El primer capítulo de una historia de one-shots. Espero que os guste.

Disclaimer: OBVIAMENTE, Castle no me pertenece.. aún ;)

La miro y suspira. Está peciosa dormida. Como una princesa de cuento, pero mejor. Mejor porque es real. Mejor porque es mía. Acerco mi mano a su rostro sereno y acaricio su definido pómulo con la yema de mis dedos. Es suave. Suave y caliente. Me gusta. Sonrío para mis adentros como un tonto, como un tonto enamorado, porque sí, estoy enamorado. Y no es que nunca antes lo hubiese estado, pero esta vez es distinto, lo siento en los huesos. Con Gina y Meredith jamás sentí esto. Las quise lo máximo que supe, pero ahora me doy cuenta de que es poco en comparación con lo que siento por Kate. ¡Ah, Kate! Solo su nombre ya llena mi boca con su dulzura, su bondad, su fuerza... ¡Cielo santo! Sí que me ha dado fuerte esta vez. Tal vez debiese escribir un libro, pero no una secuela de Nikki Heat, no. No es eso lo que quiero. No es lo suficientemente profundo, no muestran a Kate con precisión. Yo quiero mostrar al mundo la verdadera Kate, mi Kate. Sí, tal vez sí debería escribir un libro, un libro sobre ella. Así podría plasmarla en toda su perfección y mostrarle al mundo la razón de mi fortuna. Porque soy el hombre más afortunado del planeta, y todo gracias a ella. Solo Kate podría hacer así de feliz a un hombre. En su sueño inconsciente acerca su mano hacia mí y la planta en mi pecho. El suave contacto de su piel contra la mía es como un regalo de los dioses. La quiero. La quiero como nunca un hombre quiso a otra mujer. Kate... Mi luz, mi vida y mis estrellas.
Está decidido, voy a escribir. Y es que, incluso dormida, mi bella musa me inspira. Y sé que no me la merezco. Acaricio con ternura el dorso de su mano y la miro una vez más. Sí. No me cabe la menor duda de que no me la merezco, y por una vez agradezco al cielo que la vida no sea justa. Sonrío abiertamente y deposito un beso en su pelo, pero me retiro con demasiada rapidez y el movimiento la despierta de su dulce letargo. Frunce el ceño y parpadea dos veces. Me busca con la mirada y sonríe al verme. Me sonríe con esa sonrisa suya capaz de desarmar a quienquiera que la vea. Me sonríe solo a mí. Me desarma, me deja desnudo, completamente vulnerable con tan solo el curvar de la comisura de sus labios. Y yo, débil y expuesto, le abro las puertas de mi alma mostrándole el interior de mi ser y susurro:

-Te quiero.

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Abro los ojos pero la luz me ciega y me obliga a cerrarlos una vez más. He sentido su caricia, ¿dónde está? Parpadeo un par de veces y consigo verle, al fin. Me está mirando con una sonrisa inmensa extendida por su cara. ¿Qué ocurre? Parece muy feliz y eso me hace sonreír a mí a su vez. Soy feliz. Nos miramos como dos tontos pero es lo que toca, después de tanto tiempo. El recuerdo de la noche anterior alimenta mi sonrisa, si supiera cuánto...

-Te quiero.

Sus palabras interrumpen mis pensamientos. Mi corazón comienza a latir desbocado y noto la sangre acudir rápidamente a mis mejillas. Me llevo una mano a la boca, cubriendo mi sonrisa y mi rubor. Ardo en deseos de contestarle, pero no es el momento. Hoy no. Y me odio por no responderle, por hacerle esperar, pero quiero que sea perfecto el momento en el que mis labios pronuncien esas palabras; el momento en el que le prometa que siempre voy a ser suya. Así que me callo, pero estiro los brazos hacia él y acerco su rostro al mío. Y le beso. Saboreo sus labios y disfruto con su roce. Le beso con pasión con deseo, con dulzura, con amor... pero eso él aún no lo sabe. Aunque lo bueno se hace esperar... y sonrío sobre sus labios y él me sonríe de vuelta. Es perfecto. Conoce todos mis fallos y mis defectos y aún así me acepta, me toma, me quiere... Y en ese mismo instante sé que es mío, que no le pertenece a nadie más y eso engrandece mi ego, pero no voy a admitirlo. Al menos no ante él. Le beso de nuevo y el rueda sobre sí mismo hasta colocarse sobre mí, apoyando el peso en sus brazos. Rodeo su cintura con las piernas y acaricio su nuca con las puntas de mis dedos. Ojalá pudiese detener el tiempo. Querría quedarme así para el resto de mis días, abrazada a él, con su aliento sobre mis labios, aspirando su perfume, acariciando su piel...
Le abrazo con más fuerza. No te escapes, no te escapes. Tan solo pido eso. Quédate conmigo para siempre.
Y él, como si pudiese leer mis pensamientos, vuelve a rodar y me coloca sobre su pecho, afianzando sus brazos fuertemente a mi alrededor. Me mira con esos ojos azules capaces de dejarme sin aliento y los noto penetrar en lo más profundo de mi ser. Y contra todo pronóstico, se lo permito. No retiro la mirada, dejo que miren dentro de mí, que descubran mis secretos... Contemplo su imagen y me dejo desarmar por él, por primera vez en mi vida. Sus pupilas se hacen más pequeñas y su sonrisa más grande. Yo me tumbo sobre él, apoyando mi cabeza sobre el hueco de su cuello, algo mareada por el poder que ejerce sobre mí. Beso su garganta y mis palabras fluyen solas, acariciando la desnudez de su piel.

-Quédate conmigo.

Y él me aprieta más contra sí, me mece sobre su pecho y acaricia mi espalda con sus dedos. Y con solo eso, cierro los ojos, segura. Me siento tranquila por primera vez en muchos años. Tranquila porque sé que cuando despierte, él seguirá ahí.