Advertencia: Personajes un poco fuera de canon, historia escrita con relativa prisa (disculpen los dedazos que puedan encontrar por ahí, he intentado editarla para que eso no suceda), en realidad, disculpen la diferencia hacia el canon.
Disclaimer: K on! No me pertenece y ha sido tomado sin el ánimo de lucro, aunque considero un gran beneficio poder escribir algo que me hubiera gustado ver en manga o anime con estos personajes, ¿Será delito ese beneficio propio? xD
Nota: Es la continuación de La cursi y secreta admiradora de Mio Akiyama.
La estación estaba en relativa calma debido a la pasiva asistencia, los pocos presentes esperaban el primer tren a Tokio, era demasiado temprano para que cualquiera ahí hiciera demasiado escándalo. Aunque bueno, siempre había demasiado estruendo cerca de Mio Akiyama.
La recién graduaba soportaba el drama de sus amigas ante la inminente despedida, la más llamativa como siempre era Ritsu y su clon algo más inmaduro, Yui, la que no dejaba de balbucear cuanto extrañaría tocar en grupo.
"Esto es sólo por unos meses y son menos de 3 horas de viaje, pueden visitarme cuando quieran" repitió por quinta vez sin el mínimo atisbo de ser útil, "Mugi sale del país y no hacen el mismo lloriqueo por eso"
"Pero Mugí no se está yendo ahora" replicó Yui, sumida en la dramática escena que sincronizaba con Ritsu.
"¡Tan pronto se termino el romance, Mio!" gritaba en el fingido desconsuelo, estirando sus brazos hacía su amada novia pero siendo atajada por el frío –y muy repetido- golpe en la cabeza.
Una llamada de aviso resonó en el lugar, el tren arribaría sumamente pronto. Mio sintió caer el peso de la despedida, serían varios meses sin verlas, reír con ellas, tocar el bajo y sobre todo sin convivir con aquel amor de infancia recién descubierto. Empezaba a extrañar a Ritsu inclusive antes de subir o siquiera mencionar las palabras que marcaban la línea entre ese día y el del re-encuentro.
"Chicas, las extrañaré mucho" dijo sin evitar el sonrojo por las palabras.
Ritsu, inesperadamente, tenía los ojos inundados en lágrimas y sostenía un puchero indescriptible, a Mugí la hizo sonreír aquel gesto pero a Mio no le hizo la mayor gracia. Mientras tanto, Azusa limpiaba la nariz de Yui y evitaba la incontinencia lagrimal de la que estaba sufriendo.
"Mio-senpai te he traído un presente" dijo sacando un llavero en forma de gato, casualmente parecido a ella.
"Es muy lindo" sonrió Mio.
"Cuídate Mio-chan, nos veremos en las fiestas de invierno" expreso Mugí, aun en la expectativa de la prometida interacción de la pareja pero que no pasaba nada.
Mio se volvió a Ritsu y sin poderlo evitar, se le lanzo apretándola en un firme y sentido abrazo, que por alguna razón, complementaron las demás chicas del club de música ligera.
El tren se detuvo y hubo una última llamada.
Cogió sus maletas, que eran más de las que había contado en la mañana antes de salir y empezó a caminar al recién llegado tren pero algo le impidió seguir caminando.. Ritsu sujetaba parte del equipaje más grande.
"Nos vemos en invierno" exclamo con energía, superando su lapso depresivo demasiado rápido, "Bueno, er, Mugí no comas demasiado pastel en el extranjero; Yui, no molestes a Azu-nya y déjala estudiar; Azu-nya ayuda a Ui con Yui, cuídala mucho" Una vez que cada una recibió sus palabras, realmente no parecían tan sorprendidas. Salvo Yui, quien seguramente olvido que Ricchan también se mudaba a Tokio y se desmoronaba entre lágrimas nuevamente.
Ritsu se volvió a Mio, quien por momentos expedía un aura negra bastante temible para quien fuera menos para la joven castaña.
"Vamos cariño, el tren no esperara para siempre" fingió la voz y la arrastro hasta la puerta más cercana.
Desaparecían de vista conforme la velocidad se incrementaba pero las tres chicas que se quedaban no se movieron hasta que vieron a la presidenta y vicepresidenta dejar por completo el andén, Ricchan agitaba irradiante la mano pero de Mio no vieron señales de vida.
"Estarán bien, ¿no?" pregunto Yui cuando salían de la estación todavía hipando por tanto llorar.
"Eso espero, pero sin duda Mio-senpai quería una vida universitaria más tranquila" contesto Azusa pensando en la actitud de Mio, "Mugi-senpai, ¿Tú qué opinas?"
"¡Oh, Brilla!" exclamó Yui tapándose los ojos al ver la irradiante imagen de la señorita Kotobuki.
"Estarán bien mientras se amen" cantó, muriendo de felicidad.
