Era un viernes en la mañana radiante. El viento paseaba de un lado a otro y las personas que habitaban la ciudad estaban inmersas en sus propias preocupaciones.
Habían sido días tranquilos desde que finalizó el Torneo del Reino de los Duelistas en la Isla de Maximilian Pegasus, pero nadie se esperaba que nuevos acontecimientos sumamente graves estaban por venir... ni siquiera el pequeño Yugi, que se encontraba en clase resolviendo problemas matemáticos que el profesor de esa área había colocado en una prueba individual.
Joey Wheeler, el "famoso" personaje que ocupó el segundo lugar en susodicho torneo, estaba algo inquieto y preocupado porque no había estudiado para la inesperada prueba; mientras, Tea y Tristán lucían un ademán sereno con una dosis de concentración que ese tipo de ejercicios requería.
Una sirena particular marcaba el final de la clase y la salida del día escolar; los alumnos salían de los salones un poco agotados y cansados, pero la jovialidad que la juventud caracteriza lo maquillaba de una manera que era casi imposible destacarlo a simple vista.
Mientras tanto, Joey Wheeler suspiraba hondo con un gesto de frustración.
-Debí haber estudiado ese tema- se quejaba para sí mismo.
-¿Cómo te fue Joey?- le preguntó ingenuamente Yugi; Tea y Tristán se les acercaron.
-No lo preguntes- contestó indignado, bajando la cabeza.
-¡Eso no es raro!- ironizó Tristán –Hubiera sido todo un milagro si hubieras estudiado y ganado ese examen.
-¡Tristán!- exclamó Joey en forma amenazante y Tea sonrió divertida.
-¿Cómo te fue a ti, Tea?- le preguntó Yugi a su amiga.
-Espero que bien- respondió la joven de cabello castaño –Yo SI estudie- enfatizó y Joey le miró irónicamente.
-¡Vamos Joey, tranquilízate!- le sugirió Tristán –Estoy seguro de que el profesor repetirá la prueba para aquellos que no obtuvieron un buen promedio.
-Eso espero- murmuró algo aliviado cuando Yugi se acordó repentinamente de algo.
-¡Es cierto!- exclamó y sus amigos lo observaron atentamente.
-¿Qué sucede, Yugi?- le preguntó Tea.
-Hoy le llega nueva mercancía a mi abuelito- continuó –Y me pidió que llegara temprano para ayudarle a clasificarla.
-¿Con esa nueva mercancía te refieres a cartas de duelo nuevas?- preguntó Joey por curiosidad.
-¡Así es!
-Entonces te acompañaré para ser el primero en verlas- comentó Joey en forma interesada.
-Esta bien... Tristán, Tea ¿ustedes también nos acompañan?
-Yo quisiera Yugi, pero dentro de una hora tengo mi clase de baile- respondió Tea.
-Y yo tengo que hacer unas diligencias en casa- contestó Tristán.
-Tal vez llegue después de mis clases, pero no es seguro- añadió Tea.
-De acuerdo, entonces no vemos chicos- se despidió Yugi.
-¡Hasta luego!- exclamó Joey y Tristán y Tea se despidieron agitando la mano.
Los cuatro chicos tomaron direcciones contrarias, alejándose lentamente.
2:30 de la Tarde. Corporación Kaiba.
Las instalaciones del gigantesco edificio se encontraban en un ajetreo constante; todas las áreas de investigación se encontraban renovando y creando novedosos sistemas para perfeccionar el duelo de monstruos, además de nuevas tecnologías en otras maquinarias ajenas a las de su razón social.
El Gerente General de esa macroempresa se encontraba en su respectiva oficina registrando en su computadora personal todo los movimientos financieros; como todos los días, reflejaba un ademán serio y egoísta, cuando recibió la llamada de uno de sus más cercanos socios.
-Seto, el nuevo dispositivo para el manejo de la baraja del duelo de monstruos todavía sigue en curso; según los ingenieros, estará listo a más tardar dentro de 4 días.
-De acuerdo- contestó el joven conservando su seriedad –Gracias por la información, Mokuba.
-De nada, hermano- finalizó el chico y Seto Kaiba colgó su teléfono celular.
