Sic itur ad astra (así se llega a los astros)
-¿esta es la nueva casa? – Tate lanzó una mirada de desprecio a su madre.- es la misma de cuando era un niño.
-Es enorme, cada uno tendrá una habitación propia, acá si seremos felices, como cuando eras un niño que no sabía contestar a su madre – Constance se acercó a acariciar la rubia cabellera de su hijo, pero este se alejó.
Tate entró al inmueble seguido por su hermana Addie, una vez dentro la muchacha corrió a una puerta que llevaba al sótano, él en cambio decidió subir por las escaleras. Había una lámpara antigua en medio, cuando la miró por primera vez le pareció ver a un hombre colgado, pero luego, mirando con más detenimiento, descubrió que era sólo la sombra creada por los matices de los vitrales. Su madre venía con unas cajas y miró donde su hijo tenía perdida la mirada.
-Hermosa…esta pequeña mansión es justo lo que necesitamos como familia, vamos, ayuda a tu madre y lleva esta caja al baño de arriba – Le brindó una sonrisa a su hijo, esperando que se le pasara el mal humor, que la perdonara por todo lo que había sucedido, y contrario a lo que esperaba, el muchacho tomó la caja y comenzó a subir las escaleras.
El muchacho estaba avanzando por el pasillo cuando llegó al baño, la puerta estaba entreabierta y pudo ver como dentro estaba una chica rubia, con una hoja de afeitar en su mano y sangre brotando tímidamente de su muñeca.
-La gracia de los punk es vivir en casas desocupadas, esta fue vendida, así que será mejor que busques otra – El muchacho colocó la caja en uno de los muebles y comenzó a sacar las cosas que habían en ella despreocupadamente.
-Así que piensas que soy punk, eso es algo que no había oído jamás- La chica se volteó y lo miró fijo a los ojos – Soy Violet por cierto.
-Tate, me vine a vivir con el amante de mi madre… ¿qué tan enfermo es eso? – El chico la miraba con curiosidad, pero no por saber porqué estaba allí, sino que buscando una respuesta que pudiera satisfacer la pregunta que se llevaba haciendo desde que se enteró que su padre se había ido por el affaire de su madre con el vecino.
-Es casi tan enfermo como que tu padre se meta con una estudiante porque tu madre sufrió un aborto espontáneo- La muchacha se lavó un poco el corte y bajó la manga de su ropa- es tan enfermo que te hace entrar en casas ajenas y hacer cosas como estas – De pronto la chica estaba cerca de él, frente a frente, su propia respiración le movía los lacios cabellos.
Tomó un perfume que acababa de sacar y se lo colocó en el cuello, comenzó a salir del baño, pero antes se despidió lanzándole un beso. El chico acomodó rápidamente un talco que tenía en la mano para seguirla, pero al salir se dio cuenta que el pasillo estaba vacío. Caminó a las escaleras y se encontró de sopetón con su madre que traía otra caja, con el golpe él quedó con el bulto en las manos.
-¿La viste? ¿Dónde se fue?
-Tranquilo, Adelaide está jugando con una pelota en el sótano, ya verifiqué que nada fuera peligroso ahí – Tate dejó la caja en el suelo mientras escuchaba.
-Ella no ¿no has visto a nadie más? – El chico estaba de verdad desconcertado.
-Estamos tú, yo y Addie, Larry vendrá después del trabajo a ayudarnos, así que espero que no huyas y subas otras cajas – Su madre comenzó a avanzar al baño – hijo ¿te cortaste? Hay un poco de sangre en el lavamanos.
Tate inventó algo de golpe.
-Cuando abrí la caja, pero nada serio – decidió ir a dejar la caja donde correspondía, afortunadamente era su habitación.
Cuando entró nuevamente estaba allí, ella revisaba una de las cajas que de seguro habían llevado la noche anterior.
-Tienes buena música, a mí también me gusta Nirvana, no pensé que alguien en el 2011 pudiera tener tan buen gusto musical. – tomó el casete y lo colocó en la radio, la música llenó el ambiente.
