Pokémon:
The Last Trainer
Prólogo
Hay varios mundos paralelos al nuestro, con sus respectivos dioses. Uno de ellos es el Mundo Pokémon, comandado por el legendario Arceus, dios de los Pokémon.
Él nació de un huevo que estaba en medio de la nada. Tras ver el eterno vacío, creó el Mundo Pokémon con su enorme poder.
Después, creo a los Pokémon. Ellos eran criaturas con poderes cuyo instinto de lucha estaba ligeramente elevado a los demás. Al derrotar a alguien, subían de nivel y algunos evolucionaban al llegar a cierto nivel, al tocar algún objeto o tener una gran amistad con alguien.
A cada uno le dio el poder de uno o dos elementos existentes: Planta, Fuego, Agua, Normal, Volador, Siniestro, Hielo, Lucha, Dragón, Psíquico, Roca, Tierra, Eléctrico, Acero, Veneno, Fantasma y Bicho.
Tras hacer eso, viajó a nuestro mundo y, al ver a los humanos, se llevó a algunos y creó un mundo paralelo al de los Pokémon donde ambos vivirían en completa armonía.
Una tradición de ese mundo era que los humanos, al tener 10 o más años, podían salir a vivir aventuras con sus Pokémon, persiguiendo el sueño de ser el mejor Entrenador, Coordinador, Criador, etc…
Los humanos y los Pokémon hicieron fuertes lazos en esas aventuras, entendiéndose a pesar de no hablar un mismo idioma, uniendo fuerzas por perseguir su sueño.
Pero no todo es felicidad. Hay humanos que se aprovechan de los Pokémon y los tratan como herramientas deshechables, usándolos y deshaciéndose de ellos cuando terminan de serles útiles.
Sin embargo, y gracias a los que se amistaron con los Pokémon, los demás no están dispuestos a esa clase de planes e intentan detenerlos viviendo una gran aventura en la que tendrán que contar con la ayuda de los Pokémon trabajando como si fueran uno.
Esa es la experiencia que vivirá cierta muchacha de apariencia normal, pero de bravo corazón…
