¿SERÍA ASÍ?

PRIMER PERGAMINO: Historias paralelas

Érase una tarde radiante del año 3102 a. C en Heliopolis.

En el templo de la realeza se sentía un ambiente tensionante: los Guardianes Sagrados se habían enfrentado contra un extraño de tierras lejanas, quien había profanado la tumba del antiguo Faraón Aknamkanon para controlar por los medios del Dia Diank a su monstruo oscuro Diaboundo, dejando la batalla inconclusa para terminarla al apoderarse de la sortija milenaria de Mahaado, quien se encerró en el cuerpo de su mago de los espíritus para tratar de defender mediante su Kaa al emperador egipcio.

Por otro lado, los destrozos que se habían causado a raíz de la intromisión de dicho extranjero habían perjudicado el bienestar del alto imperio, mientras se trataba de incrementar la seguridad para evitar un nuevo ataque sorpresa, los fehallines recuperaban sus pertenencias de los escombros y las cenizas que habían incendiado los secuaces de Bakura.

Mientras tanto Mana, la joven aprendiz de hechicería, mitigaba el dolor de haber perdido a su hermano mayor entrenando en el pilar santuario del dueño del "senned ring" su magia de principiante avanzada; en la distancia y al interior del templo, el joven faraón traía a su mente las imágenes del día de ayer… cuando se detuvo en la figura de una mujer que no estaba con él en esos momentos.

-Athyr- pensó el joven rey, remembrando a su bella cortesana y suspiró hondo –No desearía que regresaras precisamente en estos momentos tan estresantes para el reino.

Levantándose del asiento, Atemus se retiró del vestíbulo central para dirigirse hacia la mastaba del antiguo faraón, cuando se encontró con su visir en la entrada del recinto.

-¿Ya todo esta listo?- le preguntó el emperador al antiguo sirviente de su padre y el hombre asintió levemente -¿Cómo está Mana?

-Mana todavía sigue en ese estado- comentó Shimon a su subalterno y este agudizó su mirada, observando en la distancia el pilar del fallecido sacerdote que contenía los monstruos que le pertenecían.

-Mahaado era una persona valiosa para ella, Shimon- dijo el rey de Egipto, halagando al "mejor" de los 6 protectores reales –Es entendible que se encuentre así y yo también lo estoy: mi padre lo eligió a él primero que a todos, y desde aquel día fue como un hermano mayor para mí, demostrándome su amistad y confianza...

El joven faraón empuñó fuertemente su mano izquierda y bajó la mirada, reprimiendo su coraje.

-Ese maldito de Ryu Bakura me las pagará con creses, Shimon- dijo el representante de Ra en la tierra y levantó la mirada al cielo -¡Nadie mata a uno de mis sacerdotes más cercanos sin merecer su castigo!

-Vamonos, su majestad- le recordó el visir –El ritual lo está esperando.

Atemus asintió con enfado, recordando que les había dicho a sus Guardianes Sagrados que antes de las 7 noches, se acercaran a la mastaba del rey Aknamkanon para excusarse por la profanación del extranjero en su descanso al Yaru… si es que los acontecimientos que estaban sucediendo se lo permitían.

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En un tabernáculo subterráneo de un santuario de la ciudad, varios sacerdotes guiados por el visir real y el joven faraón, rodearon el lugar para empezar el ritual que por varios siglos los antepasados invocaban para dialogar con sus dioses y consultar el futuro de la sociedad egipcia... además de otras cosas.

-Faraón- se dirigió Shimon a su superior –Si sucediera algo por efectuar un paso erróneo en este ritual ¿Sería capaz de invocar a la criatura sagrada de Horus?

El faraón le observó con extrañeza.

-¿Por qué me lo preguntas, Shimon?- le cuestionó -¿Acaso no confías en el control de Seth y en la seguridad de los Guardianes Sagrados para sobrellevar la situación?

-No lo digo por ellos, su majestad- aseveró el visir -Ahora que usted es el Faraón Elegido, puede dominar el poder de esas bestias para otros rituales aparte de los que se suelen hacer por el Weiji, así que le preguntaba si tal vez se podría utilizar un Dios Sagrado de Batalla en un ritual como estos si sus sacerdotes no pudieran controlar algo que sucediera… es todo.

-Yo creo que si se puede, Shimon; pero este no es el momento indicado para pensar en ello- murmuró el joven emperador sin observar al anciano y cerró sus ojos para concentrarse –Creo que el haber molestado a Obelisk ayer en la noche no me deja muy tranquilo que digamos para pedirle la ayuda a otro Dios Sagrado en este ritual. Además, estamos aquí para poder ingresar al reino de Osiris y excusarnos con Aknamkanon, no para despertar al fénix sagrado de Ra por algo que no sabemos si puede ocurrir o no.

-Mi señor- intervino Aknadin –Sé que es osado de mi parte preguntarle esto pero, ¿piensa hablar con el antiguo emperador después de lo ocurrido el día de su posesión?

El chico abrió los ojos, recordando ese hereje momento: en el que Bakura con descaró e hipocresía profanaba el sarcófago del antiguo faraón arrojándolo como quien lanzara un objeto sin valor ante sus pies el día de su procesión como sucesor del fallecido faraón, a cambio de un trueque por los artículos milenarios.

