N/A: Sip, ese "Two-shot" está demasiado corto para mi gusto, la verdad me levanté temprano ayer y empecé a escribirlo con curiosidad de tener otra historia Rated MA.

Sin más, muchas gracias por leer a esta pareja, que se ha convertido en mi favorita en cuanto a escritura se refiere.

S.C


"Hay mucho dolor y no sé como ignorarlo"


I

El joven cazador miraba a la ventana esperando cualquier señal de vida distinta fuera de la ventana. Sus ojos violeta estaban perdidos, tal vez pensando de vez en cuando en Yuuki, en qué estaría haciendo lejos de él. Y maldecía, no sabía muy bien el porqué, pero su ansiedad aumentaba cada vez que la imaginaba con Kaname.

Y apretaba sus manos.

-Kiryuu-san.

Una vocecilla lo sacó de sus pensamientos destructores. Giró hacia la puerta de entrada de su habitación, en ella, y con un aspecto que, en un pensamiento fugaz por supuesto, le pareció adorable, estaba Sayori Wakaba, su copañera de clases.

-Wakaba.

-El director Cross me pidió que viniera aquí para ayudarte con las materias en las que fallabas.

Ella se removió tímida, no había entrado nunca a la habitación de un hombre, y la imagen de Zero dándole la espalda a la ventana con la cara medianamente ladeada le hacía sonrojar de inmediato.

Él frunció los labios, qué molesto le resultaba eso, ser guardián, según el director, bajaba sus calificaciones del cien que necesitaba que tuviera siempre. Como si un ochenta no fuera suficiente.

-Vete...-escupió ácidamente el cazador, ella le sonrió suavemente y entró más a la habitación. El día era fresco y cálido, el verano se iba a cada minuto que corría, y el peliblanco aún delineaba la distancia con la mirada, ignorando a la chica que ahora se había parado junto a él.

-Kiryuu-san...-dijo ella calmadamente-Por favor, sólo intentemos esto.

El la miró desinteresadamente, qué ganaba con ello.

-No hace falta.

El se levantó, con desgane, ignorándola, en serio no tenía ganas de seguir con esa tontería.

Ella le tomó del brazo.

-Lo siento Kiryuu-san, no puedo dejarte salir hasta que no entiendas bioquímica correctamente.

¿Siempre es tan psicorrígida?. Kiryuu siguió su camino.

-Kiryuu-san...-alcanzó a gritar la chica.

-¿Estudiaremos en la cama acaso?- Se ladeó aún con desinterés hacia ella, ella pareció entenderlo de inmediato.

Miró al techo, porqué tenían que hacerle esto a él. En serio, no había necesidad. Pero no tenía ganas de pelear, así que suspiró y se hechó para atrás. La miró fijamente, ahora que lo notaba, ella era un poco menos baja que Yuuki, y hasta podía decirse que era bonita.

Sayori se sintió pequeña. No solo por la forma penetrante en que la veía, si no porque los sentimientos de una pobre chica humana florecían frente a alguien como él sin siquiera verlo.

Él siguió su camino hacia la biblioteca, que era amplia, llena de libros y tenía un pasadizo directo a la habitación del director Cross. Se echó desganado frente al escritorio, ella pareció flaquear ante el fuerte aburrimiento y desinterés de él, de hecho, sus capacidades de coordinación estaban fallando frente a alguien de su talla.

-Bi-bien...-ella se sentó junto a ella, y sacó una agenda de apuntes de un bolso que había traído junto con ella. Los apuntes iban y venían, y ella no paraba de hablar.

¿Porqué no se calla de una vez?, él en serio no estaba de humor, ya estaba oscureciendo y su apetito no toleraba grandes cambios horarios.

Ni si quiera le prestaba atención, solamente veía mover sus labios, y tenía hambre. Factores como estos sólo hacían que él se malumorara aún más.

Cállate de una vez, niña.

De repente, y casi como acostumbraba siempre, atrevidamente tomó el la muñeca de ella, levantándola del lugar de donde estaban.

-Zero-san...-ella lucía asustada, como un pequeño corderito.

Y él, impaciente, con hambre, con ira y con toda una bola de sentimientos por Yuuki en su cabeza.

-Soy amable...-dijo él, sus ojos se empezaban a oscurecer por el hambre fuerte que empezaba a sentir-Pero créeme que tolerarte no es fácil.

-¿U...Uh?.

Él la soltó con brusquedad, ella quedó en silencio.

-Sólo...cállate.

-Pero...

Él no pudo aguantarlo más, le tapó la boca con la mano, y su aspecto fiero asustó por segundos a la amable Wakaba. Él lo supo, asustada estaba callada.

Sonrió, no una sonrisa cálida, ni mucho menos humana, era una sonrisa filosa y repentina, como de cristal que demostraban sus blancos colmillos. Ella empezó a temblar, por temor, de veras que el aura de Zero no le daba una buena impresión.

-Así...-sus instintos de vampiro empezaron a colmarlo de visiones, ella le pareció tan dispuesta, tan suave y pertinente para escupir las asquerosas píldoras artificiales que dio un paso cerca a ella. Su cuello latente demostraban su vida intermitente y efimera, él la deseaba, a ese elixir que se le había negado durante cierto tiempo.

Sayori cerró los ojos con fuerza, Zero pareció acercarse con más lentitud, y ella sintió chocar su aliento sobre su cuello. Aún temblaba de terror. Se quebraba tan solo sentirlo cerca a ella, y él podía percibirlo.

