Situado en los prímero capítulos de la primera temporada de la serie televisiva Teen Wolf.


Stiles y Scott estaban esperando sentados en la parte trasera de la ambulancia a que el sheriff acabara de hablar con los demás agentes. De vez en cuando el sheriff les echaba una miradita que le hacía poner los pelos de punta, sobre todo a Stiles.

- Muy bien, esto ya empieza a mosquearme (dijo el sheriff, abriéndoles la puerta del coche patrulla para que entrara). En lo que lleva de año, no hay suceso relacionado con los ataques de esa bestia en la que no os encuentre inmiscuyéndoos.

- Define inmiscuir (dijo Stiles intentando quitarle hierro al asunto).

- ¡Hijo! No estoy de humor. Ya he perdido la cuenta de las veces que te he pedido que te mantuvieras al margen de esta investigación.

- Señor Stilinski, esta vez no fue culpa nuestra, nosotros solo estábamos acompañando a unos amigos para…

- Scott, no me interesa. Siempre tenéis una buena excusa para justificar vuestra presencia. Y sinceramente, ya empiezo a hartarme que os creáis que soy idiota.

- Papá, no pensamos que eres idiota, solo es que esta vez si que fue una coincidencia.

- ¿Esta vez? Entonces me reconoces que el resto de veces ¿no?

- Ups (dijo Stiles mordiéndose el labio, menuda torpeza).

- Sí, Ups, hijo. Es tarde, muy tarde, hace horas que pasó el toque de queda, ni vuestros amigos ni vosotros debíais estar fuera y punto. ¿Scott? ¿Tiene guardia tu madre esta noche?

- Sí, señor.

- Ok te dejaré en casa y después la llamaré al hospital para contarle (Scott bajó también la mirada. Su madre empezaba estar muy harta con todas sus entradas y salidas injustificables. Así que en cuanto acabara su turno y regresara a cas le esperaban un montón de gritos).

- Pero papá, no fue culpa nuestra, nosotros solo…

- Hijo, si sabes lo que te conviene cerrarás esa bocaza hasta que lleguemos a casa. Ya en casa hablaremos tú y yo muy seriamente (eso no era un parte informativo, era una amenaza en toda regla). Pero ya os digo a los dos está es la última vez que os entrometéis en esta investigación. En esta o en cualquier otra, hijo (dijo el sheriff sabiendo que Stiles encontraba fisura en todas las normas que le había puesto des de el mismo instante en que empezó a hablar. Los dos chicos permanecieron callados el resto del trayecto).

- Muy bien Scott, directo a la cama (dijo el sheriff parando justo en frente de su casa). Ya hablaré yo con tu madre (fue decir eso y Scott puso la cara más triste de la historia de las caras tristes). ¿Scott, no entendéis que solo nos preocupamos por vuestra seguridad?

- Sí, señor.

- Entonces te lo diré a ti, ya que parecías tener un poco más de cordura que mi hijo, no más intromisiones (dijo muy seriamente el sheriff pero en un tono muy paternalista).

- No, señor (dijo sin poder mirarlo a los ojos).

- Muy bien muchacho, a la cama (y Scott salió del coche patrulla y hasta que no entró en casa y vio la luz de la habitación de Scott encenderse que el sheriff no arrancó).

El sheriff no tardó ni 10 minutos en llegar a su propia casa, dejó el coche fuera y le abrió la puerta trasera a Stiles para que saliera. Stiles tenía una pequeña esperanza que su padre dejara para mañana esa conversación de la que había hablado en el coche. Pero al entrar en casa, le dijo que iba a llamar a la madre de Scott que lo esperase en la cocina. De todas las estancias de la casa, el padre de Stiles estuvo que decir la cocina. Stiles sabía que por la hora que era no es que se fueran a poner a comer. Así que se puso en lo peor. La cuchara de madera.


Scott entró en su casa, derrotado. La noche había ido fatal des de un principio. ¿A caso no podría tener una cita con Allison sin que todo se acabara torciendo? Scott decidió que lo mejor era hacer caso al sheriff y meterse directito a la cama. Mañana por la mañana seguro que le tocaba apechugar con la madre de las broncas. Solo podía esperar que su madre no lo castigara también, es muy difícil salir con una chica si te castigan.

Scott entró en su habitación, se quitó los zapatos y los pantalones y se metió en la cama. Cerró los ojos para quedarse dormido y de repente... lo olió. Abrió los ojos y a dos milímetros de su cara estaba la cara de Derek con los ojos rojos y cara de estar a punto de arrancarle la cabeza con sus propias manos. Scott tragó saliva, se hubiera cagado encima de miedo de haber tenido algo sólido en el estómago.


