Esta es mi obra original, solo estoy tomando prestados a los personajes de la grandiosa Stephenie Meyer.

¡Espero les guste!

Déjà vu

La impresión de que siempre ocurre lo mismo

Y la impotencia de no poder cambiarlo.

.

.

.

.

Me desperté al oír el ruido insistente del despertador obligándome a abrir los ojos junto con la fulgurante luz del día entrando por la ventana. Luego de despertarme, el intenso brillo me hizo entrecerrar los ojos para que se adaptasen a la luz. Lo sentía: era otra vez el mismo día…

Desperezándome y con todo el esfuerzo del mundo me volteé ligeramente hacia la izquierda, desde donde se colaban los rayos de luz de la mañana atravesando sin piedad el cristal de la ventana. Al lado de mi cama había una mesita de noche de caoba sobre la cual se encontraba el reloj despertador marcando con sus números digitales las seis de la mañana. Lo veía: era otra vez la misma hora…

Unos minutos después, me senté en la cama reconociendo mi habitación: un gran ventanal que ayudaba a iluminar el enorme cuarto, tres paredes de color ocre decoradas con posters de bandas de rock y un piso de cerámicas de un blanco inmaculado.

Me levanté de la cama sin ordenarla yendo al baño para ducharme. Al salir de él fui directamente al vestier, donde encontré sólo unas últimas prendas limpias: ¡Ah! Era viernes. Antes de salir, me vi en el espejo de cuerpo completo. Observé a un chico de no más de dieciséis que traía unos jeans oscuros, converses negros y una camisa blanca junto con una chaqueta de cuero negra. Su piel era de un color moreno rojizo y su cabello negro y desordenado caía con gracia sobre su frente. Sin embargo, lo que más resaltaba de su persona eran sus ojos. Eran tan negros que no se podía distinguir su iris de su pupila. Debajo de una mirada sin vida, se encontraban unas enormes ojeras, prueba de grandes pesadillas que nadie quisiera tener, que ocurrían una y otra vez. Lo notaba: era la misma imagen…

La brisa fresca chocó contra mi rostro desordenando aún más mis cabellos y, sin importar el frio, salí camino a la parada de autobús observando todo a mi alrededor. Los árboles se encontraban ligeramente desnudos a causa del frío. Se acercaba el invierno. La calle se notaba un poco húmeda y estaba vacía, era extraño que estuviera tan abandonada. Las casas pasaban a mi lado con cada nuevo paso que daba y aunque quisiera parar no podría, todo ocurría mecánicamente. Quería volver a casa, dar media vuelta e irme, pero no podía hacer nada, ocurriría otra vez, sentía el peligro inminente.

Al otro lado de la calle, un hombre todo vestido de negro con la capucha de su suéter cubriéndole el rostro era el único ser vivo que se divisaba en el lugar. Ni los pájaros estaban, como si anunciaran un mal presagio. Caminé y empecé a visualizar la parada y con ella, una persona que siempre estaba allí. Lo esperaba: Otra vez el mismo camino…

Sobre la banca se encontraba sentada una chica con aproximadamente mi misma edad, de piel pálida, cabello cobrizo que caía en cascada por su espalda y al voltear la cabeza hacia mi dirección se podía apreciar una cara ovalada con dos grandes ojos verdes, tan brillantes como espejos que podría reflejarme en ellos; una nariz respingada y unos labios carnosos. La resumía en una palabra: hermosa. Traía unos jeans blancos y una camisa manga larga color turquesa que hacía resaltar el verde de sus ojos. Se llamaba Renesmee, aunque le decía Nessie. Está en algunas de mis clases y es una persona con mucho talento para el piano, atlética, amigable y con un buen promedio. Para algunas personas era la típica chica de buena posición, que no se fijaría en cualquiera por temor a lo que pensaría su familia. Yo no era uno de ellos, sabía quien era y los problemas que tenía. La conocía: Otra vez la misma muchacha…

Sin siquiera saludar, me paré a su lado para esperar a que llegara el autobús. Ella temblaba ligeramente, me miraba a través del largo cabello rizado que le cubría la cara. Abría y cerraba la boca con indecisión; dudaba si hablarme o no. Luego de cinco interminables y largos minutos llegó el autobús. Nessie se levantó primero y entró corriendo para sentarse en la parte trasera del bus, mientras que yo me senté en el primer asiento que encontré. Luego de un momento arrancó el autobús que iba casi vacío. Todo pasó en un instante, una sacudida y un ruido de explosión. Lo viví: Otra vez el mismo atentado…

Todo parecía ocurrir en cámara lenta. Volteé a ver la parte de atrás del autobús y unas grandes llamaradas iban por detrás de él. Sin pensarlo dos veces miré a Renesmee con el corazón desbocado, vi en sus ojos una mirada aterrada y con sus labios pronunció "Jacob" antes de que las llamas reventaran el vidrio y la alcanzaran a ella. En solo unos segundos ya me tocarían. Y otra vez…

Me desperté al oír el ruido insistente del despertador…

Otra vez el mismo día, la misma hora, la misma imagen, el mismo camino, la misma muchacha, el mismo atentado y otra vez viendo como moría la chica que me gustaba ante mis propios ojos…

.

.

.

Déjà vu

La impresión de que siempre ocurre lo mismo

Y la impotencia de no poder cambiarlo.

Si les gustó la historia espero saberlo a través de sus comentarios.

Gracias por leer.