- Tal vez se pueda molestar por interrumpir su descanso y es probable que no tenga conocimiento de los eventos que sucedan en la tierra porque ya no pertenece a ese mundo, mi señor- continuó el dueño del "senned eye" y el aludido meditó unos instantes.

-Es lo más recomendable, Aknadin- le recordó al dueño del ojo milenario y volteó para observarlo –Tenga o no conocimiento de lo que sucedió, debo disculparme con mi padre por no defender su descanso y permitir la intromisión de Bakura en su mastaba, así que aprovecharé estos pocos momentos de tranquilidad para excusarme en nombre de Heliopolis por lo daños que se le pudieron haber causado en su eterno descanso; además...- vaciló unos instantes y recordó la promesa que había hecho unos meses atrás:

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-Por favor, si te comunicas con nuestro padre antes de que regrese… pregúntale sobre nuestro destino y lo que desea que hagamos en su reino, hermano.

-¿Crees que se pueda?

-Nadie ha mencionado que no se pueda cuestionar el destino a los espíritus reales, ¿o sí?

-Bueno… no, yo tampoco lo he escuchado.

-Entonces, ¿lo harás?

-Esta bien: se lo preguntaré cuando tenga la oportunidad.

-¡Gracias!

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-…tengo que consultarle mi destino y el de ella ahora que ambos reinamos parte de ese gran imperio-puntualizó el joven emperador y observó el sarcófago de su difunto padre.

El anciano asintió, entendiendo su posición y el faraón Atemus cerró sus ojos en señal de plegaria. Mientras tanto, el guardián poseedor del cetro milenario recordó a la joven egipcia y suspiró levemente, disimulando una leve sonrisa.

-Ahora no estoy interesado en despertar a otro Dios Sagrado, aunque tenga el poder para ello- pensó el faraón egipcio, remembrando al fénix sagrado de Ra -Tengo otros asuntos que ameritan mi atención.

Levantando la mirada, Atemus levantó su "senned puzzle" con la mano derecha apuntando el símbolo del ojo de su articulo milenario a la figura grabada de su padre en una piedra frente a él, esperando la invocación de Seth.

-¡Oh, Anubis!- exclamó el sacerdote del cetro milenario extendiendo su artículo hacia el centro del círculo que formaban los allí presentes –Estamos aquí reunidos para que nos permitas ingresar a tu reino y visitar a quien fue la representación de Amon en su tierra; necesitamos consultar el destino de quienes los idolatran y excusarnos por los eventos acontecidos en su tierra, y si pasare algo que es prohibido... aceptaremos el juicio del Obelisk por nuestra impertinencia.

Los demás Guardianes Sagrados del Faraón se sobresaltaron al escuchar las consecuencias de preguntar algo prohibido cuando el recinto se oscureció por unos instantes y una leve brisa de color azul fluorescente rodeó a los allí presentes, eliminando las impurezas de su manifestación física; terminada la purificación, apareció un hombre de aspecto serio, fornido y cabello rubio con los brazos cruzados e invocando una oración mítica, desapareció al instante y todo el lugar se iluminó de matices en colores cálidos.

Karim estaba sorprendido por lo que veía, cuando recordó que las luces eran fuego divino.

-¡Faraón!- le exclamó preocupado Shada, cuando el aludido asintió y con un movimiento lento elevó su brazo derecho, desplegando su Dia Diank en caso proactivo.

-¡Déjemelo a mí, mi Faraón!- sugirió Isis y concentrándose, su Dia Diank dibujó una figura grabada en el brazalete trialado.

-¡Preséntate ante mí, Cortesana Alada!- exclamó la joven dueña del collar milenario y una luz surgió de repente en ese lugar, surgiendo una deidad mítica de más bajo rango, tomando forma de un ser dominante y sereno, bajo forma ectoplasmática.

Rápidamente, la criatura rodeó con un poder defensivo a los allí presentes quienes observaron como las luces cálidas eran tan sólo viento tenue bajo el campo de protección del monstruos alado de forma femenina.

-¡Gracias, Isis!- le agradeció el Faraón a la joven y la aludida sonrió halagada.

Seth prosiguió la invocación y abriendo un papiro lo bastante voluminoso, encontró el hechizo que comunicaría al joven emperador con su fallecido padre.

Con gran maestría, el dueño del cetro milenario realizó un movimiento rápido de dedos y formando un círculo con un pequeño triángulo en su interior, murmuró por más de cinco minutos el conjuro; mientras de la nada, una pequeña esfera aparecía en el centro de los allí presentes. El faraón observaba con expectativa dicha aparición cuando en su interior escuchó la voz del antiguo faraón quien lo llamaba del más allá.

-¡Aknamkanon!- exclamó Atemus y sonrió dichoso -¿Se encuentra bien, mi Faraón? ¿Cómo se ha sentido su Baa en el Yaru?

-Eso es algo que no se me permite revelar, sucesor elegido- se le escuchó decir al antiguo emperador y los sacerdotes sonrieron por volver a escuchar a su difunto gran faraón, mientras Seth se concentraba en que el conjuro demorara lo suficiente para no terminarlo de manera abrupta.

-Padre, estoy aquí para pediros disculpas por la intromisión de ese extraño en tu mastaba y haberte profanado de esa manera- se arrodilló el joven emperador a manera de súplica y levantó la mirada –No sabía que existiera alguien que guardara rencor para contigo, mi buen Aknamkanon; por eso no pude prever lo que sucedió esa noche.

