Flor que se cree atrae la muerte.

Año 767, al Sur del muro María.

Aves, muralla, terror, dolor, crueldad, muerte, monstruos, vida, fuerza, cazadores, la presa, esperanza, hogar, traición, entrega tu corazón, alas de la libertad.

Orbes verdes.

—Mikasa, despierta.

Abrió sus ojos de golpe, sin poder enfocar del todo bien. Frente a ella estaba su madre, mirándola con sus hermosos ojos rasgados preocupadamente. No supo el porqué del alivio que sintió al ver a su mamá.

—¿Por qué lloras, hija?

No se dio cuenta del hecho hasta que las yemas de sus dedos se empaparon, sintiendo el río de lágrimas que surcaba sus mejillas producto de un mal sueño que no podía recordar, aunque la sensación oprimente en su pecho le indicaba que había sido peor que sólo un mal sueño.

—Tuve una pesadilla.—susurró sin más, aún demasiado conmocionada como para volver a la realidad fácilmente.

—Oh, mi niña.—exclamó su madre para arrullarla en su pecho—Sólo fue eso, un sueño. Yo estoy aquí, nada pasará...—la tomó de los hombros y le hizo mirarla—Levántate, debes desayunar temprano. Hoy vendrá el doctor Grisha.—anunció mientras se ponía de pie y abría las cortinas, dejando entrar la luz. Se marchó dejando sola a Mikasa.

Tocó con sus pies descalzos el frío piso y un escalofrío la recorrió entera, mientras que con sus delgadas manos despejaba los mechones en su rostro. Miró por la ventana y su padre llegando de la cacería matinal trayendo del cuello a un pato sin vida. Ella sólo volteó el rostro con indiferencia para meterse al cuarto de baño. Allí dentro se topó con un espejo y el que se suponía era su reflejo, pero Mikasa no estaba muy convencida. ¿Cómo era ella? Jugó con sus cabellos negros, mientras que sus ojos grises -casi negros- inspeccionaban la figura frente a ella. Suspiró, resignada por buscar algo que ni siquiera sabía qué era y se metió a la ducha de una vez.

Cuando iba saliendo su madre ya le tenía el desayuno servido en la mesa, comió en silencio mientras su mamá cortaba un par de verduras y cuando terminó de desayunar se puso a ayudarla. El día avanzó rápido, la casa tenía un exquisito aroma a comida casera y sólo estaban esperando que llegara el doctor Jaeger para poder almorzar todos juntos.

Profirió un quejido de dolor mientras tocaba débilmente sobre la venda en su muñeca—Me duele...

—Vamos Mikasa, sopórtalo un poco más, ¿bien?— le animó su madre tomando su mano afectada y poniéndola en su mejilla— Este es el símbolo de nuestro clan, el cual debemos pasar a nuestros descendientes. Cuando tú tengas tus hijos también se los pasarás a ellos. —la niña ladeó el rostro confundida.

—¿Eh? ¿Y cómo se hacen los bebés?—preguntó con voz llorosa aún e inocencia pura, la dama Ackerman titubeó sin saber cómo responder.

—Mmm...¿Por qué no le preguntas a tu padre?

El hombre se puso rojo de los nervios y comenzó a tartamudear sin sentido alguno, haciendo que su mujer riera discretamente por la cómica situación.

—Etto...Yo tampoco estoy muy seguro de cómo, pero seguramente el doctor Jaeger sí sabe, pregúntale cuando llegue.—evadió el tema finalmente, suspirando de alivio al sentir unos toques en la puerta—¡Uff! Me salvé.—musitó.

El señor Ackerman abrió la puerta, y entonces todo ocurrió demasiado rápido.

Hombres. Cuchillo. Papá. Sangre. Muerte. Mamá. Desesperación. Sangre. Muerte. Ella. Niñez. Pérdida. Golpe. Nada. Crueldad.

Y más muerte.

Mientras yacía en el piso de la cabaña a la que la llevaron y las voces lejanas de esos hombres discutían por haber asesinado a su madre -la última oriental de raza pura-, Mikasa entraba en un letargo intenso del que si no la sacaban en ese instante, no la sacarían jamás. Se suponía que en la puerta iban a sonar repiqueteando unos nudillos, que al abrirla un niño con ojos llorosos se presentaría como perdido, cuando en realidad escondía un cuchillo tras su espalda, listo para acabar con los bandidos, así convirtiéndose en su razón de ser y a quien Mikasa más amaría en el mundo.

Pero eso nunca sucedió.

