Harry tomó su rostro entre sus manos. Y lo miró. Lo miró largamente, como si lo estuviera haciendo por primera vez en lo que bien parecía una eternidad. Tragó saliva, viéndose desarmado por los ojos grises más sublimes que había visto en toda su vida. Vistos desde tal íntima cercanía, cayó en cuenta del tipo de detalles en que no reparas si no pones la suficiente atención: alrededor de su pupila, los tonos grisáceos azumaban matices más oscuros, como pequeñas manchas de nebulosas turbulentas asediadas por huellas más claras, casi blancas, que terminaban en un cóctel de colores plateados.

Harry pensó que, si bien habían miles de personas en el mundo con el mismo tono de pigmento grisáceo: nadie jamás, en todo el universo, podría lucirlas ni transmitir ni la mitad de brío como las regía Draco Malfoy.

—No debes aferrarte tanto a mí, Harry —El otro no se inmutó—Puede que en algún momento, más temprano que tarde, tenga que irme.

Harry acarició el arco de su cadera, reteniendo en su memoria táctil la suavidad de sus ondulaciones; los pequeños estremecimientos cuando delineaba un punto particularmente sensible; los vellos erizados ahí por donde sus dedos tocaban. Draco era magia pura: vibrante, cálida.

—Entonces iré contigo —hiso una breve pausa— Iré a donde tú vayas. A donde tú quieras.

El ex Slytherin mojó sus labios, y se obligó a empujar el dolor lacerante enredado a su pecho. A veces Harry era tan ingenuo— No será un lugar agradable —dijo, solo para desanimarle.

El otro sonrió— Bueno —arqueó una ceja, imitando casi como un espejo la mueca sardónica Marca Malfoy. Draco casi quiso reí— Si puedo sobrevivir a una relación contigo, lo puedo todo ¿no?

Y así, el rubio soltó un suspiro-risa que destensó los músculos tiesos de su cuello— Eres un imbécil, Potter.

Pero, solo por esa vez, decidió que no podía ser tan mala idea dejarse llevar por la fantasía de una vida juntos. Sonrió. Una emoción salvaje en su mirada cuando Harry, con sus bonitos ojos verdes, lo miraron como si él fuera todo su universo. Toda su jodida magia y vida puestos en él. Draco pensó que no era posible que alguien amara a otra persona de una forma tan intensa. Pero Harry Potter siempre había tenido el poder de desmantelar cada uno de sus paradigmas.

Y lo besó. Fuerte, demandante y entregado.

Y así, en medio de un huracán de sensaciones, de emociones y sentimientos que solo el Niño-que-vivió podía evocar; caviló que sí, quizá, sí era posible.


"Cualquier cosa es posible si tienes el suficiente coraje "

¡Ah! Bueno, al fin publico mi primer Drarry :) Aún tengo varias historias de este par inconclusas, pero ya me encuentro en camino a corregir y publicar porque ¡Por Salazar! Ya van ahí más de tres meses y necesitan aire D: Como sea, esta pequeña historia vino a mi de flechazo, y espero que les haya hecho pasar un buen rato :) Si tienen alguna recomendación o Avada, es bienvenido.

¡Un saludo, y que la magia esté siempre presente en sus vidas!