Hola, bien antes de todo quisiera aclarar de que he estado ociosa y ocupada también y por ello no continúe con la historia. Pasando el rato mientras trataba de inspirarme volví a leerlo todo y me pareció tiempo ya de editarlo, porque seamos honestos los primeros capítulos dan mucha pena. Así que con esta ultima modificación que haré a todos los capítulos puede que tarde algo con el avance, por si desean saber. Por otra parte me fue bien en la temporada de exámenes así que sin ofensas, no me arrepiento en lo más mínimo haber tardado. XD

Naruto ni sus personajes me pertenecen solo Marie.


Capitulo 1 un agitado día

Marie suspiro frustrada mientras repasaba su agenda de actividades para el día siguiente. Sinceramente ella nunca había pensado que integrarse a la sociedad sería tan complicado; en su afán de poder interactuar con personas de su edad había dicho que si a todo tipo de compromisos.

— ¡Esto es absurdo! — dijo en voz alta mientras sus dedos apretaron la libreta antes de arrojarla sobre su cama. — Debería aprender a decir ¡No!

Aun enfadada consigo misma levanto la mirada hacia el espejo que se encontraba en el tocador del lado izquierdo de su habitación. Estaba vestida con su pijama favorito, un camisón rosa corto con varios dibujos de fresas danzarinas.

Se acerco sin querer hacia su reflejo, parecía un poco más pálida de lo normal, su largo y sedoso cabello parecía más una espesa y salvaje melena oscura.

Cerró los ojos recordado las palabras de su madre.

Pequeña, siempre tienes que tener en cuenta esto. "Vístete mal y todos verán tu horrible vestido; vístete bien y entonces todos verán a la mujer".

Marie chasqueo la lengua irritada. ¿Qué clase de consejo era ese, y más para una niña?

En ese entonces lo había valorado, pero ahora ya era toda una mujer…bueno en realidad una adolescente. Las cosas habían cambiado. Inclusive su personalidad ya no era una niña mimada y caprichosa, ahora era toda una mujer…

Resoplo todavía aun más molesta por los aguijonazos de su conciencia ante tal mentira, volteo los ojos mientras se cruzaba indignada de brazos dándole algo de razón. Admitió frente a su reflejo su ligero problema de vanidad…pero después de todo ¿Quién es perfecto?

Volvió su atención a su pequeña agenda de color rosa y repaso en voz alta una vez más su lista de actividades.

—A ver… primero, debo ir a la escuela, luego acompañar a los chicos a almorzar, correr al salón de belleza… ¡y debo ir a la cena de "beneficencia" organizada por mi padre! —grito Marie al ver todo lo que tenía que hacer— ¡así no podre ir a la fiesta de Mike!... tendré que salir lo más pronto posible de aquel evento, por cierto… debo recoger el disfraz de hada—recordó mientras hacia un nuevo espacio en la libreta. — ¡Dios!, también debo revisar mi último proyecto. —dijo terminando de leer la lista y dejándose caer dramáticamente sobre su cama continuo. —Tal vez debería renunciar a comportarme como alguien de mi edad, así no tendría tantas actividades para un solo día —se dijo a sí misma con aire ausente.

—No recuerdo haberte enseñado esa palabra Marieli.

Ella apenas pudo contener un grito de sorpresa al oír la voz de José, que se encontraba apoyado en el marco de su puerta y a pesar de la escasa luz, pudo ver la media sonrisa en su rostro.

—Lo sé, José. Es un decir.

—Fuiste tú la que decidió complicarse sola y lo sabes.

—No me estas ayudando…

—Lo sé, pequeña aguililla.

—Y tampoco soy coqueta.

—Si tú lo dices. — Aunque el tono de voz de José era risueño, ella advirtió cierto grado de preocupación en ella.

Marie sabía que su intención era reducir su tensión del momento, pero no pudo responder a la sonrisa. Estaba dentro de una crisis emocional típica de la adolescencia y él sabía que no podía hacer mucho por ella en esos casos.

La sonrisa de José se esfumo.

—No puedes faltar a la cena de tu padre.

—No planeaba hacerlo, ya sabes cómo se pone cuando me falto a ese tipo de eventos.

—No te estreses tanto, medita por un momento para calmarte y organizarte mejor. Prometo ayudarte en lo que pueda.

—Gracias José, siempre puedo contar contigo—le dijo en voz alta mientras su amigo salía de su habitación.

