. Si eso pasaba, dejaría de llamarse Cho Chang.

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Siempre era divertido hacer enfadar a la asiática. Era uno de los placeres de la vida de Ginny, tal como molestar al pequeño Ronnie o disfrutar de una buena tarde de vuelo en su escoba. Era como pasar una buena tarde haciendo bromas con los gemelos o reír por las noches en la Madriguera con Hermione. Era esa clase de cosas que a ella le fascinaba hacer y la llamada de McGonnagall durante su clase de Transformaciones había sido el detonante de esta ocasión. A veces era por alguna broma, o a veces era porque simplemente odiaba ver tanta dulzura de Cho Chang con su mejor amigo. Miró hacia su costado y pasó saliva inconsciente. Ver a Harry provocaba reacciones así. Su reciente capitán estaba que echaba espuma por la boca y eso a ella le entretenía.

-...Por favor, hacia días que lo programé, ¿Por qué nos cambiarán el horario? ¿McGonagall no te dijo nada, pelirroja? - Ginny enarcó una ceja con fingido enfado y Harry sonrió, haciendo que ella olvidará por un momento como respirar.

-No Harry, ya te dije que no - dijo mientras doblaba por un pasillo, evitando chocar contra un chico de Hufflepuff que corría sin mirar al frente.

-Ah, tiene que ser este sábado, el domingo estaba planeando hablar con Hagrid - dijo mientras se arreglaba la mochila al hombro.

-¿Sigue sin hablarles porque no tomaron su materia? - preguntó Ginny con una sonrisa. A la que Harry respondió con otra más grande.

- Si. A ninguno de los tres nos servía como clase Cuidado de Criaturas Mágicas. - Ginny sabía bien que la gran ambición de su amigo era ser auror igual que su padre, su tío y su padrino. Todos ellos eran de los más respetables aurores en el Ministerio de Magia. Y Harry los admiraba a todos por igual. - Hermione la encontraba hasta inútil - ese último comentario lo soltó con una pizca de gracia en su voz que Ginny detectó enseguida.

- Bueno, yo tampoco creo que vaya a tomar esa asignatura el próximo año - dijo y Harry volteó a verla porque sabía con exactitud lo que ella quería hacer el resto de su vida.

- No hay clases de vuelo que puedas tomar en sexto Ginny, y tampoco te dan un TIMO por ser una cazadora - la pelirroja rió, contagiando al muchacho de ojos verdes. Harry sabía que de haber exámenes de vuelo, él pasaría con un Extraordinario sin sudar. Ella también lo aprobaría con honores y ayudaría bastante a su currículum para entrar a algún equipo de quidditch en el futuro. Las Arpías de Holyhead. Ese era su sueño desde que tenía memoria y sabía lo que era montar una escoba.

- Lo sé aunque no por eso dejaré de intentar entrar a un equipo cuando termine el colegio - Harry sabía que ella hablaba en serio así que sólo le sonrió y la apoyó como siempre. Si su amiga entraba a las Arpías, él asistiría a cada partido con tal de verla volar y ganar.

Sabía que los Chudley Cannons de Ron no tendrían oportunidad de ganar si Ginny estaba en el equipo. Lo sabía, ella era especial en todo sentido y sería más que capaz de entrar al equipo que quisiese, incluso jugar por la selección de Inglaterra.

Miró a la pelirroja y casi se le fue el aire de los pulmones. Sabía que su corazón se había saltado un latido cuando vio el cabello de fuego ondear al viento de otoño, destilando esa fragancia que había descubierto la primera vez que había olido Amortencia en el laboratorio de pociones de su madre. Tres olores que le fascinaban, el primero era la tarta de melaza de su madre, el segundo era el olor a madera de escoba y el tercero era algo floral que no sabía identificar. En un principio no había sabido de donde venía la fragancia embriagadora, pero luego lo distinguió, cuando llegó a la Madriguera en el verano pasado. Ese distintivo aroma venía del cabello de su mejor amiga. De Ginny.

Y en ese momento, supo que había sentimientos de amor hacia ella. Que era más que amistad y que esos retorcijones que sentía era sólo cuando sus ojos castaños se cruzaban con los de él. Que cuando el olor de su cabello entraba a su cabeza, lo sacudía por completo. Le gustaba Ginny Weasley. Probablemente sentía más que un cariño por ella, o un gusto. Probablemente la amaba y estaba aterrado de ello.

Le asustaba pensar en la cantidad de cosas que podrían pasar si ellos llegaban a estar juntos.

La primera era el roce que se produciría con su mejor amigo pues estaba más que seguro de que Ron pondría trabas si llegaba a salir con su hermana pequeña. Los otros cinco hermanos, Charlie, Bill, Percy, y sus dos amigos bromistas, Fred y George tampoco estarían felices. Todos sabían la reputación que se había formado en los últimos dos años con las mujeres. Esa de la que Sirius tanto se reía.

