Diclaimer: Harry Potter no me pertenece.
Tipo: Viñeta.
Advertencias: Slash.
Paring: Harry/Draco
Desafío
Harry sabía que detrás de esa confianza que transmitía Draco, estaba nervioso ante la visita que harían a Molly Weasley. Era comprensible, después de todo ella era como su madre, y desde un principio había querido conocer a su novio, si importa que se tratara del hijo de Lucius Malfoy.
Harry aún no estaba muy convencido de que fuera momento para ello, incluso cuando ya estaban arreglados y listos para Aparecerse en la Madriguera.
—¿Seguro que no me maldecirá por haberle robado a su yerno?
Ese tipo de preguntas las había dicho Draco repetidas veces, a lo que siempre recibía una respuesta firme de Harry, a pesar de que él mismo tuviera dudas.
Se dirigieron ambos a la chimenea, pero antes Draco le tomó de la mano, y le obligó a girarse a él.
—¿Y si a la Comadr… Ron le da por atacarme otra vez?
—Hermione habló con él —le contestó Harry, con semblante serio mientras que Draco no parecía convencido en nada—, pero por si acaso, ni se te ocurra insultarlo.
—Eran simples observaciones sobre su modo de vida, cariño.
Harry negó con la cabeza, procurando parecer indignado pero falló cuando de sus labios se asomó una pequeña sonrisa.
—Vamos. —Harry le dio un apretón cariñoso en las manos—. Estarás bien.
—Supones, yo no estaría tan seguro con Ronald Weasley rondando por ahí…
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Después de que Molly Weasley le hubiera dando un asfixiante abrazo, y comprobado que estuviera en buen estado (sorprendentemente, quedó satisfecha con su imagen por primera vez desde que Harry la conocía), se dirigió con un aire nervioso hacia Draco. Sonrío, dispuesta a darle un trato justo a él. No había hecho (ni haría) caso a los comentarios que hacía constantemente Ron sobre el peculiar novio de su Harry. Mucho menos a los rumores que corrían sobre su Familia.
—Mucho gusto, señora Weasley —dijo Draco, con una sonrisa leve pero cortés, la que le había visto Harry practicar frente al espejo hasta asegurarse que cada vez que pronunciara el "Weasley" sus labios no se torcieran en una mueca. Eso, de parte de Draco, era esforzarse.
Y tuvo el efecto deseado.
Harry vio como Molly Weasley se derretía ante aquella sonrisa, encantadora en Draco. Hasta Harry se habría derretido si no lo hubiera visto ensayándola, sin embargo, eso no significaba que no le gustara.
Draco sacó, con elegancia, un sobre de su túnica, el regalo que se había negado a mostrarle por mucho que le había insistido, y ante el recelo de Harry, Draco le había asegurado que había sido escogido cuidadosamente por él mismo así que, obviamente y como era de esperarse en él, no habría problema alguno.
—Para usted, señora Weasley. —Se lo tendió a Molly—. Pensé que les hacía falta.
—¡Gracias, querido! —exclamó Molly, tomando el sobre—. Pero no debías haberte molestado, ¿cierto, Harry?
La señora Weasley lo abrió, y Harry observó estupefacto como sacaba del sobre vales para comidas gratis en los puestos ambulantes del Callejón Diagon. Molly abrió la boca para tratar de decir algo, aunque no supiera exactamente qué. Harry, en cambio y aún sin recuperarse por completo, miró a Draco y comprobó que, contra toda lógica, el chico pensaba que eso había sido un buen regalo para los Weasley.
¿Por qué no lo vi venir?
—Er… querido… —dijo Molly, insegura.
—No me lo agradezca más —la interrumpió Draco—, prometo ayudarle en su situación con lo que pueda. —La sonrisa de Draco fue mucho más adorable—. En mi Mansión tengo alguna ropa vieja que iba a tirar, ¿le interesa?
Harry se llevó una mano a la frente, mientras que Molly luchaba por salir de su estupor y Draco permanecía tranquilo y bien portado.
Harry se imaginaba que sería un verdadero desafío acostumbrar a los Weasley al sentido de la realidad de Draco.
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