Capítulo 1
Sammy trato de ser un niño grande y no ponerse a llorar, seguro que su padre y hermano llegarían pronto, además si Dean lo encontrase llorando le diría que fue un tonto por preocuparse tanto, además su hermano le prometió que nunca lo abandonaría y Dean siempre cumple su palabra.
Decidió mejor ponerse a ver la televisión así se distraería un poco y dejaría de pensar cosas que no son, por un rato logró olvidarse del asunto ya que se enfrascó en su programa favorito "Las tortugas ninjas", al cabo de un rato la caricatura acabo y su mente se vio nublada de la misma preocupación que antes.
¿Por qué duran tanto?, ya deberían estar aquí.
Su labio se torció en un perfecto puchero el cual auguraba una llantina inevitable.
Su padre había decidido llevar a Dean al doctor, desde hace una semana su hermano tenía una gripe la cual no desaparecía sin importar cuánto remedio se le diera, así que su padre decidió que Dean necesitaba una inyección para fortalecer las defensas.
-Necesito que te quedes aquí Sammy, esto será algo rápido y no quiero que te enfermes por estar tan cerca de tu hermano en el coche -Su padre lo había mantenido totalmente alejado de Dean, ya era difícil tratar con un hijo enfermo como para tratar con dos.
-Pero papá yo quiero ir -Terco como todo Winchester, Sam desde muy pequeño aprendió a contradecir todo y siempre tratar de llevar la contraria.
-Sam hazme caso, no puedes simplemente obedecer por una vez en tu vida -Sin querer el tono de John fue creciendo, arrepintiéndose de inmediato al ver las lágrimas bordear peligrosamente los ojos de Sam.
-Pero qué pasa si Dean me necesita y no estoy para ayudarlo, Dean odia las agujas y puede necesitar tomar mi mano -La voz de Sammy fue apenas un susurro lo que hizo a John sentirse peor, cuando estaba apuntó de responder fue interrumpido por Dean.
-No te preocupes por mi Sammy, será un viaje aburrido así que no te perderás de nada y te prometo que seré valiente por ti, ¿vale? -A quién quería engañar, él más que nadie odiaba dejar a su hermanito solo en aquella habitación, pero si su padre lo había ordenado así tendría que ser, le gustase o no.
Sam no se veía muy convencido así que Dean trato de convencerlo de otra manera -Hagamos algo de acuerdo, si te quedas y no réplicas te compraré aquel libro que tanto querías -Dean sabía que era una jugada sucia, pero por lo menos dejaría a Sammy más tranquilo.
La cara de Sam se iluminó al oír aquello -Bueno, pero eso no quita que quiera ir contigo -Dijo tratando de sonar enfadado pero en cambio solo le salió una tierna mueca.
John dejó salir un suspiro de alivio, por dicha Dean siempre sabía cómo tratar con Sammy, muy a su pesar Dean conocía mejor a Sam que él mismo.
John se arrodilló para poder estar al nivel de Sammy, puede que el niño tuviera ocho años pero era pequeño para su edad -Sammy, no quiero que le abras a nadie y si el recepcionista preguntara por mí, dile que ando comprando el desayuno y volveré en unos minutos, ¿entendido? -De paso depósito un beso en la frente de su niño.
-Si señor -Sam abrazo rápidamente a su padre y corrió a abrazar a su hermano como si nunca lo fuera a ver de nuevo.
-Tranquilo enano, no me voy a la guerra, volveré antes de que te des cuenta -Dijo mientras alborotada la mata de pelo castaña y depositaba un pequeño beso en la coronilla.
-¿Promesa?
-Promesa.
Sin decirse más, los dos Winchester salieron por la puerta para nunca volver, dejando un niño asustado e indefenso en aquella sucia habitación.
TRES DÍAS MÁS TARDE
Tres días habían pasado desde aquella vez que su familia salió por esa puerta, tres días que estaba solo y con miedo, miles de escenarios pasaban por su cabeza pero solo uno le aterraba como ningún otro "¿Qué pasaría si su familia se aburrió de él y lo dejaron para nunca más volver?".
Esa noche no durmió más de lo que durmió las otras noches además tenía hambre, la poca comida que tenían se había acabado hace dos días.
Cuando llegó el quinto día Sam estaba aterrado, no tenía comida, tampoco dinero, además su padre le ordenó no salir por nada ya que nunca se sabe que criatura puede andar al acecho y lo más importante su familia no había vuelto ni mucho menos llamado, más de una vez trato de llamar al teléfono de su padre pero siempre salía desconectado.
Nunca había estado en una situación así, le dolía la cabeza de tanto llorar y su estómago exigía comida con urgencia, a veces se sentía tan mareado que tenía que sentarse para no caer de bruces contra la sucia alfombra.
Incapaz de hacer algo para arreglar la situación se sentó a llorar un largo rato hasta que le vino una idea, seguro él podría ayudar, el tío Bobby siempre ayudaba a su padre en las cacerías y era muy inteligente, siempre tenía una solución para todo, por dicha su hermano le había hecho memorizar el número del viejo mecánico por si ocurría alguna emergencia.
Y esto era más que una emergencia.
Sam solo podía rezar para que el tío Bobby contestara el teléfono.
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