NOVA
Escrito por Blessende / Traducido por Maru de Kusanagi


SUMARIO: Hubo una época, cuando reír era sencillo. Una época, en la que el mundo entero consistía en tarea de cálculo, o en vivir los días al filo de reprobar o pasar. Una época, en que las madres se suponían que tenían que ser inmortales, y que el enamorarse era como jugar a la ruleta rusa. Y, entonces, caía el telón. La edad de la inocencia pasaba. Parte del universo de SEARCHIN FOR Levi (Buscando a Levi), [LevixEren]


Capítulo 1

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Hubo una época, cuando reír era sencillo. Una época, en la que el mundo entero consistía en tarea de cálculo, o en vivir los días al filo de reprobar o pasar. Una época, en que las madres se suponían que tenían que ser inmortales, y que el enamorarse era como jugar a la ruleta rusa.

Y, entonces, caía el telón. La edad de la inocencia pasaba.

Así era como recordaba sus dieciocho años.

..-..

Cuarteles del Ejército de Titán, Trost.

Año 2008

A través de los acostumbrados boletines y el ruido de pisadas contra el piso, dos chicos se erguían en una esquina del Cuartel de Trost, jugando a piedra, papel y tijera en secreto. Era algo raro de ver, y, para la mayoría de los soldados de la zona, era un juego extraño. Los titánicos no comprendían sus reglas, los gestos o el motivo de que los chicos cantaban las mismas palabras una y otra vez. El mayor de los dos, un pecoso joven, soltó una risotada cuando el papel de su oponente perdió ante sus tijeras. Por tercera vez, llevando el juego a su definitivo final.

'Mejor suerte para la próxima', dijo Marco con voz suave, retirando sus manos. La metió al bolsillo de su chaqueta de los cuerpos, inclinándose contra la pared, con una sonrisa sabionda en los labios.

Su acompañante – un chico de su edad, con piel más bronceada y ojos verdes, bajó la mirada y miró sus dedos, ofendido. Las derrotas no eran fáciles para cierto eren Jaeger. Le gustaba perder tanto como a Keith Shadis le gustaba vaguear durante horas de servicio.

'¿Sabes qué es lo injusto, Marco?', dijo el chico, haciendo una mueca. 'Te diré que es lo condenadamente injusto. El hecho de que les haya enseñado un juego y que ustedes me caguen ganando siempre', maldijo el castaño. 'Cada puta vez.'

Marco miro en derredor, nervioso. 'A lo mejor te gustaría cuidar tu lenguaje en el Cuartel, Eren. Las paredes son finas como papel.'

Eren alzó una ceja. '¿cuidar mi lenguaje?', repuso. '¿Por qué? ¿Qué es lo peor que pueden hacer? ¿Hacernos limpiar los baños?', miró el pasillo y resopló levemente por lo bajo. 'Créeme esto, Marco. Hay más gente aquí con peor boca que la mía.'

Marco sonrió. No era alguien que dejaba escapar una chance, especialmente si le daba la oportunidad única de mosquear a Eren. Porque, a fin de cuentas, es lo que hacen los buenos amigos. Los buenos amigos ponían el hombro a tus problemas, sabían que decirte cuando estabas decaído y… si, por algún motivo desafortunado, descubrían por quien estabas enamoriscado, se aseguraban de invocar a Caín y hacer que todo el mundo se enterara. Eren lo descubrió a las malas.

Notó el brillo travieso de los ojos de Marco.

'¿Conque sí? Ah, ¿estamos…', Marco hizo una pausa, inclinándose hacia delante. '– hablando sobre cierto superior tuyo?'

Atrapado con la guardia baja, Eren se quedó tieso y miró hoscamente a Marco.

'Tenías que mencionarlo, ¿no? Y ese chiste pierde rápido la gracia.'

La sonrisa nunca abandonó el rostro de Marco.

'Eso es lo gracioso, Jaeger', señaló, guiñándole el ojo. 'No era un chiste.'

Eren evitó la mirada de Marco, avergonzado. El leve repique de su corazón volvió, la ruleta rusa se ponía a girar, y Eren luchaba con la necesidad de sonreír. En cambio, miró de soslayo a la puerta de la Sal de Control de los Portales. El reloj digital marcaba "9:42". Lo que significaba que todavía le quedaban ocho minutos para gastar. Ocho minutos antes de despedirse de Marco. Ocho minutos antes de que pudiera regresar a sus "deberes terrícolas". Se volvió a su amigo, y le descubrió aun sonriendo.

