Este fue el primer fanfic que escribí y después de mucho tiempo decidí mejorarla.
Segunda actualización: sólo arreglé unas fechas y algo de la narrativa que estaba desordenada, no añadí nada nuevo.
/Silent Hill y algunos personajes de los juegos no me perteneces a excepción de mis propias creaciones.
Música:
Silent Hill Shattered Memories – Hostility
Silent Hill 3 – End of Small Sanctuary
Silent Hill 4: The Room – Limited Edition – Fortunate Sleep – Cat Scratchism Mix
* /Significa que la música se detiene en ese punto.
Silent Hill: The Last Sacrifice
Capítulo 1: Pesadillas.
(Silent Hill Shattered Memories - Hostility)
… el sonido de una sirena rompió el silencio sepulcral de aquella ciudad solitaria, entonces la niebla desapareció, dando paso a la oscuridad, la cual engulló aquel lugar rápidamente.
Ella se detuvo al notar aquel drástico cambio, sin saber muy bien como reaccionar a él o que problemas podrían acarrear. De pronto, unos pasos a sus espaldas la sobresaltaron, cortando su línea de pensamiento y al darse la vuelta, contempló con horror a un ser deforme y horrible acercarse con un caminar bamboleante. Por un momento se quedó allí, quieta, sin poder quitar la vista a aquella aberración, sin poder reaccionar, cuando repentinamente sintió un golpe de energía llenar todo su cuerpo y sin siquiera pensarlo ni sabiendo a donde dirigirse, corrió.
De un momento a otro se halló dentro de un edificio, al parecer un hospital. Se quedó quieta sin saber que hacer, aquello escapaba a toda lógica, entonces un sonido agudo llegó hasta sus oídos, llamando su atención. Era como si estuviesen arrastrando un gran objeto de metal. Sin previo aviso, doblando la esquina, otra espantosa criatura hizo aparición: era musculoso y muy grande, de contextura maciza. Usaba una sucia túnica hecha jirones, mientras que sobre su cabeza destacaba una capucha larga y puntiaguda, con dos pequeños agujeros negros a la altura de los ojos, el cual usaba para ocultar su rostro, recordándole a la descripción de los verdugos de tiempos antiguos. Tenía una gran protuberancia parecida a una joroba en la espalda y sus grandes manos enguantadas, sostenían un hacha de grandes proporciones cuyos extremos rozaban las paredes, por lo cual la mayor parte del tiempo lo cargaba arrastrándolo; en uno de sus antebrazos pudo distinguir levemente un dibujo como de una horca. A su lado le acompañaban miles de cucarachas y otros insectos de gran tamaño, además de pequeños y desfigurados monstruos reptantes.
Las primeras se abalanzaron sobre ella, haciendo jirones su vestido blanco que no recordaba haberse puesto. Algunas se agarraron a la tela con firmeza, por lo que las golpeó desesperadamente con un tubo de cañería, que no recordaba haber tomado, para sacárselas de encima.
Comenzó a correr, justo a tiempo pues la horda de cucarachas llegó sólo segundos después al lugar en el que estaba parada. Entró por una puerta al azar y la bloqueó con su arma, sabía que no iba a durar mucho pero esperaba que le diese el tiempo suficiente como para escapar. Se dio la vuelta y no hubo dado ni dos pasos cuando se detuvo, casi la mitad del piso de la habitación se encontraba ausente y al otro lado de aquel abismo estaba la salida, pero eso no fue lo que más la impacto, sino los cuerpos putrefactos que colgaban de unos ganchos por sobre el foso; su sola vista le revolvió el estómago haciéndola vomitar. Unos fuertes golpes en la puerta la hicieron voltearse justo a tiempo para verla ser derribada, permitiendo la entrada de aquellos seres. Una de las cucarachas atacó su brazo, dejando un rasguño lo suficientemente profundo como para hacerla sangrar, entonces perdió el equilibrio, esquivando por suerte un golpe que aquel ser gigantesco lanzaba contra su cabeza con su gran hacha.
Sintió el aire del ataque a centímetros suyos, luego sólo el vacío y el sonido lejano de una sirena…
(*)
-.-.-.-.-.-.-.-
Aquel era un día como cualquier otro de verano, el calor del sol era apaciguado por unas corrientes frías de aire que llegaban desde el norte, mientras varios cúmulos de nubes se deslizaban con lentitud por el cielo, tapando de cuando en cuando la luz solar.
En ese momento, Sarah Helen, una chica de cabello y ojos color castaño claro despertaba abruptamente de su siesta. Aún algo aturdida, se sentó en la cama con las piernas flexionadas y observó distraídamente el pedazo de cielo que se podía ver a través de la ventana de su cuarto.