Marie se acerco nuevamente a su cama y comenzó a meditar; a veces eso era lo único que la controlaba para no mandar al diablo todo, escaparse y convertirse en aventurera. ¿Quién no deseaba eso? Todo con tal de salir fuera de esos desesperantes muros que la mantenían dentro de un mundo tan…aburrido.

Tenía ya quince años y dentro de algunas semanas cumpliría dieciséis; pero sabía desde hacía tiempo que su familia era diferente a la mayoría. Las demás personas tenían padres que pasaban tiempo con ellos, daban fiestas de cumpleaños y salían de viaje, además de que tenían incluso mascotas. Ella nunca había tenido nada que se pareciera a todo aquello. Lo más parecido a la normalidad que tenía en su extraño ritmo de vida era a José, pero… "él es solo un empleado más" le recordaba constantemente su padre; aun así sentía una conexión más fuerte con él, que con su propia familia.

Una y otra vez sus padres le decían que actuaba como un bebé emocional, por pensar en aquello, que era "demasiado imaginativa" para su propio bien; continuamente la obligaban a sentar cabeza de cómo debería comportarse alguien su clase social, con demasiadas reglas y restricciones.

Si tan solo pudiera hacerles ver… que no veo las cosas como lo hacen ellos…

Le habían enseñado desde temprana edad idiomas, cultura general, política, economía, entre otros; su nivel intelectual era algo que todos daban por sentado. Julián, su padre, se limitaba a encogerse de hombros y decía que con todas las lecciones que había recibido, se entendía que fuera una de las mejores. Un Claros jamás podía ser segundo y mucho menos un Valentine.

¿Cómo alguien puede ser feliz con esto?...

Volvió a respirar profundamente tratando inútilmente de despejar en algo el caos de su mente. Recordando nuevamente el pasado.

Hacía poco tiempo atrás, solía escaparse muy seguido; para así conocer de alguna forma la ciudad más allá de los muros de su hogar. Causando que su controlador padre le aumentase la vigilancia una y otra vez. Ahora que ya no era más una niña, había logrado que la dejase asistir por fin a una escuela. Las clases particulares habían llegado a su fin y tenía la oportunidad de su vida para socializar con jóvenes de su edad y hablar de trivialidades.

Se desperezo mientras se levantaba con la mente más centrada. Como siempre, antes de dormir se dirigió a su pequeño laboratorio oculto tras una falsa pared en el sótano o como ella lo llamaba "su salón de juegos".

Aun perdida en sus pensamientos repaso ausentemente los datos de la pantalla…faltaba algo.

Repaso nuevamente el informe del proyecto, encontrando ahora el fragmento faltante; no había anexado lo último de su investigación… datos que había dejado guardados en su pendrive, pero… ¿Dónde lo había dejado?

Minutos después de rebuscar frenéticamente por los cajones del escritorio y desordenar todos los estantes a su paso, la frustración nuevamente se apoderaba de ella.

— ¡¿Dónde diablos de metió?! —se preguntaba ya en voz alta mientras su paciencia se desmoronaba. — ¡Ah sí!, aquí esta. —Resoplo aliviada mientras lo recogía de detrás del panel de control.

— Cerberos, ¿como sigue el proyecto 356? —se dirigió nuevamente hasta el monitor central de la maquina.

— No ha habido avances — contesto una fría voz de forma monótona.

Cerberos era una computadora con inteligencia artificial que había creado con ayuda de José en sus momentos de ocio, hacia ya cinco años atrás. La habían nombrado así en honor a su labor de guardián de informático.

Su último proyecto consistía en la creación de un portal inter dimensional, para así reafirma la teoría del Dr. Hugh sobre la existencia de mundos paralelos o alternos; había pasado los últimos seis meses leyendo e investigando todo acerca del multiverso, para mayor aporte de información.

—Te pasare lo último de mi investigación para el portal, ¿dime donde se encuentran los escritos antiguos de magia que conseguí?

Marie había descubierto el misticismo hacia dos años atrás; prácticamente se había obsesiono con ella desde entonces. El poder comúnmente llamado por muchos, magia, podía ser utilizado como una fuente interminable de energía alterna; también como un medio a la creación de todo tipo de ilusiones.

—En la última estantería— respondió la computadora.

—Bien, veamos… ¿qué tenemos aquí?, espero que haya valido la pena la infiltración a esas ruinas custodiadas por nativos…. —murmuraba mientras repasaba perezosamente el escrito—Interesante…

— ¿Qué encontró? —pregunto la maquina.

