Nota Previa: Este fanfic ocurre en un universo alternativo, supongo que se verá en seguida pero aviso para que no haya confusión al leerlo. Es recomendable haber jugado al videojuego de Dragon Age 2 para entenderlo mejor, aparte de que está narrado en primera persona y siempre en orden cronológico. ¡Espero que lo disfrutéis!
Disclaimer: Dragon Age 2 y sus personajes, criaturas y términos son propiedad de Bioware. Todos los derechos reservados.
Kirkwall High School. Capítulo 1.
El viaje.
El traqueteo del autobús junto con el olor a orines y las incesantes quejas de Carver me hacían imposible el poder dormir. Estábamos los cuatro sentados en la parte trasera de ese trasto, rodeados de maletas y otros desgraciados como nosotros que se limitaban a ocupar sus asientos y dejar pasar las horas hasta que el conductor obrara el milagro de conseguir llevar aquél bus a la costa norte del país de una sola pieza. Habíamos tenido un día agotador, para no decir "de mierda", sobre todo mi madre, y las seis horas que llevábamos en aquella lata de conservas con ruedas no ayudaban a que mi humor mejorara. Por lo que es normal que, de tanto escuchar la incansable voz de mi hermano menor, acabara por responderle.
—Carver, son las dos de la noche, mamá por fin ha dejado de llorar y se ha quedado dormida y yo estoy de un humor de perros así que o cierras la boca o te arranco los dientes y hago pendientes con ellos. ¿Ha quedado claro? —Con el dedo levantado, amenacé a mi querido hermanito con un tono de voz bajo pero firme, el típico tono que usas cuando quieres gritar pero más te vale no hacerlo.
— ¡Perdóname, oh todopoderosa primogénita, por si me jode tener que cruzar todo el puto país porque ya no podemos ni caernos muertos en nuestra propia casa! ¡Todo por culpa de papá!
— ¿Podéis callaros? —Se escuchó la voz rota de Bethany por debajo de su cabello. Se había pasado las dos últimas horas con la frente pegada en la ventanilla, ocultándonos sus lágrimas y sin hablarnos mientras miraba como íbamos dejando atrás Ferelden.
Tanto Carver como yo la miramos como dos mabari que han sido regañados y, evitando cruzar nuestros ojos, nos quedamos en silencio.
Y así empieza mi historia. Divertida, ¿verdad? Aunque creo que será mejor si me explico un poco más.
Mi mundo, por así decirlo, se ha limitado toda la vida a Lothering, mi pueblo natal al sur de Ferelden, y sus alrededores. Y la verdad, podría quejarme de mi infancia, pero no fue tan mala: toda mi vida he sido hija de un mago apóstata, uno de los peores crímenes en todo Thedas, y cuando mi hermana Bethany empezó a lanzar su primer hechizo la situación no mejoró; pero aparte de eso siempre habíamos sido una familia unida. Evitábamos a los Templarios, íbamos a la Capilla a menudo, compartíamos la sal con nuestros vecinos y cuando papá volvía de trabajar nos contaba historias sobre dragones que no estaban encerrados en reservas, enanos que vivían en grandes ciudades bajo las montañas y elfos nómadas que viajaban de aquí para allí con sus caravanas.
Y la verdad, todo iba bien. Hasta que los Templarios, finalmente, cogieron a mi padre y lo detuvieron por mago ilegal. Fue una suerte que no añadieran a Bethany al lote, porque mi padre fue cuidadoso y supo mantener la magia de su hija menor en secreto, pero esa fue la única buena noticia que puedo sacar de aquello. Con papá preso en la Torre de los Magos, una de las mayores cárceles de Ferelden, todo se desmoronó. Mamá se sumió en la desesperación, nos culpaba de cualquier minucia y empezó a beber de más. Mientras, yo y Carver nos dedicamos a descargar nuestra ira metiéndonos en peleas callejeras después de la escuela y en algún que otro robo. Él era bueno repartiendo golpes con su bate metálico y a mí me encantaba sentirme útil reventando cerraduras. Pero en el fondo no somos unos malos bichos, simplemente no somos tan fuertes de espíritu como Bethany: fue la única capaz de mantenernos juntos como familia, creo que porque era la que, al ser maga, más unida estaba a papá y con más fuerza confiaba en que todo se solucionaría.