"Otra vez esos sueños… si sigo así creo que me volveré loca"
Dirigió una mirada distraída a su alrededor, deteniéndose en las varias cajas aún sin desempacar que ocupaba una buena porción de su diminuto cuarto. Había cumplido 18 años hacía dos meses pero ya poseía un departamento propio, uno pequeño y nada lujoso, pero era un comienzo para su vida independiente y lo que se podía permitir con su trabajo. Más tarde, cuando sacara algún título y tuviese un mejor empleo apostaría por algo mejor.
Aunque sus padres adoptivos la apoyaban con su decisión, ella estaba decidida a no ser una carga, todo había ido bien hasta hacía un mes, cuando las pesadillas comenzaron. Primero fueron leves, demasiado difusas para entenderlas, pero en el último tiempo se habían vuelto más terribles, extensos y detallados, llegando a afectar su vida diaria y laboral.
"Tendré que hacer algo pronto" pensó. En ese momento se dio cuenta de un ardor en su brazo y observó consternada una herida en él. "¿acaso… me lo habré hecho sin darme cuenta mientras dormía?, ¿o tal vez…?" en seguida rechazó la otra idea, era demasiado loco, imposible, aunque últimamente las cosas ya no tenían sentido.
Después de la primera semana, había decidido investigar sus sueños, ubicar el origen de ellos. Quizás fuera a causa de algo que vio por la tele y la afectó más de lo pensado, o tal vez un sitio que visitó en algún momento.
Escribió las cosas que recordaba y le parecían importantes, también el aspecto del sitio con algunos edificios. Toda su investigación apuntaba a un solo lugar: Silent Hill, el pueblo de su infancia.
Casi no recordaba ese lugar, el nombre y la imagen de un gran lago era lo único claro que acudía a su mente. Sabía que algo había sucedido en ese lugar, algo que desencadenó el viaje que la llevó con su actual familia, pero nunca le importó investigar la razón y los documentos en poder de sus tutores no decían nada revelador. No sentía ninguna clase de nostalgia ni conexión con ese pueblo, pero algo en lo profundo de su ser le decía que debía volver, cerrar "algo" en su pasado; quizás de esa forma las pesadillas terminarían. Sabía que era una completa locura guiarse de ese modo por la intuición, pero seguro que cualquier psicólogo le terminaría diciendo lo mismo y la verdad, no estaba de humor como para ir a esas cosas y que le dijesen lo que ya sabía, además tampoco le gustaban.
Había pedido permiso en su trabajo y ya tenía la maleta lista en un rincón, con unos pocos objetos que ella creía pertinente llevar. Incluso portaba algo para defenderse, nunca estaba de más, eso lo había aprendido en un viaje que había realizado hacía unos años. Lo único que le faltaba era un vehículo, su mejor amigo se había comprado uno recientemente, no recordaba la marca pero era de un color azul brillante, así que le había pedido que se reuniera con ella durante la tarde en un café, donde pensaba pedírselo prestado.
Observó el reloj, le quedaban dos horas y media para la reunión, suspiró y se levantó caminando a paso lento hacia el baño. Aún le dolía la cabeza, aunque un poco menos, esa era la principal razón por la cual se había recostado.
Después de atender su herida se miró en el espejo. Pues sí, claro que se veía horrible con aquellas ojeras, despeinada y los ojos cansados, abrió el grifo y se lavó el rostro varias veces; tras peinarse y darse unos pequeños retoques se veía algo más decente.
Sabía que era temprano, pero necesitaba caminar un poco para despejar su mente y sacar esa intranquilidad que sentía ante su viaje inminente. No demoró más de media hora en llegar, era una cafetería construida recientemente de paredes color crema bastante lindas, también conocía al dueño del local, un hombre agradable llamado Hank. Ella le ayudó cuando recién había abierto, así que siempre le hacía un pequeño descuento y a veces hasta le regalaba alguno de los pasteles del mostrador, "cortesía de la casa". También conocía a su esposa Carla y su pequeña hija de seis años llamada Mandy.
Como siempre saludó a Hank y ya que había llegado temprano, pidió un café capuchino con un sándwich y se sentó a esperar en una de las mesas al lado de la ventana. Desde allí podía ver el South Ashfield Heights, el cual era un antiguo edificio de departamentos en forma de U. Aún recordaba haber hecho un informe de ese lugar para la escuela: su historia, anteriores dueños, anécdotas, entre otros, incluso junto a su amigo habían logrado colarse dentro del edificio para sacar fotos.