El segundo problema serían sus padres. Conociendo como conocía a su madre estaba segura de que llegaría a planear una boda cuando supiese que la terrible pero tierna maldición Potter había trascendido a su único hijo y que por tanto había caído en las garras de una pelirroja de carácter explosivo y valiente. No es que no quisiera tener una relación seria con Ginny pero lo cierto es que le aterraba pensar en la seriedad del asunto. Jamás se había enamorado de esa forma y eso lo ponía nervioso. La presión que pondrían sus padres no sería de ayuda.

Y la tercera pero la más importante era la seguridad de Ginny. Su familia había sido blanco de ataques desde que Voldemort había estado en su apogeo hace ya más de 15 años atrás. Él había sido perseguido junto a su familia desde que tuvo días de vida y estuvo a punto de morir de no ser por el escudo de magia que colocó su madre y su padre en él. Eso lo había salvado cuando el Señor Tenebroso había atacado su antigua casa en el Valle de Godric e intentó matarlo. Ahora, con el regreso de Tom Riddle las cosas eran peores. El pasado año, sus padres fueron víctimas de constantes abusos por parte del Ministerio de Magia, cuando Cornelius Fudge no quiso admitir que Harry tenía razón y que el Innombrable había vuelto. Su padre casi había perdido su trabajo como auror al igual que su tío Remus y su padrino Sirius.

La familia Potter desde siempre había sido un símbolo de esperanza pero debido a eso fueron atacados en más ocasiones de las que Harry quisiera admitir. Y él había vivido experiencias cercanas a la muerte en cada uno de sus años en Hogwarts y antes de ir allí. No quería pensar en su segundo año porque le revolvía el estómago de pensar en que hubiera pasado si no hubiese rescatado de Ginny de la Cámara de los Secretos. En ese entonces ella había sido blanco de ataque sólo por ser su amiga y la hermana de Ron. No quería pensar en que pasaría si fuera su novia, si llegaban a establecer una relación amorosa que la pondría en peligro en más de una vez. No sabía si podría vivir en un mundo en donde Ginevra Weasley no estuviese. Ella tenía que vivir aunque eso significase que nunca le dijera lo que sentía por ella.

Aunque eso significase que debía alejarse de ella para evitar que sus sentimientos siguieran creciendo. Aunque eso significase perder a su mejor amiga.

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-¿No crees que Harry ha estado actuando algo extraño desde el lunes? - dijo Ginny Weasley el día miércoles en el Gran Comedor. Se arrimó más a Hermione Granger que comía tranquila lanzándole cada cierto tiempo miradas al hermano de la pelirroja, evitando así que alguno de los dos chicos que estaban a unos metros de ellas escucharan la conversación que se producía entre ellas. La castaña miró a Ginny y enarcó una ceja mientras miraba al azabache de ojos verdes.

Harry se veía tan despreocupado como siempre, riendo de una broma con Ron pero siempre con ese toque algo travieso que lo caracterizaba.

-No, para nada, yo lo veo igual - dijo mientras se volteaba a su amiga pero ella no se veía conforme con su respuesta.

-No me refiero a su conducta en general, ¿no crees que está extraño conmigo? - Hermione notó por el tono de voz que la pequeña Weasley estaba realmente preocupada por el comportamiento de su mejor amigo así que repasó mentalmente la conducta de Harry con Ginny y se dio cuenta que había sido bastante extraña los últimos días. Ellos eran bastante espontáneos cuando estaban juntos pero eso no había ocurrido los últimos días. El joven era de los que abrazaba a la pelirroja sin problema, que la cargaba sobre su hombro cuando jugaba o de los que la llevaba en su espalda cuando se cansaba por un entrenamiento de quidditch. Esas situaciones no habían ocurrido y ciertamente Harry se estaba apartando de su amiga. Ginny tenía sus motivos para preocuparse.

-Si, ahora que lo dices, tienes razón - y con esa respuesta Ginny suspiró y comenzó a jugar con su comida, mirando siempre al de ojos verdes que se encontraba perdido en su mundo y no sentía la potente mirada chocolate sobre sí.

-Pensé que era por el inconveniente que hubo con el campo de quidditch pero después me di cuenta que se comportaba de forma extraña sólo conmigo. - Hermione dejó su vaso sobre la mesa y fijó su vista en su amiga. - No me gusta cuando se enfada conmigo pero lo cierto es que no sé que pude hacer para que se pusiese así - la patata que Ginny movía sobre el plato sufrió el aplastamiento cuando lo atravesó con su tenedor. Se podía notar que más que herida estaba enfadada y no le sorprendió en lo más mínimo. Ginny tenía un carácter fuerte y explosivo y era lógico que se enfadaría si Harry se ponía a ignorarla.

