El otro día se me ocurrió una auténtica locura. Se la comenté a dos amigas, que están igual de locas que yo y me animaron. Así que aquí os traigo este primer capítulo. Tal vez os sorprenda. Pero si me dais la oportunidad intentaré no decepcionaros. Lexa4everHeda. LExa siempre será la comandante y Clexa será siempre amor.


El enfrentamiento entre Trikru y Azgeda duraba ya demasiado tiempo. Ambos clanes habían surgido al amparo del holocausto nuclear acaecido tantos años atrás. Desde casi el inicio de la nueva era, ambos habían sido los clanes más poderos. Las guerras entre ambos casi habían comenzado en la época del primer Commander.

Las gentes de Azgeda eran igual de heladoras que el clima en el que debían vivir. Las mayor parte del año sus territorios quedaban sepultados bajo ingentes capas de nieve. Por esa misma causa siempre estaban intentando la conquista de nuevas tierras. Incluso internándose en los grandes territorios aun sin explorar.

El punto álgido del enfrentamiento había llegado con la ascensión de la nueva Heda. La Reina Nia de Azgeda consideraba que nuevamente el pueblo Trikru saldría beneficiado con el encumbramiento de Heda.

Heda se esperaba el enfrentamiento desde casi el mismo día de su entronización pero la forma que Azgeda tuvo de golpearla nunca la esperó. Aun resuenan en los pasillos de la Torre, los gritos y llantos de Heda al descubrir en su cama la cabeza de su amada.

Nia esperó la devolución del golpe a fin de cuentas Jus drein, jus daun había sido siempre la forma de actuar de los Grounders. Pero en lugar de eso, lo que se recibió en Azgeda fue la invitación a formar parte de la gran Kongeda.

-Será mejor que te prepares para asistir a ese conclave.

-La invitación ha sido hecha a tu nombre por ser tú la líder de nuestra gran nación.

-Roan, no seas estúpido. Yo no asistiré no caeré en una trampa tan burda. Si quiere algo de mi será Lexa la que tenga que venir a buscarme. Pero hasta que ese día llegue, tú como mi hijo y Príncipe de Azgeda jurarás lealtad a la nueva Heda. Ya decidiremos el mejor momento para terminar con ella- Roan asentía y se inclinaba ante su Reina y madre. Y salía del salón del trono sin darle la espalda ya que de hacerlo sería condenado a cien latigazos.

-Creo que te equivocas – Nia giraba la cabeza para buscar entre las sombras a la persona de la que provenía la voz- No creo que sea Roan nuestro mejor Ambassador.

-¿Qué propones?

-Mi Reina deja que sea yo quien vaya- Nia rompió en carcajadas, la proposición le pilló por sorpresa.

-¡Nunca! Tienes demasiado valor, como para enviarte a la casa de mi enemiga – Pocas veces la Reina de Hielo mostraba un lado dónde se viese un poco de dulzura, pero en ese momento alargó su mano para acariciar la mejilla de quién le estaba hablando.

Pocas horas después Roan de Azgeda junto a cincuenta de sus mejores hombres partía en dirección a Polis.

En la amada capital de los Trikrus se afanaban en tener todo listo. La población estaba expectante ante la posibilidad de terminar de una vez por todas con las grandes guerras entre clanes.

Indra, jefa de TonDc lleva ya días instalada en la capital. Junto a ella habían llegado Anya de quien la nueva Heda había sido segunda, Octavia actual segunda de la jefa y Lincoln hijo de Indra.

-Deberías hablar con Heda. No sólo invita a Azgeda sino también a Skaikru. Nuestros dos mayores enemigos- Octavia y Lincoln se miraban, ambos eran conocedores del poco afecto que su jefa tenía al pueblo del cielo.

-Precisamente por eso mismo, deben estar en la Kongeda. Sin ellos ¿qué efecto tendría? – Indra miraba con dureza a Anya- Pero si tú me lo pides yo te obedezco- Anya había veces que olvidaba que Indra era su líder y sus órdenes nunca debían ser puestas en entredicho.

Durante algunos minutos Anya recorrió la Torre, hasta que por fin localizó a Lexa en la gran azotea. Junto a Heda se encontraba Luna, líder de los FlouKru. Lexa y Luna se conocían desde mucho tiempo atrás. Luna era la hermana mayor de Costia, por ello el trato entre ambas era casi filial.

-Heda – Lexa giró la cabeza al escuchar cómo era llamada.

-Anya, hermana- Unieron sus brazos en señal de saludo.

