DISCLAIMER: ninguno de los personajes pertenecen a mi persona, sino a SNK Playmore.

Capítulo uno.- Un nuevo día

Era sábado por la tarde cuando el Ikari Team regresó al cuartel general después de una exitosa misión. Lo que ellos no sabían era que los soldados, en complicidad con Heidern, les habían preparado un festejo. No era una misión cualquiera, y lograrla no había sido nada fácil, aún para ellos cuatro. Habían terminado de comer, cuando el comandante dijo:

-Si quieren pueden poner música, eso sí: no muy alta-advirtió con seriedad.-Soldados, buen trabajo, los veré mañana- se retiró. Todos se alegraron y empezaron a gritar. La música no tardó en llegar, y junto con esto, la bebida empezó a circular, con ayuda del Coronel Jones.

-Esta noche vamos a celebrar como se debe-decía destapando unas botellas.

-¡Claro que sí, amigo!-exclamó Clark, y éste brindó junto al Coronel y a Whip. Pero Leona estaba sentada, callada y mirando de reojo a sus compañeros. A nadie le sorprendía esa actitud viniendo de ella, pero el Coronel era quien más trataba de que ella la pasara bien, y a pesar de que Leona tenía una personalidad que prácticamente te mandaba al diablo (aunque ella no se diera cuenta de ser así), él siempre se dirigía a ella con esa sonrisa pícara que sólo a él se la permitía.

-Podrías probar un poco-le decía abrazándola con un brazo y con el otro le ofrecía una copa.-Anda, acompáñanos esta vez-. Era raro, porque ella ya se había acostumbrado a que él la abrazara. Clark también lo hacía, pero de vez en cuando. En cambio, Ralf lo hacía siempre que podía (ni loco en frente de Heidern) y hasta a ella le parecía extraño cómo no se resistía. En cuanto a Whip… bueno, con ella era diferente el asunto, porque ella era mujer, y a Leona le gustaba pensar que Whip era como la hermana que nunca tuvo. Levantó la vista y se encontró con esos ojos alegres que Ralf tiene, color miel. Entonces decidió que, por esta vez, podría aceptar un poco. Estaba bastante fuerte. Él le dedicó una de sus típicas sonrisas que lo hacen encantador, y se levantó de la silla, acercándose a Clark, y ambos se dirigieron al centro del comedor y se pusieron a bailar, mientras los demás aplaudían alegremente.

-Son unos idiotas-le comentó a Leona cuando ellos hicieron unos pasos particularmente graciosos. Ella no respondió. Miró a sus compañeros y comprobó que bailaban como idiotas. Le causó gracia, tuvo ganas de reír, y aun así no lo hizo. Le hubiese gustado decirle a Whip que sí lo eran, o que se veían patéticos, pero no podía. Ella tenía esa extrema timidez que le impedía socializar con los demás, y por las noches, repasaba las conversaciones de sus amigos, e ideaba comentarios para integrarse a ellos. Su amiga la miró, y reconociendo que hacerla divertir era un caso perdido, siguió observando a sus amigos… en especial a Clark. Whip no sabía si él le gustaba o no, al entrar al Ikari, se había fijado en Ralf, por su forma de ser- encantador y juguetón- pero se dio cuenta de que con él sólo podían ser grandes amigos: se daban consejos y reían a carcajadas. Clark, en cambio, era más tranquilo, y siempre hacía bromas y comentarios tan ocurrentes y graciosos que hacían pensar que él no dormía ingeniando maneras de hacer reír a la gente. A veces ella lo sorprendía mirándola a través de sus gafas, él pensaba que no se notaban. Una noche que salieron, la pasaron muy bien conversando y bailando juntos, y en uno de esos momentos, se acercaron el uno al otro, pero el Coronel apareció y dijo que se tenían que marchar porque por un pleito que él había tenido, así que Whip no pudo saber si podía pasar algo más. Estaban sentadas las dos, cuando el Coronel se acercó bailando y las tomó de la mano para llevarlas a bailar. Whip se paró enseguida, pero Leona se resistió.

-Leona…Nunca quieres bailar conmigo- dijo él en tono de fingido reproche- De hecho, nunca te vi bailar, esta noche me puedes mostrar- pero ella retiró su mano y bajó la vista. Él, decepcionado, se plantó ahí esperando que cambiara de opinión.

-Déjala, ella no quiere-dijo la chica del látigo.-Vamos con Clark.

