¡Hola! Esta es la primera vez que escribo un fanfiction en mi idioma natal, el español. Quería probar ya que esta historia es compleja, y escribir en mi idioma simplifica un poco eso. ¡Gracias a los que se tomaron la molestia de entrar y leer mi historia! ¡Intentaré no defraudar a nadie, y por favor denme sus opiniones!
CAPÍTULO 1: Y EL FUTURO TE PEDIRÁ AYUDA
El hombre de azul se sentó en la más alta de las sillas y miró abajo. A sus pies yacía un objeto pequeño que aparentaba ser una caja de metal.
-Revelio
La caja se elevó apenas un centímetro del suelo y luego se abrió. Estaba vacía. El hombre frunció el seño. Había intentado con todos los hechizos que podrían abrirla, pero solo el encantamiento revelador lo había logrado, y sin embargo sentía que no había logrado descifrar el misterio de esa caja. Acarició su larga barba y repitió:
-Revelio
La caja se elevó un poco más, brilló y una danza de colores brillantes la rodeó hasta cubrirla por completo. El hombre rió extasiado. ¡Lo había logrado!
Los colores desaparecieron y en su lugar dejaron un frasquito transparente que contenía un líquido de colores cambiantes. ¿Qué era eso? Parecía ser una memoria con una extraña peculiaridad. Con rapidez se dirigió a uno de los gabinetes de cristal de su oficina, sacó su pensadero y lo colocó en la mesa. Prosiguió a tomar el frasco y a verter su contenido en él. Una luz cegadora lo aturdió un momento, pero puedo darse cuenta de que lo que había hecho era correcto. Por unos minutos observó como la memoria se arremolinaba, pero no mostraba nada concreto. ¿Qué buscaba la persona que le había enviado esa caja? ¿Por qué una memoria? Las preguntas seguían colándose en su mente. Para responderlas, debía adentrarse en los recuerdos de alguien desconocido.
Y aunque nunca se fiaba de cosas sospechosas, la caja lo había torturado con su tenacidad durante dos meses. Puede ser que él sea sabio y analice las cosas, pero también era curioso. Se asomó otra vez al pensadero y le dedicó una mirada apreciativa, por fin descubriría lo que lo había tenido en ascuas por bastante tiempo.
Albus Dumbledore se sumergió y no salió de allí en un buen rato.
La casa de los Potter era una modesta cabaña en el Valle de Godric. Los vecinos adoraban pasar por ahí y mirar como las luces de Navidad parpadeaban sobre el techo; como el hombre de nieve que el señor Potter había construido dos semanas atrás bajo la estricta supervisión de su esposa se mantenía en pie, y no se desmoronaba ni con el fuerte viento que atacaba Diciembre; pero lo que más disfrutaban, era el nuevo brillo de Lily Potter. Se veía radiante, llena de vida. Iba de un lado a otro, tocando puertas y saludando a los demás con un pedazo de tarta de melaza en la mano. Su embarazo, aunque aún no se notara tanto físicamente, era obvio en su nuevo afán por sentarse frente a su casa a ver a los niños jugar. Las vecinas estaban seguras de que cuando tuviera a su bebé, estaría aún más feliz.
James Potter la acompañaba, revoloteaba a su alrededor como un perro guardián que vigilaba cada movimiento de su esposa. A los niños del Valle de Godric les gustaba James, siempre llegaba al pueblo con dulces de extrañas formas, tamaños y colores y se los daba con una gran sonrisa. A veces salía a jugar con ellos y ellos se divertían como nunca, y Lily los miraba de lejos, con una hermosa sonrisa de júbilo. Precisamente en ese momento se encontraba derramando algunas lágrimas mientras veía a su esposo jalar el pequeño trineo de nieve con Matt Yeats, el menor de sus vecinos de enfrente, encima, y riendo.
James la vio desde donde estaba, y rápidamente se acercó a ella con cara de preocupación. En la nieve, Matt Yeats hacía un puchero; su compañero de juegos lo había abandonado.
-Lily,- James dijo mientras se sentaba a su lado y la abrazaba. Estaba helada, su nariz estaba rosada y sus labios pálidos. - ¿Qué sucede?