Las chicas se iban a otra ciudad, donde vivirían solas y juntas en un departamento, tal como una pareja recién casada, ¿Cómo no querían que Mugi estuviera tan eufórica si le estaban dando el mejor condimento a su viva imaginación?
La primera hora de viaje estuvo monopolizado por un silencio incomodo entre las chicas, donde sólo compartían miradas esporádicas y a destiempo, pues mientras Mio miraba a Ritsu, ésta veía otra cosa y cuando le correspondía la mirada Mio se sonrojaba y se volvía a otro lugar.
Sin embargo, el juego parecía ser demasiado bueno para Ritsu pues podía ver una y otra vez las mejillas coloradas de Mio y con ello, recordar nuevamente el porqué se había enamorado de ella.
"Deberías dejar de usar gotas para similar lágrimas, te dejan marcas en la piel" comentó Mio a la mitad del camino, seguramente cansada del jueguito que su novia le estaba planteando, no estaba lista para ese implícito modo de coqueteo. Ritsu levanto la ceja sorprendida e indignada.
"No podía llorar realmente, mi felicidad no era tan grande para ser acompañada por lágrimas" replico.
"¿Estás feliz por haber venido?"
"Por supuesto, después de que nuestro amor imposible se ha hecho posible no iba a darte la oportunidad de venir a la ciudad, que algún pervertido te sedujera y alejara de mi vida… ¡No señor!" expreso con ímpetu.
"¿Quién crees que soy?" grito en sincronía de su mano y el contacto con la cabeza de Ricchan, Pasaron algunos tediosos minutos hasta que Mio no pudo evitarlo más y soltó una graciosa risita, "Entonces… ¿Estás celosa de algo que no ha pasado?"
"¿Quién ha dicho celos? Sólo quiero estar segura de que estés bien… ¿Te parezco una molestia?" dijo haciendo un descarado mohín doloroso.
"No, no… yo sólo" contesto queriendo componer la situación, pero sin que su característica ingenuidad se lo hicieran posible, "bueno, quería saber para qué has vendido."
"Mira que estás tan poco enterada de lo que hago que podría estar viendo a alguien a tu espalda y ni cuenta te darías" bromeó.
"¿Serías capaz?" sus orbes grises se inundaron al tiempo que pronunciaba la última oración.
"Tengo que hacer algo contigo" dijo dándole un pequeño golpecito en la cabeza, suspirando mientras lo negaba rotundamente, "He sido admitida en la escuela adjunta de la Universidad para estudiar música, ¿No crees que es genial? Tendré un título por hacer lo que me gusta" expreso su emoción.
"¿Has venido a Tokio ya?" pregunto Mio en forma de reclamo y con tono sorprendido.
"¿Dónde crees que he estado toda la semana? He vuelto por ti y por lo último de mi ropa" sonrió.
"Pensaba que trabajabas"
"Bueno, tampoco es que se pague solo el lugar que escogí"
Dejaron la estación un poco tarde pues la afluencia ahí era mayor que en la ciudad de la que venían, cogieron un taxi siendo uno de los pocos lujos que se podían dar a partir de ahora y llegaron a un complejo de apartamentos que quedaba relativamente cercano a la Universidad de Mio y al trabajo de Ritsu.
El lugar se veía apacible y seguro, dos de las características que Ritsu consideraba imprescindibles para que Mio pudiera vivir tranquila.
"¡Ta, dah! Tiene cocina, sala, un baño, lugar para dos futones y mi batería" dijo animada guiando a Mio por el reducido espacio pero ideal para dos personas, "Como si fuéramos un par de recién casadas"
"Ritsu, es demasiado rápido, yo no…yo no" la sola idea le hacía perder el hilo de sus ideas y llevarla por un desvanecimiento progresivo.
"¿Estás pensando cosas pervertidas, Mio?" se tapo la boca y movió la mano tal como si fuera una mujer mayor y no ella quien se burlara. Percibía el golpe mientras más la avergonzaba pero la había perdido mucho antes, "Malpensada" dijo inclinándose hacia ella, "Con tenerte sujeta de la mano mientras duermes sería completamente feliz" Mio la miro incrédula e ilusionada, "… por ahora."
Le robó un beso y desapareció de la vista.
Aquel primer día fue toda una travesía para ambas, Ritsu no dejaba pasar ocasión para apenar a Mio con frases ambiguas y gestos que sólo provocaban su frecuente desmayo.
En cambio, Mio estaba en el plan de negarse a cualquier cosa que llevara demasiada intimidad entre ellas, necesitaba acoplarse a la idea de vivir juntas, el hecho de estar así con Ritsu, no le permitía confesarle que había apartado un lugar en una residencia para mujeres un poco lejana del campus.