—Algo que nos ayudara para nuestro último proyecto, habla sobre un ritual, en el cual se concentra energía mágica oculta, para crear una fuente de energía muy potente, casi inagotable…bien lo comenzare ahora mismo.

— ¿No sería más prudente terminar de leer todo el texto antes de comenzar? —cuestiono la maquina.

— ¡No seas dramática!, ¿que podría salir mal? — contesto con despreocupación, mientras le agitaba la mano para restarle importancia.

Hecho una vez el pentagrama en el suelo alrededor del pequeño portal en forma de espiral, se concentro recitando el cantico del ritual.

— Lunam et stellas in potestatem invocato, cum aqua benedicta, et perdidisti populum tuum faciam erit signum mea sententia datur. Dedicans foramen pactum venturus. ens impensione sanguis, vocat te…

Hubo un temblor que sacudió el lugar interrumpiendo su concentración y los salmos del conjuro.

— ¿Qué rayos fue eso? —Se pregunto en voz alta frunciendo levemente el ceño cuando se detuvo. Se suponía que casi nunca habían temblores en esa zona, tampoco había oído o visto reportes sobre la predicción de uno.

Encogiéndose de hombros continúo.

—No importa… ¿qué era lo que seguía?... ¡ah, claro!, beber la poción—prosiguió restándole importancia a lo sucedido.

Tomo del centro el recipiente que contenía un viscoso liquido violáceo. Suspiro repetidas veces antes de por fin beber su contenido.

—Guahk… ¡sabe horrible! —exclamo mientras trataba de no devolver el elixir; después de mantener una batalla interna para no descargar el contenido de su estomago sobre las baldosas del suelo, se levanto perezosamente del centro del circulo.

— Supongo que es todo por hoy, después de todo, mañana me tengo que levantar temprano… Cerberos alista lo necesario para mí en la pulsera — le ordeno mientras se dirigía a su habitación para dormir.

Horas más tarde mientras la luna se encontraba en su punto más alto; su tenue luz no solo iluminaba las penumbras de la noche, sino que también contestaba a un llamado. Sus destellos serpenteaban a través del cielo y los cimientos de los edificios a su paso, ingresando por fin al lugar de su invocación.

El ahora intenso resplandor platinado ilumino consigo cada rincón de la estancia, rodeando por completo y con más intensidad el portal.


Los insistentes rayos del sol se filtraban a través del cristal de una de las ventanas, iluminando por completo la habitación. Marie gimoteo por la luz de la mañana que le impedía seguir con sus sueños.

¿Qué hora seria? Se pregunto buscando su celular por la cama aun sin abrir los ojos.

Se levanto de un salto al ver la hora. ¡Era tarde!...otra vez. Quedarse dormida no estaba en sus planes para comenzar sus numerosas actividades que le esperaban en el transcurso del día. Se regaño a si misma mientras corría al tocador.

Había apagado su alarma como de costumbre y llegaría tarde a la escuela "para variar". Después de tomar la ducha más rápida de su vida (cuarenta minutos) se dirigió corriendo a su laboratorio para recoger la pulsera. Una vez más se apresuro para reunirse con un impaciente José en la entrada.

—Se te hizo tarde…otra vez

—Lo siento, me quede dormida. Además no pude desayunar—le gimoteo mientras subían al auto. José puso los ojos en blanco ante la flamante mentira.

—Supongo que tres paquetes de galletas oreo y el cereal que estas devorando no cuentan como desayuno.

Marie chasqueo con la lengua fingiendo indignación.

—Vamos José, vos más que nadie debería aprobar mis hábitos alimenticios. Después de todo, me los enseñaste—le comento mientras terminaba la pequeña bolsa de su cereal de chocolate favorito y sacaba otra de una bolsa a sus pies.

—Sí, pero como tu nuevo experto en nutrición te golpeare con la tabla de calorías la próxima vez.

Marie volteo los ojos ignorando su comentario mientras se abrían paso de entre los demás autos del camino. Comenzó a ver sin mirar por la ventana.

—Entonces, ¿quieres que te lleve a la fiesta de Mike? —le pregunto después de varios minutos de silencio.