-Siento interrumpir- Luna se dispuso a dejar a ambas mujeres a solas- Luna, tal vez sea mejor que te quedes – Lexa asintió tras pensarlo brevemente y sólo entonces Luna aceptó quedarse- Indra me manda.

-Continúa insistiendo ¿no? – Anya asintió. Heda conocía bien el rechazo que Indra sentía hacia los SkaiKru y hacia Azgeda. Había estado intentando convencer a Lexa durante semanas del error que era traer a ambos a la Kongeda- No será solo ella la que se oponga, estoy convencida de que el resto de clanes tampoco verá con buenos ojos la invitación hecha al pueblo del cielo. Pero una paz sin ellos no sería una paz real, del mismo modo que tampoco serviría de nada sin la presencia de Azgeda.

-Lexa ¿crees que la Reina Nia vendrá? – La dulce voz de Luna sonó en aquella azotea. Lexa negó – Entonces mandará a Roan. Luna aún recordaba la época en la que ella y el príncipe de Azgeda habían sido amigos. Un tiempo en el que ella había creído que aún existía esperanza para un futuro en paz con la Nación del Hielo. Pero ese tiempo había pasado. Roan poco a poco fue oscureciendo su corazón.

-Dile a Indra, que no hay nada que me haga cambiar de opinión. Nuestros pueblos se merecen vivir en paz. Nuestros niños merecen un mañana y si para ello tengo que pactar con el mismo diablo lo haré- Anya asentía- Y ahora es tarde, será mejor que vayamos a descansar.

El pueblo SkaiKru aún deliberaba quién debería ser su enviado a la reunión con los Grounders. Todos tenían en claro que el Canciller electo no debería abandonar Arkadia, ya que no estaban del todo seguros de que la reunión no fuese una trampa.

-Canciller lo mejor sería enviar a Blake – El consejo de los seis, órgano de gobierno de Arkadia llevaba horas reunido para tomar la decisión.

-¿Bellamy? No creo que sea una buena elección- La doctora Griffin, Abby era la que tomaba la palabra- Creo que mandar un soldado sin dotes de negociación no es la mejor opción- El resto del consejo comenzó a murmurar.

-Creo que Abby tiene razón. Blake es un bueno sobre el campo de batalla, pero las veces que ha intentado negociar ha sido un autentico fracaso – El canciller Kane comenzaba a explicar su elección- Dado que el consejo quiere que yo permanezca en Arkadia y que la doctora Abby no puede ausentarse por los heridos del último enfrentamiento con los habitantes de TonDc. Sólo nos queda una opción viable- Todos le miraron. Abby sabía de antemano el nombre que Kane iba a proponer- Raven y Finn son nuestra mejor opción.

-¿Ambos? – El consejo se sorprendió. Todos en Arkadia sabían que pese a tener un Canciller electo el peso de las decisiones y defensa las llevaban ambos jóvenes desde que en el Arka habían decidido mandar a 100 jóvenes de vuelta a la tierra. Ellos junto a Bellamy habían liderado a esos jóvenes y cuando el resto de los ocupantes del Arka llegaron a la tierra continuaron al mando.

El amanecer trajo consigo la llegada de todas las legaciones a Polis. Todos y cada una de ellas fueron instaladas en la Torre. Gustus fue el encargado de una vez reunidos los enviados de los clanes en la antesala del salón del trono, abrir las puertas del mismo para que comenzasen a tomar asiento. Las puertas se abrieron nuevamente y ante los embajadores de los trece pueblos apareció Heda.

Esa primera sesión se alargó hasta alta horas de la madrugada. Todos los pueblos tenían peticiones muy claras. Y cómo Heda había presupuesto, todos se oponían a la inclusión de los SkaiKru en la coalición.

-Queréis paz, pero sin nosotros eso es imposible. SI nos hacéis a un lado y continuáis asediándonos, nosotros continuaremos defendiéndonos. Estáis locos si creéis que nos vamos a dejar aniquilar. No sobrevivimos 97 años en el espacio para morir tan pronto logramos regresar a la Tierra – Todos los presentes escuchaban a Raven del pueblo celeste. Lexa la escuchaba con sumo interés- ¿Queréis la paz? Aceptar nuestras condiciones. No más ataques, no más saqueos. Nunca en mi vida había empuñado un arma, pero tan pronto como puse un pie en este planeta supe que mi vida dependería de olvidar todas las enseñanzas de paz que mis mayores me habían inculcado.

-Si nos dejáis fuera – Era el turno de aquel al que los SkaiKru llamaban Finn. Anya le conocía bien, ya que fue con él con quién había negociado el primer alto el fuego entre ambos pueblos- Vuestra amada tierra se llenará de sangre y os aseguramos que no toda será de nuestro pueblo.