El chico quedó pensativo por unos momentos, antes de seguir con el registro en su computadora personal, anhelando que el nuevo dispositivo de juego estuviera listo.
De repente, la mensajería instantánea avisó de un mensaje de correo en su cuenta electrónica y el chico reaccionó súbitamente; se extrañó muchísimo de que alguien le enviara un mensaje, ya que no le había dado a nadie su cuenta personal electrónica, el único que la sabía era su hermano menor...
Con movimiento ágil, logró abrir el mensaje y observó unas líneas que eran muy directas y demasiado conocidas. El chico cambió su seriedad a un gesto de alegría serena que casi nunca demostraba.
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¿Podrá soportarme nuevamente?
Estaré por pocos días.
Espero poder verte.
Pd: No le digas nada a Mokuba; quiero darle la sorpresa.
-Cómo quieras- murmuró en voz alta cuando su hermano ingresó a su oficina, trayendo consigo café y una bandeja de galletas de mantequilla.
-Te traje un bocadillo, hermano- comentó Mokuba –Espero no haberte incomodado.
-Descuida Mokuba, nunca lo haces- le dijo Seto Kaiba y cerró el correo, al igual que su computador personal.
Rápidamente, Mokuba notó el cambio de actitud de su hermano mayor y se reservó la curiosidad para otra ocasión; era muy difícil ver a su hermano con un gesto jovial durante su trabajo y el hecho de observarle de esa manera le causaba un interés que no disimulaba, pero si una curiosidad que más tarde resolvería fuera de las cuatro paredes de la corporación.
-¡Vaya!- exclamaba Joey Wheeler observando las nuevas cartas del duelo de monstruos -¡Estas cartas no las conocía!
-Espero que con este nuevo inventario la clientela aumente- comentó el señor Moto y el pequeño Yugi sonrió, acarreando una caja de cartas de duelo no abierta.
La puerta de la tienda se abrió, dando paso a una chica que venía un poco agotada.
-¡Hola muchachos!- les saludó Tea; Joey y Yugi sonrieron al verla -Buenas tardes, señor Moto- saludó la chica al abuelo de Yugi.
-Buenas tardes, Tea- contestó el señor con afabilidad.
-Te noto un poco cansada, ¿acaso vienes de tu práctica?- le preguntó Yugi.
-Así es- respondió y miró para todos lados -¿Tristán no ha llegado?
-No, aún no.
La chica observó las cartas en la mesa principal y las tomó para verlas detenidamente.
-¿Estas son las nuevas cartas del duelo de monstruos?- preguntó y el señor Moto asintió –Por cierto, ¿cómo saben ustedes el funcionamiento de cada una de ellas si su leyenda no viene impresa?
-¿Has notado que cada una viene sellada en un paquete?- le preguntó el abuelo de su pequeño amigo.
-Así es... además vienen con un papel en blanco muy pequeño.
-Ese papel blanco tiene impreso la leyenda del funcionamiento y el nombre de la carta.
-Ya veo... - vaciló la chica y pareció leer algo –O sea que esta carta... se llama "Muro de tornado".
-Correcto- respondió Yugi trayendo más cartas y colocándolas en la mesa principal, cuando Joey se acercó rápidamente y le quitó de las manos la carta a su amiga.
-¿Esta es acaso una carta de trampa?- preguntó con curiosidad.
-Si así es, Joey- le contestó el señor Moto –Si no me equivoco, esa carta cuando se activa derriba todos los monstruos de tipo aire que se encuentren en el campo de batalla.
El chico de cabello rubio colocó un gestó de malicia.
-Esta carta puede serme útil cuando tenga que batallar con May- murmuró en voz alta y a Yugi le surgió una gota gruesa sobre la cabeza.
De repente, la puerta de la tienda nuevamente se abrió, dando paso a una joven de cabello ondulado cobrizo y ojos miel.
-Buenas tardes- saludó la chica y todos la observaron.
Joey y Yugi quedaron impresionados por la belleza de la chica mientras Tea se había incomodado un poco. El abuelo de Yugi permanecía de espaldas, sorprendiéndose por la dueña de esa voz.
-Buenas tardes- contestaron todos al unísono.
-Disculpen, ¿se encuentra el señor Solomon Moto?
-Así es... Hikaru- contestó el aludido volteándose y dando un paso adelante; Yugi sonrió.
