Disclaimer: Los derechos del Mundo de Harry Potter pertenecen a su autora.

N.A: ¡Hola a todos! Llevaba bastante tiempo teniendo ganas de escribir una historia sobre Sirius y Remus. Espero que les guste y que no tenga demasiadas faltas de ortografía.


1. La apuesta

Sirius Black estaba plantado delante de la puerta de su habitación pensando en el lío en el que se acababa de meter, pero cuando le proponen un desafío, no puede decir no, y menos viniendo de su mejor amigo, James, que puede ser bastante insistente. Y todo, ¿por qué? Por el maldito juego de la otra noche. Cuando no se le ocurre nada más que a él jugar a Atrevimiento, verdad y mentira con su grupo de amigos y unas chicas de Gryffindor, amigas de Lily Evans.

Llevaban más de una hora jugando, cuando le toco el turno a Lily.

—A Remus le gusta Sirius.

Una cosa así no se puede asimilar enseguida, y menos cuando se trata de uno de tus mejores amigos. Éste se había negado rotundamente a jugar, prefiriendo acostarse temprano.

Por supuesto, todos los de la sala pesaron que era mentira, pero Sirius, ante lo que acababa de decir, se puso un poco nervioso. Más bien, bastante.

Durante el resto del juego lo pasó dándole vueltas a la cabeza por esa frasecita.

Y claro, a James esta mañana se le ha ocurrido la genial idea de apostar con él seis galeones si conseguía besar a Remus. Y, por supuesto, Sirius no iba a decir que no.

Éste, creyendo que su amigo sería capaz de hacerlo, se sentía feliz. Pues por fin Sirius acabaría de confesar sus sentimientos. Sin embargo, lo que James no sabía, era que eso él no lo tenía del todo claro. Sirius sentía algo por él, pero no estaba seguro si lo que sentía era una gran amistad o si era algo más. Así que, con esta oportunidad, pretendía solucionar sus dudas. O al menos, intentarlo.

Pero claro, era más fácil decirlo que hacerlo.

Ahora mismo, no era capaz de entrar al cuarto en el que Remus estaba tumbado en la cama, sumergido en alguna novela muggle, pero no tenía más remedio que hacerlo.

Muy despacio, abrió la puerta, y en efecto, Remus estaba solo. Leyendo.

—Hola, Lunático. ¿Qué lees?

Éste apartó la mirada del libro y dirigió sus ojos dorados hacia a él, haciendo que Sirius se le encogiera algo en su estomago.

—Hola, Sirius. Pues la verdad no creo que te interese mucho, ¿o sí? —preguntó— A no ser que de repente te haya surgido la necesidad de leer.

—No mucho, la verdad.

Sonrió.

—Ya me parecía a mí.

Volvió a seguir leyendo, y Sirius siguió mirándole.

Al cabo de un rato, Remus volvió a levantar su mirada hacia él, notando como le observaba.

—¿Querías algo? —preguntó, ya que le parecía extraño el comportamiento de su amigo.

El corazón le latió a mil por hora. No podía. Realmente no podía. A la mierda los seis galeones, pensó. No pienso quedar en ridículo para que luego me rechace.

—No quería nada —contestó—. Ya me iba. Buenas noches, Lunático.

—Buenas noches.

Salió de la habitación y bajó las escaleras despacio.

Realmente no podía besarle. No quería estropear su amistad por esta tontería, y más si lo que le estaba pasando era un mero capricho. Su amistad era demasiado importante para él. Cuando por fin bajó las escaleras, se encontró a James, que le esperaba un una sonrisa.

—¿Lo has hecho? —le preguntó.

—Lo siento, James. No he podido —contestó—. ¡Coño, que es Moony! ¿Cómo te sentirías tú si tuvieras que besar a Peter?

Pareció que James se lo estaba imaginando, porque sacudió la cabeza y sacó la lengua en señal de asco.

—No es lo mismo.

—Da igual, Cornamenta. Has ganado.

Sacó una bolsa de la túnica y contó el dinero.

—Tus seis galeones —dijo, tendiéndoselo—. Me invitaras a algo, ¿no?

—¿Qué? —respondió James— Ni hablar. Este dinero es para comprarle algo a Lily para Navidad.

—¡Pero si queda una semana! —exclamó.

