1° de febrero de 2011.
Aclaración: Harry Potter no me pertenece, ni quiero, gracias XD Y tampoco Draco Malfoy, para mi desgracia ToT. Toda la saga del libro de HARRY POTTER, más sus personajes son de J. K. Rowling, a quien pertenecen todos los derechos.
RESÚMEN: Eres esclavo de ti mismo, eres la sombra de tu propia sombra. ¿A quién tratas de engañar? ¿A ti mismo o a la sociedad? Vives desgarrando tu vida y vaciándola, desperdiciando lo único que queda en ti: "La cordura".
NOTAS DE LA AUTORA: No me pude resistir, XD así que volví... mwahaha ÒwÓ XD ¿Voldemort, qué clase de persona fue? ¿Qué pasaría si alguien tomara su lugar?
Si son gustosos en leer, adelante, si tienen alguna crítica, por favor que sea reconstructiva, y si me quieren regalar un Draco, os lo agradecería XD
Y ahora sí, a darle, que es mole de olla owo.
CLASIFICACIÓN: NC-17
ESCRITO POR: SASHI MIURA
BAJOS INSTINTOS
"Prólogo"
Se dirigió al presídium, lugar que le pertenecía por su nivel jerárquico. Tomó asiento, mirando de frente al acusado.
-Todos de pie.
La voz de su subsecretario se escuchó. Todos los presentes, vestidos con sus túnicas púrpuras, con una insignia "W" en la parte izquierda del pecho, hicieron lo que dijo, fijando después su mirada hacia el acusado, mismo que se encontraba sentado en una silla en medio del amplio salón.
-La sala entra en sesión –el subsecretario comenzó a leer un pergamino-. La honorable Ministro de Magia Hermione Jean Weasley, representante del mundo mágico y del ministerio de Inglaterra hace acto de presencia. Todos sentados.
Los miembros del Wizengamot tomaron asiento, mirando con odio al acusado, mismo que tenía el rostro cubierto por una manta blanca y estaba amarrado a una silla.
-Usted ha sido acusado por homicidio doloso en primer grado, homicidio tortuoso en primer grado, homicidio de poder en primer grado, genocidio, uso indebido de la magia, uso de maldiciones imperdonables, secuestro y tortura. ¿Cómo se declara el acusado?
Se hizo un gran silencio, nadie en la sala habló. Fijaron su vista sobre aquel individuo, sopesando la terrible pena que seguramente le esperaría en Azkaban, la prisión de máxima seguridad en el mundo mágico y de la cual únicamente una persona había logrado escapar y sobrevivir.
-Inocente, su señoría.
La voz de alguien en el fondo los sorprendió. Ronald Weasley apareció, mostrando su uniforme de auror. Todos se miraron entre sí, más cuando la furia de su esposa se reflejo en su rostro.
-Señor Weasley –apretó los puños hasta que sus nudillos quedaron blancos-, ¿me puede explicar qué es lo que hace aquí?
-Su señoría, he venido a defender los intereses del acusado –trató de mostrarse sereno, aunque debajo de su túnica sus pies temblaban-, pues creo que es injusto que no tenga una defensa.
-Señor Weasley –en ésta ocasión arrastró las palabras-, usted no es un defensor y no nos encontramos tampoco en el mundo de los muggles, así que si es tan amable en retirarse.
-Señoría, disculpe que la interrumpa, pero a pesar de no estar en el mundo muggle, al faltar el Jefe Supremo de éste tribunal, creo que es justo para el acusado que exista alguien que le represente.
Los miembros del Wizengamot asintieron levemente, ganándose una mirada feroz de la bruja.
-Como guste, señor Weasley –dijo, apretando los dientes en el proceso-, pero le advierto, que ya que está jugando con las reglas muggles, su defendido y también usted –la última palabra la pronunció con énfasis- estarán sujetos a dichas leyes.
-Se lo agradezco, su señoría –hizo una pequeña reverencia, colocándose al lado del acusado-. Por el momento me permito solicitar que señale una nueva fecha para el desahogo de la presente "audiencia" para el efecto de estar en condiciones de presentar las pruebas de la intención de mi representado.
Un leve tic nervioso apareció en el párpado derecho de la Ministro, mientras rechinaba los dientes, en señal de no estar de acuerdo en todo eso.
-Bien, se cierra la sesión. Se señalan las diez horas del día veinticinco de éste mes y año para continuar con la presente diligencia.
La pluma mágica del subsecretario junior dejó de rasgar el papel.
-Todos de pie –el subsecretario dio la orden-, la honorable Ministro de magia se retira.
Hermione salió, casi azotando la puerta. Se notaba sumamente enfadada, pero al estar a solas suspiró profundamente.
-Gracias a los dioses que hiciste eso, Ron –se llevó la mano derecha al rostro, tratando de calmar el llanto que quería escapar de sus ojos-, no sé qué hubiera pasado si tuviera qué condenarle yo misma.
