Dobles sentidos de las palabras. Me parto. Sil con tiempo tendrás tu regalo de cumpleaños verdadero, ahora conformate con esta tontería a la que me has retado esta tarde.
Te echaré de menos, argentinita.
Richard se acercaba todo mojado, recién terminaba de hacer un baño de inmersión, en su rostro se dibujaba una gran sonrisa, parecía un niño en la mañana de navidad.
-¿Me viste? –sacudió su pelo mojado sobre la espalada de ella.
-Sí Castle te vi, muy bien, ya has realizado tu bautismo submarino, ¿quieres una piruleta por ello? – dijo muerta de la risa al ver la cara que puso él al escuchar lo de la piruleta- Era broma Castle, por favor, madura un poco.
-Vaya, yo pensé que me lo había ganado – puso su mejor cara de cachorro abandonado.
-Está bien, algún día, algún día lograré ser inmune a esa cara – dijo poniendo los ojos en blanco.
-Sí, algún día pero hoy no – contestó riéndose.
Tomó la toalla y comenzó a secarse.
-Deberías quitarte el buzo.
-No, me gusta cómo me queda – dijo él dando una vuelta completa observando como ella volvía a poner sus ojos en blanco- Oh, vamos Kate no me irás a decir que no estoy rebueno con el traje de neopreno puesto.
-Lo que tú digas. ¿Podrías correrte? – Él le miró sorprendido- El sol, Castle, el sol, me lo estás tapando.
Tras pasar un par de horas tomando el sol decidieron regresar a la casa. Comenzaba a oscurecer, y se empezaba a sentir algo de fresco.
Mientras Castle se daba una ducha Kate preparaba algo de cena, decidió preparar algo liviano, y finalmente colocó algunas frutillas junto a algo de queso.
Rick regresó ya con el pijama puesto – Ni se te ocurra- le dijo Kate.
-Quiero coger – contestó él.
-Espera hasta que nos sentemos.
-No, quiero coger ahora – decía al tiempo que con su mano tomaba un trozo de queso y salía corriendo en dirección al salón, riendo como un niño que ha hecho una pillería.
-Dios, ¿pero qué he hecho yo para merecer esto? – decía Kate mientras ella también se iba al salón.
-Oye, ¿viste la remera? – preguntó Castle mientras tomaba un trago de cerveza.
-¿Perdón?
-La chica morena del puerto, estaba super musculosa. Era toda fibra, será por todas las horas que se pasa entrenando remo.
-Castle, ¿recuerdas que yo no he ido al puerto contigo hoy? No sé de quién estás hablando – se tumbaba en el sofá apoyando su cabeza en las piernas de él.
-Cierto, preferiste quedarte dándote un baño de espuma y lo peor es que no me invitaste – decía mientras acariciaba el pelo de Kate.
-¿Desde cuándo te tengo que invitar? –dijo ella de forma sugerente.
Castle la tomó en sus brazos y se dirigió hacia el dormitorio, abrió la puerta.
-Anda, ¿qué es eso? – preguntó tan pronto encendió la luz de la habitación
-¿El qué? – dijo ella aun en brazos de él.
-Eso – señaló con su mano haciendo que Kate siguiera la dirección marcada por él.
-Ah, la concha de tu madre.
-¿Y qué hace en la pared? – dejó a Kate sobre la cama.
-Me pareció bonito hacer un cuadro con ella, al fin de cuentas nos la trajo desde España, la cogió en las playas de Santander – decía encogiéndose de hombro.
-No sabía que la habías guardado – se tumbaba a su lado comenzando a desabrochar el botón de los jeans de ella.
Tres días después estaban de regreso en la 12th, Castle llegó a la comisaría con cara de pocos amigos.
-¿Pasa algo? – Kate le miraba sorprendida por su gesto ya que ella le había dejado de muy buen humor al salir de casa aquella mañana.
-Me ha llegado una factura – contestó él.
-¿De chocolate? – dijo Esposito pasando junto a ellos en ese momento.
-¿De qué hablas? – Castle le miró con cara de pocos amigos.
-La factura, ¿de chocolate, de crema? – decía Espo como si fuera lo más normal del mundo.
-De 40.000 dolores por romper una obra de arte – Castle mostraba el papel.
-Ups perdón, creía que hablabas de un bollo – se marchó de allí lo más rápido posible.
-¿Tanto? Pero si ayudaste a resolver el caso – Kate tomaba entre sus manos la factura.
-Ya, deberían estar agradecidos. Menos mal que soy rico – Se sentaba en su silla y comenzaba a jugar con su móvil.
-Castle, ¿tú sabes lo que es ojotas? – preguntó Kate de pronto.
-Ni idea ¿por qué? – Castle levantó la vista del móvil.
-Lanie dice que se ha comprado unas y no tengo ni la más remota idea de lo que son.
¿Y por qué no se lo preguntas?
-Y ¿quedar como una tonta?, ni de coña. Ahora lo busco en San google y listo - comenzaba a teclear.
-Chanclas - dijo él- he sido más rápido, son chanclas en Argentina.
-Lanie ¿se ha comprado unas chanclas?
-Pues eso parece - contestó él encogiéndose de hombros.
-Beckett, tenemos un nuevo caso -Ryan movía un papel en el aire.
-Por fin, hay que reconocer que este fin de semana ha sido muy raro, menos mal que ya tenemos algo de acción - Dijeron a la vez Kate y Rick.
FIN
