¿Cómo están? Soy Daniel, me conocen como FriendlyMushroom, y soy el orgulloso autor de: "Guerras Doradas", una dramática historia de actualmente 51 capítulos que se convirtió en mi proyecto más grande de todos. Estoy tan orgulloso del resultado de "Guerras Doradas", ya que a pesar de ser un universo alternativo a muchos les ha fascinado, en especial por el cómo manejé la relación de Saori y Milo en esa historia.

De igual manera, debido al éxito, y debido a que no hay muchas historias Milori (Saori y Milo), he decidido convertirme en un impulsador de esta pareja, así que nació esta historia. Se trata de un universo alternativo, tristemente, después de Guerras Doradas agoté todas mis historias de acción, repetirlo hubiera sido repetitivo, así que los transportaré a otra realidad, donde todos los caballeros de Athena asisten a una academia. Imagínense un anime "school-life" japonés, pero con los caballeros de Saint Seiya. En fin, espero sea de su agrado.

Para objeto de la historia, todos los personajes tienen un año menos, por ejemplo, Saori, en lugar de tener 13 años tendrá 12, y Milo en lugar de 20 tendrá 19. Además, los personajes tendrán apellidos que espero les agraden. No me atrevo a dar muchos detalles por el miedo de aburrirlos, pero les pido que le den una oportunidad a esta historia, espero sea de su agrado.


Prólogo:


08 de Abril de 1988.

—¡Más rápido, Tatsumi! ¡Más rápido! ¡Ya quiero llegar! —una joven señorita de apenas 12 años de edad, con cabellera morada y larga, miraba impaciente a través de la ventana de su limosina. Una gentil sonrisa se dibujaba en sus bellos labios rosados mientras veía a jóvenes estudiantes, todos uniformados, dirigirse a una hermosa y extensa academia de gran prestigio—. ¡Por fin! ¡Seré una niña normal! ¡Haré a muchos amigos! ¡Conoceré mucha gente interesante! ¡Ya no tendré que estudiar en esa aburrida mansión! ¡Estoy muy emocionada! —continuó la niña, y su chofer, Tatsumi Tokumaru, comenzó a preocuparse.

—Señorita Saori —comenzó mientras veía a la niña pegar la cara a la ventana, sumamente emocionada—. Con el debido respeto mi señorita, permítame recordarle que su estatus social es muy superior al de la mayoría de estos plebeyos. Me preocupa el hecho de que su abuelo, el señor Mitsumasa que en paz descanse, haya accedido a dejar en su última voluntad el permitirle realizar sus estudios de secundaria en una institución privada —la niña lo ignoró rotundamente—. Señorita Saori, no olvide que el nombre de la familia Kido es sinónimo de grandeza. Me temo que el comportamiento de sus nuevos compañeros podrá parecerle… digamos… mundano —insistió Tatsumi.

—Te preocupas demasiado, Tatsumi —respondió Saori—. Tengo 12 años, ya sé cuidarme yo sola —continuó la niña, mientras Tatsumi bajaba la velocidad para estacionar su limusina—. Por fin mi abuelo accedió a dejarme estudiar en una escuela normal, por fin conoceré a más personas de mi edad. Será perfecto, tendré muchos amigos que sean iguales a mí —sonrió la niña, y la puerta de su limosina fue abierta desde afuera—. Tranquila, no pasa nada —sonrió Saori—. Solo se tú misma y todo saldrá bien —y Saori salió, tomando la mano de quien la esperaba fuera de la limusina, un apuesto hombre de cabellera larga y rubia, que la recibía con una sonrisa.

—Sea bienvenida, señorita Saori Kido —habló el hombre invitándola a salir, y Saori reverenció con modales propios de una señorita de alta sociedad, mientras salía a una alfombra roja, y era bañada por pétalos rosados de los árboles de cerezo plantados alrededor de todo el instituto—. Mi nombre es Shion Starlight —comenzó el hombre—. Y soy el director de Sanctuary, una academia de renombre a nivel mundial, y donde entrenamos a distinguidos caballeros para formar parte de una sociedad respetable y activa —Shion la presentó, y 6 estudiantes de los últimos grados, 3 de cada lado, reverenciaron a la señorita recién llegada—. Sea bienvenida, a la Academia Sanctuary —y Saori sonrió, dio su primer paso, y comenzó su primer día de clases, rodeada de los rumores de los no tan influyentes, que comenzaban a llamarla una niña presuntuosa por llegar en limosina a la academia.


Saint Seiya: Academia Sanctuary.

Capítulo 1: Romance de Secundaria.


Ala Dorada. Tercer Piso de la Academia Sanctuary.

—Permítame mencionarle, señorita Kido, que nos enorgullece tener a una miembro de su familia en Sanctuary —comenzó a explicar Shion, mientras caminaba con ella alrededor de los corredores de la academia. Todos los estudiantes la miraban, lo que hacía a Saori muy feliz ya que pensaba que la miraban porque era linda, lo que la hacía pensar que se volvería muy popular. La realidad sin embargo era muy diferente, mientras algunos la admiraban por su dinero ya que llegó en una limosina, otros tantos la repudiaban por la misma razón y comenzaban a juzgarla sin siquiera llegar a conocerla. Un grupo de 6 estudiantes seguía a Shion y a Saori mientras fungían como escoltas, y escuchaban todos los rumores que se contaban.