Lily le dedicó una sonrisa. - No es nada. Me emociona ver cómo te diviertes y me pone un poco sentimental...
-¡Ya verás cuando nazca nuestro hijo! Lo sacaré todos los días aquí y le enseñaré a-
-¡No todos los días!- Lily lo miró con reproche. - Será muy pequeño como para salir en cada momento que se te antoje. Los ojos avellana de su esposo la miraron con tristeza. -No me convencerás, y lo sabes.
James suspiró. -Lo sé, lo sé.
-¿Qué sabes Cornamenta?, que yo sepa, tu conocimiento es tan limitado como el de un ciervo.
Ambos voltearon a su izquierda y se encontraron con dos de sus personas favoritas. Sirius Black era el mejor amigo de James desde que tenían once años, y ahora también era el de Lily. Su pelo negro y ondulado, la expresión burlona de su rostro y la manera en la que se apoyaba seductoramente en una pierna le daban un toque especial, entre chico malo y chico con clase. A su lado estaba Peter Pettigrew, un joven rubio y regordete que le llegaba a Sirius al hombro. Sus ojos eran negros y pequeños, y su nariz puntiaguda, lo que le daba el aspecto de una rata subida de peso.
James levantó una ceja. - Canuto, ¿realmente quieres que empiece a contarle a Lily lo que pasó con Marlene?
La sonrisa de Sirius desapareció en el instante. Lily miró a su esposo.
-¿De qué hablas? ¿Qué ha pasado con mi amiga?
-Gracias, amigo.- Sirius dijo a través de sus apretados dientes. Peter dejó salir un agudo sonido que desvió la atención de todos hacia él.
-¿Porqué nadie me dice nada a mí? Ustedes siempre saben todo y me excluyen...
-No te excluimos, Colagusano.- Sirius le revolvió el rubio cabello. Peter se separó al instante de él y caminó al lado de Lily. -¡Lo que pasa es que tú siempre nos dices que estás ocupado Dios sabe con qué y nunca estás!
-Hablando de gente que no está, ¿sabes algo de Lunático?.- James preguntó. -He intentado comunicarme con él, pero no lo encuentro...
-Remus debe estar cansado, la luna llena de ayer fue bastante dura para él...
-Entonces lo has visto.
Sirius tenía la pinta de alguien que ha divulgado un secreto. -N-No, solo sé que fue dura porque...
Lily suspiró.-Últimamente no ha querido hablar con nosotros. En un comienzo pensamos que era porque estaba ocupado con algo, pero me doy cuenta que está evitándonos.
James meditó las palabras de su pelirroja por unos momentos. ¿Qué era eso tan importante que estaba separando a Remus de ellos? A penas lo habían visto esos últimos meses, solo aparecía algunos sábados por la noche para saludar y comer algo, luego se iba y no se volvía a saber nada de él hasta bastante tiempo después. Pero algo no encajaba, Sirius parecía saber el porqué de la ausencia de Remus...
-Bueno, sus razones tendrá.- La dulce voz de Lily lo sacó de sus pensamientos.-No deben forzarlo a que les cuente detalles de lo que hace.
Peter frunció el seño.-¡Pero somos los Merodeadores! ¡Sabemos todo sobre todos! Siempre ha sido así desde Hogwarts, no entiendo porque ahora hay tanto misterio.
-Ay, por favor.- Lily se cruzó de brazos. –Soy testigo de lo cercanos que son, pero no creo que se cuenten todo lo que sucede, ¿verdad?, quiero decir deben haber ciertas... intimidades- miró a James.-que no divulgan, ¿cierto?
La mirada que compartieron los tres amigos decía más que mil palabras, y fue suficiente para que Lily caiga en la conclusión de que su vida matrimonial nunca había sido de dos, sino de seis. Sabía que James le contaría a Sirius, Peter y Remus acerca de como iban las cosas entre ellos, pero sinceramente, ella pensaba que por lo menos su vida íntima sería respetada. Miró a James y vio como se removía incómodo.
Lo obligó a mirarla.