-No te preocupes por ello Ginny, probablemente tiene la cabeza en las nubes. A nosotros no nos ha dicho que se haya enfadado contigo - pero eso pareció enfadar aún más a la pelirroja que lanzó su cubierto a la mesa y después de gesticular una disculpa a Hermione, se puso de pie y tomó su mochila.

Harry se dio cuenta del humor de perros con el que su mejor amiga se puso de pie y tuvo la horrible idea de dirigirle la palabra a Ginny cuando no lo había hecho en todo el día.

- Ginny, ¿Estás bien? - dijo y Ron se giró con un pedazo de carne en su boca que sería imposible de comer si no fuese un Weasley.

- ¡Y a ti que te importa Potter! - y salió con una elegancia digna de ella del Gran Comedor. Harry se quedó de piedra y durante un segundo tuvo la intención de salir tras ella pero bajó la vista a su plato vacío y se tragó el nudo que se formó en su garganta.

De alguna forma sabía que Ginny se enfadaría si de un día para otro cambiaba su relación con ella pero luego de una terrible noche en vela se dio cuenta que no podía ponerla en peligro, que tenía que mantenerla al margen de todo y más importante, no podía seguir enamorándose de esa forma de ella, no podía permitirse esa clase de conducta porque terminaría besándola en cualquier pasillo desierto de Hogwarts.

Cuando levantó la vista se topó con la mirada acusadora de Hermione que le reprochaba su comportamiento. Ron probablemente no se daría cuenta pero ella ya lo había hecho y no podía permitir que esos dos discutieran cuando se notaba que estaban colados uno del otro.

-O-

Harry realmente estaba cabreado cuando llegó la mañana del domingo y tuvo que realizar las pruebas de quidditch del equipo de Gryffindor. En primer lugar, porque no se hablaba con Ginny desde el miércoles, cuando le gritó en el Gran Comedor y en segundo porque no había resuelto el tema con Hagrid, quién los ignoraba luego de haber dejado la asignatura que impartía el guardabosques. Pero aunque sonará mal, el tema de Ginny era el que lo traía de cabeza. Le ponía de mal humor no poder hablar con ella cada noche en la sala común, o no poder dejar caer su cabeza en su regazo cuando se sintiese estresado. Ginny era una parte demasiado importante en su vida y se sentía desdichado si no la tenía cerca.

Cuando llegó al campo de quidditch seguido de Ron y Hermione se topó con más de la mitad de la casa de Gryffindor en el césped. Había alumnos desde primer año que nerviosamente apretaban una selección de las pésimas viejas escobas de la escuela, hasta alumnos de séptimo que destacaban sobre el resto intimidando descaradamente. Los últimos incluían un gran chico con pelo tieso que Harry reconoció inmediatamente del Expreso del Hogwarts. Era un chico alto y musculoso que tenía toda la pinta de ser guardían.

- Nos conocimos en el tren, en el compartimiento del viejo Sluggy - dijo con toda confianza, dando un paso fuera de la multitud para estrechar la mano de Harry. - Cormac McLaggen, Guardián - desde ese presciso momento, supo que no le caía tan bien el chico de séptimo.

- No hiciste las pruebas el año pasado, ¿o sí? - preguntó Harry, habiéndose dado cuenta de la anchura de McLaggen y pensando que él podría bloquear a los tres cazadores sin moverse siquiera.

- Estaba en el ala del hospital cuando celebraron las pruebas - dijo McLaggen, con algo de fanfarronería, una que Harry conocía absolutamente bien - Comí una libra de huevos de Doxy por una apuesta.-

-Bien, - dijo Harry - Bueno… si esperas por allí…- Apuntó al borde del campo, cerca de donde Hermione estaba sentada apretándose las manos. Le pareció ver un atisbo de fastidio pasar por la cara de McLaggen y se preguntó si McLaggen esperaba un trato preferencial porque ambos eran favoritos del "viejo Sluggy". Harry decidió empezar con una prueba básica, pidiendo a todos los aspirantes al equipo que se dividiesen en grupos de diez y volasen una vez alrededor del campo. Esta fue una buena decisión: los primeros diez estaban formados por alumnos de primero y no podía estar más claro que casi nunca habían volado antes. Sólo un chico se las arregló para permanecer en el aire más de unos pocos segundos, y estaba tan sorprendido que chocó inmediatamente con uno de los postes de gol. Harry suspiró y pidió amablemente a los chicos que abandonaran el campo de quidditch. Buscó con la mirada alguna melena pelirroja pero Ginny no estaba en el campo dando las pruebas, logrando que Harry se enfadara y se deprimiera aún más. La necesitaba y no sólo en el equipo. Suspiró cuando dos de tercero se pusieron a discutir y rezó a Merlín para que el día terminara pronto. Ahora entendía perfectamente a sus antiguos capitanes, Oliver y Angelina.