Hasta que ayer se presentaron delante de nuestra casa los Templarios. Se ve que papá se ha fugado de la Torre con un grupo de apóstatas que conoció allí cuando lo detuvieron hace ya tres años y no lo encuentran. Por otro lado, al ser un fugitivo, ha perdido el sueldo que ganaba comerciando mientras estaba encerrado, que era nuestro único sustento desde que mi madre perdió el trabajo. Así que aquí estamos: habiendo pagado nuestras deudas a cambio de nuestra casa y casi todo lo que había en ella, en dirección a Kirkwall y dejando atrás nuestra vida.
Miré a Carver por el rabillo del ojo. No podía juzgarlo por culpar a papá de lo que nos estaba pasando, pero tampoco quería que se viniera abajo. Con Bethany tan deprimida, porque era la que más unida estaba a nuestro padre, me sentía responsable de mantener la familia unida. Llevaba mucho tiempo sin obrar de hermana mayor, y era ahora o nunca.
Al rato me levanté, evitando maletas y alguna persona durmiendo en el suelo del autobús, e intenté llegar hasta el conductor para preguntarle cuánto viaje quedaba, hasta que alguien me cogió del brazo.
— ¿Dónde vas? —Preguntó una voz de mujer potente que provenía del asiento que tenía a mi derecha. —Espero que no intentes dedicarte a robar carteras cuando esta gente está dormida.
— ¿Q-qué?
Me sobresalté al ver a la mujer pelirroja y con pecas vestida con uniforme de militar que me estaba acusando de querer robar en aquél autobús de quinta categoría. Me quedé en silencio, barajando las miles de respuestas que podía darle, pero su mirada inquisidora y sus ropas estaban tan fuera de lugar allí que no pude evitar salirme de tema:
— ¿Y ese uniforme? ¡Nunca habría pensado que los miembros de la guardia de Ostagar viajaran en transporte público barato! Será que el Rey está recortando gastos.
La pelirroja me fulminó con la mirada y noté como un escalofrío me recorría de arriba abajo. Apartó el equipaje que tenía a su derecha, sentándose en el asiento de su lado y obligándome a que yo ocupara el hueco donde antes estaba ella.
—Te vas a quedar aquí para que no vacíes ni una sola cartera.
—Pero oye… No pretendía ni siquiera respirar en este bus sin pagar la cuota, ¿se puede saber qué te pasa?
—Tu cara me suena. Vaciabas bolsillos de vez en cuando por la zona donde hacía mis guardias, cerca de Ostagar —me vio tragar saliva y su mirada se endureció —. Y aunque ya no forme parte de la Guardia, sigo sintiéndome como una representante de la ley.
Mientras decía eso, soltó mi brazo. Me escamó aquél comentario y el silencio que lo siguió; esperé que no pretendiera dejarme con la curiosidad por saber su historia. Total, no podía dormir y, aparte de discutir con Carver, no había mejores cosas que hacer.
—Ya no lo hago. Robar, digo, o al menos eso pretendo hacer. No es algo que una joven de diecisiete años y con una familia por cuidar debería hacer. —Observé que mi comentario le arrancaba una pequeña sonrisa, y me di a mi misma luz verde para intentar satisfacer mi curiosidad. — ¿Pero qué es eso de que ya no eres una agente de la ley y el orden? Llevas el uniforme y tienes todo el aspecto de ser una justiciera nata.
—Pequeña… —comenzó, y yo puse cara de comer limones mientras esperaba que me cortara con cualquier frase de "no te metas en mi vida", sin embargo, continuó de forma diferente a la que esperaba —: Se podría decir que me he despedido. Hace poco que he perdido a mi marido en circunstancias poco agradables. Era Templario y un mago de sangre decidió que era divertido liquidarle cuando volvía a casa después de su última ronda del día, así que como veo que quedándome en Ostagar no podré superar nunca su pérdida, voy a la aventura.