Esa noche, Ritsu ayudaba a Mio cepillando su cabello para poder dormir, después de un día aparentemente poco ajetreado. Durante el tiempo que la bajista se tomaba un baño, Ricchan había tendido los futones y preparado una modesta cena para dos, pues muy a su pesar tampoco podrían darse un banquete hasta que cobrara su primer sueldo.
"Tienes el cabello hermoso" halago Ritsu los mechones por los que pasaba el cabello, "Y empiezo a ver porque, es demasiado y tienes que cepillarlo así cada noche"
"Calla Ritsu"
La chica se rió una vez más antes de apagar las luces y acomodarse en su lugar.
Estaba empezando a sentir el sopor del cansancio apoderarse de ella cuando un tibio toque en su mano la sorprendió, Mio estaba entrecruzando sus dedos con ella, algo cálido se extendió por su cuerpo. Era lo más bello que había hecho Mio en todo el día.
"Te amo," susurro casi inaudiblemente entre sueños.
Corrección, eso era lo más bello del día.
La luz del sol apenas tocaba tímidamente el borde de la ventana, los faros de la calle seguían brindando iluminación a aquellos que madrugaban y estaba segura de que no había ningún pájaro que cantara a esas horas.
Pero sin lugar a dudas, la hora de levantarse había llegado.
En el ambiente había algo muy peculiar para la joven castaña que no tenía la intención de abrir los ojos, estaba muy calmado, tanto que la respiración profunda que llevaba escuchando toda la noche se había ausentado.
Abrió los ojos muy a su pesar, era demasiado temprano para alguien que no tenía la obligación de hacerlo y lo primero que tuvo en su campo visual fue una mirada directa y atemorizante.
"M-mio, ¿A qué hora te has levantado?" Retrocedió con un salto, colocando ambas manos en su pecho para sosegar el impasible latir de su asustado corazón. El susto fue, infaliblemente, el mejor despertador.
La chica no le respondió, parecía concentrada en los ojos de Ritsu, estaba abrazando sus rodillas y si conocía su expresión, parecía que sufría uno de sus típicos ataques de pánico pero con la variante de lágrimas en los ojos – que bien podría sacar un Moe, moe, kyun de Ritsu- que delataba alguna especie de temor nuevo.
"¿Estás bien?" inquirió preocupada, acercándose lentamente por si estaba desmayada o sonámbula.
"Es la primera vez que voy a la escuela sin ti desde que te conozco" rompió a llorar cuando Ritsu le toco el rostro para sujetar un mechón de cabello tras su oreja, se lanzó a sus brazos cual niña pequeña.
La recogió entre sus manos, suspirando sin el menor indicio de exasperación, pensando seriamente la respuesta al infantil – y dulce- dilema de Mio.
"Entonces te llevaré a la escuela y estaré ahí cuando salgas, cada día, hasta que desees lo contrario" prometió tomándole del mentón y colorando su rostro de manera que sus ojos se vieran directamente y la intención del juramento quedara como un gesto sincero.
"¿Y sí nunca lo quiero?"
"Me verás fuera allí, pase lo que pase" lo dijo en lo que parecía tono de amenaza, haciéndola reír por primera vez en el día.
La dejo por un momento para acomodarse el cabello y quitarse el flequillo que le impedía buena parte de la visión pero la diadema le fue arrebatada bruscamente de las manos. La manera en que inquirió con la mirada podría haber sido muy dura para Mio pero cuando Ritsu centro su atención en las mejillas altamente rojas, no pudo sentir nada más que ternura.
"En realidad… M-me gustas mucho así" confeso, el rojo en sus mejillas parecía casi brotar por sus poros. Estaba tan apenada por revelar algo considerado tan íntimo de su pensamiento.
El camino a la escuela era relativamente corto, caminaron en silencio aproximadamente por diez minutos, tomadas de la mano y compartiendo la enorme bufanda de Mio, dejando que su respiración en forma de vapor se juntase cuando exhalaban, yéndose como una solo suspiro mezclado al cielo.
En realidad parecía algo de no creerse aún, después de todo, habían hecho exactamente lo mismo por poco más de una década y por su mente jamás paso que sintieran de manera mutua aquel sentimiento tan hermoso.
Ritsu fue quien se animo a dar el primer y más difícil paso, sin embargo, la primera en darse cuenta de que los latidos de su corazón estaban gritando el nombre de su mejor amiga había sido Mio.
Fue algo tan difícil de entender en ese tiempo y aún lo era ahora, tan poco creíble pero tan maravilloso al mismo tiempo.
Ahora se veían, de la mano, con la cara roja por el contacto y lo que solían ser sonrisas de compañerismo, eran ahora de complicidad. Una complicidad por enfrentar el sentimiento que susurraban sus manos entrelazadas, por ocultar los suspiros y para inhibir el incorregible deseo de tocar sus labios.