El segundo grupo constaba de diez de las niñas más tontas con las que Harry se había encontrado nunca, quienes, cuando sopló su silbato, simplemente se desternillaron riéndose tontamente y apretándose entre ellas. Cuando les pidió que abandonaran el campo lo hicieron bastante alegres y fueron a sentarse en las tribunas para interrumpir al resto. Suspiró. Solía llamar la atención de las chicas desde que entró a Hogwarts y cuando fue creciendo, el problema comenzó a empeorar. Su padre y padrino se reían a sus espaldas diciendo que había heredado el atractivo Potter y el encanto Black. Y ahora las chicas lo seguían por esos "encantos" incluso en las pruebas de quidditch. El tercer grupo no fue mejor que el anterior, pues tuvo un accidente múltiple en la mitad del camino alrededor del campo. Gran parte del cuarto grupo había venido sin escobas. El quinto grupo era de Hufflepuff.

- Si hay alguien más aquí que no sea de Gryffindor - gritó Harry, quien empezaba a estar seriamente enfadado, pues aún no encontraba cazadores - márchese ahora, ¡por favor! -

Hubo una pausa, entonces un par de chicas Ravenclaws salieron corriendo a toda velocidad del campo, bufando con risa.

El sexto grupo era bastante más aceptable y entre los que volaban estaba Katie Bell, quien era cazadora desde hace años en Gryffindor.

Volvió a mirar hacia las gradas, y a través del campo, encontrándose con Cho, que estaba sentada junto a su amiga Marietta saludándolo con efusividad. Harry levantó una mano con desgano, mirando y buscando a Ginny. La necesitaba volando en estos momentos, jugando como lo hacia en la Madriguera. Quería ver ese cabello rojo al viento, anotando como sólo ella sabía.

El séptimo grupo se elevó en el preciso momento en que su amiga pelirroja hacia acto de presencia en el campo de juego. Vestía unos pantaloncillos cortos de color negro que se le pegaban a esas deliciosas piernas torneadas y esbeltas. Llevaba una camiseta entallada y sobre ella una túnica del equipo de quidditch. Su cabello estaba, para la desgracia o fortuna de Harry, tomado en una coleta alta que dejaba mechones sueltos que caían sobre su rostro pecoso, dejando su cuello despejado.

Apenas tocó el campo de quidditch, los gritos de los chicos empezaron en las graderías. Silbidos, piropos y bastantes gritos ante la atractiva joven que se paró con una Barredora dispuesta a presentar una prueba.

-Hasta que decidiste llegar Weasley - aunque la extrañaba a horrores, y agradecía que hubiese venido, nada le quitaba el enojo de su retraso. Además, y aunque costara admitirlo, estaba más enfadado con si mismo por enfadarla. Ginny ignoró olimpicamente su comentario, lo miró fijamente y se elevó en el aire, volando junto al resto de los alumnos.

Decir que Ginny lo había hecho bien, sería decir poco. Había sido la mejor marcando 17 tantos en toda la competencia. Él desde el principio supo que se quedaría con el puesto y estaba realmente agradecido con la Weasley por haber asistido a la prueba a pesar de que hace varios días no se hablaban. La veía en los pasillos cuando cambiaba de clases y en las comidas en la mesa de Gryffindor. Cuando ella se quedaba hasta tarde con la cabeza en un pergamino escribiendo frenéticamente al igual que Hermione. O cuando simplemente pasaba el tiempo con sus amigas por los jardines. Pero quería estar con ella, quería pasar tiempo con su amiga. Porque verla una vez al día no estaba haciendo que su amor por ella se fuera, al contrario, la extrañaba más y quería estar a su lado con aún más fuerza.

Cuando bajó de su escoba, Ginny se topó con la verde mirada de Harry, quien sonreía ladinamente ante el desempeño de su amiga en las pruebas.

-Weasley, tienes el puesto - Ginny lo miró significativamente y asintió mientras se soltaba el cabello para después quitarse la túnica quedando sólo con una apretada camiseta de tirantes de color blanco que resaltaba su piel. A Harry se le hizo agua la boca y después de tragar fuertemente, volvió a llamar a Ginny.- ¡Ginny! ¿Podemos hablar luego?- no supo el por qué del impulso de hablar con ella, de aclarar las cosas pero los silbidos y el griterío que había en el estadio no le permitían pensar con claridad. Eso o que su corazón desbocado no le permitía oír algo más.

