Privet! Éste es mi primer fic de Kuroshitsuji. Así que:

Advertencias: OCC, shonen-ai y MUY posible yaoi...y si se me ocurre, hasta lemon podría haber...pero no es seguro.

My Life Without You

-Kuroshitsuji- Sebastian x Ciel

Disclaimer: Todos los personajes de Kuroshitsuji pertenecen a Toboso Yana.

Summary: ¿Qué sucedería si Sebastian decidiera eliminar el contrato? ¿Qué haría Ciel ahora? ¿Qué tal si el nuevo amo de Sebastian, va tras Ciel Phantomhive?

Capítulo 1: "Ese Mayordomo, Elimina el Contrato"

--Mansión Phantomhive—

Su mano enguantada giró la perilla, mientras que su otra mano tenía bien sujeta la charola donde un té, recién hecho, se encontraba. Abrió la puerta con elegancia y rapidez, sin provocar ruido alguno. Entró, con su paso galante, a la habitación de su amo, quien seguía durmiendo bajo las impecables mantas. Dejó la charola de plata sobre una fina mesita de madera pulida, para después ir hacia las largas cortinas que impedían que los rayos del sol matutino entraran a arruinarle el sueño al joven Conde Phantomhive. Inmediatamente después de haber tomado entre sus manos una parte de la larga cortina blanca, la deslizó hacia uno de los extremos, provocando que los rayos solares se introdujeran en el recinto y le dieran de lleno en el rostro al niño que aún dormía en la enorme cama.

-Bocchan, es hora de levantarse.-avisó, con su voz calmada y, hasta cierto punto, autoritaria. El bulto que se encontraba arrebujado en la cama, tan solo se hizo un ovillo y se dio la vuelta. –Bocchan, será mejor que se levante ahora mismo, o su día se retrasará por completo.-insistió el mayordomo, mirando la hora en el reloj que había sacado de su bolsillo. –Ya lleva perdido un minuto, si sigue así, todas sus tareas se aplazarán…

El joven Phantomhive se levantó, con los ojos a medio abrir y la cara de disgusto. Su mirada de sueño e irritación se fijó en el hombre, mejor dicho demonio, que se encontraba frente a él, sirviéndole un humeante y delicioso té. Se talló los ojos y se estiró un poco, antes de que el mayordomo se le acercara para vestirlo.

El desayuno estaba servido en la mesa del comedor, la cual estaba engalanada en un impecable mantel blanco, de fina tela. El Conde, ataviado en un traje color tinto, se dirigió, seguido por su mayordomo, hacia el asiento que se disponía a utilizar. El sirviente se le adelantó, para colocar la silla de caoba de forma que el niño pudiese sentarse a gusto.

-Bocchan, recuerde que hoy tiene clase de violín a las 9 am, sus clases normales a partir de las 10 am. Así que espero que no se retrase revisando los papeles que le han enviado ésta mañana, los cuales ya se encuentran esperándole en su escritorio.

-…-el Conde tan solo se quedó en silencio, engullendo el delicioso desayuno que tenía ante él, mientras miraba cómo su mayordomo reñía a los demás sirvientes de la mansión Phantomhive por andar holgazaneando en lugar de hacer sus deberes domésticos. Era una escena tan común, pues cada día se repetía, pero aún así, aquello divertía de sobremanera al Conde.

-¡Yes, sir!-exclamaron los otros sirvientes, haciendo el saludo militar, antes de retirarse apresuradamente para realizar todas su tareas atrasadas, temiendo por sus vidas ante la mirada colérica del mayordomo. Bueno, todos a excepción del mayordomo anciano que siempre estaba bebiendo una infusión. Él tan solo salió con su calmado caminar.

La sonrisa de satisfacción que aún mostraba el rostro del pequeño Conde Phantomhive sorprendió demasiado al mayordomo, quien jamás lo había captado disfrutando de sus ataques de furia contra los otros sirvientes de la mansión.

-¿Bocchan?-inquirió, mientras el otro se deshacía con rapidez de aquella sonrisa, pues no era costumbre suya dejar que alguien le viera hacer aquél gesto. ¡Por todo lo importante de este mundo! ¡Ni siquiera tenía idea de que podía sonreír aunque fuera un poco y de forma tan sincera! Por ello, no dejaba que nadie lo supiera, pues aún era algo nuevo para él. -¿Estaba disfrutando de mi enojo hacia ellos?

