Mica: Otro one-short de estos peculiares hermanos que me gustan y no sé si se dan cuenta pero me encanta Karamatsu. Espero que les guste, me base en una historieta que encontré por ahí y que no es mío. Disfrútenlo, los quiero y ¡adiós!

P/D: Si tienen alguna idea, díganmela por los comentarios para agregarlos al extra que voy a hacer ^_^


Sabias, desde hace unos años, que tendrías que acostumbrarte al trato de tus hermanos. Tendrías que acostumbrarte a los insultos, a los golpes y a los continuos "Doloroso" que salían de sus bocas cada vez que te veían con tus ropas brillantes. Pero amabas a tus hermanos, tanto como para poner tus sentimientos después de los suyos, aunque tu sufras en silencio.

Aquel día te habías despertado para descubrir que estabas atado a un poste en medio del agua aun con tu piyama y con Chibita a tu lado, llamando a tus hermanos para que paguen la cuenta para que te soltasen pero ellos no prestaron atención, simplemente corrieron hacia las peras y colgaron el teléfono. Chibita se disculpó de muchas maneras e incluso intento arreglarlo todo pero solo lo empeoro, tú terminaste con algunas quemaduras, golpes múltiples en la cabeza, vendas en casi todo tu cuerpo y con yeso en tu pierna y brazo izquierdo.

Mientras volvías a casa de manera lenta por culpa de la molesta muleta y el dolor, y después de haber visto a tus hermanos consolar al de morado sin siquiera prestarte atención, sabias una sola cosa. Tu corazón, aquel que latía fuerte y profundamente, día tras días sin importar nada, por el amor hacia tus hermanos, se había roto por completo. Había llegado a su límite.

… … … …

Llegaste a tu hogar, dejaste tu zapato tirado a un costado y entraste, dirigiéndote a tu habitación para buscar un cambio de ropa, aquel buzo azulado parecido al de tus hermanos era lo que menos querías ver.

-Estoy en casa- murmuraste abriendo la puerta corrediza.

-Bienvenido- dijeron Choromatsu y Todomatsu mirándote de reojo.

-¡Bienvenido Nii-san!- sonrío Jyushimatsu con su usual alegría, saltando de su lugar.

-Hey, bienvenido a casa hermano- Osomatsu apareció detrás de ti, rodeando tus hombros con su brazo y sonriéndote como si nada.

-No me toques- gruñiste arto de la actitud de todos. Actuaban como si nada hubiese pasado, como si no te hubiesen ignorado…como si tú no estuvieras herido y adolorido.

-¿He?- todos te prestaron atención pero eso poco te importaba.

-K-Karamatsu…¿p-pasa algo?- tartamudeo tu hermano mayor y esa, fue la gota que rebasó el vaso. Abriste la boca, listo para hablar aquello que tu corazón herido y destrozado te pedía que dijeras.

-Sé que me odian…todos me tratan como si yo no existiera, como si fuera un simple cosa material que pueden reemplazar tranquilamente…dejen de actuar así…- te mordiste el labio, ni siquiera querías ver el rostro de tus hermanos. –¡Si yo me muriera, ustedes estarían encantados!- levantaste la voz sin poder evitarlo. Tus hermanos Jyushimatsu y Todomatsu, lloraban, podías escucharlos sollozar. Osomatsu Y Choromatsu jadeaban, llamándote y suplicando que no continuaras pero no te detendrías. –¡Si ese es el caso, es mejor que me muera solo!- las lágrimas caían de tus ojos, mojando un poco la venda que cubría uno de ellos. –¡LOS ODIO MUCHISIMO!-

Me odio a mí mismo

Quedaste estático, levantaste lentamente tu mirada y junto a los demás, miraste a tu hermano de morado. Estaba ahí, parado, totalmente quieto, con la cabeza baja y con su nuevo gato en brazos.

¿Acaso no soy lo suficientemente bueno para ustedes?

Más lágrimas salieron de tus ojos, tus hermanos miraban fijamente a aquel gato que hablaba con normalidad.

Me siento tan solo

¿Por qué hacen esto?

Nadie se movía ni decía nada, escuchando a aquel gato tan extraño y singular.

Los amo chicos, realmente lo hago

Los amo

Así que, por favor, no me dejen solo

No…

Lo lamento

No podía ser cierto…

Lamento todo lo que he hecho

Ese gato tan raro estaba…

Por favor, no me odien

Diciendo todo lo que tú realmente sentías…

-Agh…l-lo siento…- intentaste dar un paso hacia atrás pero no lo lograste, dejaste caer sin querer tu muleta y terminaste cayendo de rodillas ante la falta de apoyo. –L-Lo siento…l-lo siento…re-realmente lo siento…- las palabras salían solas. Bajaste la cabeza, las lágrimas salían con más fuerza de tus ojos. –L-Lo siento muchísimo…soy una molestia…- a pesar de tus sollozos, escuchaste el maullido de aquel gato que te delato por completo, seguido casi de inmediato por pasos suaves que se acercaban a ti. Esperaste insultos, esperaste un golpe, esperaste cualquier cosa…menos que tu hermano, aquel que continuamente te decía que te odiaba y que podías irte al demonio sin importarle nada, te abrazara. Te tensaste, tus ojos mirando por primera vez desde que hablaste a tus hermanos: te veían con tristeza, con lágrimas corriendo por sus mejillas.

-Nii-san…- ¿hace cuánto tiempo dejaste de escuchar esas palabras salir de la boca de Ichimatsu? –Puedes llorar todo lo que quieras en mi hombro…- una de sus manos se fue directamente a tu cabello, enterrando sus dedos en el y acariciándote con ternura el cuero cabelludo. –Estamos aquí para ti…- alzaste tus manos lentamente, con miedo de que aquello fuera producto de tus sueños. Tus manos se aferraron al buzo de tu hermano, te negarías a soltarlo muy pronto. –Lo sentimos muchísimo…- el llanto no tardo de salir de tu boca, toda la tristeza, soledad, odio y todo aquello malo que sentías queriendo salir de una sola vez de tu cuerpo. Escuchaste los sollozos de tus hermanos y no tardaste mucho en sentir los cuerpos de ellos cerca del tuyo, llenándote de abrazos, mimos, besos y palabras de consuelo. Sentiste a Ichimatsu tenso por la repentina violación de espacio pero sonreíste cuando no dijo ni hizo nada para apartarte. Eso demostraba que si te querían y eso, hacía que tu corazón empezara a sanar lentamente.