No tenían opción, era un amor de dos.
Un secreto para el mundo pero una experiencia bella para dos jóvenes.
"Bueno, Akiyama-san, nos vemos en unas horas" dijo solemnemente Ritsu al despedirse de Mio, "No quiero enterarme de que has tonteado con chicos en tu primer día"
Mio rió por su broma, haciéndose el propósito de empezar a tratarla un poco mejor y se más tolerante con ella.
"Te extrañaré" le confesó dejando el rastro de sus labios en la mejilla de la chica mientras corría a la entrada y desaparecía por ella.
Tocó ensimismada su piel, curiosamente más cálida que el resto, cosas como esa hacían que su corazón saltara de emoción desbocadamente y le revivían aquel ayer en que supo que Mio era y sería la persona que amaría lo que le quedaba de vida.
Algún tiempo después -hablando de años, siendo precisas- las cosas entre las chicas empezaban a madurar, ya no era más un noviazgo de dos adolescentes que compartieron una larga amistad y tampoco era un amor apresurado por ser el primero.
Mio al verse constantemente atacada por la personalidad enérgica y optimista de Ritsu, aprendió a sobrellevar sus miedos desde los más difíciles hasta los más absurdos, su timidez era algo que, sencillamente, tenía a flote su relación. No era algo que fuera a dejar con el tiempo ni mucho menos.
Ritsu, bueno, era Ritsu, la misma actitud, la misma personalidad y sobre todo la misma pasión por aquello que amaba. Si bien no era tan madura como Mio, sabía cómo llevar las cosas para seguir en una relación complementada.
Ahora, en su último año en la carrera, se había puesto muy seria en cuanto a sus aspiraciones en la vida y dentro de su ambiente escolar se las arreglo para encontrar otras personas que compartieran sus expectativas a corto plazo.
Cuando ambas regresaban de un largo día escolar, Mio se quedaba en casa haciendo sus labores y colaborando en el aseo de su pequeño hogar; Ritsu, tan pronto la dejaba sana y salva se marchaba a su trabajo de medio tiempo en un restaurante cercano, posterior a eso, se reunía para ensayar en con sus compañeros de su peculiar banda llamada: No name.
Y se llamaba así básicamente porque entre los cinco chicos que la integraban no se encontraba una Sawa-chan que les ayudara con el nombre.
Ocasionalmente, entre sus reuniones de inspiración, se reunían en el pequeño apartamento en búsqueda de ideas para las canciones siendo que la única que servía para escribirlas era Mio y que los chicos se reunían sólo para hacerle un manojo de nervios a la novia de la líder de la banda.
La primera impresión que Mio se formo de ellos era algo parecido a su club de música ligera, salvo con los contrastes entre personajes está vez. Ritsu se había ocupado de presentarles a su manera uno a uno los integrantes:
"La rubia kohai de ahí es Sarah-chan canta como los ángeles pero le falta afinar con la guitarra; aquel con manía de misterioso es Sou-kun, toca el bajo de maravilla p-pero no tan bien como tú…" En realidad a Mio no le dolía si tocaba o no mejor que ella, lo que le dolía era haber sido, de alguna manera, ignorada para el puesto, "Saeko es la segunda guitarrista y Annlee le hace al teclado" dijo por último señalando a un par de jóvenes, una muy alta y de aspecto demasiado pulcro para ser una guitarrista y otra que casualmente se parecía a Mugi-chan.
Y lo dicho, parecían una versión renovada del HHT con un hombre entre ellos y música un poco más pesada.
Mio dejaba aquel espíritu optimista ser libre con sus ambiciones, si bien era el tema de discusión entre ellas, también era el motivo para seguir con ella. Era exactamente esa peculiar característica de Ritsu lo que hacía clic con ella, su complemento, aquella parte que congeniaba con su alma porque era exactamente lo que le hacía falta.
Cuando una decía no, la otra decía porqué no; cuando una se negaba, la otra ya lo estaba haciendo, era cosa de rutina, el día a día de Mio y Ritsu, y aunque lo negaran e insistieran en que no, todo eso aún gritaba su joven amor.
Es el final del primer/segundo capítulo en el que se dan saltos de trama un poquito bruscos para justificar el siguiente capítulo, creo que es entendible aún sin haber leído el one shot que origino esta continuación.
En total constara de 4 o 5 capítulos, todos con cambios temporales bruscos pero no muy largos.
Espero les haya agradado, sino, se presta totalmente a correcciones, de hecho, quisiera reiterarles una disculpa por esa diferencia cruel hacia con el canon, en verdad lamento sacar a Ritsu de su papel.
Prometo intentar llevarlo correctamente cuando el drama comience.
El segundo capítulo está en construcción pero pronto lo subiré, promete ser el más dramatico/tragico y viene bajo el nombre de Efimera dulzura.
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