-Los asuntos terrenales ya no los puedo juzgar, hijo mío- se les escuchó decir al antiguo rey de Heliopolis –Me duele que alguien no haya respetado mi nombre y mi descanso en la tierra, pero lo que me tranquiliza es que no puede acceder al espíritu de ese cuerpo y manejarlo a su antojo, y por eso es que me siento tranquilo y no me preocupa eso…Ustedes también pueden estar tranquilos por ese aspecto.

Los Guardianes Sagrados suspiraron ante las palabras de su antiguo rey, tratando de calmarse por haber pensado que tal vez se enojaría con ellos por permitir tal herejía, y se miraron con alegría y serenidad. Mientras tanto, el joven faraón veía a Aknadin en señal de tranquilidad y el hombre asintió, a manera de entendimiento.

-Nos agrada escuchar que eso no es algo imprescindible para tu Baa en estos momentos, Aknamkanon- le comentó Aknadin a la esencia del antiguo faraón.

-Aknadin…- mencionó el espíritu el nombre del dueño del ojo del milenio y el aludido le observó atento –Me alegra escucharte nuevamente… espero que estos jóvenes no estén causando problemas con las nuevas funciones que les he encomendado.

Aún en la muerte, el fallecido líder de Egipto conservaba un poco de jovialidad para amenizar la reunión de los que se encontraban allí presentes invocándolo; el hombre sonrió ante el comentario de su pariente, al igual que todos los Guardianes Sagrados.

-Por algo los elegiste, su majestad- comentó Aknadin y miró a Seth, que desviaba la mirada al papiro para enterarse de eventualidades que pudieran suceder en el ritual.

Mientras tanto, Atemus bajaba su artículo milenario y se lo colgó en su cuello

–Gran Aknamkanon, aparte de excusarnos por lo que sucedió el día de ayer, vengo ante ti para escuchar lo que deseas que suceda con el reino, conmigo y con mi hermana, querido padre.

-El reino puedes disponerlo según tu sabiduría y perseverancia, hijo mío.

-¿Qué deseas que hagamos tus legatarios, Faraón Aknamkanon?- le preguntó Shimon a su superior.

-A mis Guardianes Sagrados sólo os digo que sirvan al nuevo sucesor de Ra en Egipto así como me protegieron a mí en vida gracias a los poderes que les delegué a través de los Artículos Sagrados Milenarios.

Por unos instantes, el ambiente quedó en silencio.

-¿Sigues allí, padre?- preguntó el joven faraón y observó a Seth, algo inquieto.

-Está esperando sus preguntas, su majestad- comentó el sacerdote del cetro del milenio y de repente se sintió un hondo suspiro.

-Antiguo Faraón... – vaciló el joven rey en preguntarle -Tu hija está cumpliendo tu última promesa de viajar a Oriente, ¿qué deseas que se cumpla después de que ella regrese?

-Que se continúe la casta familiar, hijo mío- respondió su padre con serenidad y al gobernante de Heliopolis se le ruborizaron las mejillas –Construye nuevamente la Tríada, para que tu descendencia reine contigo estas tierras benditas.

Los Guardianes Sagrados se miraron suspicaces.

-Lo haré cuando sea pertinente, padre- contestó el chico y recordó a su homóloga en el Bajo Egipto que gobernaba en el mismo espacio de tiempo, de la cual estaba enamorado –Encontraré a la mejor cortesana del reino y la haré mi esposa en el momento que yo lo crea conveniente.

-Yo no me refiero a ese tipo de trascendencia familiar, Atemus.

El aludido quedó extrañado, mientras los sacerdotes escuchaban con serenidad y meditación las palabras de su antiguo soberano para hacerlas cumplir.

-¿A qué se refieres entonces, rey Aknamkanon?- cuestionó el Faraón evitando pensar otra posibilidad que no hallaba.

-No quiero mezclar la sangre real con sangre de esclavos y cortesanos, hijo- dijo el espíritu y la esfera de donde provenía la voz atenuó su color verdoso y se encogió por unos momentos.

-Pero padre- trató de justificarse el emperador de Heliopolis, viendo que su respuesta daba al descubierto una parte sentimental que muchos desconocían –Yo sé que nuestra raza debe ser pura y de linaje real, por eso me he forjado planes de convivencia conyugal al mediano plazo con… con…-dudó unos momentos en continuar por vergüenza con sus súbditos, mientras Isis le sonreía despreocupadamente y los hombres del séquito guardián escuchaban bajo cautela y respeto –la emperatriz Valkana, la soberana del Bajo Heliopolis- continuó en un susurro, desviando la mirada al suelo y ocultando su vergüenza.

Shimon, Aknadin, Karim, Isis, Shada y Seth escucharon sorprendidos la decisión marital de su joven emperador, que hasta ese momento era desconocida para ellos, y se observaron con cierta picardía y sigilo; en ese momento, el dueño del cetro milenario volvió al concentrarse en el ritual para no perder el contacto con el extramundo.

Es una excelente decisión, hijo mío- le halagó el emperador Aknamkanon –Valkana es una linda mujer y la más cercana a los preceptos reales… pero tienes a alguien que ha crecido contigo, para que juntos continúen una generación aún más inmaculada.

El joven faraón pensó unos instantes las palabras de su padre para luego sorprenderse.