Eren se volvió, exasperado.

'Oh, vamos. ¿Seguimos con eso?', espetó Eren, indignado. 'No pasa nada entre él y yo. Nada. ZILCH, ¿okey?', suspiró, mientras que miraba a la puerta. 'Él es mi Supervisor Asignado por el Estado, y yo… bueno, no sé qué diablos se supone que soy. Un vagabundo, al que le obligaron que vigile. O, peor, la babosa de la cual no puede librarse. Sip, seguro es eso.', rió secamente. 'El chicle pegado a la suela de su zapato. Sip. Eso soy yo.'

Marco dejó la actitud bromista, y le abrazó con un brazo.

'Estoy seguro de que no piensa eso.'

Eren giró los ojos.

'Seguro. Eso crees . Ayer, fui a verlo, y me sacó a patadas. LITERALMENTE. Sus palabras fueron "No soy tu niñera, bola de babas. Sal de mi maldita oficina. Y, la próxima vez que quieras verme, saca una puta cita".'

Eren lo había imitado tan bien, que la imagen hizo a Marco estallar en risas.

'Lo… siento por ti, Jaeger. Siento de dónde vienes.'

Eren hizo una mueca ante el recuerdo, y se cruzó de brazos, sintiéndose más triste que antes. 'No estoy seguro sobre ti, pero no tengo más ganas de hablar al respecto. Así es como exactamente me ve. Una molestia. Una verdadera molestia. Digo, no es como si yo le haya pedido que me besara, o algo.'

Marco se rascó la barbilla, pensativo.

'Espero que ¿no lo hiciste?'

Eren se miró al pecoso, perplejo.

'Bien, ya terminamos de hablar sobre este tema. Listo.'

Marco dejó escapar una sonrisita, pero no dijo nada. Los dos jóvenes permanecieron acomodados en esa esquina, los ojos yendo al reloj de vez en vez. Cuatro minutos, contó Eren. Cuatro minutos era todo lo que tenía. Cuatro minutos antes de que las distancias se extendieran hasta lo imposible, antes de que la nada se convirtiera en infinidad. En el silencio de su esquina, oyeron el crujir de puertas cerrarse y ahogadas pisadas perderse en los pasillos.

'Dime una cosa, Eren', dijo Marco, a su lado. '¿Tan importante es?'

Eren se volvió a él, velozmente, olvidando en qué pensaba.

'¿Ah?'

El pecoso se encogió levemente de hombros.

'Lo que piense él de ti', se explicó Marco. '¿Tan importante es?'

Eren apartó la mirada, frunciendo el ceño mientras meditaba la pregunta.

'Para ser honesto, no lo entiendo.'

Marco le miró en silencio, sus comprensivos ojos castaños brillaban.

'¿Sabes a que me recuerdan ustedes dos?', preguntó al fin.

'¿A qué?'

'Los cormoranes.'

Eren se le quedó mirando.

'Nuevamente, ¿a qué?', preguntó, alzando otra ceja.

'Los cormoranes', explicó Marco, '– son aves. Son una especie no voladora de las islas Galápagos. Leía sobre ellas, y es interesante como – '

Una oscura sombra pasó sobre las facciones de Eren. Parpadeó antes de dejar escapar un furioso suspiro.

'Eh, eh, espera un minuto. ¿Acabas de decir Galápagos? ¿Cómo es que siquiera conoces sobre ese lugar?'

'Ah, ¿leí?', repuso el amistoso nativo.

Eren no se lo creyó.

'Diablos, ni yo escuché de esos pajaros antes. Y SOY el de la Tierra.'

Ahogándose por la risa, Marco le guiñó el ojo. 'A lo mejor deberías leer sobre ellas. El punto es… que estas aves me recuerdan a ustedes dos.'

Eren se le quedó mirando.

'Oh, vamos. Somos muchas cosas, pero NO una pareja de pajaritos enamorados. Te lo dije, Marco, no hay nada entre nosotros. Lo más lejos que llegué fue segunda base, y el tipo ni siquiera estaba despierto. Por lo que sé, le gusta pensar que no existo. Ahí lo tienes.'