Las discusiones continuaron durante varios días. Lexa estaba comenzando a perder la paciencia. Ella había expuesto su idea, y todos sin excepción habían terminado aceptando la gran oportunidad que les brindaba la coalición. Sin embargo llegados al punto de los integrantes de ésta no lograban alcanzar el acuerdo.

-Pensé que el problema seriamos nosotros – Lexa alzó la mirada encontrándose con el príncipe de Azgeda frente a ella- Pero veo que el odio que todos nos tenéis no es nada en comparación con el que sentís por el pueblo celeste.

- Vuestro odio os lo habéis ganado. Durante años habéis querido apropiaros de todas las tierras conocidas. Habéis saqueado nuestras aldeas, violado a nuestras mujeres, robado a nuestros niños – A medida que hablaba Lexa alzaba el tono de su voz. Al final ya casi estaba gritando a su interlocutor- Y pese a todo os hemos dado la bienvenida. Siempre habéis sido de los nuestros, erais vosotros los que os habéis estado excluyendo.

Y finalmente sucedió. Las doce tribus Grounders aceptaron formar una coalición de la que formase parte el pueblo celeste. Los líderes o embajadores de cada pueblo juraron lealtad a Heda postrándose ante ella. Lexa dibujó una pequeña sonrisa cuando llegó el turno de Roan, príncipe de Azgeda. Si bien era cierto que no era la Reina Nia quien se postraba ante ella, sí lo hacía su heredero.

Meses en paz. Eso logró traer la coalición. Lexa decidió que era hora de salir de Polis. Casi no recordaba lo que era estar lejos de la capital, lejos de lo que era su hogar desde hacía ya diez años. Parecía que sus recuerdos fuera de aquel lugar estuviesen encerrados bajo un mar de bruma. Cerrando los ojos y poniendo su mente en blanco casi podía escuchar las voces de sus padres, pero éstas también sonaban cada día más lejanas. Temía que llegase el día que al igual que sus rostros sus voces también desapareciesen de su mente.

No estás concentrada- Esa simple frase la trajo de vuelta. Pero fue demasiado tarde. El barrido que le hizo su rival hizo que diera con sus huesos en el suelo- No merece la pena que sigamos perdiendo el tiempo.

Cuando logró ponerse en pie sintió como el dolor de su tobillo le subía por toda la pierna haciendo que casi le fuera imposible apoyar ese pie. Pero aun así caminó hacia quien la había vencido -Perdón- Decía cuando al fin llegaba hasta dónde la persona descansaba- Sigamos. Los siento Anya. No se volverá a repetir- Era consciente de que por mucho que lo intentase no lograría alargar el entrenamiento.

-¿Dónde estabas Lexa? – La conocía desde el mismo día en el que había llegado a Polis. Desde ese mismo día, el antiguo Heda le había ordenado encargarse del entrenamiento de la niña. Y Anya no se pudo negar. De todas formas, después del primer día no hubiese dejado que se llevasen a su discípula.

-¿Alguna vez piensas en tus padres? – Anya se sorprendió. Desde que Lexa llegó a Polis nunca había evocado recuerdos de sus padres- Olvídalo. He pensado visitar TonDc ¿quieres acompañarme? – Pensó que tal vez un cambio de aires no le vendría mal. Lexa seguía esperando una respuesta con sus manos a la espalda.

-Recuerdo cuando mi nontu me fue arrebatado por los hombres de la montaña – Mientras Anya le relataba los recuerdos de sus padres ambas caminaban alejándose de la zona de entrenamiento de los natblida.

En la capital de Azgeda, Debnam, había llegado el momento para que demostrase que era digna de su titulo. Como todos los jóvenes al alcanzar los dieciocho años debían pasar las pruebas. Y la prueba final consistía en sobrevivir en los bosques al menos durante tres meses. las únicas pertenencias que podía llevar eran su cuchillo, sus ropas pero sin sus pieles un poco de carne seca para la primera noche y una cantimplora.

-Espero que honres tu título y procedencia- Nia le hacía entrega de su propio cuchillo- Con éste fue con el que yo logré cruzar al lado del mundo adulto. Espero que te sirva de la misma forma a ti – Roan contemplaba la imagen con cierta envidia. Cuándo él tuvo que pasar su prueba no recibió el mismo trato por parte de su madre- Roan, acompáñala hasta la frontera con el lago. Que su prueba comience intentando cruzar el gran lago- Roan y la joven se miraron. En el cruce del lago morían cada año muchos de los guerreros de Azgeda.

-Honraré mi título. Te honraré a ti mi Reina- Dijo postrándose ante Nia- Regresaré con mis pinturas de guerra en el rostro.