La pelirroja miró a Harry quien se encontraba con los brazos cruzados sobre su pecho, con su uniforme de quidditch y la insignia de capitán en su pecho. Se veía realmente bien de esa forma y entendía el afán de Cho de perseguirlo a todas partes para que nadie lo acosara o intentara coquetearle. Harry era esa definición de guapo sin llegar a los excesos. Era alto, cuerpo bien formado, ojos verdes que hechizarían a cualquiera. Estaba más que claro que ni una chica se resistiría a salir con él, no cuando la confianza se destilaba por sus poros.

-Claro, capitán- Harry bufó por el tono burlón de Ginny y la pelirroja sonrió para elevarse junto a sus compañeras y sentarse en las gradas para terminar de ver las pruebas para el equipo.

Después de dos horas, muchas quejas y varios berrinches, uno implicando una Cometa 260 rota y varios dientes rotos, Harry había encontrado tres Cazadoras: Katie Bell, de vuelta al equipo después de una prueba excelente, un nuevo hallazgo llamada Demelza Robins, quien era particularmente buena esquivando Bludgers, y Ginny, quien había destacado toda la competición y marcado diecisiete tantos por añadidura. Aunque estaba complacido con su selección, Harry se quedó ronco de tanto gritar a los muchos que se quejaban y ahora estaba librando una batalla similar con los Bateadores rechazados.

- Esa es mi decisión final y si no se quitan del camino de los Guardianes los tendré que hechizar- bramó cuando su paciencia se comenzó a agotar. No tenía ni un sentido que siguieran reclamando puesto que el capitán era él y su elección estaba hecha. Pese a eso, ninguno de los Bateadores elegidos tenía el viejo resplandor de Fred y George, aunque reemplazar a sus amigos era imposible, pero aún así estaba razonablemente satisfecho con ellos: Jimmy Peakes, un chico de tercer año bajito pero con el pecho ancho que se las había arreglado para hacerle un chichón del tamaño de un huevo en la parte de atrás de la cabeza de Harry con una Bludger golpeada ferozmente, y Ritchie Coote, que parecía debilucho pero dirigía bien.

Se unieron a Katie, Demelza y Ginny en las tribunas para ver la selección del último miembro del equipo. Harry había deliberadamente dejado la prueba de los Guardianes para el final, esperando tener un estadio más vacío y menos presión en aquellos a los que concernía. Desgraciadamente, de cualquier forma, todos los jugadores rechazados y un número de personas que habían bajado a mirar después de un largo desayuno, se habían unido a la multitud, así que era mayor que nunca. Cada vez que un Guardián volaba a los cestos anotadores, la multitud rugía y abucheaba en igual medida. Harry echó un vistazo a Ron, quien siempre había tenido problemas con sus nervios; éste había esperado que haber ganado su partido final el curso pasado le hubiese curado, pero aparentemente no: Ron tenía una delicada sombra de verde. Ninguno de los cinco primeros aspirantes paró más de dos goles cada uno. Para la decepción de Harry, Cormac McLaggen paró cuatro penaltis de cinco. En el último, sin embargo, se disparó en la dirección completamente opuesta; la multitud se rió y le abucheó y McLaggen volvió al suelo apretando sus dientes. Ron parecía listo para desmayarse mientras se subía en su Barredora Once.

-Buena suerte- gritó una voz desde las gradas. Harry miró alrededor, viendo a Hermione que gritaba animando a su amigo, a quien los nervios se lo comía. Le hubiese gustado esconder su cara en sus manos, como ella hizo un momento después, pero pensó que como era el capitán se debía mostrar ligeramente más valeroso, así que se giró para ver la prueba de Ron. No debía de haberse preocupado: Ron salvó uno, dos, tres, cuatro, cinco penaltis uno tras otro. Eso del quidditch definitivamente estaba en la sangre de los Weasley.

Encantado, y resistiéndose a unirse a los vítores de la multitud con dificultad, Harry se volvió a McLaggen para decirle que, desafortunadamente, Ron le había batido, para encontrar la cara roja de McLaggen a pulgadas de la suya propia. Retrocedió un poco.

-Su hermana no lo intentó de verdad- dijo McLaggen amenazadoramente. Había una vena latiendo en su sien a lo que Harry respondió con una sonrisa irónica. -Ella le dio una parada fácil.- Harry se molestó, más de lo que esperó al ver como insultaban a su mejor amigo, no, no era tanto por Ron, era porque dudaban de la habilidad de Ginny como cazadora.

-Basura,- dijo Harry fríamente.- Esa fue la que casi falla, además Ginny es una jugadora excepcional y no tiene necesidad de lanzar más despacio porque se trata de su hermano- McLaggen avanzó un paso más cerca de Harry, quien se mantuvo en su sitio.

-Dame otra oportunidad- "Por supuesto que no, menos después que insultaste las habilidades de Ginny".