-¿Athyr?- cuestionó asombrado Atemus cuando Seth perdió la concentración al escuchar el nombre de la joven cortesana y la voz del antiguo faraón no se volvió a escuchar, desapareciendo gradualmente la esfera.

Los allí presentes voltearon a ver al dueño del cetro milenario cuando el faraón le observó de reojo enfadado.

-¡Seth! - se quejó el emperador -¿Qué ha pasado?

-¡Se ha perdido la esencia de Aknamkanon!- exclamó Isis preocupada.

-Ahora se tendrá que pedir nuevamente el permiso a Anubis para volver a hablarle- recordó Shada algo preocupado mientras los demás le daban la razón.

-Lo lamento, mi faraón- comentó Seth con otro tono de voz y trató de restablecer la conexión con su antiguo faraón, logrando aparecer nuevamente la esfera de energía.

-Prevalece la casta familiar con tu hermana, joven sucesor... no permitas que las futuras generaciones unan sus vidas con egipcios ajenos a la descendencia real.

-Pero rey Aknamkanon, Athyr no lo va a comprender- le recriminó el joven faraón a la petición de su fallecido progenitor –Le parecerá incestuoso y demasiado arriesgado.

-¡Es mi voluntad y la tiene que obedecer!- puntualizó el espíritu y definitivamente, desapareció del lugar cuando el aura cálida fuera del campo de protección se desvanecía poco a poco.

-¡Padre!- exclamó el faraón tratando de seguir hablando con él, cuando Anubis apareció frente al joven emperador.

-Necesitabas nueva autorización para permitirte hablar con tu padre, encarnación de Amón: por mucho que seas su representante, eres tan sólo un simple mortal que debes hacer el ritual conveniente para permitiros ingresar al subreino de Osiris.

-Dios Anubis: el Baa de Aknamkanom se desvaneció por unos instantes mientras se estaba dentro del ritual; aunque se interrumpiera la concentración de quien lo estaba convocando, era posible restablecer nuevamente la presencia del antiguo Faraón puesto que el ritual no se había dado por terminado hasta que la misma esencia convocada hubiese pedido su retirada de forma voluntaria- se justificó Atemus, escudándose en su posición como emperador.

-Me extraña de usted, rey Atemus- comentó el dios de los muertos, cruzándose de brazos; el aludido no entendió el comentario y levantó una ceja –Todo representante de Ra en la tierra debe conocer que cuando se está en un ritual de convocación de Baa y el espíritu de cualquier legatario se desvanece en pleno ritual de llamamiento, ya sea por una eventualidad cualquiera, aunque se recupere la comunicación con el espíritu se debe reivindicar nuevamente el permiso para evitar el ciclo de retaliación divina.

-¿Retaliación divina?- murmuró Karim y observó a Seth, buscando una explicación en quien estaba efectuando aquella manipulación de fuerzas.

-Por simple diplomacia, se debe incluir en la nueva plegaria el beneplácito de dialogar con el Baa por segunda ocasión, excusándose por la molestia incurrida- le contestó Shimon, acercándose al dueño del cetro milenario.

Que aún… no salía del asombro de la nueva voluntad del rey Aknamkanom sobre sus dos hijos.

-¿Pronunciaste la anuencia a Osiris para establecer el contacto con el antiguo faraón?- le inquirió el antiguo Guardián Sagrado al joven sacerdote y el chico le observó con terror y desconcierto.

-Lo hiciste, ¿SI O NO?- le exigió Atemus a su visir, girándose para escuchar la respuesta del chico.

De repente, Seth apretó fuertemente sus mandíbulas en un acto de rebeldía y ofuscación, bajando la mirada como forma de contestar los cuestionamientos de sus dos superiores. Y es que sinceramente… no le había prestado atención al comentario de Shada por estar divagando en la voluntad de Aknamkanom para con su única hija.

-¡Por Ra!- exclamó Aknadin sorprendido -¿Qué has hecho, Seth?

-¿Qué sucedió, Seth?- le preguntó Shada con extrañeza, sabiendo que su compañero no era del tipo de personas que olvidaba algo tan sumamente delicado en un momento de invocación de rituales con el Amenti.

-¿Y la Retaliación Divina?- volvió a insistir Karim.

-Es el proceso de la represalia o el castigo de acuerdo a la forma en cómo se estaba efectuando el ritual de invocación del Baa de un antecesor- dedujo Isis, para mirar a su emperador –Y por lo que veo… Seth, aunque logró mantener el espíritu de Aknamkamon por unos instantes, se le olvidó reivindicar su negligencia para que Osiris no actuara en contra de los que tuvieron la oportunidad de dialogar con el Baa.

-Entonces, eso quiere decir que….

-Por haber olvidado pronunciar el beneplácito- añadió Anubis, después de que permitiera que los mortales escudriñaran lo que verdaderamente había ocurrido como forma argumentar la justicia que él representaba como juez en el proceso de purificación de almas, captando la atención de todos ellos –Atemus, por ser el directamente interesado en la conversación con el Baa que regresó al Yaru; Seth, por parafrasear una plegaria olvidando un precepto imprescindible; y los Guardianes Sagrados que cruzaron palabras con el espíritu, deben ser castigados.

Los Guardianes Sagrados se sobresaltaron ante el posible castigo que recibiría su faraón, Seth, Aknadin y Shimon por intermediación de Anubis, mientras Seth aún permanecía distraído en sus pensamientos.

