Pasaba mi tiempo sentado sobre el césped de mi nuevo hogar, sintiendo cada movimiento que la tierra hacía, disfrutando cada sensación que el aire brindaba, y escuchando el agua pasar por las napas subterráneas debajo de los cimientos de la tierra. Solía entrenar a mi don divirtiéndome junto con la naturaleza, tratando de no dañarla. Respetaba pequeñas reglas como el hecho de no controlar fuego cerca de vegetaciones, ó no remover tierra cerca de hormigueros que pudieran resultar dañados, incluso no utilizaba el agua del consumo humano para no derrocharla. Muchos creían que eso era absurdo, pero claramente no lo era para mí.
Me había trasladado hacia América del Norte luego de aquel encuentro con los Cullen, pues estaba enamorado de la nieve y el agua en abundancia. Cosas que mi querido Egipto no poseía. No resultaba fácil permanecer lejos de aquella gran ciudad de arena, ni mucho menos estar alejado de Kebi & Amun, lo más cercano a padres que había tenido. Pero luego todo cobraba sentido si la tenía a ella…
Escuché sus pasos acercarse, y luego se colocó detrás de mí, de modo que sus pequeñas y delicadas manos tocaron mis hombros en forma de una relajante caricia. Sonreí y deslicé mi cabeza hacia tras, apoyando el cuerpo levemente sobre ella con el debido cuidado de no aplastarla. Acarició mis cabellos y luego me dedicó una sonrisa.
– ¿Cuándo será el momento del día que no te encuentre en el jardín jugando con la tierra como un niño pequeño, Benjamin? –Tia hizo una mueca divertida y sus dorados ojos brillaron, dejándome más enamorado si quizás eso era posible. Entonces me acerqué a su rostro y deposité un pequeño beso sobre sus labios, para luego acariciar su mejilla y estirarme hasta su oído donde respondí su pregunta en un susurro seductor.
– En este preciso momento no me verás aquí, ambos iremos a nuestra habitación justo ahora, cariño.
Y levantándome rápidamente la tomé en brazos para caminar hacia el dormitorio mientras ella se reía ligeramente y besaba continuamente mi cuello, dejando mordidas en el camino.
Podía estar alejado de todo, sí, pero no de Tia.
