Leben nach dem Tode

La playa era…el eterno Crepúsculo, digamos. Mónica era atea y podia saberlo. Mejor no pregunten (como se preguntó ella), que hacía un hombre sin religión como Luciano esperando ahí. Mejor dicho, cuidando la sintaxis, un hombre cuya existencia era un insulto para la raza humana y el destino atribuído a ella casi por cualquier religión.

-El Valhala tambien existe y yo mori peleando.-aclara él, leyéndole la mente en tanto Mónica arruga la nariz con incredulidad. Luciano la ayuda a pararse, puesto que con la sorpresa, una ola de fuerte corriente dobló sus rodillas, haciéndola tropezar.-Al igual que tú.

Mónica se sonroja, siendo sostenida por él. No tienen tanto contacto desde que Luciano era su superior. Tomándose todas las ventajas que pudiera del puesto y Mónica aceptandolo de mejor talante del que sin duda mostraba.

-Porque eso elegirás, ¿no? Es lo más razonable.

Mónica sonríe, tomando su cara severa entre las manos y bajándolas de inmediato a su pecho para propinarle un empujón tan certero que le hace perder el equilibrio.

(No importa si es cierto. Ella no lo admitirá tan fácilmente)