El inicio de un pequeño regalo para una gran persona. Actualizaciones diarias de drabbles (excepto Sábado y Domingo).
Makoto x Kise, una pequeña recopilación de anécdotas extrañas y fantasiosas contadas por un rubio que vive su encuentro con el primer amor de la forma más inusual posible. ¿Quien es ese chico de tus sueños?
Día 1
Esa noche Tokio seguía siendo Tokio con sus luces que bloqueaban las estrellas, sus anuncios que te ofrecían un mejor rostro y sus sonidos de ambulancias y policías yendo de un lado a otro. Las noticias traían desgracias, un par de calmantes relajaban mi cuello de la tensión de los días laborales y la hora del reloj indicaban que ya debía dormir.
Desde que empecé a trabajar dormir era un verdadero problema, me quedaba largos lapsos contemplando el techo de la habitación hasta que daban las tres de la madrugada y descubría que cerrar los ojos era el primer paso para atraer a Morfeo. En vista de que era una Odisea el conseguir descanso Midorimacchi me había recetado esos calmantes y habían funcionado de maravilla. ¡Buenas noches mundo! ¡Era hora de escapar a la fantasía!
En ese lugar donde no importaban los horarios, las personas molestas con las que trabajo, en ese sitio donde mis cabellos se mecían ondeantes y un montón de burbujas me rodeaban, donde mi reflejo estaba por encima de mí mismo en un azul claro extenso y hermoso. "Estoy bajo el agua" pensé "Pero aun puedo respirar" dije tomando una bocanada de aire para extender mis brazos y nadar en ese azul infinito.
Había pequeñas luces a mí alrededor, las mismas tenían forma de criaturas marinas que se disolvían y saltaban hacia el cielo que estaba por encima de mí. Pude nadar boca arriba, aun el espejo del agua tenía mi reflejo, había tanta paz, era tan fresco, tan armonioso y hasta cierto punto poético. Alcé la mano, toqué el exterior y una serie de ondas se crearon extendiéndose una a una de forma repetitiva.
Nunca dejó de sorprenderme de soñar.
Nunca podría cansarme de creer.
En este sitio que es perfecto.
No existe nadie más que yo.
Y en mi reflejo deformado hubo algo que tensó mi ser, debajo de mí el azul inmenso se tornó tan oscuro como el de la misma noche y volvía a cobrar su color como si algún ser bajo mis pies nadara sigiloso, predador, peligroso.
Me incorporé, observé, solo había desaparecido. Me sentí agitado, preocupado, como si algo ajeno a mis ideas pacificas estuviese obstruyendo mi fantasía personal.
Un cántico lastimero rompió el silencio.
Aun bajo esa agua podía escucharlo.
Los peces como luces temieron, nadaron, se alejaron.
Y por alguna razón me dolía y temía.
¿Qué clase de temor puede infundir algo inexistente?
Uno lo suficientemente inmenso como la criatura misma que se acercaba obteniendo forma de un ser oscuro y blanco, con sus grandes dientes mostrándose ante mi, su inmensidad hambrienta, yo era su comida.
Solo pude cubrirme con los brazos mientras la orca pretendía devorarme pero no hubo tal cosa, solo la dulce sensación de su cercanía como un delfín deseoso de jugar con su entrenador. Reí, sentía que él también reía pero una especie de risa que obtenía forma humana.
La más dulce de todas las risas.
Recuerdo haber abierto los ojos para ver al amistoso animal.
Solo vi sus ojos verdes.
La curva de sus labios.
Su cabello castaño.
Y el despertador sonando a las seis de la madrugada.
¡Buenos días mundo! ¡Realmente no quería despertar! Gracias.
Y aquí inicia el reto de aquí a navidad, corto pero prometo que será entretenido. Gracias por leer!
Atte. Zakki