-¡Que les dije!- les recordó Shimon a los allí presentes y retrocedió unos pasos –Sabía que iba a suceder algo malo, siempre se falla en alguna parte de la plegaria.

-¡Cálmate, Shimon!- le sugirió Isis.

-¡No está ayudando con tu actitud!- añadió Shada.

-No creo que se atreva a juzgar a quien es la reencarnación de un dios superior en jerarquía a usted, Anubis- aseveró Aknadin tomando valentía, cuando el joven faraón extendió su mano izquierda, abriéndosele las tres alas del Dia Diank que lucía en su muñeca izquierda.

-Anubis- le llamó el Faraón al súbdito de Osiris –Usted también sabe… que las palabras de Aknadin son ciertas.

El dios de los muertos le observó desafiante.

-Usted está consciente que como representante de Ra en la tierra, yo puedo convocar a su Dragón Alado cuando me sienta intimidado por algo que no deba explicar a un semidios inferior en rango.

Los Miembros de la Corte Real se volvieron a sobresaltar al escuchar que su nuevo rey podría invocar a uno de los dioses egipcios más poderosos como emperador elegido para controlarlos, notando la gravedad del asunto: ¿era posible que un faraón se atreviera a amenazar a un dios? ¿Qué estaba pasando por la cabeza de ese muchacho? ¿Acaso los mataría en esos momentos por estar de osado e ingenuo?

-Es una herejía utilizar una criatura sagrada para evitar una pena condenable y merecida, Faraón- dijo Anubis y retrocedió al ver que una pequeña figura aparecía por intervalos pequeños de segundos en la joya del Faraón.

-El único que puede juzgar mi proceder y el de mi Enéada es Osiris… y él no se encuentra presente- comentó el joven emperador con el semblante serio y una sonrisa de victoria –Recuerde que es el padre de Horus y como representante de éste en Egipto, también es mi padre; entonces, SÓLO A ÉL LE RENDIRÉ CUENTA DE MIS ACTOS SOBRE LA TIERRA QUE LO VENERA, Y CUMPLIRÉ LA RETALIACIÓN DIVINA QUE EL ME OTORGUE A MÍ Y A MIS SUBDITOS INVOLUCRADOS.

Anubis encolerizó y recordó las homologaciones que tenían sus deidades hermanas, notando que el joven que tenía en frente conocía muy bien la manera de repudiar el castigo de un dios cuando este no era el indicado para juzgar un acto del cual no estaba involucrado; de la misma manera, remembro con desdén –cuando el muchacho levantó su Dia Diank para invocar a una criatura mística- a una de las tres criaturas pertenecientes a tres dioses distintos y superiores en jerarquía que él, y cómo de manera "injusta" en aquella ocasión no había merecido ser el dueño de una de esas tres poderosas criaturas, delegándole los dioses superiores el poder absoluto a un simple mortal que sólo cumplía su mandato en la esencia de la vida humana.

-Abusas de tu posición por las manifestaciones del dios superior en la Tierra, Faraón- comentó Anubis enfadado, y suspiró hondo -Algún día caerás por tus actos y yo mismo me encargaré de que tu corazón sea más pesado que mi pluma, representante de Ra en Egipto- le amenazó el dios de los muertos al joven soberano y desapareció instantáneamente, al igual que el preámbulo del reino de Osiris –Crees que te has salvado de la ira de Osiris, Faraón; pero algún día... sentirás en carne viva su poder absoluto.

El faraón bajó la mirada y suspiró hondo, mientras los Guardianes Reales se acercaron a su rey para auxiliarlo. La Cortesana Alada deshizo el campo de protección y desapareció del lugar en un haz de luz.

-Te agradezco tu valiosa ayuda, Isis- le congratuló el joven faraón a la dueña del collar del milenio.

-Ese es mi trabajo como uno de tus guardianes, mi rey- le recordó la chica cuando Seth reaccionó de sus absortos pensamientos; el joven faraón dirigió su mirada a la criatura de Ra que palpitaba en una de las alas del Dia Diank y por unos instantes sintió miedo al observarla tan sólo por haberla invocado.

-Fue bastante osado hablarle de esa forma a un dios, su majestad- le comentó Shada a su superior –Creí que sus palabras nos condenarían, mi señor.

-Parece que todavía no me conoces del todo, Shada- le tranquilizó Atemus colocando su mano sobre el hombro del dueño de la llave milenaria –No es en vano cuando me desvelo algunas noches leyendo los pergaminos de la biblioteca.

-La Criatura Alada del poderoso Ra parece ser demasiado susceptible ante cualquier insinuación de amenaza, mi señor- comentó Shimon frunciendo el ceño, recordándole a su rey sobre el Monstruo Sagrado –Parecía que quería convocarse solo con la insinuación de Anubis.

-Faraón Atemus- le llamó el dueño del "senned eye" y el chico se giró –En nombre de Shimon y de Seth, le agradezco haber intercedido por nosotros, mi rey- le agradeció Aknadin, valorando la valentía del chico al defender a unos "extraños" –Jamás encontraré la forma de reivindicar el gesto que tuvo para con nosotros.

-No fue nada, Aknadin- le dijo el aludido, y observó a Shimon para luego mirar a su interlocutor –La Enéada es parte de la Familia Real: todo aquel que se encuentre en problemas, es mi deber como líder de la dinastía interceder por la justa causa y la razón de los actos.

