Draco Malfoy.
Brisa. Soledad. Una calle polvosa y solitaria, donde casi no transitaba la gente. Y menos ahora, cuando todas las calles eran peligrosas. Y, ahí se encontraba él. Envuelto en una vieja y raída capa de viaje, que apenas y podía cubrirlo del viento que se levantaba y se arremolinaba alrededor de su cabello. De su platinado cabello.
Caminaba pesadamente, cómo quién no quiere llegar a su destino, y sin embargo; llegaría. Aún así, la cautela brillaba en sus ojos; mientras su mano derecha empuñaba, con más fuerza de la necesaria, la varita. Y, los miró. A la distancia primero. Después, paso a paso, se acercó.
En una casa, una familia comía plácidamente. Tranquilos. Sin imaginar el peligro que se cernía sobre ellos. "Muggles", pensó. Probablemente de los pocos que quedaban en la región. Los miró comer algún plato austero, nada muy elaborado, en silencio. Parecían felices, y los niños (un niño y una niña) tenían sonrisas de satisfacción en sus caras.
Él también sonrió. Aunque su sonrisa era muy distinta. SI se hubiera visto al espejo en ese momento hubiera notado dolor, melancolía y arrepentimiento. Tal vez algo más. Que era eso?? Y por primera vez, lo aceptó. Ya se había dado cuenta de todos los errores que había cometido en el pasado, de sus malas acciones y de las consecuencias que estás habían traído. Le dolía. Sí.
Y, admitió que sentía envidia. Envidia de aquellos niños que comían felices en su hogar. En su hogar. Algo que él nunca tuvo. Aún con un padre rico y poderoso. Aún con una madre hermosa y refinada. Aún con la casa más grande que se podía imaginar y los mejores juguetes. Aún con todos los lujos que sus padres le brindaban. Porque le faltó…cariño. Sí, un padre que se iba todo el día a "trabajar" y una madre que prefería verse al espejo o estar con sus amigas, para olvidarse de sus propias desgracias.
Pero no siempre fue así. Su madre lo quería. Él lo sabía. Y, él mismo, por orgullo o soberbia, la había ido apartando de su lado y haciendo su propio mundo. Hasta que ella, resignada, lo había aceptado y había seguido con su vida. Le dolía. Era una especie de nudo que sentía en la garganta y que pugnaba por salir.
Cuanto daría él por tener una familia como aquella! Daría su colección de escobas, daría todo su oro, daría su fama y reputación. Pero el hubiera no existe, y él, en esos momentos de su vida, sabía que jamás tendría una familia así.
Y luego…Harry. Sí, no congeniaba con él. Pero…porqué? Porque él había intentado ser su amigo! Sí, tal vez no fue de la mejor manera posible. Pero había hecho el intento, no? Y Harry le había dado la espalda. Le había demostrado que la amistad verdadera no toma en cuenta el dinero o la posición social, sino lo que hay dentro de cada quién. Y él se sentía tan vacío. Siempre lo había estado, pero hasta ahora se percataba de eso. El nudo en su garganta se estrechaba más mientras se negaba a seguir viendo por la ventana pero al mismo tiempo no podía alejarse de ahí. Sí el hubiera tenido unos verdaderos amigos! Alguien como…Weasley o Granger. Pero no los tuvo…o tal vez, no los supo ver. Que hubiera pasado si él, Draco Malfoy, se hubiera hecho amigo de ellos o de alguien más?? Su vida sería como era ahora??? Y Draco sabía la respuesta…No. No sería así. Las lágrimas empezaban a rodar pos sus mejillas.
Qué era lo que lo había llevado a esa forma de pensar y actuar tan tonta, por no decir, estúpida? Cómo había terminado en eso?? Cómo era posible que,, a sus 17 años, fue un prófugo de la justicia y de los mortífagos??? No tenía a nadie a quien recurrir, nadie le prestaría ayuda. Estaba solo. Sin familia, sin amigos; sin el amor de aquella mujer que se lo brindaba incondicionalmente y que él, por creerse superior, lo rechazó. Era un tonto.
Se apartó de la ventana y empezó a seguir su camino. Sí quería llegar a tiempo aún le faltaba mucho por andar. No podía aparecerse, significaba mucho riesgo. Nada de magia. Se cruzó la capa sobre el delgado cuerpo, producto de las preocupaciones y de no comer adecuadamente. Cómo cambian las cosas y que giros inesperados da el destino. Quién se hubiera imaginado a Draco Malfoy en ese estado? Él, definitivamente, no. Sí lo que deseaba era ser famoso, tener una familia y ser reconocido por todo el mundo, había hecho las cosas terriblemente mal.
Las lágrimas se detuvieron. Y emprendió la marcha; tiritando de frío. Hasta que sintió un jalón en su ropa. Se giró, lentamente y con precaución, sin soltar la varita.
-Mi mamá te manda esto.- Una niña pequeña le devolvía la mirada, inocentemente; mientras le extendía un pequeño recipiente con comida. Él se limitó a mirarla.- Dijo que parecía que tenías hambre.
-Gra…gracias.- Draco se agachó y tomó el recipiente de manos de la niña.
-Es un largo camino, verdad?- La niña lo miró de manera interrogante.
-Sí, muy largo.
-Yo, cuando salgo, siempre llevo a Mel.- Le dijo la niña, mientras sacaba una muñeca.- Así, no me siento sola. Por cierto, me llamo Violet, y tú?
-Draco.- Draco seguía viendo a la niña.
-Draco…-La niña sonrió.- Suena como "dragón".
-…Sí…no lo había pensado.- No sabía a dónde iba esa conversación.- Bueno, Violet, debo irme, me falta mucho por caminar. Dale las gracias a tu mamá.- Draco se paró y siguió caminando.
-Oye.- Él se paró y se giró.- Llévate a Mel, así tu tampoco estarás solo.
La niña le dejó a Draco su muñeca y regresó corriendo a su casa, donde, seguramente, sus padres la esperaban ansiosos de saber porqué había tardado tanto. Draco tomó la muñeca y la miró. No era algo excepcional o demasiado caro. No era una muñeca nueva o hermosa. No era de marca. Pero, Draco la abrazó contra su pecho y sonrió.
Tal vez, no todo estuviera tan mal.
