Soy el gemelo oscuro y ya estoy dando por saquillo otra vez :P . Vamos a situarnos tras el capítulo 13 de la séptima temporada y antes del dieciséis...
Aviso a navegantes: SI NO LO HAS VISTO Y NO QUIERES SABER LO QUE OCURRE ¡DEJA DE LEER YA!
Sigo:
Pues lo que iba diciendo, Bobby ha dejado a la parejita solos en el mundo, todo el mundo les persigue, no tienen a nadie más que a sí mismos, Sam sigue con el coco averiado y Dean... Ya os hacéis una idea. ¿La temática? Humor, claro, con este panorama ¿qué si no?
Pues tenemos un WINCEST, un poco rarito, si has visto un anime titulado Ramma 1/2 te haces una pequeña idea, si no... pues ya te la irás haciendo conforme leas. Yo me divertí un puñado con cada capítulo que he escrito, eso sí, mi sentido del humor puede que no sea el tuyo, ya sabes: no te gusta, no leas :P
Ya está, supongo... O no...
Descargo de responsabilidades: soy un auténtico irresponsable :P... Ah! que no era eso... Los personajes de Supernatural no me pertenecen (ya pueden agradecerlo a todos los dioses... sobre todo el rubito JA JA JA) y no gano absolutamente nada colgando esta historia ni ninguna otra. De todas formas, si eres el propietario de los derechos puedes demandarme, allá tú, yo no tengo ni un euro, por no tener no tengo ni carnet de identidad XDDD.
Empecemos:
Dean ½
Prólogo: ¿Una maldición?
Dean Winchester corrió tras la amazona a través del bosque. Era la última, había encontrado a Lidia unas semanas atrás y a través de ella llegó al resto. Ésta era apenas una niña, pero, al igual que "la otra chiquilla" intentó hacer unos meses atrás, había matado al hombre que la engendró cortándole manos y pies.
Perdió su rastro a orillas de un lago y se detuvo a orientarse y tomar aliento. Era un lugar extraño, muestra de ello era que del agua surgía vapor, como en esos manantiales de agua caliente en los que te cobran un pastón por bañarse. Se agachó a comprobar la temperatura del agua y su presa saltó sobre él haciendo que ambos cayesen dentro del lago.
Sí, el puñetero lago estaba caliente, ¡quemaba! Aunque ese no era el problema más acuciante, tenía que zafarse del agarre de la amazona o sería el último baño de su vida. Luchó con todas sus fuerzas y consiguió golpear a la chica contra una roca haciendo que le soltara.
La criatura se hundió en el agua caliente y él braceó hasta la orilla saliendo a tierra firme. Estaba agotado, se echó junto al borde, pues allí, debido al calor del agua, no hacía frío y se quedó dormido.
Unas horas más tarde despertó, estaba oscuro y no podía moverse, alguien le había atado y lo había encerrado en algún sitio. Trató de gritar pero también estaba amordazado. Durante lo que creyó horas intentó soltarse, sentía las muñecas desolladas. Debían haberlo atado con esparto, por lo menos.
La luz de la habitación se encendió deslumbrándolo y una sombra gigantesca se plantó frente a él. "¿Dónde está mi hermano?" Rugió la voz de ¿Sammy? Tenía ganas de gritarle si era estúpido o si estaba volviendo a tener visiones.
Sam le arrancó violentamente la mordaza y lo cogió de los brazos levantándolo como si pesara la mitad. Dean estaba más preocupado por el más joven que asustado por su violencia. "Ha perdido la cabeza del todo" pensó derrotado. El castaño no le dio tregua, lo sacudió como si fuera un pelele exigiendo que le dijera qué había hecho con su hermano.
- ¡Basta! ¡Sammy? – su voz sonó a ¿tía buena? - ¿Qué demonios? ¿Qué le pasa a mi voz?
- ¿Dónde está Dean? – rugió el castaño sin escuchar realmente lo que decía la mujer rubia de cabello corto y cuerpazo de vértigo.