Eren miró enojado a la distancia, y se acomodó la mochila al hombro. Sus ojos se volvieron a fijar en el reloj sobre la puerta. Eran las 10:00, lo que indicaba su partida. Con tristeza, se volvió a Marco, alargando la mano para estrecharla. Un apretón que pasó a ser un abrazo.

'Te voy a extrañar, amigo', dijo Eren, sonriendo levemente.

Le miró y sonrió.

'Okey, gran hombre… Ganaste limpiamente, así que, ¿qué quieres? Día tu tributo. ¿Qué deseas que te traiga de mi mundo para la próxima?'

Marco se cruzó de brazos y meditó la respuesta.

'Esos tacos, son una de las cosas', meditó el pecoso, frotándose la barbilla, pensativo.

'Ajá. ¿algo más?'

'Y la pizza, de la que te la pasas hablando.'

Eren estalló en risas.

'Bien, ¿será una lista, eh? Te lo advierto, no estoy seguro de si puedo meter tantas cosas por la aduana.'

Marco chasqueó los dedos, evidentemente sin oírlo.

'¡Y un libro sobre Galápagos! Casi me olvido de eso.'

Eren suspiró, y sacudió la cabeza.

'Amigo, de verdad te interesa esa mierda, ¿no?'

..-..

Los aterrizajes de los Portales nunca eran sencillos, y, considerando la habilidad de Eren para convertir las más agraciadas maniobras en accidentes, nunca se le dieron bien. El joven de dieciocho años escupió unas briznas de pasto, y alzó la mirada a tiempo para ver los últimos vestigios del portal de Titán desvanecerse. Se había ido.

El pasadizo a ese otro mundo.

El pasadizo a Titán.

Eren permaneció en el suelo, bebiendo la imagen del claro cielo azul. El aire fresco le picó la nariz, no había contaminación allí, ni la peste de los dormitorios de entrenamiento, o la necesidad de unidades de filtro de aire. Si, esto era… casa. Saludó a su mundo con una sonrisa nostálgica, antes de forzarse a levantarse con los codos.

El castaño se sentó y se limpió el pasto de su camiseta y jeans, haciendo lo ultimo posible para verse presentable. Tiró la mochila sobre el hombro, y, levantándose del suelo, se puso en camino para salir del bosque.

Conocía el sitio, como la palma de su mano. Antes lo había escalado, y puesto las marcas. Había un cedro medio tumbado allí. La roca de aspecto curioso, similar a un monje. Media milla más arriba, esperaba llegar a la autopista. Y, con suerte (la palabra clave era suerte), conseguiría un aventón a los suburbios, sin atraer demasiada atención. Pero sus problemas no terminaban ahí: habría muchas explicaciones que dar, sin duda. Tendría que apoyarse en su mejor amigo, Armin Arlet, el metiche niño detective. Y, luego, estaba su inquisitiva madre. ¿Qué lo había hecho retrasarse? ¿Dónde quedaba su tan elusiva escuela militar? Y, ¿Por qué demonios no podía llevar un celular con él? Trató de imaginarse el rostro aliviado de Carla ante su regreso. ¿La encontraría enferma de preocupación? Trató de recordar como ella le daba un abrazo del oso, ese para el que ya estaba demasiado grande. El olor de sus cabellos, jengibre y sicomoros, al fin el aroma al hogar.

Pero la vida nunca va como uno planea.

Uno espera que el mundo permanezca como lo dejó. El bonsái en tu ventana no debía haber duplicado su tamaño. No debería haber una gigantesca obra en construcción, donde solía haber sauces. El club de boxeo no se suponía que debía estar tableado y cerrado. Y aquel gato que le dabas de comer, camino a la secundaria… no se supone tuviera crías propias. Pero ése era el problema. El tiempo no se detenía cuando estas lejos.

Tampoco la gente.

Como notaba Eren observar el rango en el uniforme de Hannes. El amigable oficial había sido quien se detuvo. De toda la gente que Eren podía conseguir que lo llevara, el destino decidió mandarle a Hannes. El hombre bajó la ventanilla del acompañante y saludó a Eren con una amplia sonrisa.

Eren seguía mirando la nueva y brillante placa de Hannes.

El chico hizo una mueca al leer el rango.

'¿Te promovieron?', dijo, '¡Tienes que estar bromeando!'

Hannes alzó una mano, tocando la placa, orgullo de sí mismo.

Eren lo miró, incrédulo.

'¿Qué hiciste? ¿Salvar a la hija del presidente?'