- No - Harry miró hacia las tribunas, cruzando su mirada con la chocolate de la pelirroja y volvió a mirar a McLaggen.- Ya has tenido tu oportunidad. Paraste cuatro. Ron paró cinco. Ron es Guardián, lo ganó con todas las de la ley. Apártate de mi camino.-

Pensó por un momento que McLaggen lo golpearía, es más, quería que lo hiciera, de esa manera aprendería a perder de buena forma, pero también pensaba en que su madre estaría lo suficientemente enfadada para no mandarle tarta de melaza si se enteraba que andaba en peleas, otra vez. Así que se contentó con una fea mueca en el rostro de McLaggen, quien se fue furioso, gruñendo lo que sonaron como amenazas al aire. Harry se volvió para encontrar a su nuevo equipo sonriéndole radiantemente. Prestó su atención en Ginny, quien mantenía su escoba en sus manos y miraba un punto al lado de la cabeza de Harry, evitando su mirada.

-Bien hecho- susurró - Volaron realmente bien- los demás aplaudieron y comenzaron a dispersarse, al igual que la gente de las gradas que salía a disfrutar del cálido día de Septiembre* y se perdía entre los terrenos del colegio.

-Lo hiciste fenomenalmente Ron- era Hermione quien corría hacia ellos desde las gradas con una sonrisa en la cara. Se colgó del cuello de su amigo aunque se apartó cuando se dio cuenta de la incómoda situación en la que se puso. Harry rió por lo bajo, no queriendo ver el momento de sus amigos y escaneó el campo buscando a Ginny, quien caminaba hasta los vestuarios.

-¡Hey Ginn!- la pelirroja se dio vuelta y miró a Harry que corría hasta ella y la seguía a los vestuarios. Necesitaba darse un baño, odiaba estar con olor a sudor en su cuerpo. - Aún debemos hablar - Harry miró a la pelirroja que reuía a su mirada, evitando verlo a los ojos.

-¿Me puedes decir que es lo qué te pasa? Te has comportado muy extraño conmigo y quiero saber por qué - dijo mientras colocaba las manos en su cintura delgada y miraba con el ceño fruncido a Harry.

El azabache sabía que debía ir con la verdad, Ginny lo merecía pero si le decía, estaba obligado a confesarle lo que sentía y más que no poder estar con ella, le dolería más saber que no correspondía sus sentimientos.

-Lamento si he estado actuando extraño, no era mi intención lastimarte - dijo Harry cuando sintió que era casi imposible quitarse la pregunta de encima. Debía decirle pero las palabras simplemente no venían a su boca.

-Está bien, pero quiero saber qué te llevó a actuar así - el chico suspiró y Ginny supo que no llegaría a ningún lado si seguía rehuyendo cuando preguntara algo.

-No es la clase de cosas que puedas contar Ginny - dijo y le dio la espalda, lo que evitó que la muchacha viera el sonrojo que había nacido en sus mejillas.

-¿Por qué no, Harry? ¿Por qué no me puedes decir? - la voz se le agudizó en la última frase, dando a entender que se quebraba por lo que Harry se giró y miró a esos ojos chocolates que lo tenían en la situación más complicada de su adolescencia. Ginny estaba algo roja pero él sabía que era debido al enojo así que simplemente se alejó unos pasos y se lamentó por no tener su varita a mano.

-Porque no es la clase de cosas que puedas decir así como así Ginny - dijo Harry y se revolvió el cabello de la nuca con nerviosismo y con eso, la pelirroja dio por terminada la conversación.

- ¿Sabes qué? Olvídalo Potter - y se dio la vuelta, dispuesta a marcharse, dejando a Harry parado en el pasillo con las manos en los bolsillos sin saber que decir. ¿Qué tan difícil podía ser? ¿Qué era lo peor que podía pasar? Y con cero racionalidad en su mente, corrió tras Ginny.

-¡Ginny! - la pelirroja se dio vuelta y se vio atrapada entre la muralla y el pecho fuerte de Harry. Se sonrojó levemente y levantó sus ojos febriles hacia él, dándose cuenta de lo verdes y decididos que se veían. Pero no pudo seguir observándolo porque se vio aturdida por los labios de Harry que se presionaban gentilmente contra los suyos.

Era un roce leve en el que Harry le daba la opción de alejarse si quería, pero lo cierto es que no era así. Lo único que deseaba en ese momento era meter las manos en su cabello azabache y atraerlo hasta ella, y eso hizo. Deslizo sus manos por su pecho, subió por sus hombros y su cuello hasta llegar a su cabello, el cual desordenó de todas las formas en que lo había soñado alguna vez. Los labios del chico cada vez fueron presionando con más entrega y osadía. Sus manos dejaron de estar a cada lado de su cabeza y se fueron a su cintura y su mejilla, donde la apretó y la aferró más hacia su cuerpo, temiendo perderla.