En realidad, no sintió si clavó sus colmillos en el cuello, ella tenía la vista perdida por el temor repentino que le había inculcado el chico.

Zero estaba realmente mal, Cross no estaba para ayudarlo, su sed de una sangre aceptable se había prolongado por demasíado tiempo, y estaba drenando poco a poco a la joven chica.

-Zero-k-kun...-Yori, quien obviamente estaba mareada por los sucesos, perdía la vista y hasta el sentido por momentos.

Él se asustó en cuanto escuchó su nombre, y se separó de ella como si de veneno se tratara. Yori se empezaba a deslizar sobre la pared, estaba muy débil por el descontrol de Zero.

-Wakaba...-él le miró, su lado humano llegó a él como si de un golpe de suerte se tratase. Su mirada se desesperó, se había pasado, maldición.

Trató levantarla en brazos. Una escena que seguramente sólo imaginaba con Yuuki, de repente estaba pasando con alguien a quien, se podía decir, irrelevante para él.

La respiración del peliblanco era tan irregular que se sorprendió a sí mismo, maldecía cuantas veces se le vinieran a la mente por dejarse llevar por su asqueroso lado vampiro.

Dio una patada a la puerta que conducía a la habitación del director Cross, una amplia cama con las sabanas blancas, y el atardecer azul pintado en el gran ventanal al espaldar de esta. La recostó ahí, calmado, pero no realmente calmado. Ella lucía frágil, como una pluma o la brisa misma, su piel blanca era un color pálido mortuorio que él no veía bien, su malhumor le había llevado a bordes tan absurdos como estos.

Cállate, su mente repetía una a una las cosas que había pensado con anterioridad, mierda, no era bueno, de hecho, era tan mala persona como cualquiera de los de la clase nocturna.

Se sentó junto a ella, dormitaba con el ceño fruncido, algunas veces moviéndose, su condición no era la mejor, pero parecía estar recobrando los colores en sus mejillas poco a poco. Él respiraba silenciosamente, cuidadosamente, no sabía qué diría o qué no diría en cuanto ella despertara. Si verle la cara a Cross cuando llegara, o si matarse por su estupidez, definitivamente no sabía qué hacer consigo mismo.

De repente ella se empezó a mover, como patadas de un letargo parecido a una pesadilla. Él pareció asustarse, tal vez era su final. No sabía.

Pero ella extendió su mano hacia la de él.

-Zero-kun...-no sabía porqué le había cambiado el "san", pero él pareció aliviarse, no importaba si le molestaba que le dijesen así.

-Wakaba.

Ella parecía estar despertándose, la luna ya estaba redonda y blanca puesta en el cielo. Zero se acercó para comprobarlo, Yori aún no podía levantarse, persistía su fuerte mareo.

Pero ella se sentó, suave, con la delicadeza que le caracterizaba como mujer. Y quedó ahí, tan cerca de él, que pudo sentir inconscientemente el aliento entre cortado del hombre en su cuello de nuevo.

-Kiryuu-san-musitó de golpe, sus ojos se abrieron de par en par, buscando los ojos violetas de él. Sus ojos se movían con desesperación, y parecían empezar a cristalizarce por momentos.

-Wakaba...Yo-el tragó fuerte, y la volvió a tomar con fuerza de la muñeca antes de que ella diera un grito al cielo.

Maldición, sólo cállate.

Zero apretó con fuerza los labios en cuanto la besó, ella abrió los ojos de par en par, dejando de moverse por momentos, intentó calmar la situación con un beso, qué inteligente, pero eso demostraba su desesperación absoluta por el gordo momento por el que estaba pasando. Aún así cerró los ojos, nunca se había imaginado haciendo eso, mover los labios suavemente mientras sentía la respiración entre cortada de ella, que por supuesto, estaba casi al borde del llanto, sentir sus labios era un raro sentimiento, nunca había besado con esa convicción antes, sus labios eran pequeños, interesantemente eran intrépidos, e intentaban buscar en él algo más.

Sayori aún estaba débil, su cuerpo se iba hacia atrás a cada arcada que daba el cuerpo atlético del cazador. Pero se dejaba llevar por el extraño beso que se estaban dando. El miedo se fue, ya no estaba, pero seguía débil. Su espalda tocó la cama de nuevo, y él continuaba tenso, besándola sí, pero tenso.

Hasta que se separó.

Aún conservaba los ojos de ese raro color que tanto le atemorizó, pero esta vez lo vio con naturalidad, ella ya lo sabía...esa historia de que era un vampiro y todo eso, pero nunca sintió la curiosidad de saber el porqué la mordería a ella.

-Sa...yori-la voz de él sonaba impresionada, él lucía tranquilo y franco, aunque su voz no concordaba con ello.

La chica pareció estudiar cuidadosamente sus palabras, como escogiéndolas para no dar pistas sobre la alocada atracción que sentía hacia él desde la primera vez que lo vio.

-No importa Zero-san...-dijo ella intentando mover las piernas-Sé que debes pasar tiempos difíciles sin Yuuki-chan.

Zero la miró, el semblante de ella parecía haber cambiado, con un extraño aire doloroso que repentinamente lo caracterizó, era como cuando pensaba en Kaname y Yuuki.

No es que se tuvieran lástima ambos, pero aunque eran tan diferentes. Ambos estaban igual de quebrados que una porcelana pisoteada.

Y él la volvió a besar, inseguro, por supuesto, porque esto no era nada su estilo. Pero sólo quería olvidarla, porque a ambos les dolía ver a la persona que querían con otra, o en la caso de Yori, sufriendo por otra persona.