Era un niño muy independiente, mis padres murieron cuando tenía ocho años, y mi padrino tuvo que hacerse cargo mí desde entonces. El viejo me quería, pero debido a su trabajo como escritor pasaba mucho tiempo fuera del país promoviendo, firmando sus libros.
Me la pasaba solo en casa, comiendo solo, jugando solo, no salía para nada. Todo lo tenía que hacer solo, apenas iba una nana que el viejo me había contratado, pero era más que todo para que la señora ocupara de reinscribirme de nuevo en la escuela si él no lograba llegar a tiempo, o llenar la despensa cada fin de semana.
Cansando de siempre estar encerrado, sobre todo en vacaciones, decidí salir a un pequeño parque cerca del complejo de departamento donde vivía. Siempre me había dado curiosidad ir ahí, siempre veía a los niños jugar desde la ventana en lo alto de mi departamento.
Llegue ese día, y sonreía ligeramente al ver los columpios.
Me acerque rápidamente, pero fue cuando note cerca del tobogán a unos tres niños molestando a una niña. Apretó una de las cadenas que sujetaba al columpio al darme rabia aquella escena, y dejando de lado todo me acerque, agarre una piedra y se la lance al niño más alto.
No creo que haga falta decir que aquellos tres niños me golpearon, y luego de se alejaron. La pequeña enseguida se me acerco, y me pregunto con sus orbes perla angustiada si me encontraba bien.
Yo le dije que sí, pero era más que claro que no lo estaba. De repente una señora se acerco angustiada, yo parpadee al ver lo parecidas que ambas eran, fue cuando la niña la presento como su madre, y le explico la situación.
La señora me agradeció, y al ver mis heridas me extendió la mano con una sonrisa preocupada, dijo para poder curarlas. Yo dude un momento, si había salvado a una niña, pero irme con una desconocida será extremo.
Pero la niña se volvió a mí, y creo que fueron sus orbes llorosos y mejillas sonrojadas que al final terminaron convenciéndome.
Al final descubre que esas mujeres vivían en el mismo edificio, dos pisos menos que el mío.
La señora curo mis heridas con tranquilidad, la verdad al sentir su tacto me lleno de un sentimiento de nostalgia. Recordé a mi madre, y fue inevitable echarme a llorar. La señora me recibió y acaricio mi espalda, diciéndome que soltara todo.
Luego de eso, la señora me pedía ir almorzar y cenar con ellas cada día, yo me sentía avergonzado abusando de su hospitalidad. Pero incluso si no iba, aquella niña me iba a buscar, sacándome a rastras si era posible de mi soledad.
Poco a poco fui abriéndome con ellas, sobre todo con ella, les conté sobre la muerte de mis padres. Ella lloro conmigo cuando termine mi relato. Mi cercanía con ella se había hecho muy estrecha, nos habíamos convertido en buenos amigos en tan pocos meses.
Más tarde cuando termine la primaria, le pedí al viejo inscribirme en la misma secundaria donde iría ella, y aunque ella que me lo pidió igualmente, desde un principio yo ya lo había decidido. No quería verle apartada, la secundaria era un territorio peligroso para un alma tan delicada como lo era ella.
Pero inesperadamente, ella se fue convirtiendo, no, broto como en una preciosa flor. Ella se había convertido en una chica muy popular en la secundaria, y yo solo era su mejor amigo. El quien siempre la acompañaba.
Porque a medida que fue pasando el tiempo, fui creciendo como todo adolescente, y fue cuando con los días fui descubriendo mis sentimientos por mi mejor amiga. Me molestaba cuando hablaban mal de ella otras chicas celosas y ni de hablar cuando escuchaba de otros chicos decir vulgaridades sobre su cuerpo, lloraba cuando ella lo hacía, siempre trataba de hacerle sonreír, entre muchas otras cosas.
Trate de borrar esos sentimientos cuando ella me declaro que le gustaba aquel chico, pero ya había sido tarde, no sería fácil borrar todos aquellos sentimientos.
— ¿Naruto-kun, que tanto piensas?
Levanto su cabeza para encontrarse con una simpática mirada color perla, aun lado de ella se encontraba un chico de cabello blanco y orbes azules. No quiso verlos directamente, pero sus ojos no pudieron evitar fijarse que estaban tomados de manos.
Sintió algo partirse, aquel gesto era de ellos.
Volvió a mirarles; luego de que su mejor amiga estuviera insegura por si ese chico la rechazara, al final fue como él había dicho: Sería un idiota si llegara hacerlo.
—Nada, nada, solo que el examen de química me tiene preocupado – dijo levantándose de su mesa, hace rato que el timbre había sonado para la hora del receso—. Creo que iré a la azotea a seguir repasando – trato de sonreír.