En su lugar, Hortensia cada vez sentía más frío, tiritaba sin control alguno y ya no sentía los dedos, no había calidez alguna y ella sentía que se iba apagando, que el brillo de sus ojos ya no volvería jamás.

Una hermosa mujer de mirada perdida se sobresaltó levemente al mirar el espejo, sorprendida de no reflejarse a sí misma sino a una pequeña niña con sangre en la comisura del labio, mirándola fijamente.

Quebrada y en sí con el alma muerta, Mikasa fue jalada a través de un oscuro bosque, sus muñecas rojizas gracias a la cuerda alrededor de ellas y con los pies heridos ya que caminaba descalza sobre el despiadado suelo. Deseó pedirles que pararan, que si seguía así moriría de frío y dolor, pero en su lugar sólo siguió avanzando, repitiendo en su mente la escena del día en que perdió todo una y otra vez.

—Es aquí.

La niña no alzó el rostro ni pareció inmutarse por la voz de los hombres, mas bien continuó hundida en su propia miseria, con la mirada clavada en el suelo. Oyó como una puerta se abría y un intenso olor a tabaco y alcohol los golpeó, se percibían las risas y gritos de personas divirtiéndose junto a una ola de calor humano que emergió del lugar. A Mikasa no le causó la más mínima curiosidad, ya que su sensibilidad al entorno disminuía rápidamente a medida que pasaban los minutos. Entraron al lugar apresuradamente y empujándola para que apurara el paso, esquivando los sitios donde se oían las típicas risas estruendosas de los borrachos y las discretas de las damas de compañía, así subiendo por una escalera que tenía una de esas cortinas que dan paso a algo más "privado". El olor a incienso golpeó a Mikasa y por un momento tuvo deseos de levantar la cabeza y saber de una vez por todas qué pasaba, pero esas ganas de extinguieron tan rápidamente con una pequeña lengua de fuego entremedio de la lluvia. Estuvieron un rato en silencio hasta que entró alguien a la habitación.

—Avísale a Eisheth que estamos aquí.—pronunció el más robusto, que mantenía sujetas las amarras de Mikasa. La misma persona se fue tan pronto como llegó y después de unos momentos unos pasos se oyeron desde afuera, eran como los pasos de una pantera lista para saltar sobre su presa y su presencia se sentía como la de un demonio que espera tu momento de debilidad para apoderarse de ti.

—Vaya, pero si son mis mejores clientes.

Su voz era de esas que hacen daño pero aún así te atraen, como una hermosa telaraña que atrapa y nunca más suelta, y se le percibían ciertas asperezas típicas de la edad y de un vicio como el cigarrillo. Mikasa le miró los pies, calzaba unas cómodas zapatillas para estar en casa y al seguir subiendo unas largas piernas blancas le sirvieron de recorrido, que acaba en un tajo abierto en tan llamativa bata de seda roja. Su cintura era pequeña y sus pechos prominentes, aunque su cuerpo era más el de una mujer con vivencias que tuvo una figura de ensueño hace ya tiempo. Al final, Mikasa alzó la cabeza para observar su rostro y esa voz que siempre nos susurra las más sinceras verdades le aseguró a la niña una cruda verdad.

Ese es el rostro de tu prisión.

Su cabello era negro como las mismísimas tinieblas y caía en una cascada de ondas hasta sus caderas, en un toque demasiado sensual. Su boca estaba pintada de un intenso color rojo y sus ojos combinaban con su cabello, dando la misma sensación de abismo y perdición. Sus ya declaradas líneas de expresión y arrugas estaban fallidamente camufladas debajo de una capa de caro maquillaje.

—Hoy, tú serás nuestra clienta.—aseveró el hombre apretando las cuerdas y con tono lascivo.

—Oh.—la incredulidad en su voz era la sensación más falsa que Mikasa había sentido en toda su vida— ¿Y qué piensan venderme?

—Esto.—soltó y empujó a la pequeña con brusquedad, haciendo que cayera sobre sus rodillas. Mikasa volvió a bajar el rostro, entrando en su letargo que parecía ser lo único que la protegería de ese mundo cruel.

—¿Una niña?— cuestionó como si acabara de notarla, mirando con ojos ambiciosos a la prometedora criatura que plantaron frente a ella—¿Y qué puedo hacer yo con una niña como ella?—jugó, aunque sus rasgos comenzaban a afilarse, demostrando malicia que ya no podía ser ocultada.

—Tú lo sabes mejor que nadie.

Eisheth pareció meditar, se deshizo de la antigua fachada de mujer suave dejando ver su personalidad salvaje y calculadora mientras rondaba alrededor de Mikasa, como un león acechando a su presa.