-James, desde ahora no puedes contarle a ninguno de los tres acerca de nuestra relación de pareja, ¿entendiste?
James la miró horrorizado. –Pero Lily-
-Sin peros.
-Oh vamos, Lily,- Sirius le dedicó una sonrisa irresistible para cualquiera, pero no para Lily. –El muchacho necesita desahogarse...
-¿Desahogarse?.- James miró a Sirius de una forma que decía luego te mataré. Lily se puso de pie frente a su esposo. -¿A que se ref-?
Pero no pudo continuar, una luz blanquecina y brillante había aparecido detrás de James. Los cuatro rodearon la luz, tratando de ocultarla de los vecinos que aún estaban en la calle. La luz tomó la forma de un ave majestuosa, de largas plumas y plateados ojos que los observaban detenidamente: un fénix, el patronus de Dumbledore.
-James, Lily, necesito que vengan mañana a Hogwarts. Hay algo urgente que debo tratar con ustedes. Traigan a Sirius, Remus y Peter, si es posible también a Marlene. Los estaré esperando.
Y con eso el fénix se desvaneció en la nada. Sirius, James, Lily y Peter miraron el lugar con cierta sorpresa. ¿Algo urgente? Qué podía ser tan urgente que Dumbledore los había citado a Hogwarts; no podía ser nada de la Orden, nunca los llamaba ahí para esos asuntos. Debían esperar al día siguiente para averiguarlo.
El castillo de Hogwarts traía tantos recuerdos a la memoria de Lily que sentía que iba a llorar de la emoción. Su esposo y sus cuatro amigos, Sirius, Remus, Peter y Marlene; caminaban tras de ella comentando acerca de algunos cambios que habían notado en su recorrido, pero Lily solo quería fijarse en aquello que permanecía igual.
Mientras se adentraban por un pasillo, Lily tuvo un recuerdo vivido de ella corriendo de unas bombas fétidas que Sirius y Remus habían soltado en el salón de Encantamientos. Y ahí estaba ese cuadro que siempre le decía lo mucho que le gustaba su cabello rojo, y más allá estaba el comedor en el que tantas veces había disfrutado de una deliciosa comida. Miró por la ventana y localizó el árbol en el que James solía sentarse a espiarla desde cuarto curso y un recuerdo invadió su mente.
Estaba leyendo su ensayo de Transfiguración bajo la sombra del árbol. Era un día caluroso y muchos se habían retirado a la sombra como ella. Lily sentía el viento golpearle la cara y refrescarle la mente, se sentía en paz, tranquila…
Y Sirius Black seguido por James Potter pasaron corriendo frente a ella.
Estaban sin camisa, carcajeándose mientras veía a Peter sonrojarse a lo lejos. El pobre también estaba sin su camisa del colegio pero en vez de verse divertido y confiado como sus amigos, tenía la cara roja de la vergüenza. Lily ni siquiera se paró para ayudarlo, simplemente siguió leyendo como si nada hubiera pasado. Sabía que como prefecta, era su deber sancionar a Potter y Black por molestar a un compañero, pero Peter sabía en lo que se metía, y Lily había decidido años atrás que no valía la pena intentar convencer a Peter de que encuentre otros amigos. Al parecer él estaba feliz con que los chicos más populares lo consideraran su amigo. Se olvidó de los Merodeadores y volvió a su ensayo. Paz, tranquilidad…
Y la camisa de Potter cayó en su cabeza.
Lily no reaccionó en un comienzo. La camisa de Potter estaba sobre ella y ella no se movía. Un olor la invadió por completo, y se dio cuenta de que era la esencia de James. Olía a canela, a frescura y a ese aroma peculiar que poseían todos los chicos adolescentes. Luego de unos segundos levantó un brazo y quitó la camisa de su cabeza.
Y se encontró con los ojos de Potter. Y su cuerpo semi desnudo.
Ella le dedicó una mirada de odio y le entregó su camisa sin decir nada. James le sonrió a modo de disculpas y le susurró un "lo siento Evans" antes de abotonarse la camisa y salir corriendo tras Sirius, que al parecer estaba intentando saltar al lago. Ella se quedó con la fragancia de James impregnada en la memoria, y no lo pudo sacar de su cabeza desde ese momento.