El Sheriff entró en la cocina y miró a su hijo que parecía un revoltillo de nervios. Y hacía bien. Porque esa costumbre que había tomado su hijo de estar en el lugar equivocado en el momento erróneo, cada vez se hacía más irritante por no mencionar lo peligroso que era. Aquella bestia ya había matado al menso a 4 personas.

- Hijo (dijo el sheriff muy serio sin sentarse. Stiles tragó saliva, no sabía como iba a ir la charla, pero tenía una idea bastante exacta de cómo iba a acabar). Desde que empezaron los ataques de esa bestia, que te he advertido casi a diario que te mantuvieras al margen. Y desde que empezaron los ataques de esa bestia, tu amigo y tú no habéis hecho otra cosa que entrometeros.

- Papá, solo queríamos ayudar y lo hicimos, encontramos la otra mitad del cadáver y…

- Hijo, es peligroso, ya me duele la boca de repetírtelo, no quiero que continuéis con lo que sea que creéis que estáis haciendo (el tono de el sheriff no daba lugar a ningún tipo de negociación y Stiles lo sabía). Porque hijo, puede que la próxima vez no tengáis tanta suerte y alguien acabe herido o algo mucho peor. Deja el trabajo policial a la policía.

- Sí, señor (dijo intentando parecer lo más compungido y respetuoso posible. No es que la relación entre ellos fuera muy rígida, era más bien muy desenfadada, pero cuando se trataba de la seguridad de su hijo el sheriff no se lo tomaba a la ligera).

- Hijo, te das cuenta que te acabo de decir lo mismo que te he dicho las últimas tres veces y que tú acabas de decirme lo mismo que las últimas tres (Stiles tragó saliva. Ahí venía la tan temida sentencia final).


- Creo haberte dicho que te quedaras en casa esta noche ¿no? (dijo entre dientes Derek. Scott lo miró como un conejito asustado y no dijo nada. Derek se alejó un poco porque no respondía de sus propios actos). ¿Te dije o no te dije que te quedaras en casa esta noche?

-No era mi intención, Allison llamó porque se había peleado con su padre y necesitaba verme.

- Allison, Allison, Allison… siempre Allison. Allison no es un hombre lobo al que intenta su alpha matar o hacer que mate (Derek gritó dando un golpe bien duro en el escritorio de Scott).

- Lo sé, pero tuvimos cuidado.

- Sí, ya lo vi, el cuidado que tuviste ¿En serio quedar en un autocine? Realmente se lo estás poniendo en una bandeja de plata.

- ¿Nos viste?

- Sí os vi. ¿Quién crees que encendió todos los proyectores a la vez?

- ¿Tú? (dijo Scott abriendo mucho los ojos).

- No, el hada de los dientes (dijo con sarcasmo). Claro que fui yo, y si no llego a estar ahí, ahora tus amiguitos y tú estaríais más que muertos.

- Gracias (dijo tímidamente Scott).

- Oh no. No me des las gracias. Ya estoy harto de todo esto. Tú acudiste a mí, tú me pediste que te ayudara a controlar tus instintos y que te enseñara todo lo que sé sobre nosotros. ¿Pero cómo quieres que te ayude si no me haces ni puto caso? (dijo casi escupiendo de lo furioso que estaba).

- No fue intencionado, nos pararon una trampa.

- ¿No Fastidies? (otra vez con sarcasmo) ese alpha te quiere, y la luna llena está cada vez más cerca, por eso mismo te dije que te quedarás en casa esta noche. ¿Piensas unirte a él? ¿Piensas matar con él?

- ¡NO!

Entonces te matará. Así que hazte un favor y házmelo a mí, si deseas acabar con tu vida, dímelo y me apartaré, porque esta noche casi me matan a mí también. Y yo, a diferencia de ti, no tengo deseos de morir.

- No quiero morir, ni que me maten, Derek. Vale, la cagué ¿Pero que debía hacer?

- Lo que debiste hacer es lo que te dije que hicieras (Derek volvía a tener los ojos rojos de la rabia). Debiste quedarte en casa.

- Pero Allison… (Empezó de nuevo Scott)

- Ya he tenido suficiente. Sino a tiendes a razones por las buenas, entonces te lo explicaré por las malas (Y Derek se quitó la cazadora, la dejó sobre la silla del escritorio y se acercó a Scott que reculó en la cama, pero acabó dando con la pared).