—No gracias. La verdad esperaba ir en tu motocicleta…

José apretó el freno y el todoterreno viró de un lado ganándose varios bocinazos y maldiciones de los otros conductores. Marie poso su mirada distraídamente en el semáforo que se encontraba en el color verde, sentía claramente como José la fulminara con la mirada.

— ¿Qué dijiste? —prácticamente le gruño después de una serie de maldiciones en voz baja, que no logro descifrar.

Marie se mordió suavemente el labio inferior antes de responder nuevamente con aire ausente y despreocupado.

—Lo sé, lo sé, pero ya aprendí a manejarlo, no será como mi primera vez…

— ¿Es que soy el único que recuerda lo que paso la ultima vez?

—Supéralo…

— ¡¿Que lo supere?!—Se sobresalto haciendo que ella se encogiese involuntariamente en su asiento, mientras el proseguía aun con el mismo temperamento.

— ¡Robaste MI DUCATI sin saber cómo usarlo!, ¡pisaste el acelerador en lugar del freno, y cuando al fin identificaste el maldito freno, te estrellaste en una de las islas del jardín y volaste dos metros antes de aterrizar encima de la Aston Martín de tu padre!, ¡fue un milagro que salieras con vida y que solo obtuvieras unos rasguños!

—Sí, fue súper—le contesto con una gran sonrisa recordando la anécdota. José gruño nuevamente desde el asiento del conductor mientras volvía a encender el auto.

—…y arruinaste tu precioso vestido—le recordó con satisfacción, borrando la sonrisa de su pasajera.

— ¡Eso no fue gracioso, era nuevo y nunca encontrare uno tan perfecto como ese!

José resoplo frustrado.

—Tampoco tienes edad para conducir.

— Nadie lo notara, vamos no te rayes, dale ¿por mi?—le pidió haciendo un puchero que envidiaría un niño de tres años. El volvió a maldecir en voz alta esta vez, mientras la llamaba duende manipulador y se reprendía a sí mismo por caer ante ella…otra vez.

—Está bien, puedes ir por tu cuenta…pero te recogeré ¿Trato?

—Trato—Le contesto mientras bajaba de la vagoneta.

Su amplia sonrisa volvió a dibujarse lentamente mientras se acercaba hasta la entrada del establecimiento.

Frente a la entrada se encontraban los guardias, que le meneaban la cabeza de un lado a otro.

—Buenos días. Pablo, Juan. ¿Cómo va la mañana?

—Esta vez no señorita Claros—Suspiro cansado el hombre alto y moreno de su derecha.

—Vamos Juan, no es tan tarde—Le replico su compañero más joven, Pablo, era unos centímetros más bajo que su amigo.

—Faltan quince para las nueve y la entrada es a las siete en punto. —Bajo la mirada hacia la pequeña que al menos tuvo la decencia de parecer apenada.

Chasqueo la lengua mientras se hacía a un lado de la entrada para darle paso.

—Que sea la última vez Marie…

—Tranquilo Juan, bájale la espuma a tu chocolate. Hablare con la licenciada Blanca más tarde—contesto Marie ingresando descaradamente a las instalaciones del colegio, apresurándose para llegar hasta el pasillo de secundaria.

Sin fijarse mientras corría frenéticamente hacia su aula, choco inadvertidamente contra alguien. Cayendo torpemente sobre él.

— ¡Marie!—le reprendió el joven mientras la ayudaba a levantarse.

—Lo siento Rubén…—se mordió el labio inferior, mientras revisaba con la mirada el pasillo. — ¿Mansilla esta en el aula? —le pregunto en susurro

—Si el profesor de historia está el aula, me envió a entregar estos papeles a la directora Blanca.

—Dios, ¿ahora qué hago?…—se pregunto mientras se pasaba una mano distraídamente hacia su cabello. Rubén la examino detenidamente antes de hablar.

—Si quieres lo distraigo para que salga del aula un momento, diciéndole que la directora a solicitado su presencia.

Marie le miró durante cinco segundos completos antes de lanzarle los brazos alrededor del cuello y abrazarle con fuerza, riendo suavemente.

— ¿Qué haría yo sin ti, Rubén?

—Estarías siempre en problemas Marie. — Le contesto poniendo los ojos en blanco y soltándose del agarre. —Ve por el otro lado e ingresa al curso por la ventana cuando te de la señal.

Minutos después escondida entre los arbustos del jardín vio el agitar de los brazos de Rubén desde dentro del aula indicándole que entrase.