La chica no pudo aguantar un gesto de alegría desbordada.
-¡Hola abuelo!- exclamó la chica y se acercó, agachándose para abrazar al padre de su progenitora.
Joey y Tea quedaron asombrados ante lo que veían y se observaron un poco extrañados.
-¿Abuelo?- se preguntó Joey.
-Eso quiere decir que esa chica... ¡es prima de Yugi!- añadió Tea y su pequeño amigo le aprobó, para luego acercarse a su prima hermana.
-¡Hola Hikaru!- le saludó Yugi bastante emocionado y desconcertado al tiempo- ¿Cómo has estado?
-Bien, muy bien.
-Nos hubieras avisado que venías, muchacha- le comentó el señor Moto y la chica sonrió.
-Lo lamento, abuelo, pero quería darles una sorpresa.
-Vaya que lo hiciste, Hikaru- respondió Yugi cuando se acordó de sus dos amigos.
-¡Es cierto!- exclamó el pequeño chico –Muchachos, ella es Hikaru Lindsey; Hikaru, ellos son Tea y Joey, mis mejores amigos de la Preparatoria.
-Mucho gusto Tea... Joey- saludó Hikaru con la clásica reverencia oriental.
-Es un placer conocerte, Hikaru-san- dijo Tea cuando Hikaru movió su cabeza, negando el apelativo.
-No me agrada la formalidad oriental, Tea- se justificó la chica –Llámame "Hikaru" a secas, con confianza.
-De acuerdo.
-Hola, Hikaru- le dijo Joey a la prima de Yugi y le tomó de la mano, dándole un beso a la extremidad derecha del brazo de la chica –Espero no te moleste esta formalidad occidental.
Hikaru sonrió extrañada, pero divertida de la actitud del muchacho, mientras a los demás le surgían gotas sobre sus cabezas.
-Descuida, Joey.
-En realidad, me llamo Joseph Wheeler- continuó el chico –Pero si gustas, me puedes llamar Joey.
-Joey es un lindo nombre- comentó Hikaru -Es un placer conocer al mejor amigo de Yugi.
-¿Mejor... amigo?- se extrañó el aludido y Yugi sonrió.
-Yo le he hablado de ti en varias ocasiones, Joey- respondió el pequeño y el chico entró en razón.
-Entonces, también debes saber que fui el subcampeón del Reino de los Duelistas- dedujo el muchacho y la chica sonrió.
-Así es- dijo Hikaru –Y ahora que lo mencionas, déjame felicitarte por ese triunfo... no es sencillo ganarle a Kiff.
-Ese reto no fue nada para mí- alardeó Joey y sus amigos le observaron irónicamente; el chico reaccionó recordando algo –A propósito Hikaru: si no te agrada mucho las formalidades de nuestra cultura, ¿podrías aceptarme una cita?
-¡Joey!- se quejó Tea por la proposición tan directa de su amigo -¡No abuses!
-¿Por qué no?- respondió Hikaru -¡Cuando tu quieras!
-¿Es... es en serio?- preguntó el aludido bastante confundido y la prima de su mejor amigo asintió murmurando afirmativamente.
Tea quedó muy sorprendida.
-¡En serio!- exclamó la chica y recordó las costumbres de la ciudad –Aunque acá es extraño que dos personas que apenas se conocen tengan una cita formal de pareja si no son amigos o novios.
-¡No importa!- exclamó Joey sorprendido de que una chica accediera a una cita tan rápido y se le acercó –¿Qué te parece mañana por la tarde?
-Esta bien... ¿a las dos y media?
-¡Llegaré puntual!
-No puedo creerlo- murmuró Tea y Yugi sonrió –Es extraño que una chica acepte una invitación de Joey.
-Hikaru no es cualquier chica- comentó Yugi –Ella no se crió aquí, viene con otras costumbres.
–Si es así, me alegro por Joey- dijo el abuelo –Hikaru es una persona extrovertida a las amistades.
-Lo que sucede es que esta cultura reserva sus sentimientos para demostrarlos sólo en intimidad- comentó Hikaru cuando su abuelo tomó su maleta para llevarla dentro de la casa –Por eso es extraño para Tea que yo haya aceptado la invitación de Joey cuando aquí eso casi no se observa.