-Por cierto, ¿Qué piensa hacer ahora, majestad?- le preguntó Karim algo aturdido y el aludido meditó unos instantes –Las palabras de Anubis eran muy fuertes y llenas de odio, Faraón.

En ese momento, Seth leía el papiro en sus manos y lo envolvía lentamente, preocupado por lo que había escuchado en algunos momentos y se acercó al grupo de egipcios.

-Por el momento, les ruego que quede entre nosotros lo sucedido en este lugar- contestó el faraón y Aknadin carraspeo su garganta –Dentro de poco será de madrugada y no quiero tener que lidiar al Apohis como lo tuve que hacer con Anubis, si es que llega a aparecer.

-Faraón, Anubis tenía razón cuando dijo que se violó el ritual para comunicarse con su padre- comentó Shada algo inquieto –Lo más conveniente para tranquilizar su ira sería retractarse ante Osiris para que este no lo juzgue de manera equivocada cuando usted fallezca. Entiendo que Osiris es el único que lo puede juzgar, pero "el hijo que se arrepiente de sus errores, es doblemente bendecido por sus progenitores"

-Mi rey, como encargada del oráculo real, le sugiero que apenas salgamos de este vestíbulo nos acompañe a que su actitud sea perdonada en el pequeño templo de Osiris fuera del templo- le recomendó Isis y el emperador no tuvo más opción que seguir la recomendación de sus consejeros reales.

-¿Y el Apohis?- le recordó el joven emperador y la chica sonrió.

-Por algo le digo que vayamos al templo de Osiris, mi Faraón- le respondió –Este dragón no rondarán por estos valles en esta noche.

-Creo que estoy condenado a disculparme con mis superiores una y otra vez- ironizó el emperador tratando de calmar las ansias de quienes lo acompañaban, cuando el dueño del cetro milenario se le acercó agitado.

-Disculpe mi desconcentración, Faraón- comentó Seth algo incómodo cuando el emperador le dio la espalda para salir del lugar con los demás Guardianes Reales –Fue mi culpa que Anubis casi nos condenara por un error que fue mío, su majestad; creo que no debió haberme defendido ante el dios por una negligencia que debo acatar con el peso de la justicia divina.

-Más tarde hablamos de eso, Seth- le murmuró con algo de apatía y se retiró del lugar, recordándole con la mirada que mantuviera silencio de lo que había sucedido.

-¡Faraón!- le exclamó el guardián del cetro antes de que se marchara y el emperador de Egipto se detuvo sin voltear a verlo.

-Ya dije… que hablamos después, Seth- le recordó y salió del recinto, seguido por Shimon, Aknadin, Karim, Isis y Shada.

El joven sacerdote guardián suspiró hondo y apretó con fuerza el papiro en su mano derecha.

-Tú no me puedes estar haciendo esto a mí, Bastet- se quejaba frustrado del destino que tenía que padecer –No lo entiendo- susurró consternado y cayó de rodillas tirando el papiro contra el suelo, apoyando su cabeza en sus manos mientras sus codos descansaban en sus dos piernas.

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Amanecía en el Alto Egipto.

Shada y Seth habían salido desde temprano después de aquella breve reunión en la que se expuso una estrategia para combatir a la oscuridad que manejaba Bakura, nuevamente volviendo a la realidad del problema del fehallin de Culelna. En la soledad de su trono, Atemus pensaba una y otras vez como en tan poco tiempo, su reinado se estaba volviendo para la historia de su imperio un legado de batallas y muertes sin sentido, decepcionando las esperanzas de su padre en la sabiduría de la gestión de su hijo.

-Perdóname, padre- susurró consternado –Te prometo que no volverá a suceder- puntualizó cabizbajo y en esos momentos, los cuernos reales se escucharon al interior del templo.

Era extraño escuchar ese sonido dentro de palacio si era un sonido que se escuchaba en toda la metrópoli: indicaba que alguien "importante" llegaba desde lejanas tierras en señal de paz, pero ¿quién podía ser? La seguridad estaba muy alterada y era bastante incómodo tener que recibir extranjeros en tiempos de disturbios.

-Los cuernos reales- recordó Atemus el sonido de los instrumentos cuando Isis se acercó a su superior, arrodillándose en su trono, en compañía de Shimon.

-¡Mi faraón!- exclamó emocionada la mujer, mezclando el dolor de la pérdida del ser amado -¡Los guardianes han divisado a lo lejos la caravana de su hermana, mi rey!

-¿De Athyr?- preguntó extrañado el rey de Egipto, cambiando de semblante.

-Así es, su majestad- intervino el hombre anciano –La princesa Athyr ha vuelto de tierras orientales más temprano de lo que se tenía previsto.

-Debió haber tenido algún inconveniente en el camino- comentó el Faraón, levantándose del asiento –Yo espero que no sea así, pero de todos modos, no es el momento indicado para que regrese, y menos ahora que las fuerzas de la oscuridad y el Apohis están causando estragos.

-Mi Faraón...- vaciló la mujer, adelantándose a su superior y colocándose en frente de él –Debo recordarle que quién debe escoltar a su hermana cuando pise nuestras tierras es Mahaado por ser su cortesano; se extrañará cuando no lo vea, mi señor- le recordó al joven y el chico le observó agudizando la mirada.