En ese tiempo se podría decir que ella era algo rebelde, aunque si lo pensaba bien, había sido como cualquier otra chica sólo que con gustos bastante diferentes: mientras algunas iban a fiestas, salían con chicos a beber o destruían cosas y otras, en el otro extremo, eran más tranquilas y se la pasaban practicando algún deporte o estudiando, ella y su amigo se metía en problemas entrando a lugares cerrados o abandonados e investigando su historia, ingresando a hurtadillas en el cementerio —cuando aún no habían implementado el tour nocturno —, entre otros.
No pudo evitar reír para sus adentros. Esos fueron buenos tiempos, aunque debía reconocer que, a pesar de lo temeraria que había sido, aquel edificio de apartamentos le dio escalofríos, y aún lo hacía, aunque no era para menos, tomando en cuenta los eventos que tomaron lugar hacía un buen tiempo atrás, las extrañas muertes, los accidentes…
(Silent Hill 3 – End of Small Sanctuary)
Sus pensamientos fueron interrumpidos con la llegada de su amigo, su nombre era Jack Wilcox, quien a pesar de tener la edad que ella, su baja estatura y rostro ovalado lo hacían ver un poco más joven. Debía reconocerse a sí misma que se había vuelto un chico muy lindo, con su cabello y ojos de un profundo color negro, sumada a su sonrisa que siempre había portado un toque cálido. Si no estuviese tan concentrada en su trabajo y en iniciar alguna carrera, no dudaría en salir con él y ver que resultaba de ello, en una de esas pasaba a algo más. El muchacho la saludó con energía y tras sentarse y pedirle un café a la camarera, le sonrió con algo de picardía diciendo:
— ¿Y?
— ¿Y qué?
— ¿No me vas a decir la razón por la cual quieres usar mi auto? Llevas una semana evadiéndome la pregunta pero hoy no te dejaré escapar.
— Tu ganas— suspiró Sarah, intentando reprimir una sonrisa y mantenerse seria—, pienso ir a Silent Hill
— ¿Silent Hill… y para qué quieres ir allá? No es un lugar muy conocido —quiso saber Jack, sus ojos brillantes de curiosidad.
— Se podría decir que tengo unos, bueno, asuntos pendientes que arreglar…
Se vieron interrumpidos cuando la camarera trajo el pedido de Jack, tras irse y después de que él diera un pequeño sorbo a la tasa y devorara la mitad de su pastel, continuaron.
— Mmm… sabes, ahora que recuerdo mis padres son de allí, viví un tiempo en ese lugar, creo que hasta lo años
— ¿Y por qué no me habías dicho nada? —preguntó Sarah fingiendo enojo.
— Porque no me preguntaste y tampoco es algo relevante, quiero decir, apenas recuerdo una que otra cosa de ese sitio… de todos modos ¿por qué te sorprendes tanto?
— Porque yo también viví allí de pequeña…
— Vaya, que casualidad ¿no?
— Supongo… entonces ¿me prestas el auto? —consultó Sarah, volviendo al tema principal.
— Esta bien, pero me lo cuidas. Por cierto ¿Cuándo te vas?
— Mañana por la mañana
— Si que estás apresurada ¿eh?... sabes, aún no me respondes cual es la razón de todo esto, pero cuando vuelvas no te dejaré escapar a esa pregunta —dijo mientras apuraba lo último que quedaba de café en su taza —. Bueno me voy, te dejaré el auto más tarde, seguro quieres aprovechar de descansar antes de salir.
— Si, gracias Jack, en serio te lo agradezco…
— No es nada, de verdad, hasta luego.
(*)
Aquella noche apenas pudo dormir, sueños oscuros poblaban su mente que al despertar desaparecían, dejando sólo angustia y un mal presentimiento detrás, aun así tal como lo había planeado, partió temprano en la mañana. A aquella hora circulaban muy pocos automóviles y las únicas personas que se veían caminar por las calles, eran algunos borrachos de la noche anterior y alguno que otro trabajador que le tocaba turno de madrugada.
Después de salir de la ciudad y tras unas horas conduciendo paró en una gasolinera donde llenó el tanque y compró un café con un paquete de galletas y un sándwich, de nuevo en la carretera, se puso a pensar en las cosas que había investigado del pueblo. Según una página de misterios, había sido construida sobre un lugar sagrado y que esa era la razón por la cual se dice que está maldito. También se mostraba una gran lista de incidentes que por un tiempo afectaron el turismo en la zona, pero desde comienzos del 2000, esos eventos comenzaron a disminuir drásticamente hasta la actualidad, en la que apenas se registraban hechos extraños.
Últimamente se habían estado haciendo reconstrucciones a algunos edificios de la zona, que se vieron afectados por el abandono o el deterioro del paso del tiempo, incluso en la periférica, algunas personas del exterior estaban comprando terrenos para formar casas, tanto de veraneo como de residencia permanente. Y es que aquel lugar tenía un encanto que cautivaba a las personas: quizás fuera su tranquilidad o la niebla, que de cuando en cuando emergía del lago y rodeaba la zona, difuminando la realidad.