-Deberías salir, esta casa ya no está vacía – Tate se acercó y subió un poco el volumen, no quería que su madre se enterara de que tenía a una chica en su habitación.
-Lo sé, es sólo…esta casa es tan bonita, a veces me cuesta dejarla – La muchacha acarició las paredes con un dejo de nostalgia.
-Pues tendrás que hacerte la idea, no creo que podamos vivir todos acá – El rubio se acercó a la puerta haciendo una seña para que se fuera.
-Me iré por ahora, pero ten por seguro que cuando me comiences a extrañar volveré – Antes de salir de la habitación escribió con tiza en la pizarra la palabra TAINT.
Quedó solo en la pieza, ordenando algunos cachivaches y tratando de no pensar en aquella extraña chica. De pronto la voz de Addie lo sacó de sus pensamientos.
-Conocí a dos chicos hoy Tate, eran iguales. – Su hermana se sentó en la cama y le brindó esa hermosa sonrisa que hacía que todo estuviera bien de un momento a otro.
-Ten cuidado con los chicos Addie, no vayan a romperte el corazón – El rubio le tocó el pecho haciéndole cosquillas.
-Ellos deben cuidarse, soy un bombón rompecorazones- Le guiñó un ojo y saltó de la cama para dejarlo solo.
Terminaron pronto la mudanza, en un afán de no pensar en nada Tate cargó con casi todas las cajas e incluso ayudó a desembalar a su madre, era la primera vez en mucho tiempo que pasaban tanto tiempo junto, a pesar de estar en silencio Constance apreció el gesto de su hijo, por lo mismo estaba más alegre de lo normal, incluso se tomó un whisky tras la cena para celebrar, al poco tiempo ya estaba durmiendo en el sofá. Tate pasó a su lado, le quitó el vaso de la mano y la tapó con una frazada. Es mucho más de lo que se merece, pensó, irse a vivir con el amante era algo imperdonable…había algo raro en ese tipo, sin saber porqué sentía que había tenido algo que ver con la muerte de su hermano Beau.
Estaba acostado, mirando el techo y sin querer pensando en el brazo sangrante de la chica, de pronto sintió un ruido como de cadenas proveniente del ático, por su mente cruzaron las palabras de la chica cuando me comiences a extrañar volveré. Se levantó y subió las escaleras, con una mezcla de ansias por volver a la chica y tensión, si es que no era ella. Bajó el cordón y las escalerillas al ático se abrieron. Una vez arriba la oscuridad lo reinaba todo, lentamente sus ojos comenzaron a acostumbrarse y de pronto lo vio, su hermano, encadenado como siempre estaba allí.
-¿Beau?- su voz sonó como si pidiera permiso para sonar - ¿cómo es esto posible?
-En el mundo de los sueños todo es posible, como dice Freud, soñamos lo que ansiamos, y en este momento veo que ansías a tu hermano fallecido y a la desconocida chica de esta tarde, o sea yo- Violet se acercó a él mientras hablaba, quedando frente a frente – pero mejor no nos preocupemos de los muertos, y aprovechemos la vida.
Le tomó la mano y lo acercó a la ventana, un hermoso cielo estrellado era visible desde ahí.
- Sic itur ad astra- le dijo al oído en un susurro.
-¿qué? – El chico se volteó y nuevamente quedaron cara a cara.
-Es latín, significa así se llega a los astros- la chica le tomó el rostro entre sus manos y lo acercó al de ela.
Lo besó, al principio sintió el rechazo de sus labios, lo tenso que estaban, pero cuando enredó su mano en los rubios cabellos del muchacho pudo sentir como se relajaba, abriendo su boca y permitiendo que su lengua entrara.
Despertó con una erección, había sido todo un sueño, pero aún sentía el suave sabor de la chica cuando lo besó. Debía prepararse para la escuela, de mala gana salió de la casa, y por primera vez en mucho tiempo, no pensó en la miserable vida de todos los compañeros que lo rodeaban, no pensó en sacarlos de su miseria, no se sintió como un marginado, sólo pensaba en Violet.