Hannes frunció el ceño, evidentemente desilusionado por su cuestionario.

'Si, sí, hola a ti también, crio. Te hago saber que mi ascenso estuvo muy atrasado.'

El joven alzó una ceja.

'Atrasada mi culo. Si ascienden a borrachos vagos, el país se va al diablo.'

Hannes le observó lúgubremente antes de soltar un molesto suspiro. Palmeó el asiento a su lado.

'Métete', le invitó, encendiendo el motor.

'Eh… ¿no?', dijo Eren, con una sonrisa dibujada en la cara. Se inclinó para atrás, alejándose de la ventanilla, dio un paso atrás y se puso una mano sobre el corazón. 'Mami me dijo que no vaya a ningún lado con extraños, oficial.'

Hannes lo miró, herido.

'Basta con tus bromas… Métete, ¿quieres?'

'Conseguiré como llegar a casa. Gracias, pero no, gracias.'

'¡Eren! ¡Tenemos que hablar!'

El chico dejó escapar una risita.

'No quiero ser tu amigo de parranda, Hannes. Si te cuesta conseguir con quien acostarte, toma mi consejo, anciano, y aféitate la barba.'

'Eren, por el amor de Dios', dijo Hannes, 'Siéntate, ¿quieres?'

La expresión del oficial había cambiado: los rastros de humor se habían esfumado. Se veía serio, y esta repentina transformación incomodó al joven.

Hannes parecía ansioso por volver a hablar.

'No te llevaré a casa', admitió. 'Pero, ¿podemos hablar? Es importante.'

Eren se quedó parado junto a la puerta de pasajero, callado e inquieto. Sus ojos fueron al camino. No parecía que le quedara otra opción. Se acomodó la mochila y cedió.

'De acuerdo.'

..-..

Hannes no lo llevó a beber, tal como había dicho. En cambio, el oficial sin afeitar llevó a Eren a la comisaria. El primer impulso de Eren fue: "Carajo, estoy cagado. ¿Qué hice esta vez?". Y lo más raro era que no recordaba haber hecho nada estúpido.

En el nido de caos de las fuerzas de la ley, el chico castaño fue invitado a sentarse frente a un escritorio sobrecargado de carpetas y expedientes, mientras Hannes bebía un puto café, atendía putas llamadas ,y se quejaba por lo bajo de la puta Semana de Vigilancia. Eren contenía una sonrisa, mientras observaba al mayor maldecir.

Hannes acomodó los expedientes sobre su escritorio, liberando un poco de espacio para su taza de café. Apartó viejos y arrugados expedientes, con bordes amarillentos. Se veía mucho más cansado que de costumbre, y el café no parecía ayudarlo.

'Perdona mi acento. Pero te ves como la mierda', señaló el joven, ganándose otro gruñido del hombre.

'¿Te parece?', fue la rápida respuesta de Hannes.

Cansadamente se frotó los ojos. 'He estado trabajando seis turnos seguidos, chico. Imagínate lo que te hace.'

Eren frunció levemente el ceño. 'Eh, momento, viejo. Medio que me perdí en "trabajando". Espera. ¿Dijiste que estuviste trabajando? Porque juraría que lo hiciste. Y, ¿desde cuándo no te la pasas sentado en tu puesto y chupando? Carajo, es el apocalipsis.'

Hannes giró los ojos. 'Ja. Ja, muy gracioso.'

La conversación fue interrumpida por un sonoro estallido. Las puertas se abrieron y un oficial arrastraba un vagabundo consigo. El hombre de harapos se quejaba a viva voz sobre maltratos, maldiciendo a la policía y mirando hoscamente a Eren, antes de ser llevado al encierro.

El chico se quedó callado, y la sensación de inquietud regresó.

'Okey…', dijo, tragando un poco de saliva. '¿Qué hice?'

Hannes le miró.

'… ¿qué hiciste?', repitió el oficial.

'Sí. ¿Estoy en problemas, o algo así?'

Hannes le miró sobriamente, pero no dijo nada. Soltando otro gruñido, volvió a leer su reporte. El silencio sólo hizo que Eren se sintiera más culpable.

'Eh, no me vas a apresar, ¿no? ¿Por haberte robado la bici la vez anterior? Fue broma, te lo juro. Honestamente, una que hasta para ti seria graciosa.'