-En eso tiene mucha razón- pensó Tea y se ruborizó levemente.
De repente, un chico entró a la tienda y todos le observaron.
-¡Hola chicos!- saludó Tristán cuando notó que una chica bastante linda estaba con ellos -¿Me perdí de algo?
Tea, Yugi y Joey sonrieron en forma frustrante, mientras Hikaru sonreía al visitante, saludándolo amablemente.
-Y debo suponer... qué tú eres Tristán, ¿cierto?- dedujo la chica y el aludido quedó muy confundido.
Hikaru Lindsey se había tendido sobre la cama del cuarto de huéspedes de la casa de su abuelo materno, suspirando hondo.
-Espero que mamá y papá se encuentren bien- murmuró cuando el señor Moto ingresó a la habitación.
-¿Te encuentras a gusto, Hikaru?
-¡Claro que sí, abuelo!- exclamó la chica –Estaba empezando a extrañar algunas cosas y el comer tallarines con croquetas de pulpo era una de esas tantas cosas.
-¿Cómo se encuentran tus padres?
-Ellos están bien, abuelo. Mamá esta muy contenta con su boutique y papá es un accionista activo de esa multinacional famosa en América. ¡Ay! ¡Casi lo olvidó!- la joven buscó entre su bolso de mezclilla, sacando una carta – Esto te lo envía mamá; te extraña muchísimo, y te pide disculpas por no tener tiempo para comunicarse contigo... por ende te escribió esta carta.
El señor Moto tomó el comunicado y sonrió, recordando a su hija menor.
-Tu madre cambió muchísimo desde aquel trágico accidente- comentó el abuelo de la muchacha y esta se quedó serena y pensativa.
-Mamá quería mucho a su hermano mayor y a su cuñada, abuelo- murmuró la chica -¿Sabes qué es lo que más me ha impresionado desde entonces?
Solomon Moto la observó buscando una respuesta.
-La forma como Yugi lo ha superado- contestó Hikaru –Gracias a tu apoyo y a tu dedicación, nunca se ha sentido sólo.
-El es un muchacho muy humilde y de buenos sentimientos- comentó el señor -Eso es lo que más admiro de mi nieto.
-No sólo eso... – vaciló la muchacha –Su espíritu es muy fuerte.
-En eso tienes razón- finalizó el abuelo levantándose de la cama del cuarto de huéspedes –Será mejor que descanses, hija. El viaje debió ser largo y debes estar agotada. Seguiremos hablando mañana... buenas noches.
-Buenas noches, abuelo. Que descanses- le despidió la chica y el hombre se retiró, cerrando la puerta.
Hikaru observó las pocas estrellas que el firmamento nocturno vislumbraba esa noche. De repente, escuchó que alguien tocaba la puerta.
-Adelante- dijo la chica y su pequeño primo ingresó a la habitación.
-¿Puedo pasar?- preguntó el chico y la aludida asintió.
-¡Claro!
-Me da gusto que nos visites Hikaru- dijo el chico y se sentó en la cama cruzado de piernas –Hace mucho tiempo que no venias por acá... te he extrañado muchísimo.
-Yo también te he extrañado, Yugi- murmuró Hikaru y le tomó la mano izquierda apretándola fuertemente -¡Por cierto! Al igual que a tu amigo Joey, te felicito por haber obtenido el primer lugar en el Torneo del Reino de los Duelistas en la Isla de Maximilian Pegasus.
El pequeño Yugi se sonrojó algo apenado.
-Gracias, Hikaru.
-También te agradezco que hayas salvado al abuelo de ese juego de las sombras, ¿quién iba a creer que Pegasus es el dueño del Ojo del Milenio?
-Lo era... Tristán lo lanzó al mar después de habérselo quitado a Bakura.
-¿A Bakura?- preguntó extrañada su pariente -¿Para qué quería Bakura el Ojo del Milenio?
-No lo sé, lo único que tengo entendido es que él es dueño de la Sortija del Milenio.
La chica se impresionó.
-Ya han aparecido los dueños de cuatro artículos, ¿quiénes serán los dueños de los tres artículos restantes?
-Todo se sabrá a su debido momento- murmuró Yugi bajando la cabeza y tomando entre sus manos el Rompecabezas del Milenio.