Y aquello era una total mentira, él estaba más que preparado para el examen de química, pero Hinata casi siempre le invitaba almorzar con ellos, y era demasiado incomodo para su gusto.
— ¿Algo que no entiendas?, puedo explicarte – ese era el novio de Hinata, el tenia uno de los tres mejores promedios. Naruto podría ser el segundo incluso el primero, pero las clases de historia y geografía le daban mucha flojera, logrando caer en el cuarto lugar.
Miro la sonrisa amable que el chico le daba, por más que les haya quitado la atención de Hinata, pero no le odiaba era alguien agradable, o al menos eso había visto desde que lo conoció, tampoco era que lo trataba mucho y ahora menos le provocaba hacerlo.
—No, tranquilo, pero gracias. Con un último repaso estaré bien – agarro la libreta para aparentar, y alzando una mano se despidió—. Nos vemos después del almuerzo.
Hinata solo lo miro marcharse, mordiéndose su labio inferior.
—Bueno, ¿vamos por un batido? – cuestiona el albino sonriendo, ella le devuelve la mirada y sonríe asintiendo. Pero aun así, no dejo de mirar por donde su amigo se había ido todo encorvado.
Llego a la azotea sentándose cerca de la puerta, saco una canilla de jamón de su bolsillo que había sacado de una máquina expendedora antes de subir, y eso fue lo que almorzó. Hace días que no cocinaba para llevar a la escuela, y Hanari había estado muy ocupada en su trabajo desde hace tres semanas según lo dicho por Hinata.
La madre de Hinata se encargaba de darles un bento cada mañana, el con las mejillas sonrojadas terminaba aceptándolo con las mejillas arreboladas. Pero cuando le pagaban en su trabajo, le devolvía el gesto regalandole chocolates, o cualquier dulce que sabia le gustaba.
Hanari se había convertido en una madre para él.
—Naruto.
Alzo la mirada encontrándose con una simpática chica de cabello rosa y orbes verdes, quien a demás llevaba un bento y una bebida en manos.
—Oh, Sakura – sonrió al verla, y ella se sentó a su lado—. Hacia días no nos encontrábamos, ¿todo bien?
Ella asiente.
—Bueno, he estado ocupada con lo del concejo estudiantil, y mi proyecto final para poder graduarme – destapa su bento, y le ofrece algo al rubio quien tomo un pulpo—. Sabes, pronto se hará un viaje— empezó a comer.
— ¿Viaje? – cuestiona masticando con la boca abierta, causando que la chica le mira mala y el sonriera nervioso, pero luego lo paso por alto para contestarle.
—Sí, es un viaje al Monte Senju que la directora les regala a los de preparatoria; sobre todo para los de ultimo año apunto de graduarse – dijo para luego llevarse un pedazo de tortilla a su boca, masticó y trago para seguir hablando—. La presidenta anterior hablo muy bien del viaje, dice que es un lugar muy bonito para disfrutar entre amigos y parejas – ante la última palabra el rubio se tenso, y desvió la mirada. La chica de cabello rosa lo noto inmediatamente, y soltó un suspiro sabiendo que significaba eso—. He visto a Hinata-chan con Toneri-san desde hace días – le dice mirándole de reojo mientras daba un sorbo a su bebida.
—Sí, ya tienen más de una semana saliendo – arrastro las palabras.
—Sí, lo sé, todos hablan de eso – tapó su bento a terminar de comer—. Realmente eres un idiota – le suelta para de nuevo el chico dirigirle la mirada ante su comentario.
No lo entendía, no, si lo hacía realmente.
—Ya era tarde, cuando iba a decírselo como mi última oportunidad, ella ya se le había confesado a Toneri – se levanta, la hora del receso ya iba a terminar —. Ella es feliz, y es lo que me importa – cerro sus ojos en una sonrisa.
La chica alzo una ceja mirándole de manera incrédula, aquello era lo más falso que había escuchado en ese día, pero si su amigo quería engañarse ella no podría hacer nada.
- Si tu mismo te quieres engañar, ok.
Naruto no dijo nada al respecto.
Sakura aplaudió entonces al recordar algo, no sabía a quién pedírselo, y aquel rubio era su único amigo varón, bueno, al único que le tenía confianza en todo el instituto.
—Bueno, entonces no te molestaría ir como mi acompañante al viaje, ¿verdad?, es que también se organiza un baile, y los del concejo quieren que tenga un acompañante, como la pareja oficial para anfitriones de esa noche – suelta un suspiro cansando, ella no era de pedir esas cosas.
El rubio parpadeo ante la inesperada propuesta, pero término por asentir.
—Claro, pero te digo desde ahora que no pienso bailar, tengo dos pies izquierdos.
Ella soltó una carcajada.
—No te preocupes, que yo tampoco lo haré.