Hannes sonrió. Recordaba el pequeño incidente, y, a pesar suyo, rió ante el recuerdo. Devolvió la taza de café al escritorio, y se preguntó cómo abordar el tema.

'No es sobre ti, idiota. No hiciste nada.'

Eren alzó una ceja, y tomó un pisapapeles.

'¿En serio? Así que, estoy… ¿libre?'

'Si no lo estuvieras, te mantendría encerrado, no lo dudes.'

'Oh, vamos', repuso el joven, mostrándose aliviado.

Hannes soltó un suspiro y se cruzó de brazos, asintiendo como un anciano que habla solo en la playa.

'Eren', empezó, 'La verdad es que… quería hablarte de Carla.'

Pareció que dijo las palabras mágicas. Eren se quedó quieto, pero Hannes podía ver los bronceados dedos del joven tensarse ligeramente. Su agarre se puso blanco sobre el pisapapeles, ya sea por enojo o frustración, cosa que Hannes no pudo adivinar. El joven esquivó su mirada, antes de dejar escapar una ligera sonrisa y dejar de contener el aliento.

'Ajá.', dijo simplemente.

Se hizo un largo y duro silencio.

Ninguno de los dos habló.

Hannes se aclaró la garganta y se rascó la nuca. Sabía que debía ir con cuidado por esas aguas. Porque Jaeger era todavía un adolescente, uno que no digería fácilmente las palabras y era fácil de alterar. Hannes se acomodó en su silla, abrió un cajón y lo revolvió.

Halló lo que buscaba.

Eren se quedó mirando la tarjeta que Hannes le pasó.

Hospital Stanley Memorial, decía.

'¿Qué es esto?', preguntó el chico.

Hannes se acomodó en la silla y se inclinó hacia delante.

'Hice preguntas, ¿okey? Un amigo mío trabaja en la oficina del director del Stanley, y dice que tienen la mejor división psiquiátrica. La mejor de la mejor, Eren. Estoy seguro de que podrán descubrir que hay malo en-', Hannes hizo una pausa, '-Carla', terminó, en un tono más bajo.

El chico no dijo nada, mirando la tarjeta.

'Quiero que lo pienses. ¿Está bien, chico?', le interrumpió Hannes, incomodo ante su silencio.

Los labios de Eren se curvaron en una media sonrisa.

'No. Pretendes que la encierre.'

'Jaeger, no seas ridículo. Hablo con las mejores intenciones – '

Hannes supo que cometió un error.

Porque esa silenciosa furia, la que había esperado no provocar, mostró los primeros signos de asomo. Los labios se retorcieron en un gruñido, y la voz que habló no era la de un adolescente de dieciocho años. Era casi la de una fiera.

'No hay nada malo con ella', dijo el joven, enfrentando la mirada de Hannes con sus fieros ojos. '¡Nada! ¿Me entiendes?'

Arrojó la tarjeta a la mesa y sacudió la cabeza.

'Está bien, y debo ir a verla.'

La silla se arrastró contra el suelo mientras se levantaba.

'¿Eren?' le llamó Hannes antes de que pudiera irse.

'Gracias, pero no, gracias', el cortó el joven de dieciocho años, ya saliendo.

Hannes miró al techo con exasperación, antes de pararse.

'Detente ahí mismo, hijo. No hemos terminado de hablar. No puedes evadir esta charla – '

Muy para su sorpresa, Eren se detuvo y esos hombros volvieron a tensarse. Se irguió, dándole la espalda a Hannes.

'No soy tu hijo', dijo el joven. 'No vuelvas a decirme así. ¡NUNCA!'

Hannes admitió la derrota. 'Cla-claro. Perdona… eso. Fue un desliz', el hombre volvió a suspirar. 'Mira, no quiero ser el malo. Pero tenemos quejas del vecindario, está enfermando. Lo sabes. Diablos, todos lo saben.'

Se hizo el silencio, y Eren se quedó mirando al vacío.

'Lo voy a arreglar', dijo al fin.

Hannes arrugó la nariz, preguntándose qué hacía falta para hacerle entender.

'Eren, una persona no es un juguete roto que se puede arreglar. Por el amor de Dios, ¡abre los ojos!'