- Soy yo Sam, tienen que haberme hechizado o algo tío, te juro que estoy aquí dentro – "Que se dé cuenta, que se dé cuenta, que no se le haya ido la pinza del todo"
El castaño pareció reaccionar soltándole. ¡Joder con el bruto de su hermano! tenía que haberle hecho hematomas en los brazos, nunca se imaginó que fuese tan fuerte. La manaza del cazador más joven le cogió de la barbilla y los irisados ojos le inspeccionaron el rostro como si fuese capaz de reconocerle por fin.
- Sí Sam, soy yo, esa amazona debió hechizarme o algo antes de que me la cargara, soy una tía ¿verdad? – gimió con esa ridícula voz de mujer que tenía ahora.
- ¿Cómo se que eres tú?
- Mierda Sammy, no me jodas, tú tienes que reconocerme – gimió desesperado el… la rubia pecosa – ¡venga tío!
- Esto tiene que ser como aquella vez que me robaron el cuerpo – musitó pensativo el menor – aunque lo cierto es que quien haya sido se parece a ti, son los mismos ojos, y los mismos labios, si te vieras te enrollarías contigo mismo.
- Deja de desvariar y desátame tío.
- Si claro, perdona Deanna – se rió el castaño soltando las ataduras de la joven treintañera a la que la ropa de su hermano quedaba enorme en el cuerpo que ahora poseía – ¡Autch! ¿por qué me pegas?
- No tiene gracia – gruñó la rubia pasándose la mano por la cara con desesperación.
Se acercó al espejo que le devolvió la imagen de una muchacha de treinta y pocos, metro setenta, delgada aunque no demasiado, cabello corto y rebelde y unos ojos increíblemente verdes y bellos.
- Andaaa, si estoy buena y todo – musitó, y añadió sin pensar que era lo que Sam había dicho segundos antes – soy mi tipo.
Imbécil – gruñó el castaño.
- Capullo – replicó la rubia arremangándose para poder verse la punta de los dedos.
Si no fuera porque estaban más solos que la una, la situación tendría gracia. "¡Qué demonios! ¡Esto es lo más divertido que nos ha ocurrido en años!" pensó el castaño conteniendo la risa al ver como "Dean" se ponía cuatro pares de calcetines para que sus botas no se saliesen de los pies.
- Vamos a tener que conseguirte ropa hermanita, ¡¿Quieres dejar de darme patadas?! – chilló
- Aquí la única niña eres tú
- ¿Te has mirado al espejo? – se rió el castaño esquivando otro puntapié.
- ¿Tendré que ponerme falda? – gimió la rubia dejándose caer sentada en la cama.
- Estamos en el siglo XXI Dean, sólo si quieres, seguro que tienes unas piernas preciosas…
- Venga tío, no digas tonterías… lo que más me jode es que ahora pasarás de mi – gruñó el… la pecosa haciendo un adorable mohín con su naricilla respingona. Se cubrió la cara con los brazos – Esto es una mierda.
- Te recuerdo que tuve novia – el menor se sentó junto a su hermano – soy bisexual Dean, como tú, aunque lo hayas olvidado, me importa quién hay dentro, no su aspecto.
Separó los delgados brazos de la cara de su hermano y le besó. Lo sabía, los besos eran exactamente los mismos y la mirada oscurecida de deseo del… la rubia, no había variado absolutamente nada. Bueno, si había variado algo, el cuerpo pesaba como cuarenta kilos menos, era mucho más fácil de levantar y dominar.
- Para Sammy – pidió jadeante Dean – para…
- No me importa el aspecto que tengas, eres mío o mía o lo que sea – gimió el castaño acariciando el menudo cuerpo bajo la ropa – en serio que no me importa.
- ¡Para joder! – gritó estridentemente la rubia - ¡Déjame tío!
Le deseaba, podía verlo en la mirada oscurecida, en los labios trémulos, en la respiración agitada. Entonces ¿Por qué le miraba desde el otro lado de la habitación sujetando una silla entre ambos?