-¿Sabes?- exclamó Hikaru cambiando de tema -¡Fuiste noticia en América, Yugi!
-¿Tanto así?- se extrañó el aludido -¿No crees que exageras, Hikaru?
-¡Es cierto! Rebeca Hawkings ha hecho comentarios muy buenos sobre tu duelo con Maximilian Pegasus; recuerda que ella es una de los duelistas más importantes del Hemisferio Occidente... ¡Oye!- exclamó la joven recordando algo y agudizó su mirada hacia su primo hermano -¡Tú me debes algo!
Yugi Moto quedó confundido, tratando de recordar alguna promesa hecha en el pasado.
-¿Qué?- le cuestionó bastante confundido -¿Qué te debo algo?
-¡Haz memoria, Yugi Moto!- se quejó la chica cruzándose de brazos.
-Pues... – vaciló el chico -No recuerdo que te puedo estar debiendo, Hikaru– aclaró serenamente evitando discutir con su pariente tan temprano.
–Tú me prometiste algo si ganabas algún Torneo de Duelo de Monstruos.
El pequeño chico recordó aquella promesa hace un lustro atrás cuando su prima partió con sus padres definitivamente para América por cuestiones laborales, prometiéndole que trataría de ser un buen jugador de cartas de monstruos, ofreciéndole un presente el día que ganara un torneo importante como reflejo de su destreza, habilidad y astucia. Pero volviendo al presente, Yugi remembró nuevamente que aparte de ganarse una bonificación en efectivo que se la cedió a Joey para la cirugía de su hermana menor Serenity, había recibido la carta de "La Esperanza" como especie de trofeo por vencer a Maximilian Pegasus en sus territorios, pero...
-Hikaru, yo... – dijo el joven y la aludida aún mantenía su semblante serio –Yo... como te explico... Es que... cuando gané el Reino de los Duelistas, a mi me dieron un cheque con una gran cuantía; pero, ese dinero... yo se lo di a Joey para que unos oftalmólogos pudieran operar a su hermana menor de la vista.
La señorita Lindsey endulzó su mirada y se aprestó para seguir escuchando a su pariente, apreciando el gran corazón que tenía su primo.
-Yugi...
-Él no tenía el dinero en esos momentos para que a Serenity la operarán: si los médicos no lo hacían en un tiempo prudente, la chica perdería completamente el sentido de la vista, así que... yo le regalé el dinero para que a ella la internaran y recuperara la visión.
-Eso fue un acto muy bonito de tu parte, Yugi- le halagó Hikaru, olvidando su pequeño enfado.
-Tu sabes que en esencia yo no iba por el dinero de ese torneo... yo iba para rescatar el alma de nuestro abuelito del Reino de las Sombras; cuando tuve el dinero, pensé en la promesa que te hice y con él te compraría un detalle a tu gusto y me costearía mis estudios superiores más adelante, pero Joey estaba muy desesperado por lo que le pasaba a su hermana menor y al ver que no pudo ganarme en aquel duelo, se frustró demasiado y yo... le di el dinero puesto que él lo necesitaba más que yo en esos momentos... a mi, gracias al destino, no me ha faltado nada en esta vida, mientras que la vida de Joey no ha sido fácil desde la separación de sus padres.
-Sabes el gran sacrificio que hiciste al entregarle todo ese dinero a tu amigo, ¿cierto?
-Claro que lo sé- contestó Yugi –Arriesgué mis estudios en la mejor universidad del país; pero con tal de ver tranquilo a Joey con la recuperación de su hermana, entiendo que lo que hice no fue en vano puesto que sirvió para que una familia fuera feliz.
-Tienes un gran corazón, Yugi- dijo Hikaru cambiando de posición encima de la cama –La vida te premiará ese acto tan humilde y magnánimo en algún momento, estoy segura.
Yugi Moto se ruborizó y bajó la cabeza, desviando la mirada.
-Hikaru... allí no acaba la historia.
La joven se extrañó ante el comentario de su primo.
-Es que... aparte de ese cheque... a mí me dieron después del último duelo con Pegasus, una carta especial llamada "La Esperanza", que fue pintada al óleo por él mismo.