La ola de crímenes parecía haber quedado atrás y para muchos, el lugar era un simple pueblo, pero para otros esto apenas significaba algo: decían que la tranquilidad sólo se debía a que quienes provocaban aquellos asesinatos, algo llamado "el culto de Silent Hill" habían casi desaparecido, pero el pueblo aún seguía llamando a los perdidos.
Aquello último no había logrado comprenderlo, los pueblos no estaban vivos ¿verdad?, eso parecía más el guión de una película de terror o una historia de Stephen King que a la vida real, pero lo del llamado "culto" al parecer sí ocurrió, aunque no había alcanzado a ahondar mucho en el tema por falta de tiempo; seguramente eran solo fanáticos religiosos y esas cosas.
Después de un par de horas dio con el cartel que indicaba la desviación para entrar en Silent Hill. Desde Ashfield hasta ese pueblo era casi medio día de viaje y estaba realmente agotada, aún le quedaba un rato más por aquella carretera un poco antigua para llegar al pueblo, esperaba aguantar lo suficiente para pedir una habitación en algún lugar y darse una buena siesta. Apuró lo último que quedaba del café y dejó el envase en el asiento del copiloto.
Al poco avanzar por esa carretera, un cartel pequeño apareció que decía: Zona de Niebla, momentos después apareció otro: En caso de neblina reduzca la velocidad.
Aquellos carteles le recordaron unas historias que había leído también en internet: usualmente la neblina desaparece —o disminuye — a eso del mediodía, pero en determinadas épocas del año ésta es tan espesa que cubre la zona durante días sin desvanecerse, un verdadero espectáculo según algunos, aunque algo peligroso para los conductores. También se dice que es en ese tipo de niebla cuando hay más posibilidades de ver "cosas extrañas". ¿Qué cosas?, nadie lo dice y así pasa a ser sólo una leyenda urbana más de aquel lugar.
Una hora después, cuando ya se había internado bastante en esa carretera, la famosa niebla comenzó a rodearla. Por alguna razón aquello la inquietó, quizá por que le recordaban mucho sus sueños, además sentía una extraña sensación de peligro; intentó borrar ese pensamiento de su mente, parecía una paranoica.
Encendió la radio para ayudarla a eliminar sus inquietudes, al instante sintonizó una estación en la cual estaban pasando una canción. Era bastante tranquila y parecía emitir una sensación de tristeza, lo cual no la ayudaba mucho pensando en lo cansada que estaba, aún así no se animaba a buscar algo más movido así que la dejó estar. Entonces la letra comenzó:
A letter to my future self
"Am I still happy?" I began
Have I grown up pretty?
Is Daddy still a good man?
Am I still friends with Coleen?
I'm sure that I'm still laughing
Aren't I? Aren't I?
De pronto la vista se le nubló levemente, el cansancio seguramente: millones de imágenes difusas asaltaron su mente. Decidió que lo mejor era parar un momento cuando la radio enloqueció, no importaba que estación colocara todas emitían estática, tampoco podía apagarla.
No sabía que estaba pensando. Repentinamente vio una figura difusa pasar corriendo por entre la niebla a tan sólo unos metros, frenó de golpe, el auto patinó por el asfalto húmedo dando varias vueltas hasta detenerse abruptamente, haciendo que la cabeza de Sarah se golpeara con fuerza contra el volante, sumergiéndola en la oscuridad.
(Silent Hill 4: The Room – Limited Edition – Fortunate Sleep – Cat Scratchism Mix)
Despertó con el cuerpo entumecido por el frío, completamente desorientada trató de enfocar su mente y recordar el último acontecimiento; no sabía cuanto tiempo había estado inconsciente. Comenzó a moverse en el asiento cuando un fuerte dolor en su cabeza la hizo llevar su mano hacia su frente, descubriendo una pequeña herida cuya sangre ya había comenzado a coagularse.
Decidió salir del auto para ver mejor la situación, por suerte no había chocado. Miró en todas direcciones, pero lo que sea que hubiese cruzado —si es que así era— se había marchado hacía mucho.
Con sus manos comenzó a frotar sus brazos para entrar en calor, entonces a lo lejos, asomando entre la niebla vio un letrero, comenzó a caminar hacia él cuidando de no caerse, pues aún estaba algo mareada debido al golpe.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca para leerlo supo, de alguna forma, que aquel era el fin del camino fácil, mientras aquellas palabras escritas hacía mucho tiempo seguían dando la bienvenida a los desafortunados:
"Bienvenidos a Silent Hill"