— Estoy segura de que te has ganado tu entrada en el cielo con esto. —Le agradeció guiñándole un ojo mientras se sentaba en el asiento libre de su lado.

—Yo diría más bien que una entrada en primera fila para conocer al de abajo. —Le respondió con una sonrisa de lado

Pocos segundos después ingreso al aula el maestro y examino con la mirada a todos sus alumnos. Posando finalmente su atención en la pequeña de cabello negro con aire de inocencia a su alrededor, sentada al final de la fila del medio.

—Veo que ahora ya puedo finalmente dar comenzó a mi clase, señorita Claros.

—Encantador como siempre, Licenciado Mansilla.

—Esperare con ansias su reporte sobre todos los enfrentamientos que se libraron en la segunda guerra mundial en mi escritorio el lunes a primera hora, asegúrese que sean como mínimo diez hojas, escritas a mano por su puesto.

Marie se encogió de hombros despreocupadamente antes de contestar.

—Será todo un placer, ¿quiere también un resumen adicional del impacto socio-político y económico que tuvo?

—Sorpréndame—Escupió entre dientes mientras el ruido del timbre daba la hora del primer receso.


— ¿Estás loca porque hiciste eso? —pregunto Nicole aun sorprendida por la escena en el aula momentos antes del descanso.

Marie devoraba su séptima rebanada de panque mientras revolvía distraídamente con su pajilla su batido de fresas.

—Tranquila Nicole, ya lo había visto venir, ayer a mitad de la tarde se me dio por investigar sobre la segunda guerra mundial. Todo está perfectamente resumido en veintitrés páginas escritas en letra palmer.

— ¡Qué suerte!...aunque, ¿porque de la nada se te ocurrió estudiar ese tema en especifico?

—Mientras José me trenzaba el cabello surgió el tema, y como no tenía nada más que hacer…—Nicole enarco una ceja ante el último comentario.

—Además…—Prosiguió. —Mansilla ha estado toda la semana fastidiándome y buscando un pretexto para darme tarea extra. Así que el martes, al final de la clase revise su plan de estudios, en el estaba programado ese tema para la próxima semana.

—Ya veo…

Marie le sonrió mientras se levantaba su asiento y le arrebataba una donut a su amiga.

— ¡Hey! —se quejo.

—Tranquila, solo cuido tu figura—le dijo guiñándole un ojo. Nicole resoplo molesta.

—Uno de los misterios más grandes de la vida, al igual que injustos, es ¿cómo diablos puedes mantenerte en forma con todas las porquerías que ingieres?

—Tienes razón mi metabolismo siempre ha sido un misterio—Le respondió entre risas mientras la jalaba para ponerla de pie—Vamos o se nos hará tarde para llegar con Helena

— ¿Desde cuándo te importa tanto la puntualidad Marie?, además la maestra de química siente favoritismo por ti de todos modos. No importa si llegamos unos minutos retrasadas.

—Sí, debe ser por mi gran e irresistible personalidad.

—Ooohh… porque fuiste la única que reacciono para ayudarla cuando se cayó de las escaleras del segundo piso, en el caos que hubo cuando alguien acciono la alarma de incendios como broma hace tres meses atrás.

—Era lo mínimo que podía hacer; después de todo fui yo quien activo la alarma para evitar la clase de gimnasia. —respondió encogiéndose de hombros mientras ingresaban al laboratorio.


Todo había ocurrido según lo planeado.

Un muy largo y divertido día.

Esa era la manera perfecta de describirlo para ella.

Llegado el medio día, se habían puesto de acuerdo en ir a una hamburguesería del centro de la ciudad, la decisión prácticamente había sido unánime en el grupo de quince personas.

Estábamos tan calmados que por poco nos echan del local. Pensó sonriendo y recordando cuando se subieron a la mesa y comenzaron a bailar, y cantar la canción del cacahuate de la serie animada de Bob esponja que estaban presentando en el televisor del establecimiento.

Lo único que no salió como lo había planeado, fue la cena de "beneficencia"; si se podría decir así… ya que lo único que destacaba de aquella "noble obra", eran los cretinos alardeando ante la prensa su "generosa" donación.

Aun podía recordar la tortura de estar rodeada de tanta gente falsa, el solo hecho de tener que comportarse con etiqueta la enfermaba, pero la discusión con su padre había sido lo peor de todo.

Flash back

—Padre me temo que debo retirarme, mañana tengo un examen importante de biología y debo repasar lo que lleve en clase —le comento discretamente.

