Disclaimer: Los personajes de Hetalia no son de mi propiedad, sino de Himaruya.

ALIENTO DE VAMPIRO

Elizabeta presentía que él se encontraba cerca. Por mucho que intentara ocultarse de ella, era consciente de que la espiaba. Porque le traicionaba su aliento, ese olor dulzón con un toque de ciprés y cementerio que se le había quedado grabado en la mente desde el primer día que le vio. También fue el primer día en el que se enfrentó a él en la guerra. Y desde aquel día, Hungría notaba su...llamémoslo acoso encubierto. Aunque ella no lo viera, siempre lo olía mucho antes de que apareciera en su campo visual y de que le dirigiera la palabra.

—Tus intentos son inútiles...Emmeran —sonrió ella mientras se paraba, en mitad del pasillo—. Siempre sé que estás ahí, vampirito, aunque no te vea –se señaló la nariz. Por el final del pasillo surgió el muchacho, también sonriendo pícaramente, con su traje azul y su sombrero, con el colmillito asomando por la boca.

—Quizá es que estoy perdiendo facultades, o quizá es que...quiero que sepas que estoy aquí, detrás de ti. ¿No has pensado en eso, Eli? —le preguntó, abriendo un poco la boca para mostrarle ambos colmillos.

—Pues sí, sí lo he pensado, sí. Pero mira, sinceramente te digo que no me van los chupópteros. Y en tu caso ese apelativo te viene al pelo, nene —le replicó la húngara—. Sé que llevas siglos queriendo sacarme literalmente la sangre, pero te daré con la puerta en las narices. Conque...ya sabes, mejor vete a perseguir a otra.

—Las otras se me entregan muy fácilmente, y tú no eres de esas...a mí me gustan los retos —le susurró con un destello rojo en los ojos. Elizabeta soltó una risita.

—Oye, ¿esto lo haces porque te pongo o porque te mola chuparme la sangre precisamente a mí?

—No estás siendo nada romántica, Hungría —Emmeran negó con un dedo y con la cabeza—. ¿Nunca has pensado en que nuestro primer encuentro tiene que ser mucho más...especial?

—Claro, pero con alguien que me guste —la húngara se cruzó de brazos, divertida—. ¿Esta insistencia es de nacimiento o te viene así, de pronto?

—No, en absoluto —respondió el rumano, con una arrebatadora sonrisa, a su parecer—. Es una cosa biológica, producto de...una mente masculina ejemplar.

—Claro...claro —asintió Elizabeta, asintiendo—-. Sin ánimo de ofender, sólo saldría contigo si fueras un hombre, mientras seas medio murciélago me temo que lo nuestro va a quedar en dique seco. Ahora debo irme, Emmeran. Y te aviso que en torno a mi casa tengo una valla electrificada. Como se me acerque un murciélago...ya captas la idea.

Le guiñó un ojo y se marcó caminando tan tranquila y silbando. El vampiro volvió a sonreír.

—Estás vacilando a la persona equivocada, Eli... —con un destello se convirtió en murciélago y la siguió revoloteando. La húngara acabaría cayendo, tarde o temprano acabaría cayendo. No había mujer que no hubiera caído literalmente hipnotizada en cuanto él las miraba y desplegaba todos sus encantos. Ella no sería la excepción.

FIN