Al salir de la sala, una horda de reporteros detuvo el andar de la bruja y el mago. Ron intentó huir despavorido y Hermione se mostró imperturbable, como siempre hacía en esos casos.
-Señora Weasley, ¿no será contraproducente que usted esté en éste cargo al momento de sentenciar al acusado? -un reportero preguntó.
-Estoy al tanto de esto –respondió con parsimonia-, así que los miembros del Wizengamot valorarán las pruebas y me presentarán su veredicto.
Unos metros más al fondo se encontraba Ron, tratando de calmarse.
-Señor Weasley, ¿qué fue lo que le hizo aparecer en el Wizengamot, con el peligro de perder su empleo como auror, tan sólo por defender a un mortífago?
El ceño del pelirrojo se frunció.
-Estamos adelantándonos a los hechos, mi defendido aún no ha sido declarado como tal, así que le pido que no se exprese así de él.
La castaña volteó a ver a su marido, aliviada por la expresión tan seria que llevaba en su rostro; sin embargo, comenzó a sentirse nerviosa. ¿Podrían ambos hacer algo por esa persona?
Ronald se abrazó a sí mismo. El ambiente helado era sumamente perturbador. El olor a humedad y los gritos ahogados que se escuchaban de vez en cuando le provocaron escalofríos. Uno de los guardias encargados llevó, aún esposado y con el rostro cubierto, al acusado de tan terribles y atroces actos. Suspiró cansinamente, esperando a que aquel hombre se sentara frente a él.
Cuando escuchó como la silla era corrida y aquel sujeto se quedó quieto frente a él, habló calmadamente.
-¿Si no hubiera llegado te hubieses declarado culpable?
Ningún sonido escapó de la boca del hombre que se encontraba frente a él.
-¿Eres culpable? Acabemos entonces con ésta farsa.
-Culpable... –su voz fue más como un murmullo, obligando al pelirrojo a acercarse un poco para escucharle.
-¿Eres culpable entonces? –entrecerró los ojos mientras el otro asentía con la cabeza.
-¿Puedes decirme por qué? –ésta vez trató de calmarse, pero no lo consiguió- ¡Metí las manos al fuego por ti! ¡Estoy confiando en ti, pero tú no te apoyas en mí!
Suspiró profundamente, ésta vez sintiendo la sangre como hielo líquido recorrer sus venas.
-¿Tú...? –tragó saliva audiblemente- ¿Tú realmente lo hiciste?
Aquel hombre no hizo nada, ni para negarlo, ni para afirmarlo, haciéndole desesperar. ¿Hasta cuándo le contaría qué había pasado realmente? ¿Hasta cuándo confiaría en su persona?
-¿Por qué lo hiciste?
Nuevamente un silencio, tan perturbador como la apariencia de ese sujeto. Estaba muy pálido y delgado, consecuencia de su estancia en esa prisión de alta seguridad. Los dementores seguramente hacían muy bien su trabajo, persiguiéndole con pesadillas de un pasado desconocido para todos, tanto para él como su esposa.
-¿No hablarás conmigo entonces?
Golpeó fuertemente la mesa, sobresaltando a aquel hombre, quien dio un respingo, al igual que el guardia que se encontraba afuera de aquel salón de visitas.
-Gané algo de tiempo, pero tienes que decirme qué pasó, todo, sin olvidar ningún detalle. ¿Tú mataste y torturaste a todas esas personas? Si es así, ¿por qué lo hiciste? Si no es así, dame algo para salvarte.
Con gran desesperación llevó ambas manos a su rostro, cubriendo el terrible desasosiego que sentía en su pecho. ¿Cómo podría salvar a alguien que no quería ser salvado?
-Soy culpable.
Fue lo único que escuchó, crispándole los nervios. ¿Sería lo único entonces?
-¿Entonces esperas el beso del dementor? –un leve asentimiento por parte del otro le hizo desesperar aún más- ¿Por qué? ¿Qué es lo que ha pasado para que sólo esperes morir? Entiendo que lo has perdido todo, pero...
Sus palabras murieron en su boca al ver cómo esa persona bajaba su cabeza, en señal de tristeza. Se mordió el labio inferior, sabiendo que lo que había pronunciado no había sido propiamente razonado. Después se levantó de aquel lugar, apesadumbrado, sintiendo un gran hueco en la boca de su estómago.
-Si tú no me dices nada, entonces yo tendré que ir a buscar, Harry...
Salió de ese pútrido lugar para encontrarse al guardia, quien esperaba con impaciencia.
-¿Ha terminado ya, señor Weasley? –sonrió débilmente, asombrado por su gran valor.
-No es peligroso, al menos no para mí –dijo como si nada-. Además él fue hace tiempo mi mejor amigo.
Al haber pronunciado aquello volteó al cuartucho, viendo cómo el guardia, un poco temeroso, se llevaba a Harry Potter, quien en un pasado había sido el salvador del mundo mágico.
Cerró los ojos cansinamente. ¿Desde cuándo el más grande de los aurores se había convertido en el peor verdugo del mundo mágico?
Continuará...
Gracias por su lectura.