Poso fijamente sus fríos ojos azules en ella manteniendo un semblante inexpresivo durante varias milésimas de segundos, que para ella le habían sido prácticamente eternos. Cuando finalmente le contesto su voz fue suave y en su tono se percibía un aire aun más glacial que su penetrante mirada.

—Si planeas mentir, podrías al menos inventar una excusa mejor… ¿no te parece?... tu nunca estudias, además me han llegado reportes de lo que has hecho todo este mes…no recuerdo haberte dado mi consentimiento de inscribirte a esa escuela tan… ¿singular? Si se podría decir… dime, ¿cuánto tiempo planeabas ocultarlo?

— Si ya sabe lo que planeo, no le veo el caso inventar excusas, así que, si me disculpa, me retiro… porque tengo otros planes, ha sido un gusto estar presente en tan distinguido acontecimiento pero, dígame ¿cómo se siente el manipular y engañar a tantas personas, solo para obtener algo de apoyo de la gente común que tanto discriminas?

La gélida mirada de Julián, era una de las cosas que en verdad podían asustar a cualquiera. Aun así le contesto de manera serena y firme, no era necesario que levantase la voz para intimidar a alguien con cualquiera de sus palabras. Su padre era un hombre imponente, que despedía poder y autoridad desde cada poro de su piel.

— Si quieres volver a estar encerrada, solo tienes que decirlo mi pequeña, después de todo, los accidentes como tú no suelen ser necesarios para alguien como yo. Desde mañana dejaras la escuela y te quedaras en casa custodiada por los guardaespaldas.

— ¿Qué clase de hombre convierte su casa en una prisión y a su propia hija en una prisionera?, ¿Disfrutas hacer mi vida miserable, o mis hermanos pasaron por lo mismo también?...

Marie se mordió el labio inferior tratando de apaciguar de alguna forma su temperamento.

— Me asegurare de que mi madre esté al tanto, después de todo, ella si me apoya en querer ser normal. — Se esforzó por dar a su voz un tono resuelto ante él, y por una vez lo consiguió sosteniendo la mirada con expresión altiva.

—Nunca serás normal…eres mi hija, una figura pública gracias a mí y a tu madre, ¡no puedes darte esa clase de gustos ridículos y estúpidos!, además, de que te está prohibido el contacto con gente de menor estatus social que nosotros, ¿no querrás que ocurra lo mismo que la anterior vez o sí?

El tono de su padre le pareció tan venenoso que por un instante Marie se quedo sin habla.

Pero… ¿Qué se suponía que significara eso?

— Disfruta tu última noche de libertad Elizabeth…

— ¿A qué te refieres con la ultima vez padre? — Le pregunto confundida tras una breve pausa.

—A nada… ¡solo ve! — le contesto cortante.

Fin del flash back

Después de salir de allí molesta consigo misma y con el mundo, se dirigió hasta la tienda de disfraces. Una vez más se le había hecho tarde.

Faltaba solo una hora para media noche y la fiesta de sus compañeros de clase debía estar ya en su mejor momento.

Aunque… ¿a quién trataba de engañar?

Quería desesperadamente estar con personas de su edad… y ¡al diablo! Una bien merecida botella de vodka.

Bajando lentamente del motorizado, Marie inspiro profundamente varias veces el frio aire nocturno.

Dio unos pasos hacia el lugar admirando desde lejos los cajones fúnebres y un pequeño estremecimiento la invadió.

Si a alguien se le ocurre salir de ahí para asustarme… juro que lo golpeare a él y a Mike.

El junte organizado por Mike en una fraternidad cercana a las cabañas del rio piraí, al parecer había pasado a oídos de todos los alumnos de la escuela, por la cantidad de personas que allí habían.

Marie meneo la cabeza de un lado a otro. Puede que le gustase ser siempre el centro de la atención… pero, estar rodeada de mucha gente era algo que fácilmente la sacaba de quicio.

Chasqueo la lengua mientras se debatía entre ingresar o no, pero la suave brisa del viento la invito a quedarse allí por el momento.

La oscura y fría noche junto con la arena del lugar, podían hacer sentir bien a cualquiera. Inclusive a ella.

Marie se quedo un momento contemplando la luna llena desde la playa del rio, deseando en silencio algo que parecía imposible para ella.

Libertad.

Julián siempre le repetía que todo tenía un precio…

Si fuera así… ¿Cuál es el precio por ser libre?