-Tsk…-fue la respuesta que el mayordomo esperaba.-No te interesa eso, Sebastian.-dijo, mirando hacia otro sitio, con las mejillas ligeramente sonrojadas y dándole una mordida a un bollo.

-Como usted diga.-el demonio hizo una pequeña reverencia. Inmediatamente después, sacó su reloj del bolsillo. -Bocchan, es hora de que vaya arriba a revisar los papeles, o sus clases se retrasarán demasiado. –guardó el objeto una vez más en su sitio.

-Bien.-el joven Conde se levantó de su sitio, luego de haberse limpiado la boca, y comenzó a caminar hacia la puerta del comedor, la cual su fiel sirviente le abrió de inmediato. –Vamos, Sebastian.-el mayordomo le siguió.

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Sebastian se encontraba, como cada día, supervisando lo que cada uno de los demás sirvientes, algo incompetentes en los quehaceres de hogar para su gusto, había hecho. Ya había visto el desastre culinario que el "Chef" Bard había cocinado; la inundación del cuarto de baño que había en la segunda planta, provocada por Maylene, la "sirvienta" miope. Había pasado frente a Tanaka-san, el mayordomo que tan solo permanecía arrodillado, bebiendo su deliciosa infusión. Y ahora, ante sus ojos se encontraba la escena del crimen. Árboles arrancados, algunos quemados, unos cuantos supervivientes…flores marchitas o hechas cenizas…En fin, era el mayor desastre de la historia de los jardines. Su mirada, entrecerrada y amenazadora, se fijo en Finnian, el "jardinero". El rubio tan solo atinó a tensarse y tragar saliva del susto que le proporcionaba Sebastian cuando se enojaba de aquella manera con esos pobres mortales.

-Finnian…-susurró, de manera tan escalofriante que el pobre jardinero acabó temblando y casi huyendo, de no ser porque no podía ni moverse de su sitio. -¿Qué fue lo que sucedió aquí?-dijo, de manera tan mordaz que si hubiese gritado no hubiera dado tanto miedo.

-Eh…yo…es que…los fertilizantes…y…Pluto…-el sudor corría a chorros por la piel del rubio, mientras el nerviosismo se hacía demasiado presente en él.

-Explícate bien, Finnian.-se cruzó de brazos, esperando alguna excusa ya anteriormente pronunciada. Porque si algo sabía de aquél jardinero es que siempre, tratándose de los desastres del jardín, caía con la misma piedra, que llevaba por nombre "fertilizantes".

-Es que…los fertilizantes…-inició. Sebastian había dado en el blanco. Siempre era por los dichosos fertilizantes que el hermoso y basto jardín de la mansión Phantomhive resultaba seriamente dañado. De no ser por él, sería tan solo tierra completamente seca e inservible. Luego de haber escuchado la palabra mágica que esperaba, dejó de oír la perorata llena de tartamudeos y explicaciones inútiles por parte de Finni-…y luego llegó Pluto. No sé por qué andaba tan entusiasmado que llegó y se me subió encima y luego siguió corriendo, se hizo grande y ¡comenzó a lanzar fuego!-las lágrimas se deslizaban como cascadas desde los ojos del rubio.-Lo siento, Sebastian-san.

Unos ladridos conocidos llegaron a oídos de ambos. Giraron sus rostros con rapidez, tan solo para observar cómo Pluto saltada hacía la gran ventana que tenían sobre sus cabezas, a varios metros de distancia. Ésta se encontraba abierta, lo cual era sumamente extraño, pues Sebastian juraría haberla dejado cerrada, además de que el Conde nunca la abría por sí solo. A menos que hubiera alguna razón. El gran perro volvió a su forma original, antes de caer dentro de la que era la oficina del dueño de la casa Phantomhive.

-¡Ah!-se escuchó el grito de sorpresa proveniente del recinto.-¡Pluto!-solo escuchaban ladridos de satisfacción y a alguien quejándose por el sinfín de lengüetazos que recibía.

