Pequeña venganza
Supuso que Kewell había sido duro con él porque se encontraban en presencia de sus compañeros del Partido Purista, frente a los cuales también disimulaban acerca del…profundo lazo que los unía.
Hablarían acerca de eso. Lo resolverían. En privado, se mirarían a los ojos y cuando Jeremiah le explicara que sinceramente no recordaba nada sobre haber gritado aquellas…obscenidades en público, dejando ir a un terrorista, Kewell lo entendería.
Nada podría separarlos.
Solo precisaba del momento adecuado para que tuvieran esa conversación que Kewell entorpecía al colgarle el teléfono cuando llamaba. Así que resolvió darles un tranquilizante a los perros de la magna casa Soresi, donde tantas reuniones del Partido acontecieron y tantas más noches de pasión fueron compartidas.
Grande fue su sorpresa, por no hablar de su horror, cuando la ventana de la habitación de Kewell se abrió para que de ella asomara la niña Marika, ya no tan pequeña. Armada con dagas que por su diseño, solo podían pertenecer a Lord Bradley, amante de la joven, de acuerdo a escandalosos rumores que afectaron hondamente al mayor de los Soresi en su momento.
-¡Quiero hacer esto desde hace años! ¡Usted nunca aprende, ¿verdad, Lord Naranjita?!-exclamó la hermana menor, arrojándole los cuchillos, afortunadamente con tal pésima puntería que contribuyó al escape de Jeremiah, junto con el miedo que la muchacha, desmelenada y aullante como una fiera, le inspiraba al militar caído en desgracia.