'DIJE QUE LO ARREGLARÉ', espetó el muchacho. La conmoción en la comisaria se silenció por un momento. Todos miraron hacia ellos. Discusiones y un poco de pelea no eran inusuales en una comisaria. Ni era Eren un rostro nuevo. Pero esta discusión entre ellos interesó a todos. El oficial Rhodes, que había estado leyendo al Cosmopolitan, alzó la mirada y les frunció el ceño. Pero Hannes mantuvo la mirada en el chico volátil.

Eren se volvió a verlo, y le dio una fugaz sonrisa.

'Hablaré con ella, ¿está bien? Me escuchará. Siempre lo hace.'

..-..

Los sicomoros lo saludaron, cual viejos amigos, mientras se paraba frente a la puerta, una mano en la cerca otra en el bolsillo de la chaqueta. Parado en el recibidor de su propia casa, se sentía un extraño- eran las seis de la tarde, y las luces estaban apagadas. Nadie parecía estar en casa.

El vecindario estaba tranquilo. Las cortinas estaban cerradas, el ovejero alemán del señor Cartoway ladraba furiosamente al atardecer. Cuando el hombre emergió de su puerta de entrada para calmar a la pequeña bestia, vio a Eren en su puerta. Con una mano sosteniendo el collar del perro, saludó a Eren.

'¡Aloha! ¡Miren quien decidió aparecerse! Es bueno verte, chico.'

El joven consiguió sonreír lúgubremente.

'Sí, gracias, señor Cartoway.'

Otros estaban también aliviados de verle. Pero por razones diferentes.

El experto en el mercado de valores, Laggard, que tenía la costumbre de salir a correr por las noches y ser el vocero del barrio, se aproximó.

'Volviste. Te esperamos', dijo, mirando a Eren de cabeza a los pies. Sin darle oportunidad de hablar, se inclinó hacia delante y dijo en voz baja. 'Eh, ¿tienes un minuto? ¿Podemos hablar?'

Eren miró a su casa, medio confundido.

'Lo siento, pero en verdad debo seguir.'

Pero Laggard no mostró intenciones de irse.

'Espera, no te tomará mucho. No lo tomes a mal, pero creo que tu mamá está mal.'

Eren tomó aire, pero no dijo nada. Cerró los puños, manteniendo la mirada fija en la puerta de la casa.

'¿Sí?', preguntó, luchando con la necesidad de estallar.

'Digo, no lo tomes personal. Pero les gritó a mis hijos, cuando sólo andaban en bici por la calle. Lo siguiente que supe, es que fue dentro de la casa y se puso a tirar tazas a la puerta. Se la pasa hablando de aliens y cosas así. Hijo –', Eren se encogió ante esa palabra, pero Laggard siguió hablando. 'Es peligrosa.'

Eren miró su porche y, ciertamente, vio los restos de las tazas. No era la primera vez, pero la imagen lo dejaba estupefacto. A su lado, Laggard dejó escapar un suspiro ahogado.

'Es peligrosa, y está enferma', dijo pesadamente. 'Verdaderamente enferma. Sé que tu papá no está más, pero ésto', el hombre señaló los restos, '-no puede seguir. La gente se ha estado quejando. Somos una comunidad tranquila, y desearíamos poder ayudarla. De verdad. Pero lo mejor es que consultes a un profesional-'

'Lo arreglaré', le interrumpió Eren, antes de apartarse.

El joven de dieciocho años pasó las puertas y caminó hasta el porche. Subió los dos escalones, para ser recibido por tres Avisos de Desalojo en la puerta de entrada.

Según lo previsto en la ASR (1) 520, por la presente que se le notifica una orden desalojo y de que debe desocupar, antes o el día 7 de septiembre,

Eren examinó la parte sobresaltada.

Se le notifica que está en su derecho evitar este desalojo pagando, antes de la fecha de vencimiento, los importes adeudados.

Maldijo levemente por lo bajo. Los avisos no estaban solos. Periódicos se amontonaban en la puerta, y Eren los recogió todos, como el atento hijo que era. Los hizo un paquete, tomó los avisos impagos del buzón y, con un entumecimiento que amenazaba embotar sus sentidos, Eren Jaeger tocó el timbre.

..-..

Epa, ¿qué es esto? ¿Nueva side y no hay capitulo nuevo de la historia principal? Bueno, esto va entre los caps. 88-89 de la publicación original, y consta de 6 capítulos. Espero terminarlo en poco tiempo.
NOTA 2: Corregí un par de errores


1 Acuerdo de Servicios Reembolsables, según lo que encontré en google.