—Cuánto.—preguntó sin mirarlos, aún perforando con la mirada a la niña en el suelo. En sus ojos bailaba un brillo casi demencial.

—Tres bolsas con monedas de oro.

Eisheth chispeó los dedos y el mismo sujeto de hace un rato ingresó al lugar con las bolsas, él se las entregó y ella las arrojó sobre la mesa dejando que las monedas se desparramaran por el lugar. Los bandidos jadearon cuando vieron una bolsa adicional.

—No suelo regalar el dinero, pero se lo han ganado. Esta niña me hará rica, así que no hay problema con derrochar un poco, ¿no creen?—les sonrió con coquetería— Bueno, ha sido una visita agradable, espero vuelvan pronto y ojalá sigan sorprendiéndome de esta manera.

—Por supuesto. Eh, Eisheth, ¿hoy están disponibles las blumen?

Mikasa ladeó un poco la cabeza, ¿las flores?

—Oh no, querido. Ya sabes cómo es, ellas son la élite de la élite, no cualquiera puede estar con ellas.—aclaró la mujer mientras jugueteaba con su cabello sin inmutarse con la clara indirecta que acababa de lanzar.

—Pero hoy tenemos todo este dinero, de sobra podremos...

—No es no.—cortó la morena en seco, sus pupilas negras se dilataron—Ellas no son simples mujeres, sólo quienes tienen rango o status pueden disfrutar de su compañía y ustedes no son parte de esos afortunados. Adler—llamó a su lacayo—escolta a los señores a la salida.—sonrió, de una manera tan amenazante que Mikasa se estremeció.

—¡No nos jodas! ¡Tenemos la plata, tráenos a las blumen o si no...!

Bang. Bang. Bang.

La respiración de la pequeña Ackerman se cortó al ver cómo los hombres que le habían quitado todo caían como simples moscas al suelo, al igual que sus padres hace unas horas gracias a ellos. Uno, dos, tres, cayeron uno sobre otro y el suelo de madera lustrada de negro se tiñó con la espesa sangre de los bandidos. Volteó lentamente a ver a Eisheth, quien sostenía un revolver en su mano con gesto de disgusto.

—Cuando digo que no, es no.— dedicó una desinteresada mirada a los cadáveres en el suelo—Adler, limpia este desastre.—mandó—Y tú—miró a la niña—ven conmigo.

En otra instancia se habría negado, pero acaba de presenciar cómo esa mujer le disparó directo al cráneo a tres hombres hace un par de segundos, con una sangre fría de tal magnitud que seguro no dudaría poner en práctica con ella si no acataba sus órdenes. Se puso de pie, obligando a su cuerpo a moverse aún cuando este se encontraba agarrotado por el terror y despacio, muy despacio siguió a la pelinegra. Llegaron a lo que parecía ser la habitación personal de Eisheth porque se recostó en una gran cama cubierta de velos con total libertad. Observaba a Mikasa sin pudor alguno.

—Acércate.—La niña obedeció y avanzó unos pasos hasta topar con el lecho. Restregaba sus dedos entre sí con nerviosismo y mordía su labio con tanta fuerza que una herida sería inminente—Yo sé que tú entiendes para qué estás aquí, ¿cierto?— Mikasa no podía hablar, no quería, sus últimas palabras habían sido a sus padres y se negaba a perder lo último que les perteneció a ellos. Asintió con su cabecita, solemne ante la clara muestra de la realidad—Bien, eso nos ayuda mucho, es un dolor de cabeza explicarlo todo.—sonrió con gracia y con su mano tomó la mandíbula de Mikasa, apretando ligeramente—No seas prejuiciosa conmigo, cariño, yo no soy la mala aquí. Si acatas todo lo que yo te digo, las puertas, no, ¡el mundo entero se abrirá para ti! Esta es tu oportunidad. Sólo debes obedecerme y todo irá bien, ¿sí?—sus ojos se encontraron y Mikasa asintió por más inercia que nada, su mundo estaba vacío, no tenía nada que perder—¡Estupendo! Comencemos de una vez.—su amplia sonrisa fue como una daga hiriente que separaba dos realidades muy distintas.

La felicidad de Eisheth ante su nueva adquisición y la muerte de quien hasta ahora era Mikasa Ackerman.