Los labios de ambos se movían despacio y con algo de temor hasta que se dieron cuenta del suave cosquilleo que se producía en su vientre cuando estos hacían contacto. Ginny atrajo más a Harry, quien delineaba la boca de la pelirroja con su lengua, disfrutando del mejor de los sabores que podría encontrar. Era mejor que todo lo que alguna vez pudo probar y le fascinaba.

Cuando el aire se fue agotando en ambos, Harry despegó sus labios y relamió los de Ginny, dejando que tomara el aliento antes de volver a atacar su boca, ahora más que dispuesto a jugar con su lengua rosada.

Mordió ligeramente su labio inferior y deslizó su lengua cuando la boca de Ginny se abrió. La joven gimió y eso detonó algo dentro de Harry que hizo el beso más apasionado, que lo hizo combatir a la par con la lengua de la Weasley. La empotró contra la pared y deslizó sus manos por sus caderas y luego por sus piernas suaves y cremosas. Sentía bajo las yemas de sus dedos como la piel suave de Ginny se erizaba ante su contacto, como se le colocaba la piel de gallina. Era fascinante ver la cantidad de reacciones que podía provocar en la pelirroja con sólo un beso.

También lo era sentir todo lo que la Weasley podía hacer en su cuerpo. Como la sangre se aglomeraba en su cerebro, o como los vellos de su nuca se erizaban cuando ella deslizaba sus manos por su espalda, o como los músculos de su abdomen se apretaban cuando ella lo aferraba con más fuerza.

Le estaba encantando todo lo que surgía de ellos, como sus respiraciones intentaban normalizarse después de que sus labios se separaban. ¡Merlín, ahora tenía más que claro que amaba a esta mujer!

Ginny le sonrió con diversión cuando los labios de Harry se fueron a sus mejillas sonrosadas, era casi imposible para ambos dejar de tocarse de esa forma cuando ya habían probado lo bien que se sentía. Ahora el joven Potter no tenía ninguna duda, estaba seguro que ella sentía lo mismo por él. Pero eso sólo provocó miedo, y el alivio casi se evaporó cuando sintió pasos que resonaban en el pasillo.

Ambos se separaron, estableciendo una distancia mínima de un metro y medio entre sus cuerpos, desviando la mirada cuando Ron y Hermione llegaron igual de sonrojados que ellos, con la mirada febril por el abrazo y el incómodo momento que lo había seguido.

Cuando preguntaron que ocurría, ni Ginny ni Harry fueron capaces de responder.

-O-

-¿Te besaste? ¿Con Harry? - Hermione era la bruja más inteligente de 16 años que Ginny conocía. Era perspicaz y astuta, intuitiva y valiente pero había veces en que era igual que cualquier chica de su edad - ¿Estamos hablando del mismo Harry, cierto? ¿Harry Potter? - Ginny suspiró cuando la pregunta se repitió por tercera vez y recargó su cabeza en el árbol en el que estaba apoyada. Ambas amigas estaban sentadas a la orilla del Lago Negro, con la corbata dorada y escalata algo torcida y con la túnica arrugada. Era día lunes por la tarde y las clases ya habían acabado por lo que los chicos se aglomeraban en las salas comunes y los lugares tranquilos para descansar del primer día de la semana.

Ginny no era la excepción así que cuando sus clases terminaron, fue a buscar a su amiga a Runas Antiguas, buscando el momento ideal en que pudiese sacar todo lo que tenía contenido dentro suyo. Aún sentía los labios adormecidos y calientes desde el beso que le había dado Harry ayer por la mañana. El constante aleteo tampoco se iba y la sensación de estar flotando le había valido una reprimenda de Snape cuando había golpeado sin querer con un hechizo a un compañero.

Sabía que debía sacarse a Harry de su mente pero el mundo no estaba por la labor. Es más, todo le recordaba a él y al efímero momento que habían vivido ayer en los camerinos. Sentía su aroma cítrico con un toque de madera en sus fosas nasales, masculino y excitante de maneras muy complejas. Sentía su mirada esmeralda cada vez que giraba en un pasillo del castillo y esperaba verlo en cada rincón pero lo cierto es que no se había topado con él desde ayer en la cena y sentía que lo extrañaba mucho más que de costumbre.

Volvió la vista a Hermione cuando sintió que sus pensamientos se habían ido demasiado lejos y respondió con voz cansada.