-¡Eso es algo fantástico, Yugi!- exclamó la chica con alegría -¿La tienes contigo? Me gustaría verla...
-Allí está el problema- le dijo el chico y observó a la joven de cabello cobrizo y ojos miel –Ya no la tengo.
-Y... ¿qué pasó con ella?- le cuestionó Hikaru.
-Bueno... – vaciló el ganador de Reino de los Duelistas –Cuando me la entregaron, nuevamente pensé en ti y como ya no tenía dinero para conseguirte un regalo, decidí guardártela para dártela el día que te viera nuevamente, pero...
-¿Pero?
-Yo se la regalé a Rebeca Hawkings una vez que estuvo en Dominó.
-¡¡QUÉ!!- exclamó Hikaru con algo de enfado y frustración -¿Le diste lo que me habías prometido a mí hace mucho tiempo a una completa desconocida? ¿Por qué?
-Es que sucedieron muchas cosas, Hikaru.
-Pues me las vas a tener que explicar con buenos argumentos, Yugi- aseveró la chica volviéndose a enfadar – No entiendo que pudieron haber sido ese conjunto de cosas para que le hayas dado lo que iba a ser mi carta a Rebeca.
Los dos primos quedaron en silencio por unos momentos.
-Hikaru... Rebeca creía que el abuelo era un ladrón.
-¿Un ladrón?- cuestionó la aludida conservando su actitud de enfado - ¿Y ella por qué creía eso?
-Rebeca pensó que la carta del dragón blanco de los ojos azules que le había regalado el profesor Hawkings en aquella excavación arqueológica al abuelo, este se la había robado sin que el abuelo de ella se hubiese dado cuenta, así que buscó al abuelito para pedírsela y yo tuve que batallar con ella en un duelo a petición del señor Moto, quien me dijo que le enseñará el Corazón de las Cartas a una chica que decía ser la mejor duelista de occidente, y que lanzaba injurias sin sentido.
-Aún así no entiendo el por qué tuviste que darle MI CARTA- le recriminó la chica a Yugi con un tono de reproche.
-En un momento del duelo, el señor Hawkings apareció en la arena de duelo, explicándole lo sucedido a su nieta y esta se sintió avergonzada por la actitud que tuvo con el abuelo, así que nuestro abuelito me dijo que le entregara la carta de La Esperanza a Rebeca como símbolo del nacimiento de una nueva amistad sin rencores y reproches.
Hikaru se decepcionó.
-Así que fue el abuelo quien te dijo que se la dieras a ella- murmuró Hikaru con tristeza.
-El abuelo no sabía que yo iba a regalártela a ti cuando vinieras a Dominó, Hikaru- le explicó Yugi a su prima, tratando de levantarle el ánimo –Si lo hubiese sabido, no le hubiese regalado a Rebeca la carta en aquel instante y le habría obsequiado otro presente a manera de perdón por su actitud.
-¡Vaya! Me hubiese encantado conocer esa carta- se frustró la chica y suspiró hondo.
-Era una carta muy bonita- comentó Yugi levantando la mirada a manera de remembranza –Era una niña con cabellos dorados y una túnica azul como griega con unos destellos rosados que no recuerdo que eran, o algo así.
-Y... ¿no hay manera de recuperarla?- le cuestionó la chica capciosamente a su primo y este le observó con ironía -¡Bueno! ¡Bueno! ¡Era tan solo un chiste! Si ella se descuida cuando la vea en la ciudad se la quitó por estar insultado al abuelo... ¡Es una igualada!
Yugi rió divertido ante el comentario de su prima.
-Te prometo que cuando pueda te obsequiaré algo, lo juro- le recordó el joven la promesa a su pariente y la chica sonrió, para luego acomodarse nuevamente sobre la cama en una nueva posición.
-Yugi... – meditó Hikaru y el chico la observó sereno –Quiero conocer el espíritu del Rompecabezas del Milenio, ¿puedo?
De repente, un halo de luz que provenía del artículo del milenio iluminó al pequeño muchacho, convirtiéndolo en el espíritu del bucle milenario. Hikaru sonrió con un gesto de asombro al ver el cambio de su pequeño primo en un joven más alto y gallardo.
-Hola- le saludo la muchacha a manera de presentación y el chico sonrió.