-No podemos hacer nada al respecto, Isis- le respondió el joven con su aire sereno –Tengo claro que Mahaado era su visir; no obstante, que la escolte Karim mientras se le comenta lo sucedido en el momento indicado.

-Si, mi rey- obedeció la mujer haciendo una clásica reverencia y el joven Faraón se retiró rápidamente para recibir a su hermana menor, mientras Isis pensaba en lo ocurrido.

-La llegada de Athyr va a complicar las cosas- le comentó Shimon a la dueña del "senned necklace" –Conociéndola como es, preguntará una y otra vez por la ausencia de Mahaado y…- se detuvo al notar que la mujer estaba llorando y el anciano suspiró hondo –Isis… él aún vive en nuestros corazones: convertido en lápida, alguno de ustedes lo podrá invocar para que los ayude ¡Él está con nosotros!

-No como yo quisiera- murmuró la chica y nuevamente, los cuernos se escucharon, anunciando que la caravana ya había ingresado a palacio.

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La tríada se había reducido a los dos hermanos de la familia real, recayendo en el primogénito la obligación de ser el representante de Ra en la tierra. El antiguo faraón, Aknamkanon, murió a causa de una enfermedad terminal y sus restos fueron ubicados en una mastaba construida al norte del templo, cerca del Abidos, a petición del fallecido líder.

A las entradas del templo, una gran caravana se estacionó, escoltada por una decena de camellos con cargamento valioso. La joven, dos años menor que el actual faraón, bajó del carruaje con sutil elegancia, llevando un trozo de tela en sus manos, mientras observaba que a uno de los lados de las amplias escalinatas una persona del séquito real le esperaba y al final de las escaleras del templo y muy cerca de la entrada, estaban tan solo dos de los siete guardianes sagrados del rey de Egipto, el visir del Faraón y a su hermano con un semblante sonriente... que reflejaba nostalgia en su mirada.

Aknadin, Isis, Karim, Shimon, el emperador egipcio y los hombres de la guardia real observaron a la princesa del Alto Egipto que descendía del carruaje con un gesto de asombro, a causa de la vestimenta que traía puesta: lucía una túnica delicada en forma de yukata color beige escotada hasta los hombros, dejando ver una leve abertura al costado izquierdo de su pierna por los pliegues que caían de la tela; aferrada a su silueta, le apretaba la túnica un obi grueso color rojo ladrillo que le ajustaba debajo del busto; llevaba el cabello recogido en un peinado estilo "melocotón partido", unas zapatillas de tres puntadas de altura baja, base de maquillaje sin otro retoque en su rostro, sin ningún accesorio sobre su cuello, orejas y cabeza.

Athyr agudizó su mirada, teniendo un leve presentimiento, pero sonrió por la impresión que quería causar a sus allegados, cuando se le acercó el sacerdote Karim haciéndole una reverencia formal.

-Sea bienvenida a su tierra, Princesa Athyr- le saludó con vehemencia y se le acercó, ofreciéndole la balanza milenaria para que se sostuviera en ella –Déjeme guiarle hacia nuestro Faraón, que se encuentra dichoso de que hayas regresado de tierras lejanas, al igual que el Consejo Guardián.

La joven se extrañó al notar que quien la recibía no era exactamente su visir.

-Me alegra que todos se encuentren bien, sacerdote Karim- le saludo la chica para luego posar su mano en el "senned balance" del sacerdote guardián –Pero, ¿dónde se encuentra Mahaado?- le cuestionó extrañada mientras ambos subían las escaleras –Se supone que él es quien debe escoltarme hacia mi hermano.

-Recibirá explicaciones más tarde, princesa Athyr- aseveró el dueño del la balanza milenaria y cuando ya estaba bastante cerca de los presentes, Karim se detuvo y adelantó su articulo milenario para que la joven siguiera su camino y se acercara hacia su hermano y hacía los Miembros de la Corte Real que en esos momentos se encontraba presentes.

-Bienvenida, señorita Athyr- saludó Isis en nombre del Consejo Real Guardián, cuando el Faraón se le acercó, tomándole las manos y llevándolas hacía su frente, para luego hincarse en señal de reverencia.

-Es un placer tenerte nuevamente cerca, hermana- comentó el chico y le recibió la tela de las manos de la chica, y la joven sonrió.

-Debiste haber ido a Oriente, hermano- dijo Athyr extasiada –Te perdiste de muchas cosas interesantes.

Aknadin hizo un gesto extraligüístico a los que montaban los camellos para que guardaran la mercancía en los aposentos reales con ayuda de los sirvientes de palacio.

-Ha traído muchas cosas de tierras orientales, señorita Athyr- le señaló Shimon a la chica –Además, veo que le ha sacado provecho a lo que se le iba encomendado- Finalizó, haciendo énfasis en el atuendo que llevaba la joven princesa.

-Soy una buena comerciante- se halagó a si misma, heredando esa aptitud de su fallecido padre cuando de repente, giró 360 grados y extendió sus manos, mostrando su túnica oriental –Estas son las prendas de las cortesanas de la casa real: pensé que seria un bonito detalle traer una prenda como recuerdo de esa visita.

-A pesar de ser atuendos de otro país, luces radiante- Le halagó Atemus tomándole una mano y levantándola, giró a la chica nuevamente pero con más elegancia y menos infantilismo que la primera vez –Bastet te bendijo con el don de la belleza innata.