—Lo sé, pero no quiero dejar las cosas para el último momento.

Mientras Sirius se tumbaba en su sillón preferido junto al fuego, añadió por lo bajo:

—Y para hacerte un pequeño regalito. Acabaras confesando lo que sientes, Sirius, aunque será lo último que haga.


—¿Qué dijiste qué? —pregunto Remus a su mejor amiga, que en ese momento no sabía si matarla o no.

—Lo siento —se disculpó la pelirroja—. Se me escapo. Además, todo el mundo se lo todo como una mentira.

—¿Y cómo reacciono Sirius?

—Igual que todos, Rem. Tranquilo, no creo que sospeche nada.

La bibliotecaria los volvió a mirar por segunda vez.

—Por eso Sirius estaba tan raro ayer —susurró—. Entró en nuestro cuarto mientras yo leía. Parecía que quería decirme algo, pero al final no dijo nada y se marchó.

—¿Eso hizo? —preguntó extrañada—. Qué raro.

—Te mato, Lily. Te confío un secreto, y vas y lo sueltas a la primera de cambio.

—Ya te he dicho que lo siento mucho. Algunas veces se me suelta la lengua sin darme cuenta.

—Está bien —dijo sonriendo—. Seguramente creyeron que era mentira. Pero, por favor no me lo vuelvas a hacer. ¡Prométemelo!

—Te lo prometo.

La bibliotecaria, al ver que no se callaban, fue hacia su mesa.

—Chicos, este es un lugar para estudiar o leer, no para charlar. Si queréis hablar ya está la Sala Común. Cuando asimiléis eso, podréis volver. ¡Y encima prefectos! —dijo.

Los amigos recogieron sus cosas y salieron de la biblioteca.

—Cada año que pasa esta cada vez más insoportable —dijo Lily.

—Y que lo digas.. ¿Vamos a la Sala Común o leemos en el lago?

—Mejor al lago, y así vigilamos que hacen estos tres, que nunca se sabe.


James hablaba con Peter mientras que Sirius estaba medio dormido debajo del árbol con los ojos cerrados.

—….y entonces le haremos un hechizo para que lo persiga —dice, acabando de decirle su plan.

—Es fantástico, Cornamenta —dice Peter sonriendo.

Al escuchar esto último, Sirius abrió los ojos.

—¿Qué se te ha ocurrido para los Slytherins, James? —preguntó Sirius.

James y Peter se miraron entre ellos.

—Nada, Patfoot —dijo James—. Solamente era una idea.

—Bien, quiero oírla.

Se volvieron a mirar entre ellos, pero justo en ese momento aparecieron Remus y Lily.

—¡Ey, Remus! —lo llamó James, intentando que Sirius no le pida su plan delante de ellos.

Ellos fueron hacia allí, y se sentaron bajo el árbol.

—¿Qué hacéis, chicos? —preguntó Remus.

—Yo estaba dormido, hasta que escuche a James que acaba de planear una broma para los de Slytherin. –dijo Sirius.

—¿Nunca vais a dejarles en paz? —preguntó Lily.

—No, hasta que aceptes salir conmigo —dijo James.

—Prefiero salir con el calamar gigante antes de salir contigo, Potter. ¿Es que no te cansas de repetir todos los años lo mismo?

—No hasta que por fin aceptes.

Dicho esto, Lily se levantó incapaz de soportarlo por más tiempo.

—Nos vemos luego, Rem.

Y se fue en dirección al castillo.

—En serio, Jimmy, ¿cuándo comprenderás que esa chica no te quiere? —dijo Sirius— Llevas cinco años preguntándoselo, y siempre te dice la misma respuesta. ¡Acéptalo de una vez!

—Nunca, Sirius —dijo mirándolo fijamente—.Y si me dice el año que viene que no, lo aceptare sin más, pero siempre tendré la esperanza de tener una oportunidad con ella.

—Tienes mucha razón, James. Nunca te he escuchado hablar de esa forma —dijo Remus.

Al oír esto, Sirius miró hacia el lago para que sus amigos no le vieran su cara. Estaba roja como un tomate.

Después empezaron a hablar sobre lo que harían en las vacaciones de Navidad. Los cuatro se quedaban, por lo que estas vacaciones serían estupendas.