-Buenas noches, Hikaru.
-Pensé que serías diferente a Yugi- comentó la chica ante el gran parecido que tenía el joven con su familiar -¡Eres mi primo con unos años más!
Yami sonrió levemente.
-Yo también quería conocerte- dijo el espíritu –Yugi habla cosas buenas de ti, Hikaru, lo que nunca pensé es que fueras una chica tan preciosa y agradable.
-Agradezco tu halagó...- agradeció la joven, cuando vaciló al no conocer el nombre de su receptor -eh... ¿tienes nombre?
-Llámame Yami.
-¿Espíritu en japonés?- se extrañó la chica.
-No recuerdo mi pasado... fue el único nombre que se me ocurrió.
-Ya veo... Yami... tengo que agradecerte el que hayas ayudado a mi pequeño primo a ganar el Torneo del Reino de los Duelistas: sin ti, creo que no hubiera llegado tan lejos, aunque tuviera la confianza en sí mismo para poder rescatar el alma de nuestro abuelo de las manos de Pegasus.
-El pequeño Yugi habría llegado al duelo final con Maximiliam Pegasus con toda la fuerza y la motivación necesaria; no obstante, el reino de las sombras lo hubiera absorbido por completo y no hubiese soportado los poderes mentales del Ojo del Milenio. Yo sólo fui el escudo para neutralizar el ataque del artículo del milenio, además de brindarle mi ayuda.
-También... – vaciló la chica y desvió la mirada – Te doy las gracias por haber salvado a los hermanos Kaiba del juego de las sombras de Pegasus, Yami.
El espíritu del rompecabezas agudizó su mirada y frunció el ceño extrañado.
-Hikaru... ¿qué me quisiste decir con eso?- le cuestionó confundido y la chica bajó la mirada.
-Yami... yo conozco a los hermanos Kaiba.
El espíritu del Rompecabezas exigió un por qué con su mirada.
-Soy amiga de Mokuba hace tiempo por la red; conocí a su hermano mayor cuando él visitó una sucursal de Kaiba Land en América; yo trabajaba en ese negocio y por medio de él lo conocí personalmente.
-Ya veo- murmuró Yami –En fin, era nuestra obligación liberarlos también de ese juego mental puesto que no estaban relacionados con lo que Pegasus buscaba, sólo fueron sus fichas para conseguir su propósito.
-No cabe duda que Yugi tiene un buen corazón- dijo Hikaru y Yami sonrió, notando que del bolso de mezclilla de la muchacha salía una carta del duelo de monstruos.
-¿También eres duelista?- le preguntó el chico y la joven volteó a ver sus cartas.
-Tengo un mazo propio- contestó –Practico mucho con Yugi a través de la computadora.
-¿Qué te parece si tenemos un juego ahora?- le sugirió el espíritu y la chica vaciló unos instantes -¿Qué ocurre?
Hikaru tomó nuevamente su bolso de mezclilla y sacó de un estuche de metal violeta su baraja de duelo de monstruos, revisando minuciosamente sus cartas.
-¿Me prometes que cuando hagas tu cambio con Yugi no le comentas nada?
-¿Nada sobre qué?
-¡Sólo prométemelo!- exclamó la chica –Quiero que sea una sorpresa, ¿entendido?
Yami sonrió y aceptó la petición de la chica.
-No sé a lo que te refieres, pero confía en mí.
Hikaru lo determinó con jovialidad para luego sonreír.
-¿Sabes algo? Si no fuera porque eres el espíritu de mi pequeño y único primo... me enamoraría de ti.
Yami, como cuando sucede en una ocasión extraña, se sonrojo y desvió la mirada avergonzado.
-¡Es en serio! Eres un chico con una gran personalidad por lo que me he dado cuenta- le halagó la joven -no me extrañaría que en una vida pasada hubieses sido una persona supremamente importante.
En ese momento, Yami quedó en ascuas ante un recuerdo efímero de dos entes que se disputaban un duelo con grandes lápidas, de las cuales salían monstruos gigantescos con un poder infinito y mortal; el ambiente era estresante y las personas lucían atuendos de una cultura que era famosa por sus grandes monumentos y sus creencias politeístas...
-¿Yami?- le tomó la manó Hikaru para despertarlo de sus divagantes pensamientos.