-¡Joven Amo!-exclamaron Sebastian y Finnian, antes de coger una escalera y colocarla en la pared que daba a la oficina del Conde. Con rapidez, subieron por ella, olvidándose de que nadie la sostenía abajo. Entraron al lugar, tan solo para ver a un enojado joven que estaba atrapado debajo del perro demoniaco, el cual estaba desnudo a causa de que su ropa había desaparecido en la trasformación. –Pluto.-llamó el pelinegro alto. El perro, u hombre-perro, volteó a verlo con su sonrisa inocente plasmada en el rostro.-Sal de aquí.-levantó su brazo y con su dedo índice señaló hacia el destruido jardín.

Pluto se lamentó, pero no tuvo más opción que hacer lo que el mayordomo le ordenaba. Pronto, el rubio se dirigió para ayudar al Conde Phantomhive a levantarse. Pero, como siempre, Sebastian ya le tenía agarrado de la mano, poniéndole en pie.

-¿Se encuentra bien, Bocchan?-inquirió el mayordomo, mientras le limpiaba el rostro con un pañuelo. ¿Cómo era posible que el perro se atreviera a lamer con su sucia lengua aquella cara tan suave y perfecta? De inmediato, desechó aquél pensamiento absurdo, enviándole tan lejos como los que usualmente venía teniendo.

-Sí, sí…-masculló el ojiazul, con un gesto de asco.-Creo que me iré a dar un baño.-miró su ropa desarreglada y totalmente manchada de tierra.

-Enseguida le preparo el baño, Bocchan.-abrió la puerta y dejó que saliera, yendo tras él. –Finni, avísale a Maylene que venga a limpiar este desorden.-cerró la puerta.

-Yes…sir.

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Sebastian le esperaba, como cada día, con la toalla en la mano. Simplemente, se limitaba a voltear hacia otro sitio. No deseaba ver a su amo cuando estaba en aquella situación, pues no podía evitar pensar en tantas cosas que no debería. Sin duda, últimamente su mente estaba demasiado llena con cosas que jamás creyó considerar si quiera. Pero así era. Pensaba en lo hermosa que era la sonrisa del Conde, en lo perfecta que era su faz, en lo mucho que adoraba aquella determinación que le plasmaba a casi todo menos al baile. Inclusive le encantaba que le respondiera, comúnmente de mala manera, cuando le informaba alguna verdad que no le agradaba al Conde. Eso no debía ser. No debía sentir algo por él, no por el hecho de que fuera un chico ni por la edad, sino por el simple y sencillo hecho de que, al final, tendría que devorar su alma. No, sin duda, estaba mal. Si seguía así, no podría cumplir con lo que el contrato dictaba. No podría acabar con su alma. Por ello, un demonio no podía tener ataduras hacia un humano, más que las que el contrato otorgaba. Pero él sentía que estaba unido a Ciel Phantomhive por un lazo mucho más fuerte. Y, sin duda, no quería descubrir qué tipo de lazo era. Tan solo empeoraría la situación. Aunque, ¿para qué engañarse? En el fondo sabía lo que era.

-Sebastian.-le llamó el ojiazul, poniéndose en pie en la tina. Sin duda, el demonio estaba pasando por muchas pruebas hacia su fuerza de voluntad. Se acercó y le cubrió con la toalla, intentando no pensar en nada que pudiese desembocar en una situación bastante desfavorable.

-Creo que…si esto sigue así, lo mejor será…-fue interrumpido por el Conde, quien le miraba atentamente.-¿Sucede algo, Bocchan?-inquirió.

-N-nada…-volteó el rostro, ocultando el ligero sonrojo en sus mejillas.-¿Q-qué le hizo Finni al jardín?-preguntó, intentando salirse por la tangente.

-Lo destruyó con su mal uso de fertilizantes y por el comportamiento algo extraño de Pluto.-le ayudaba a secarse. Era mejor que sus pensamientos siguieran en los sucesos de hacia media hora.-Por cierto…-se quedó pensando, antes de levantar la mirada y encontrarse con la de Ciel, quien le miraba atentamente con un ligero sonrojo en las mejillas. Algo bastante extraño en él, pensó Sebastian.-¿Por qué Pluto entró a su ventana, Bocchan? No molesta demasiado a no ser que alguien le vaya a dar algo…-una respuesta se formó en su mente.-¿No será acaso que el Bocchan enviase a Pluto a destruir el jardín y meter a Finnian en problemas?