Mike salió por doceava vez a la entrada del establecimiento para buscar a su amiga; alejándose un poco del gentío y la música, pudo al fin divisarla a orillas del río con la mirada perdida en la luna…como de costumbre.

Se detuvo un momento mientras la admiraba en silencio, levaba un vestido destellante de satén blanco con plateado, cortado en una diagonal que caía en un perfecto drapeado. El frente tenía un suave escote de corazón y dejaba la espalda al descubierto. Estaba desnuda casi hasta la cintura por un considerable borde y más de los detalles plateados. En la espalda llevaba como parte del disfraz dos pares de alas similares a los de una mariposa.

Bajo la tenue luz de la luna se podía ver su largo cabello y vestido lleno de destellos brillantes y su blanca tez parecía resplandecer del mismo modo. Si Mike no supiese que se trataba de su amiga, el juraría que delante de él se encontraba un ser etéreo.

—María, ¿no vas entrar a la fiesta? —le hablo desde atrás para llamar su atención.

Ella se giro lentamente sabiendo perfectamente quien la molestaba y puso los ojos en blanco antes de contestarle irritada.

—No empieces Cowen, es Marie, no María.

Mike seguía observando atentamente los rasgos de su rostro, aun molesta su cara era preciosa, poseía unos ojos enormes y fantasmales, adornados con largas pestañas. Eran de un vívido y brillante verde, podía ver que escondían sombras, secretos inimaginables.

Se aclaro rápidamente la garganta y meneo la cabeza para así poder despejarla de sus pensamientos sobre ella.

—Como quieras, Valentine, ¿planeas quedarte toda la noche aquí afuera? —prosiguió molestándola

—Claro que no, solo estaba pensando… es todo

— ¡¿pensando?! —pregunto fingiendo sorpresa

—Si, a veces también pienso ¿sabes? —prácticamente le escupió entre dientes.

—Tranquila, chica hada. Vamos, te invito un daiquiri de fresas

Marie chasqueo la lengua aun irritada por las últimas horas.

—En realidad, esta noche quiero algo un poco más fuerte…y no me llames hada, solo estoy utilizando este ridículo disfraz por la apuesta que tuvimos.

—Sí, doy gracias a Marcelo por declarársele a Vanesa.

—Puede ser, pero el traje de Barney te hubiera quedado muy bien…ya que estamos en eso, ¿de qué diablos estas disfrazado? —pregunto mirándolo de arriba abajo. Llevaba un vestido color lavanda, recto que le llegaba hasta las rodillas, dejando al descubierto sus peludas piernas y traía puesta una peluca azul eléctrico sobre la cabeza.

—De mujer por supuesto, gane mi apuesta contigo pero la perdí con Andrés.

—Tu disfraz es un insulto para la comunidad femenina; además solo un loco combinaría esos zapatos con ese vestido, ni hablar de tu maquillaje. —se mofo

—Búrlate si quieres, pero al menos no soy yo la que viste de hada madrina—le contesto devolviéndole la sonrisa.

—No comiences, Mike y vamos adentro que esta noche quiero ahogar mis penas

—No encontraras la solución a tus problemas al final de una botella Marie….

—No actúes como adulto— le mascullo.


Marie despertó frunciendo el ceño y frotándose la frente. Le dolía mucho la cabeza, sentía como si le estuviera latiendo, empeorando aun más si se quedaba quieta. Se puso en pie lentamente y muy cuidadosamente evaluó los alrededores, intentando ver en la oscuridad.

Varias maquinas, tubos de ensayo y papeles dispersos por todas partes, era todo lo que identifico del lugar antes de tropezar con un grueso cable en el suelo.

Maldiciendo en varias lenguas pudo divisar el aparato del que provenía el cable.

¿Cómo había llegado hasta su laboratorio? Esa pregunta era una que no podía responder en ese momento, mientras todo el lugar giraba sin piedad.

Sintió la humedad en su cara y levantó la vista encontrando solo el techo de la habitación. Sorprendida, levantó la mano y tocó las lágrimas de su cara.

¿Por qué estaba llorando?

Ella odiaba llorar.

Se apoyó contra la pared junto al portal, ordenándole a sus lágrimas que regresaran. Era la segunda vez en toda la noche en que casi lloraba, comenzaba a molestarse con ella misma. Apretando su mano derecha en un puño, la estrelló contra la pared detrás de ella, fuerte, enviando una onda de choque de dolor hasta su brazo. Eso paro las lágrimas, pero la oscuridad volvió nuevamente a envolverla.