Lily se dio cuenta ese día que si sentía atracción por James. Tal vez no era emocional, pero si era física, como lo demostraba aquel armario de las escobas que estaba frente a ellos ahora. Ahí había compartido su primer beso con James una tarde en la que estaba especialmente irritable.
Odio a Potter, Lily pensaba mientras caminaba furiosa hacia la sala común, es un cretino. "Sí, pero es un cretino que no puedes sacarte de la cabeza." Le respondió una voz en su cabeza que sonaba sospechosamente a su amiga Marlene. Lily se había pasado todo el día distraída por "El Incidente de la Camisa" de la semana anterior. Potter la atormentaba en sueños y ahora en las clases. ¡Odiaba sentirse así! ¿Qué diría Severus si supiera que tenía sueños sobre Potter? Desvió esa pregunta, Snape había elegido su camino el año pasado, ya no quería saber de él…
Tan distraída estaba que tropezó y cayó al suelo con un sonoro ruido. ¡Se suponía que debía ser cuidadosa! Eran más de las once y estaba fuera de su cama, si la encontraban tendría un castigo. Escuchó unos pasos que se acercaban e inmediatamente buscó donde esconderse. Lo único que divisó en su estado de pánico fue un pequeño armario de escobas a su derecha. Sin pensarlo dos veces, saltó y entró. Y se topó con algo duro. ¿Era esa la pared del fondo del armario? ¿Qué tan pequeño es? Pero entonces unos brazos la rodearon y ella dejó un extraño chillido salir de su boca.
Entonces Lily no entendió lo que sucedió después, pero lo primero que registró fue el calor. Sintió un extraño hormigueo recorrer todo su cuerpo. Lo segundo que registró fue que la estaban besando. Apasionadamente. Y lo tercero fue que era James Potter. Ese olor era inconfundible.
En ese momento Lily ni siquiera intentó pensar, ni empujarlo lejos de ella, hizo todo lo contrario. Pasó sus manos por el cuello de James y aprisionó su pelo negro con sus manos. Se pegó a él por completo, parecía que querían fundirse y ser uno solo. Era un sentimiento loco y totalmente excitante. La intrépida lengua de James se adentró en su boca y ella la recibió con un gemido de placer. Esto la estaba matando lentamente, quería más, más, más…
Y tan rápido como empezó, terminó. James se separó de ella pero la mantuvo presionada contra la pared. Sus agitadas respiraciones sincronizaron y se mantuvieron inmóviles. Lily no podía creer lo que había pasado, ¡había besado a Potter! Bueno, técnicamente él la había besado, pero había sido aún mejor de lo ella había pensado y soñado.
-Evans,- James dijo su apellido como una caricia, lento y sensual. –Perdón por eso, pero ibas a gritar y era eso o que nos encuentren a ambos aquí.
Lily tenía la garganta seca. –No hay problema. En-entiendo la situación, Potter.
Sintió que James olía su cabello y ella cerró los ojos.
Después de ese primer beso, ambos se separaron sin decirse mucho. Lily se enteró una vez que James y ella empezaron a salir que él se estaba escondiendo de Sirius, que quería obligarlo a ir a una fiesta en Hogsmeade donde se rumoreaba se estaban alojando un grupo de alumnas de la academia francesa de magia, Beauxbatons.
Ese beso la llevó a estar más distraída que antes, pero mejoró en Transfiguración, más que nada por el hecho de que James era excepcionalmente bueno en esa materia, y ella quería demostrar de alguna manera que no se dejaba ganar por él. Lily miró a su esposo y le sonrió. Estaba segura que él también estaba recordando viejos tiempos.
Llegaron al despacho de Dumbledore, dieron la contraseña ("¡Sorbete de limón!") y subieron las escaleras hasta entrar y encontrarse con su antiguo director. Dumbledore vestía una de sus excéntricas túnicas de color morado con estrellas, y su larga barba blanca estaba atada por una fina cinta blanca. Físicamente, Dumbledore estaba igual que siempre, pero lo que sorprendió a sus visitantes fue la expresión melancólica de su rostro. Su profesor siempre los recibía con una sonrisa y esos ojos que brillaban con emoción, pero ahora su cara mostraba tristeza y preocupación.