- ¿Te incomoda hacerlo con ese cuerpo? Venga Dean, será divertido.
- ¡Sasquatch salido! ¿No lo entiendes? Si esto me lo ha hecho un hechizo de amazona como follemos me quedo preñado y tenemos winchestercitos antes de decir Jesús – la verdad que la sarta de barbaridades que salían de la boquita de piñón de su hermano… hermana… o lo que fuese, no hacían que se le quitase el calentón al castaño. Todo lo contrario.
- Existen unas cositas que se llaman condones que solucionan eso – los verdes ojos se abrieron de par en par, aterrorizados cuando el castaño apartó la protectora silla sin apenas esfuerzo – no sabes lo que me pone verte tan asustado o asustada o lo que sea…
- Sammy, Sammy ten cuidado tío – gimió la rubia intentando escabullirse.
- Siempre tengo cuidado – susurró roncamente en su oído atrapándole por la espalda sorprendido una vez más de lo fácil que era abarcar el menudo cuerpo, nunca una mujer le había hecho sentir lo que sentía en ese momento abrazando a Deanna o a Dean… o ¿qué demonios importa? - ¿En serio no quieres?
- Esto acojona un huevo tío.
- Tiene usted una boca muy sucia señorita – se rió el castaño.
- A la mierda, vamos a follar, ¿dónde hay condones? – la rubia se dio la vuelta desabotonando la camisa de su hermano e introduciendo sus pequeñas manos heladas bajo la camiseta – ¡joder! ¡Estás ardiendo!
- Y tú helado, hela… ¡porras! Ya sabes – Era cierto, estaba helada - ¿lo hacemos en la ducha?
- OK, vamos ¿Qué? – el castaño la miró disculpándose.
- Tengo que mear.
- Qué cosas más lindas le dices a una dama – se mofó Deanna – no tardes, voy metiéndome a ver si se me quita el frío.
Pero todos saben lo que cuesta mear cuando… pues eso, que Sam estaba demasiado empalmado y no había manera hasta que oyó la grosera exclamación de su hermano, sí, su hermano, tras la mampara.
- ¡Jódete hija de puta! ¡Tu hechizo se ha acabado!
- ¿Se ha acabado? – musitó Sam un poco decepcionado – que… bien
- ¿Qué te pasa Sammy? Mira, soy yo y mini yo también está, ya no tengo que conseguir otra ropa ¿no es genial? – el pecoso estaba tan aliviado que casi parecía feliz así que su hermano suspiró y decidió alegrarse por él y no lamentar el polvo perdido.
- Sí, es genial Dean, ¿Aún te apetece que nos duchemos juntos? – preguntó sin muchas esperanzas.
- Ven aquí perra, ¿creías que te ibas a escapar otra vez?
Se tiraron un buen rato bajo el agua caliente, tibia, acariciándose de una forma como no habían hecho en años, dejando salir todas las ansias, todo el deseo reprimido por no querer dañar al otro.
Sam sujetó los brazos de su hermano contra el alicatado, no importaba que el agua ya no estuviese caliente, ellos caldeaban la pequeña ducha con su deseo, se introdujo dentro suave y firme al mismo tiempo y Dean se arqueó de placer acabando de empalarse a sí mismo "¡Joder Sammy! ¡No sabía cuánto te echaba de menos!"
Sam cerró los ojos y aumentó el ritmo de las embestidas con el agua ya helada sobre su espalda y los gemidos calientes y desesperados del rubio bajo él. Dean cada vez gemía más agudamente como si se deshiciera en su abrazo, en su intrusión, como si menguara bajo su cuerpo, como si…
- Joder Sammy – el castaño se corrió antes de darse cuenta de que esa voz ya no era tan varonil como unos minutos antes.
- Eso ha estado, ¡Guau! – Sam abrió los ojos y parpadeó.
- Soy una tía otra vez – lloriqueó Dean en sus brazos.
_ Continuará...
Cuando me zumbe o alguien tenga interés en esta chorrada.