Desde que Azgeda había instaurado las pruebas para el paso a la edad adulta, nadie había tenido que comenzarlas con la noche ya llegando y en la zona del Gran Lago. En cuclillas en la su orilla intentaba decidir qué pasos debería dar.

Si al amanecer no se había alejado lo suficiente y aún estaba en las proximidades del lugar dónde la habían dejado habría incumplido las normas y los centinelas podrían darle caza.

El frio y la humedad calaban sus huesos. Los primeros copos estaban cayendo. El duro invierno comenzaba a llegar – Será mejor salir de aquí- Comenzó a caminar en dirección sur. En su mente tenía muy claro lo que iba a hacer desde ese mismo instante. Lo más importante era llegar lo antes posible a Cotter la aldea de Azgeda más cercana al lago.

En su mente estaba claro que todo valdría si con ello superaba su iniciación. No le supuso ningún problema el robo del caballo que montaba a galope dejando tras de sí aquella aldea. Las pieles que le robó del almacén le ayudarían a pasar el crudo invierno.

-Seguro que Roan no estaría contento si supiese lo que tengo pensado hacer. Pero nadie dice que tenga que sobrevivir en estas tierras – La luz de la luna sería su guía.

Los dos ciclos lunares pasados habían dejado grandes cambios en la joven que había salido de Debnam. Su cuerpo se había vuelto menos frágil y mucho más ágil. Sus movimientos eran casi felinos. Gracias a haber dado caza a una pantera, llevaba unos días en los que estaba relativamente tranquila.

Alguna vez, amparada en la oscuridad de la noche, se había acercado hasta aquella valla. Tras la cual se encontraba el que llamaban pueblo celeste. La primera vez que vio las armas que portaban y como las utilizaban supo que su vida en el bosque habría sido mucho menos difícil si ella tuviese una de esas. Otros días sus pasos se encaminaban hasta TonDc. Tenía que reconocer que la vigilancia de la aldea había crecido sustancialmente desde hacía unos días.

El sonido de unas voces acercándose llegó hasta sus oídos. De forma casi instintiva su puño se cerró sobre la empuñadura de su cuchillo. Sus ojos barrieron el lugar en el que se encontraba tratando de encontrar un lugar en el que esconderse. No quería ser descubierta y tener que dar explicaciones.

La decisión la tomó casi de inmediato, lo único que podía hacer era sumergirse en las aguas del río en la zona de las grades piedras. El frio hacía que le castañeasen los dientes. No era Azgeda, pero el invierno allí también era duro.

-Heda, no podemos dejarlo sin castigo- Intentó prestar atención en el mismo instante en el que escuchó la palabra con la que los Grounders llamaban a su líder.

-Octavia, nos ha costado mucho esta paz para romperla por una provocación tan pequeña. El embajador de Azgeda ya ha dicho que nunca pretendieron invadir nuestras tierras – Azgeda estaba en la zona, aquello le sorprendió porque no había visto a un solo guerrero.

-Lexa, por favor. Es Nia, no hace nada de forma casual- En eso la chica que hablaba tenía razón. Su reina nunca hacía algo sin una intención. Tal vez había decidido que la tregua había terminado. Pensó que iba siendo hora de emprender el camino de regreso a casa. Si la tregua se rompía y había guerra ella quería estar presente.

Ambas mujeres así como Lincoln, Gustus, Quick se giraron hacia el rio al escuchar el desgarrador grito que vino de la zona de la cascada y grandes piedras. En la superficie del agua se podía ver como una joven luchaba contra una de las bestias del agua. La joven con un puñal en la mano intentaba terminar con la vida del animal. Pero éste la sumergía cada pocos segundos. Iba quedando un reguero de sangre.

-¡Heda, no! – Pero el grito llegó tarde. Lexa ya estaba en el rio moviendo el agua para atraer hacia ella el interés de la bestia.

-¡Sacadla! – Ordenó cuando vio cómo el animal soltaba su presa y se dirigía hacia el lugar donde Lexa estaba- ¿Vive? – Preguntó cuando llegó hasta el lugar en el que Lincoln y Gustus habían dejado a la joven- Llevémosla a la aldea. Nyko sabrá qué hacer con ella – Mientras hacían lo que su Heda les había ordenado, ésta no podía dejar de mirar a aquella joven. Y preguntarse quién era, pues a ella le era del todo desconocida.

-Tal vez es SkaiKru – Dijo Octavia al ver como Lexa no dejaba de mirar a la joven.

-Sus ropas son Grounders- Heda entró en la tienda de Nyko para cerciorarse que la joven estaba bien.