-Gracias por venir.- dijo con una voz cansada. –Por favor siéntense.
-Profesor,- Remus dijo. –Nos tiene preocupados.
Dumbledore asintió despacio. –Lo sé. Lo que voy a contarles es urgente y muy peligroso.
Se puso de pie y caminó hasta donde se encontraba su pensadero. Lo asió y tomó el frasco con el flujo de memorias que estaba al costado. Se dirigió al escritorio frente al cual estaban sentados, y colocó ambos sobre él. Tomó asiento.
-Hace dos meses recibí una carta y una caja de metal. La nota decía que la quemara después de leerla, pero logré memorizarla ya que es bastante corta.- Todos lo miraron expectantes. – Decía, escrita claramente en una caligrafía conocida por todos los que estamos en esta sala, lo siguiente: "Mi mundo se está deteriorando poco a poco, así que acudo a usted. Hopthorn, 670-356-002."
Todos lo miraron sin entender, Dumbledore suspiró. – La persona que escribió esa carta mandó un flujo de memorias,- señaló el frasco. –que estaba encantado para que parezca una simple caja de metal. Esa persona quería que yo revisara esos recuerdos porque contienen fragmentos de la vida…futura.
Marlene jadeó. – ¿Eso quiere decir que lo enviaron del futuro? ¡Pero eso es imposible!
-No es imposible.- Remus dijo. –Si lo piensas bien, en el futuro se puede haber hallado alguna forma de comunicarse con el pasado. Ahora mismo están intentando desarrollar giratiempos que regresen horas en vez de minutos.
-Precisamente, Remus, tienes mucha razón.- Dumbledore dijo y supervisó a todos por encima de sus lentes de media luna. –No sé quién es Hopthorn. Investigué pero no hay registro de él, por lo tanto presiento que es del futuro. Hay una pregunta, además, que yo sé que están haciéndose todos, quizás Lily, quiera hacerla.
Lily había permanecido callada, aferrada al brazo de James mientras intentaba entender lo que sucedía, razón por la cual la pregunta la cogió desprevenida. Dijo lo primero que le vino a la mente.
-¿Quién escribió la carta?
Dumbledore sonrió por primera vez. –Usted, Sra. Potter. Fue usted.
Lily y James intercambiaron miradas desconcertadas. ¿Ella? Ella había enviado esa carta en la que decía que su vida era un desastre. Querían saber que estaba pasando, y lo querían saber ahora.
-Dumbledore, ¿qué…?
-Quiero que vean estas memorias.- Dumbledore abrió el frasco y echó su contenido en el pensadero. – Al comienzo no van a tener sentido, son fragmentos, como ya dije, pero luego va a parar en una muy especial, y quiero que presten atención a esa en particular.
Sirius movió su cabeza de lado a lado, sin comprender. -¿Cómo sabremos cual es la indicada?
Dumbledore miró a Lily. –Lily lo sabrá. Ella se dará cuenta.
James volvió a mirar a su esposa y encontró determinación en esos ojos verdes. Ella quería respuestas, y las iba a conseguir.
-Está bien,- dijo suspirando.
Los seis se pusieron de pie y se acercaron al pensadero. Miraron su contenido y luego se observaron entre ellos, aceptando silenciosamente.
-No quiero que se aflijan por lo que van a ver. Tengan en cuenta que todo esto puede cambiar. Sólo observen, y no toquen a sus contrapartes futuras, porque si lo hacen… entraran en ese futuro, y va a ser muy difícil sacarlos de allí.
Asintieron sin estar totalmente seguros de lo que hacían, y uno por uno se adentró en su destino.
Espero poder escribir el siguiente capítulo pronto. Estoy de vacaciones, así que voy a tener tiempo de avanzar. ¡Gracias a los que leyeron este capítulo, y espero que lean el siguiente! Si les gustó por favor déjenme un comentario y si no les gustó también, acepto crítica constructiva, jajaja.