Nuevamente en las penumbras del lugar, la misma tenue luz de color azul volvió a envolver todo lentamente, tornándose a su vez más brillante. El doble círculo del ritual se formaba nuevamente recibiendo una especie de llamada. En él se creaban distintos tipos de signos, hasta que todos ellos se juntaron para crear justo en el centro una gran estrella de diez puntas.

Una enorme ráfaga de poder cubrió a la muchacha inconsciente desviándose también al portal y creando un vórtice que empezaba a succionar todo a su paso.


La humedad en el ambiente junto con los sonidos silvestres, fueron despertando poco a poco a Marie. Podía sentir como los rayos del sol bañaban su cuerpo y lo bien que se sentía la alfombra de césped bajo ella. Sobre todo, lo suave que era el muñeco que estaba abrazando. Un peluche que se movía mucho…

Un momento…los peluches de felpa no se mueven…y tampoco tengo ningún tipo de oso de peluche.

Marie abrió los ojos, dirigiendo su mirada rápidamente al bulto blanco de sus brazos que intentaba desesperadamente zafarse del agarre.

Lo lanzo lejos dejando escapar un grito, pudo observar mientras el animal huía unas enormes y largas orejas.

¿Un conejo?... ¿un conejo blanco?

Aun en shock Marie parpadeo y se levanto del suelo. La espesa mata del lugar junto con sus gigantescos arboles dejaban en ridículo a cualquiera otro que haya visto antes… ¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado hasta allí? Nada le parecía familiar… ¿era esto parte de un sueño?

— ¿Qué tenían las bebidas de anoche? —Se pregunto a si misma desconcertada.

—Este tiene que ser uno de los sueños más raros que he tenido…aunque este lugar es…hermoso.

Camino cerca de lo que parecía ser un arroyo, admirando el paisaje. Todo se veía muy verde y el aire en ese lugar se sentía puro. Inspiro profundamente.

—Bien, es lindo pero creo que ya es hora de despertarme.

El conejo nuevamente se acerco a ella, pero cuando ella avanzo este volvió a correr. Marie lo observó alejarse y se inclino para apoyarse contra el tronco de un árbol, preguntándose si de algún modo había encontrado la madriguera de conejo de Alicia en medio de… ¿de dónde exactamente? Lo último que recordaba era haber estado en el sótano de su casa.

Suspiro con cansancio.

—Supongo que seguiré al conejo blanco…—se dijo a sí misma con ironía ante la absurda idea.

El conejo huyo todo el tiempo de ella, ninguno de sus intentos funcionaba para atraparlo. La paciencia y ella nunca fueron amigas, cada vez se frustraba más por no atrapar al estúpido conejo. Para empezar ¿porque lo estaba siguiendo?

Logro acorralarlo junto a una cascada y dejando escapar un gritito de triunfo se lanzo a atraparlo. El animalito una vez en sus brazos, le mordió firmemente la mano. Rápidamente lo soltó dejando escapar una serie de maldiciones contra el animal.

Más calmada se acerco hasta las turbulentas aguas para lavarse la minúscula herida. Sin percatarse de que el suelo no era firme en ese sitio, provocando que resbalara y cayera al agua siendo arrastrada por la fuerte corriente.


El bosque entero se lleno de tinieblas. Fuertes vientos azotaron el lugar y la tierra se sacudió violentamente. En lo alto del cielo una brecha de luz se abrió paso formado gigantescas espirales de colores y tan pronto como había comenzado todo, así acabo; el rastro de energía aun se podía sentir en algún lugar del bosque. Parecía que algo se encontraba cerca del rio.

— ¿Vieron lo que acaba de pasar? —Pregunto un joven de traje negro, con una marioneta en la espalda

—sí, ¿creen que debamos ir a investigar? —Cuestiono a la vez una muchacha rubia de cuatro coletas

—De acuerdo, vamos— Ordeno un muchacho pelirrojo

continuara...


Obviamente debido a la modificación los demás capítulos no van a coincidir mucho por ahora pero prometo no tardar tanto en que tomen coherencia de nuevo.

Ahh, sí y para sacarlos de dudas la historia va a estar dividida en dos partes la primera estará mas apegada a el nuevo personaje "Marie" y la segunda será referida a Gaara.