Momentos después, Leona levantó la vista: su amiga bailaba alegremente alrededor de Ralf y Clark. La estaban pasando de maravilla, y ella se imaginó cómo sería si ella estuviera bailando en vez de Whip. Entonces vio que el Coronel la abrazaba por la cintura, y Whip bailaba con los brazos en los hombros de él. Fue ahí cuando lo entendió, así que se levantó, salió al pasillo corriendo y se dirigió al patio. Ahí había unos cuantos árboles, y trepó hasta la cima del más alto. No habían pasado ni cinco minutos, cuando escuchó a alguien caminar hacia donde ella estaba. Pensó que sería Ralf, y que trataría de hacerla entrar de nuevo gracias a esa perseverancia que él tiene para lograr sus objetivos, pero vio que era Clark. De pronto, creyó que el Coronel estaba muy ocupado para venir a preguntarle porqué se había marchado para subirse sola a un árbol. O tal vez a él no le importaba en esos momentos que bailaba tan acaloradamente con Whip, qué rayos le pasaba a ella, que nunca contaba lo que le apenaba.

-Vaya, Leona-exclamó divertido Clark mirándola.- Tomas un poco de alcohol y trepas un árbol. ¡Qué harías con dos vasos!- dijo riendo. Ella no respondió. Pensó que se aburriría de ella y volvería a la fiesta.

-¿Qué estás haciendo ahí arriba?-insistió su compañero.

-Nada… Sólo estoy…Estoy pensando un poco.

-Yo pensaba que en el baño, las ideas fluían mejor-le dijo él en tono travieso- pero para ti es mejor la cima de un árbol. ¿Por qué no bajas y me cuentas qué te trae pensativa? Tal vez pueda ayudarte- Leona lo pensó. Al fin y al cabo, Clark era una de las tres personas importantes en su vida (por no decir una de las tres con las que hablaba) así que sí podía confiar en él. Se lanzó el árbol y aterrizó cerca de él. Se sentaron en una fuente que había.

-¿Y bien?- dijo él arqueando una ceja. Ella tragó saliva. No creía que a nadie más en el bendito planeta le costara tanto poder decir más de dos oraciones juntas.

-Bueno…Es sólo que a mí me gus…Gustaría poder hacer más cosas con ustedes-dijo titubeante, esquivando su mirada.

-Este… ¿Eso es todo?- dijo Clark un poco confundido.-Leona, nosotros somos tus amigos. Si quieres pasar más tiempo con nosotros, puedes decírnoslo. Aparte siempre te invitamos a salir o a hacer algo y casi siempre te rehúsas.

-Ése es el punto, que yo no puedo-dijo ella, cerrando los ojos. No puedo salir de mi timidez. Yo entiendo que a ustedes les agrade más Whip que yo, porque ella…

-No nos agrada más Whip que tú, Leona- La interrumpió Clark.

-Es divertida, amigable… ¡Lo tiene todo!-continuó haciendo caso omiso de Clark.-Y no los culpo, porque siempre estoy seria y ando sola. Pensarán que no quiero estar con ustedes, pero la verdad es que pienso que nada bueno pueden sacar de mi compañía, que están mejor sin mí- dijo esto último con un sabor amargo en la boca, y se paró dándole la espalda a él.

-Leona…-dijo suavemente él, pero tampoco le hizo caso.

-¿Sabes qué?- dijo ella, mirando las estrellas-a mi me gustaría ser como ella. O ser… no pido ser perfecta, pero un poco más normal. Daría lo que fuera por ser otra persona.- Clark caminó hasta quedar en frente de ella, con su mano, le levantó el mentón hasta que sus ojos lo miraron. Iba a decirle algo pero se dio cuenta de que los ojos azules de ella estaban bañados en lágrimas.

-¿Estás llorando?- preguntó, incrédulo. Era imposible que Leona llorase, tanto, que a él se le cruzó por la mente sacarse los lentes para ver mejor. Ella se palpó los ojos y comprobó que estaba llorando.

-No, no…- dijo secándose las lágrimas, le costaba respirar y se dirigió a su habitación, cuando escuchó:

-¡Leona! ¿Adónde vas? No irás a hacer alguna locura, ¿verdad?

-¡Necesito salir de aquí!- le gritó ella y echó a correr. El instinto protector de Clark lo hizo seguirla, pero ya se había esfumado. Temía que la inestabilidad emocional de Leona la hiciese lastimarse, y corrió al comedor. Leona llegó a su habitación, cerró la puerta bruscamente, se cambió de ropa e hizo algo nada propio de ella: maquillarse. Se detuvo frente al espejo y se dijo a sí misma: "Hoy vas a cambiar, no puedes seguir siendo así". Entonces se quitó el lazo del cabello, atándoselo en la muñeca a modo de pulsera, y su cabello quedó largo, libre.