El chico saltó a la realidad, observando a su interlocutora con gesto de sorpresa extraña.
-¿Qué te sucedió?- le preguntó la chica y Yami cerró sus ojos, agitando su cabeza en forma de negación.
-Tuve... una visión... bastante extraña.
-¿Fue por algo que dije? Si fue así, lo lamento mucho, no fue mi intención.
-Descuida, no es nada grave- le tranquilizó el chico y Hikaru suspiró aliviada –Eso espero- pensó -Por cierto, ¿Aceptas mi reto?
-Claro que sí, pero después de que te enseñe una carta que le quiero regalar a Yugi.
-¿Quieres regalarle una carta a Yugi?- preguntó extrañado el espíritu del rompecabezas del milenio, quien se cruzó de brazos -¿Y eso? ¿Por qué se la quieres obsequiar?
-Porque a mi primo le serviría más que a mí; además, él tiene mayor conocimiento del juego de monstruos que yo, así que estoy completamente segura de que sabrá usarla de la mejor manera.
-A ver, muéstramela- dijo Yami y Hikaru sacó una carta de su mazo y se la mostró al espíritu del rompecabezas.
-Es una carta bastante extraña- comentó el chico con sumo interés -No creí que existiera su contraparte.
-Hay demasiadas cartas que aún desconocemos- comentó la chica -Esa carta tiene una habilidad bastante especial.
-¿Una habilidad especial?
-Así es: recibe un bono de poder por cada carta homóloga que se encuentre tanto en el campo de batalla como en el campo santo.
El chico abrió un poco sus ojos, sorprendido por lo que acababa de escuchar.
-Si es así, entonces sus puntos tanto de ataque como defensa aumentan y la convierten en una carta muy especial y poderosa.
Hikaru asintió sonriendo.
-No es por algo que es mi carta favorita.
Yami se la entregó.
-Ya me la enseñaste, ahora quiero conocer tus habilidades en el juego de monstruos.
-De acuerdo- contestó Hikaru –Pero quiero que este Yugi observando el reto, ¿de acuerdo?
-¿La escuchaste, Yugi?- volteó levemente el rostro Yami y la silueta del pequeño chico apareció arrodillado sobre la cama del lado derecho.
-Este va a ser un duelo interesante- se le escuchó decir a Yugi y su prima hermana lo observó asombrada.
-Pensé que no te podría ver, Yugi- murmuró la chica.
-Ambos poseemos esta habilidad y la modificamos a nuestro antojo- respondió el chico y Hikaru sonrió.
-Entonces Yami te ha enseñado muchas cosas... Vamos a ver si te enseña a ganarme.
-¿A qué te refieres con eso?- preguntó el espíritu extrañado mientras barajaba el mazo de cartas de Yugi.
-¿Yugi no te lo ha dicho?- se extrañó Hikaru observando a la silueta de su primo y este colocó un gesto de frustración -¡Él nunca me ha ganado un duelo de monstruos!
-Qué irónico- comentó Yami y los tres personajes iniciaron el duelo.
-Por cierto, ¿No vas a utilizar tu carta del Mago de las Llamas, Hikaru?- le preguntó su primo recordando ese naipe en uno de sus bolsillos.
Hikaru se sorprendió, mostrando un gesto de impaciencia.
-¿Tienes allí mi carta del Mago de las Llamas?
El pequeño chico observó a Yami quien buscó entre los bolsillos una carta del duelo de monstruos; al encontrarla, la sacó de su chaqueta y se la extendió a su contendora.
La chica no dudó un momento y la tomó casi al instante, observándola con alegría.
-¡Mi carta!- exclamó dichosa –Gracias por conservarla y cuidarla, Yugi.
-Se lo debes agradecer al abuelo; él fue el que la cuido durante todo este tiempo.
-Mañana en la mañana le daré un gran abrazo, como forma de agradecimiento.
-Ahora que tienes al Mago de las Llamas, vuelve a barajar su mazo de duelo, Hikaru- le aconsejó el espíritu del rompecabezas a la chica quien obedeció para luego extraer cinco cartas.
-¡Vamos a ver si dos cabezas me pueden ganar!- los retó y ambos chicos se observaron, aceptando el reto.