—Escúchame bien, porque no habrá repetición.— la mujer se puso de pie y encendió un cigarro, fumándolo a través de su boquilla—Este es tu lugar, no hay otro mundo para ti aparte de este sitio, este es Der brunnen, un prostíbulo. Desde el día de hoy dejarás de ser quién quiera que seas y comenzarás a ser lo que yo te diga. Tú único propósito en la vida es el dinero y lo ganarás con tu cuerpo. Debes aprender a jugar con esto, los hombres calientes son los seres más imbéciles de este mundo y si logras entusiasmar a uno ya lo tienes todo, estará a tus pies, como un simple cerdo que te bajará la luna si lo pides. Desde hoy estás bajo mi instrucción, te convertiré en mi mina de oro, ningún hombre, por más moral y ético que sea podrá evitar caer a tus pies, ya lo verás. Eres hermosa aunque aún muy niña, por eso apenas te conviertas en una mujer comenzarás a trabajar. Por ahora te instruiré, te enseñaré todo lo que sé en el arte de la seducción, te pasearás por el bar desde ya y comenzarás a trabajarles con la vista, mira que esos bastardos lo que mejor tienen es la imaginación y una niña así, como tú, tan bella...—alzó su mentón con un dedo, admirando sus rasgos asiáticos tan exóticos y llamativos—les harás volar la imaginación. Óyeme bien que esto no lo puedes olvidar jamás, nunca podrás escapar de esto, fuiste puta y morirás puta. El amor no existe, no vayas a ser de esas estúpidas que creen que podrán salirse de aquí, de todo esto. ¿Crees que un príncipe vendrá a librarte de la horrible Eisheth? Error, eso no existe, este mundo es cruel, unos bandidos mataron a tus padres y yo los maté a ellos, los titanes comen humanos y la Policía Militar vende los suministros de emergencia mientras comen carne y beben vino. ¿Me has entendido, florecilla? El mundo no es hermoso, es cruel, y lo vivirás así.

Esa noche la niña no pudo dormir. Ni siquiera lo intentó, porque el bullicio que generaba el bar era ya bastante y el caos que había dentro de ella era mucho mayor, así que fue inútil. En cambio se destapó de ese pobre cobertor puesto en el piso y se acercó a una ventana, mirando un cielo con tinieblas que no dejaba brillar a una sola estrella.

Se parecía a sus ojos.

¿Huir? No, ¿a dónde huiría? No había más mundo que Der brunnen, como dijo Eisheth, no había nadie allá afuera esperándola y no tenía fuerza para hacerse un mundo ella sola, la capacidad de surgir y la llama de la esperanza que todos poseemos se habían extinguido cuando sus padres exhalaron su último aliento y ya no había más vida después de eso. Pensó un poco en lo que se avecinaba y en vez de entrar en un entendible estado de tristeza o miedo por la vida que le estaban plantando, no sintió, como si fuera sólo un envoltorio que adentro no contenía nada, un vacío de corazón y alma que provocaban un estado de insensibilidad total. ¿Qué importaba ya que vendieran su cuerpo? Ella no tenía por qué luchar, y como dejó de pelear, su alma no sobrevivió. Ahora solo era una muñeca, un espíritu, un envoltorio precioso pero vacío, que se iba llenando de todo lo que significa tener algo y luego perderlo, para siempre.

Una simple y rota flor.

La flor más hermosa e inalcanzable de todas.


¡Hola FF! He regresado y con mi proyecto más querido; Hortensia. Es un Semi AU (universo medianamente alternativo) y aquí explicaré todo lo necesario para que puedan entender más fácilmente.

1. Mikasa obviamente no fue salvada por Eren, ¿por qué? Mas tarde que pronto lo sabrán.

2. La ubicación temporal está situada por si no se dieron cuenta 30 años después de la creación de los muros, por lo que, obviamente, muchos hechos de la historia original no sucedieron. Si son cambios muy importantes en las historias de los personajes yo misma los aclararé más adelante.

3. Para los que solo ven el anime aclaro que la escena de la marca de Mikasa salió en el manga, y muchos hechos por venir en esta historia estarán ligados con contenido importantísimo del manga, por eso el aviso de spoiler, para que lean bajo su propia responsabilidad.

4. Esta historia es Drama, Poesía, Hurt&Comfort, Spiritual, Acción, Suspenso y Romance, para que no se guíen por los géneros principales que están en la descripción.

5. Eisheth es un OC (original character) o sea que es de invención mía.

6. "Blumen" significa flores en alemán.

7. "Der brunnen" significa el pozo en alemán.

8. Las actualizaciones serán cada máximo de 10 a 15 días, pueden ser menos pero no será usual.

9. La "pareja principal dará indicios en el segundo capítulo.

10. La portada es de mi autoría.

Creo que eso es todo, espero disfruten mucho leyendo esta historia (tanto como yo he disfrutado escribiéndola) y ojalá me lo hagan saber dejando reviews.

Nos leemos pronto, ¡besos!