Athyr se ruborizó, recordando un evento al cual no pudo asistir.

–Hermano, por cumplir la misión encomendada por nuestro padre antes de su muerte, no estuve presente en tu coronación: a mí me hubiera gustado acompañarte en tan magnánimo evento.

Los tres Guardianes Sagrados se observaron circunspecto, recordando ese momento, mientras el joven faraón miró a su visir, cuando el rey de Egipto escoltó a su hermana hacia adentro del palacio, seguidos por los miembros de la corte real.

-Por cierto, ¿dónde está Mahaado?- le preguntó Athyr al faraón y este le observó sereno -¿Por qué no me pudo recibir si ese es su trabajo como mi visir?

-Mahaado está con nosotros, Athyr- respondió el faraón –Es sólo que no está presente físicamente... Él... él se encontraba indispuesto para recibirte... sufrió una gran recaída.

Aknadin, Karim e Isis esbozaron un gesto de asombro ante la sagacidad del sucesor de Aknamkanon.

-¿Se encuentra mal?- preguntó la joven preocupada -¿Qué le sucedió?

-Su alma está encerrada por luchar contra un mal externo.

Athyr suspiró preocupada.

-No sabía que se encontraba tan grave... – comentó la joven princesa –Ahora entiendo por qué Mana tampoco se encontraba a mi llegada: debe estar cuidando de su maestro.

-¡Mana!- pensó el Faraón recordando a la aprendiz de hechicería y observó a Shimon, dándole a entender con la mirada que la buscara y le explicara que había llegado la princesa, sin decirle que esta aún desconocía la verdad (de forma explícita); el anciano visir entendió la orden, asintiendo con la cabeza.

-Por cierto, hermano ¿ya hablaste con nuestro padre?- le recordó Athyr al faraón, y el aludido dudó en responder a esa pregunta.

-En otro momento te digo lo que me dijo.

-Esta bien- dijo la joven cortesana con tono de recelo, acomodando su mano en el brazo de su hermano mayor, cuando observó a su alrededor y notó algo extraño.

-Hermano… ¿Dónde están Shada y Seth?

-Están buscando prisioneros sueltos en la ciudad, princesa- le respondió Karim.

-Athyr- le llamó su hermano sin mirarla y se detuvo, para colocarse frente a ella y posar sus manos en los hombros desnudos de su pariente –En estos momentos, Heliopolis está pasando por una situación delicada: una fuerza oscura está rodando la ciudad desde la noche pasada y ha causado una serie de estragos.

-Ahora entiendo porque habían fehallines reconstruyendo lugares que estaban bajo cenizas a mi llegada- comentó la chica –Y es por eso que también existen mas guardianes en toda Heliopolis, ¿verdad?

-Así es- le afirmó el faraón –Por ende, necesito que pases la mayor parte de tu tiempo en tus aposentos mientras se calma la situación y no salgas del templo si yo no te lo ordeno, ¿entendido?

-Como digas, hermano- murmuró Athyr con gesto sereno, comprendiendo la actitud del los Guardianes Sagrados y la de su hermano mayor, entendiendo su actitud retraída y desconfiada.

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NOTAS DE AUTORA: El siguiente relato puede contener errores cronológicos e históricos del período antiguo de Egipto; por el resto, y a quienes les agradaría una historia alterna del pasado del espíritu del Rompecabezas Milenario y conocer mi versión de algunos aspectos inconclusos ¡Espero que lo disfruten!

No conozco el manga de Yugioh!: me encantaría leerlo para darle al siguiente relato la verdadera esencia que se merece, pero como no lo tengo, es probable que algunas cosas no coincidan; algunas ideas las tome de opiniones que he leído en foros sobre el manga y la historia del Faraón Atemus, así que hice lo mejor que pude.

Ahora si…. Vengo yo! Hay palabras por allí extrañas, pero calmaos: enseguida se las explico:

TRIADA: En el Egipto Antiguo, las familias estaban compuestas por Tríadas: El padre (Faraón), la madre y el descendiente que debía ser hijo varón: los tres como un ente divino. Aunque el concepto de triada se originó en el mito de la creación del mundo desde la perspectiva de los egipcios.

ENEADA: Grupo de nueve deidades, en donde se incluye la triada. La Enéada más importante es la de Ra y sus hijos y nietos; aunque me pareció curioso retomar el concepto para MI historia: los Guardianes Sagrados son seis, con el Faraón Atemus son siete; Shimon, que a pesar de no ser Guardián Sagrado pero es el visir directo de Atemus es el octavo… ¿y el noveno? MI LINDA Y PRECIOSA INVENCION: ¡Athyr!

FEHALLIN: Campesino(a); representa el campesinado en Egipto.

Lo de la Retaliación Divina y el Ritual para convocar al Baa de Aknamkamon, ¡es invención mía! Pero las palabras de Yami sobre rendir cuentas a otros dioses creo que es cierto y lo más correcto. ¿Por qué excusarte con quien no está involucrado y solo es un actor para el buen equilibrio de la comunicación entre mortales y espíritus? ¡Los errores en plena plegaria las debe juzgar Osiris que es quien escucha el llamado… Anubis es en cierto modo el "chismoso" para que el tramite se de en los mejores términos.

ESTO SE PONDRÁ INTERESANTE!