Me quedé blanca y sin palabras. No sabría decir qué me sorprendió más, si su historia o el hecho de que la contara con una naturalidad que daba miedo. En seguida, al ver su mirada acusadora clavada en mí, entendí porqué me lo había narrado de ese modo.
—Y ahora te lo pensarás dos veces antes de preguntarle su vida a extraños que viajan en el bus.
Abrí y cerré las comisuras de mis labios sin pronunciar palabra, sintiendo una cresciente fascinación por ella. Aquella mujer lo había pasado más mal que yo, y sin embargo, era capaz de reaccionar de forma tan fría sólo para hacer callar a una curiosa molesta. Empecé a admirarla, encontrando en ella una fortaleza de mente que quería para mí algún día. Esa fuerza que tanto necesitaba para hacer que mi familia no se derrumbara.
Y hablé sin pensar.
— ¡Vente a Kirkwall con nosotros!
— ¿Mande? —preguntó, levantando una ceja.
—Vas a la aventura, dejas atrás tu vida para poder volver a empezar. Nosotros también debemos empezar de nuevo, en Kirkwall, en las Marcas Libres, de donde es mi madre. ¡Seguro que allí encuentras tu lugar!
La pelirroja se echó a reír con un deje sarcástico, pero me daba igual que pensara que era una cría alocada y metomentodo: simplemente me gustaba lo poco que había visto de su forma de ser, no quería perder la oportunidad de conocer a una especie de ejemplo a seguir como ella.
—Me llamo Hawke. Bueno, es mi apellido, pero todos me llaman así —dije.
—Estás como una cabra.
—Pero tú no pierdes nada en ir a Kirkwall conmigo y mi familia, y así de paso aprovechas en vigilar que yo y mi hermano no nos dediquemos al hurto en masa.
¡Bingo! Con eso conseguí lo que quería: la mujer dejó de reírse y me miró de reojo. Luego se quedó pensando por largo rato, mientras yo la miraba con una sonrisa de expectación, hasta que me miró y habló.
—Soy Aveline Vallen. Y creo que puede ser una buena idea ir a Kirkwall, ni que sea para vigilar que una inconsciente como tú no haga ninguna tontería que pusiera en evidencia a todos los fereldanos. Porque tienes pinta de meterte en problemas como afición y profesión.
Ignoré aquella acusación, puesto que había sido formulada junto con una sonrisa de derrota, y por primera vez en bastante tiempo me sentí bien, aunque aquello no hubiera sido más que un loco capricho de querer conocer a alguien interesante. Así que, levantándome del asiento, prácticamente obligué a Aveline a sentarse con nosotros en la parte trasera del autobús, donde toda mi familia había caído presa del sueño. Esperaba que con aquello, todos fuéramos más capaces de poder encontrar algo bueno en la nueva vida que nos esperaba.
Notas de la autora:
¿Cómo va? Primero, me gustaría avisar de que este es el primer fanfic que escribo mínimamente en serio, al menos en unos siete años, que se dice rápido. Estoy habituada a escribir en roles de interpretación vía foros con algunos amigos y pensé que estaría bien hacer algo para colgarlo en Fanfiction, ¡pero está siendo más difícil de lo que pensaba! Por cierto, siento mucho si encontráis faltas de ortografía o de construcción de oraciones, intento revisar los capítulos varias veces antes de colgarlos pero seguro que meto la pata en más de una ocasión. Y también pido perdón si uso expresiones que a los amigos de América Latina les puedan parecer extrañas, soy española e ignoro hasta qué punto puede sonarles extraño el lenguaje coloquial de acá.
Esta historia se me hizo un poco extraña al inicio, porque adaptar un mundo medieval a la actualidad tiene su cosa; pero tras dibujar a varios personajes de Dragon Age 2 con uniforme escolar, se me ocurrieron muchas ideas. ¡Me gustaría recibir reviews por el mero hecho de mejorar y saber si lo que escribo puede llegar a gustar o no, pero creo que en el fondo con que tres personas lo lean ya es más que suficiente!
¡En cuanto tenga corregidos los tres siguientes capítulos los colgaré sin falta, así que no os preocupéis porque la aventura de Hawke no ha hecho nada más que empezar!