- Si Hermione, estamos hablando del mismo Harry, del Elegido, del Niño que Vivió, del capitán del equipo de quidditch, de nuestro amigo - se apoyó mejor en el árbol y elevó sus brazos para ordenarse el cabello y tomárselo en una coleta algo suelta. Hermione aún no podía creerlo, aunque la idea no era tan descabellada, ya que cualquiera podía notar la química palpable entre esos dos. Harry era un auténtico caballero a su lado, era atento, amable y comprensivo de maneras que sólo con Ginny era. La Weasley por otro lado, era un más fresca, adorable y se dejaba mimar por el azabache. Que la cargara en brazos cuando estaba cansada era mucho decir cuando le molestaba enormemente que le abrieran la puerta.

Ginny no era débil e indefensa y aunque no disfrutaba de esas cursilerías como que te sostuvieran la puerta o que la tratarán como si fuese de cristal, podía tolerarlos e incluso los disfrutaba si venían de Harry. Le gustaba que le ofreciera su paraguas cuando llovía o que le prestara su chaqueta cuando sentía frío. Le gustaban esos detalles porque venían de él.

- Vaya, diría que estoy sorprendida pero lo cierto es que no es así. Es decir, me sorprende que por fin se decidieran pero no el que se hayan besado. - dijo la castaña mientras se acomodaba mejor y miraba fijamente a Ginny que parecía a punto de entrar en un estado de estrés excesivo. Le dio un poco de pena el verla así aunque el brillo que tenían sus ojos era hermoso. Se notaba que Ginny estaba enamorada de Harry y podía casi jurar que su amigo estaba en la misma posición que ella. Lo único que los separaba era Cho Chang y la negativa de su amigo a tomarse una relación en serio. Sabía que Ginny no quería ser una más del montón y que si Harry no le aclaraba las cosas, ella no se quedaría sentada esperando que él se decidiera. La pelirroja era una chica hermosa y carismática que tenía a media escuela a sus pies y que podía tener a cualquier chico, incluido a Harry Potter. Sólo tenía que proponérselo. - ¿Aún te gusta Harry, Ginny? - la aludida abrió sus ojos castaños con impresión y boqueo un par de veces, intentando encontrar las palabras correctas para poder decir lo que pensaba.

- Sabes que siempre he querido a Harry, pero no sabía si debía seguir esperando a que me dejara de ver como una amiga. Pero ayer me di cuenta que siente algo por mí y no sabes lo feliz que me puso eso. - Ginny tenía una mirada ilusionada que pocas veces había visto Hermione pero que le quedaba bien, le daba un toque de inocencia. - Pero luego pienso en que sigue con Cho Chang. No sé si fue por algo que sentía en ese momento o algo más profundo, pero me besó y eso me tiene muy confundida. - La castaña asintió y pudo ver la duda que seguía creciendo a pasos agigantados en su amiga. Sabía que uno de los dos tenía que tomar la determinación de estar con el otro y si Harry no era ese, tenía que ser Ginny. Tendría que ser ella, tendría que hacerle ver que las relaciones podían ser fructíferas, que estaban llenas de amor y entrega. Que Harry Potter era capaz de amar y de estar con una persona a largo plazo. Ginny sería la única capaz de hacerle ver eso y ella la ayudaría sin dudarlo. - No sé si Harry esté realmente preparado para una relación seria, pero si fuera así, me gustaría que lo intentara conmigo -

- Entonces, inténtalo. Muéstrale a Harry lo que significa enamorarse por completo de alguien. Enséñale lo que todos sabemos, que sólo una pelirroja puede conquistar a un Potter - Ginny carcajeó, y le sonrió con gratitud a Hermione. Sentía que necesitaba escuchar eso, que su amiga otra vez me diera el empujón que necesitaba para poder avanzar. La primera vez fue cuando se decidió a conocer a otros chicos parte de Harry, ahora lo sería para darse cuenta que sólo lo quería a él.

Lucharía, le enseñaría a Harry lo que era el amor y triunfaría.

Ella sería la nueva novia de Harry Potter.

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Espero que les haya gustado este primer capítulo. Bueno, el fanfic no tendrá más de cinco capítulos pero espero hacerlo de muchas muchas hojas de word para que disfruten del Hanny. Otra cosa, estoy algo ocupada estas dos semanas, tengo que terminar un capítulo para un reto de THG y sacar otro capítulo de El Perdedor pero iré subiendo de a pocos es que les gusta. Dejenme sus opiniones para saber si les gusta o no, está pequeña idea.

Aclaraciones: Si, James y Lily están vivos y se puede decir que el OOC de Harry es por eso. Siempre quise leer un fic ligero en donde estuvieran vivos y ver cómo sería Harry con un poco más de confianza y con el toque bromista de un buen merodeador.

*No sé a ciencia cierta en que fecha fueron las pruebas de quidditch de ese año, así que agradecería si alguien me lo hiciera saber ya que no creo que sean en septiembre :(

Eso chicos, saludos y no olviden dejar sus reviews, el alimento de todo escritor *-* No dejemos que el fandom de Harry Potter quede atrás

Bye, Blue