Luego de clases, Hinata se despedía de Toneri en la salida, ellos vivían en direcciones diferentes, y aunque a veces este la acompañaba, otras veces no podía por que al parecer tenia que ir a trabajar, o eso había entendido de su amiga una tarde cuando la encontró llegando al complejo sin el albino de su novio.
Aunque ese día Hinata se acerco y le pidió a Naruto esperarla, para así acompañarse como en los viejos tiempos, o antes que Hinata tuviera novio.
Ambos iban en un raro silencio esa tarde.
Hinata le miraba de reojo, y en ningún momento vio a Naruto hacer lo mismo.
—Naruto-kun, hacía días que no regresábamos a casa juntos —comenta, para sacar algo de plática.
—Sí, bueno, como tienes novio ahora, no me gustaría hacer mal tercio – responde algo seco, y Hinata bajo su mirada al notarlo. No sabía la razón, pero verlo seco y distante con ella le dolía un montón.
Y en el resto del camino siguieron en silencio.
Cuando llegaron a su edificio, tomaron el ascensor y cuando las puertas abrieron en el piso de la ojos perla, esta miro de reojo al rubio y apretó la cuerda del bolso sobre su hombro.
— ¿Quieres cenar conmigo?
Este le devolvió la mirada, poniéndola nerviosa. Últimamente esa mirada azulada la ponía de muchas maneras, no lo entendía.
— ¿Hanari cocinara? — cuestiona ilusionado—. ¿O vas a pedir comida a domicilio?
Ella hace un puchero.
—Se que amas la comida de mamá, pero esta vez cocinare yo – se cruza de brazos, y el parpadea sin disimular su sorpresa. Hinata bufo, y solo le tomo la mano para salir antes que el ascensor cerrara su puertas—. Solo vamos, y no digas nada.
Él solo miro su mano unidad con la de ella, y desvió la mirada ligeramente colorado mientras caminaban. Esa sensación le gustaba tanto, recordaba como cuando eran niños y ella le tomaba la mano para sacarlo de su apartamento y fuera a comer con ellas.
Entraron se quitaron sus zapatos en la umbral de la puerta, y pasaron directo a la cocina. Dejaron sus mochilas en la mesa, y el rubio se sentó a un lado mientras Hinata se colocaba un delantal y empezaba a cocinar.
— ¿Desde cuándo aprendiste a cocinar?
Ella dándole la espalda buscando las cosas en la nevera le respondió.
—Desde que mi mamá me advirtió que estaría trabajando ahora para el turno nocturno en el hospital– se volteo con varias cosas en manos y dejo en la barra —. Desde entonces he estado practicando, el lunes cene un delicioso curry — sonrió confiada.
El rubio sonrió divertido.
—Dios que salga vivo de aquí – expreso el chico juntando sus manos con lamento y haciendo una cara de susto—. Hanari, que tu hija haya heredero tu buen sazón— alzo sus brazos de manera dramática.
—Eres un tonto, Naruto-kun – le saco la lengua, pero empezó a picar unas verduras—. Pero también empecé porque... —bajo un poco la mirada y voz ilusionada, siendo captado por el rubio que le miro curioso y cuando noto sus mejillas coloradas no presintió nada bueno—. Quería empezar a prepararle un bento a...
El ceño de Naruto se frunció, y alardeando de su impulsividad se levanto bruscamente captando enseguida la mirada confusa de la chica.
—Tengo que repasar para la prueba de matemática – tomo su bolso colocándose en el hombro.
— ¿Pero no ibas a cenar conmigo? – cuestiona, en sus orbes perla se reflejo la tristeza, pero que no fue notado por el celoso chico dispuesta a marcharse—. Naruto-kun, espera... — salió detrás de la barra caminando todo lo que pudo hacia la puerta y tratar de detenerlo, pero ya había salido de su casa dando un portazo.
Su mirada reflejo confusión y angustia, apretó una mano en su pecho. La actitud de su amigo era tan extraña desde hace semanas, no le entendía. Y también, no podía dejar de sentir ese estremecimiento como miedo en su cuerpo cuando se alejaba de ella.
No le gustaba sentir eso, estaba muy confundida.
Abrió la puerta de su apartamento, dejo la mochila en el sofá de manera brusca para luego pasar directo a la cocina por un vaso de agua, y trago como si no la hubiera probado en días. Paso una mano por su boca para quitar los rastros de agua que escurrieron afuera de la comisura de sus labios.
Sabía que se estaba comportando como un idiota con ella, pero no lo podía evitar. Su sangre hervía con solo recordar que fue un cobarde y no se le confesó primero, aunque también pudo haber corrido el riesgo de ser rechazado, y con el paso arruinar su amistad.
—Maldición – golpeo la pared más cercana, tratando de dejar toda su frustración en la pared.
No podía evitar ser impulsivo cuando los celos le ganaban.