-¿Y-Y yo para qué haría eso?-preguntó el ojiazul, volteando el rostro totalmente rojo hacia un lado, y fingiendo estar ofendido.

-Tal vez para que me enojase con el pobre de Finnian.-aventuró el mayordomo.-Vuelvo a preguntarle, Bocchan. ¿Acaso usted disfruta de ver cómo los regaño?-una sonrisa torcida se formó en su faz, mientras el pequeño Conde tan solo atinaba a lanzar un bufido, para nada acorde con sus mejillas teñidas de carmín.

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Era la hora de dormir. El demonio-mayordomo estaba terminando de abotonarle el pijama al Phantomhive, quien mantenía su mirada sobre la figura de Sebastian, sin que éste se diera cuenta, ya que estaba cavilando. La mano del joven ojiazul se levantó casi por inercia, como si hubiese sido creada para hacer lo que estaba a punto de hacer. Su delicada mano se colocó sobre la cabeza de su mayordomo, quien no se había dado cuenta aún de aquél gesto. Esa mano comenzó a acariciarle los suaves cabellos, relajándole los sentidos a su dueño. Por fin, Sebastian salió de su trance, encontrando una delicada mano sobre su cabeza, la cual levantó para mirar mejor al Conde.

-¿Bocchan?-susurró. De inmediato, la mano de Ciel se retiró de su sitio, donde estaba demasiado conforme para su gusto.

-T-Tenías algo en el cabello y y-ya te lo quité.-se excusó, antes de que el demonio se diera cuenta de la realidad. Escondió su rostro, en la oportuna oscuridad de su habitación, haciéndose un poco hacia atrás. No soportaba ser tan vulnerable en ocasiones. No quería que Sebastian se diera cuenta de qué tan débil podía llegar a ser, porque podría darse el caso de que su mayordomo decidiera que su alma no valía lo suficiente como para permanecer a su lado hasta que el momento de morir llegase. Él quería que Sebastian siempre estuviese allí para él, con él. Era un deseo algo egoísta, pero al menos lo podía conseguir por medio del contrato. Aquél contrato no era más que un arma de doble filo, pues le aseguraba que su demonio estaría siempre a su lado y disposición, pero eso también quería decir que no estaba con él porque quisiese, sino porque debía estar allí. Una verdad más que dolorosa. Agitó un poco la cabeza, desechando aquél pensamiento, como si de un mosquito molesto se tratara.

-Entonces, le estoy agradecido, Bocchan.-respondió el mayordomo, poniéndose en pie. –Es hora de dormir.-le recordó. Al momento siguiente, Ciel se recostó en la cama, mientras su demonio le arropaba, con el candelabro en las manos.-Buenas noches, Joven señor.

-S-Sebastian.-llamó, antes de que diera un paso.-Quédate hasta que me duerma.-dijo, como alguna vez le había ordenado. Sólo que, en esta ocasión, lo hacía porque no quería tenerlo lejos. Y, justamente, sentía como si su demonio se fuese a ir en cualquier instante.-Tal vez es porque no me agrada estar alejado de él. Por eso siento como si me fuera a abandonar…-cerró sus ojos, cayendo en un sueño profundo, pero lleno de desasosiego.

-Yes, my Lord.-había pronunciado Sebastian.

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Semanas Después

--Mansión Phantomhve--

Mientras su mayordomo le servía el té de la tarde, él se deleitaba mirándole a sus anchas. No podía creer que ya hubiese aceptado sentirse así por un hombre, o demonio, que además era su sirviente. Pero así era. Deseaba a Sebastian en muchas formas; quería a Sebastian para él mismo, incluso se ponía celoso al verlo hablar con alguna bella muchacha aunque tan solo fuese para sacarle información que necesitarían; se podía decir que…amaba a Sebastian. Y ese era su problema. Lo amaba y estaba consciente de ello. Inventaba cualquier excusa para que fuera a donde él estaba y, así, tenerlo a su lado, aunque no fuera por más de unos minutos. Lo malo de todo eso, es que no se podía concentrar demasiado en otra cosa que no fuera el demonio, por lo que resultaba demasiado difícil no ser tan evidente cuando le miraba.

Mientras tanto, Sebastian seguía pensando. Últimamente se le podía ver bastante metido en sus pensamientos. Lo que nadie sabía era que lo único que solía ocupar su mente era su amo y aquél extraño sentimiento que tenía hacia él. Lo había aceptado. Lo que sentía por Ciel Phantomhive no era simple afecto, ni deseo, ni atracción. Era algo que, comúnmente, los humanos llamaban "amor". Algo que JAMÁS había sentido por nadie. Pero siempre hay una primera vez para todo. Así que, ahora debía encontrar la solución. Peor no podía estar ya. Cuando llegase el momento de cumplir con el contrato, no podría devorar aquella alma de la cual Phantomhive era dueño. No podría, y eso le crearía graves problemas. Tan solo había dos soluciones para los demonios: o se comen el alma, o eliminan el contrato. Estaba bastante claro cuál era la mejor opción. O al menos eso es lo que creía él.

Le dio la taza de té a su joven amo, antes de salir de allí sin decir palabra alguna.

-Algo raro está sucediéndole a Sebastian…-pensó Ciel. No era común, mejor dicho JAMÁS había sucedido, que el mayordomo se retirase sin antes hacer una reverencia o preguntar si necesitaba algo más. –Últimamente está demasiado ausente, distante…¿No será que…se habrá dado cuenta de lo que siento o de lo débil que soy?-su ojo visible se abrió lo más que podía por la impresión. -Sebastian…-susurró.

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Estaba recostado, con los ojos cerrándose. Su corazón y su mente seguían en estado de alerta. Una preocupación muy grande se había apoderado de él desde aquella tarde, cuando pensó en la posible razón del distanciamiento que Sebastian presentaba hacia él. Sentía los párpados pesados y podía ver cómo todo se volvía borroso, mientras caía lentamente en los brazos de Morfeo.

-Bocchan…-escuchó, a lo lejos, aunque el demonio estaba a un lado suyo.-No puedo seguir con esto…-lentamente, colocó un gesto de duda, pero sus ojos seguían cerrándose y pronto caería en la inconsciencia. Aún así, no deseaba dormir ya, tenía que preguntarle a Sebastian el por qué de sus palabras.-Eliminaré el contrato, Bocchan…Y usted será libre, su alma será libre.-susurró, demasiado cerca de su infantil rostro. ¿Acaso había escuchado bien? ¿O ya estaba dentro de una pesadilla? Por más que lo intentaba, no lograba encontrar dónde estaban ni sus labios ni su voz.-Adiós, Ciel.-en medio de la oscuridad que se había adueñado de su mente, sintió un cálido y húmedo beso en sus labios, antes de que la sensación de vacío se adueñara de él.

-Se…bas….tian…-todo se quedó en oscuridad y silencio.


Notas de la autora: Como dije al principio, es el primer fanfic que hago de kuroshitsuji y tiene mucho OCC. En lo personal, amo el SebastianxCiel ^^. No estoy segura, como ya dije, de poner lemon, ya que...bueno, Ciel aún es demasiado joven a mi parecer...pero puede ser que durante el desarrollo del fic cambie de parecer :D Todo es posible en esta vida, excepto encontrarse a un demonio como Sebastian dispuesto a hacer todo lo que queramos :D

Bueno, aún así...ACEPTO críticas constructivas e ideas...y si quieren lemon, tan solo háganmelo saber, de seguro me contagian las ganas de un lemon xD

El siguiente capi ya está en proceso, así que espero no tardar mucho....(aunque con tanto que me están presionando para acabar los otros, se me hace un grave error subir éste en éstos momentos, pero yo quería subirlo ya! .)

El nombre del título no me satisface, así que, si alguien tiene una mejor idea o si se me ocurre otro, podría cambiarlo, aunque no es seguro...

ja ne!
poka!

cuídense mucho :D

by: Say