—Rayos… es el primer día del nuevo periodo… somos estudiantes Universitarios, deberíamos estar conociendo a nuestras nuevas compañeras. No sabemos siquiera en qué grupo quedamos —se quejó uno de los estudiantes, tenía cabellera café con un ligero tono rojizo, iba al frente de la fila. Junto a él iba un joven de cabellera rosada, que suspiraba intranquilo—. Vamos Mu… sé que eres muy serio pero, ¿en verdad quieres seguir con esta farsa? A nadie le importa la nueva princesita de la escuela. No puedo creer que estés tan tranquilo —insistió.

—Es lo que se espera de nosotros, Aioria —respondió Mu tranquilamente—. Somos los estudiantes más destacados que se graduaron e ingresaron a sus estudios universitarios. Lo cual es mucho decir, nadie se esperaba que terminaras en sexto lugar —continuó Mu, y detrás de Aioria, un joven de cabellera azul comenzó a reírse.

—Cierra tu maldita boca, alimaña ponzoñosa —recriminó Aioria, y el joven que se reía tras de él sintió que una vena le saltaba en la frente y pateó a Aioria—. ¡Si serás! —se quejó Aioria, pero Mu le golpeó el pecho con el codo, tranquilizándolo—. Lo arreglaremos en la salida —refunfuñó el castaño rojizo.

—Te estaré esperando, gatito cobarde —respondió el de cabellera azul y despeinada que viajaba detrás de él, y que de pronto sintió un fuerte tirón en su oreja cuando el que caminaba a su derecha siguiendo a Mu como escolta, comenzó a jalarle la oreja con fuerza—. Camus… suéltame… ya… me comportaré… —se defendió el joven.

—¿Por qué siempre estás metiéndote en problemas, Milo? —recriminó Camus, un joven de cabellera azul suave, y de una apariencia bastante tranquila—. Eres mejor que Aioria, muestra tus modales. Actúa siempre con respeto, como se espera de ti —y Milo se mordió los labios con molestia, pero asintió, se tranquilizó, y siguió la línea, lo que molestó a Aioria quien quería seguir teniendo pelea.

—Ah, lo que daría por que volviera a ser el primer día de clases —sonrió un inmenso estudiante universitario, que tenía su cabello amarrado en una coleta muy fina, era de tez bronceada—. Ser tan inocente, hacer nuevos amigos, suena muy divertido. Estoy con Aioria, deberíamos estarnos divirtiendo en lugar de actuar de guías. ¡JA JA…! —comenzó el gigante, pero un joven rubio a un lado de él lo obligó a callar momentos antes de que Shion y Saori descubrieran el origen de tan sonora risa.

—Aldebarán… tu risa… —suspiró el joven rubio, que viajaba detrás de Milo en la línea—. Es muy sonora… no olvides que me lastima los oídos —Aldebarán se preocupó y se avergonzó—. Estoy caminando sin mi bastón. Tengo que poner mucha atención por donde voy. Tu risa es demasiado sonora, me desconcentra, trata de controlarla por favor —Aldebarán asintió, y tanto Milo como Aioria voltearon a ver al rubio preocupados.

—Lo lamento… Shaka… sabes que no era mi intención ser tan ruidoso —se disculpó Aldebarán, y Shaka sonrió, asintió, y se detuvo junto al grupo mientras Shion entraba en la oficina de la dirección junto a Saori, dejando al grupo de escoltas afuera—. Pero sabes… algo me preocupa… hay muchos rumores —comenzó Aldebarán al ver que todos hablaban en voz baja a su alrededor.

—No son buenos rumores —agregó Shaka, agudizando su oído, y sacando un bastón de ceguera para moverse junto a Aldebarán y descansar su espalda contra la pared—. Por más prestigiosa que sea esta academia, los estudiantes son todos humanos. Y los humanos buscan morbo que les sirva de distracción de sus aburridos estudios. Han comenzado a correr rumores sobre la riqueza de la niña nueva… Saori, creo que se llama… —terminó Shaka, y Milo y Aioria se preocuparon al escuchar esas palabras.

—¿Inventan rumores? —mencionaron ambos al unísono, que inmediatamente descubrieron que habían dicho lo mismo, se avergonzaron, se dieron las espaldas, se cruzaron de brazos, y suspiraron enfadados.

—Sí… rumores… —continuó Shaka—. ¿Les preocupa? —y ambos se ruborizaron—. Era de esperarse de los autoproclamados policías de pasillo. Por favor cuiden de su nueva compañera. Será pequeña, pero necesita de buenos guardianes —y al escuchar esas palabras, tanto Milo como Aioria cerraron sus puños en determinación, Camus y Mu por su parte, se mostraron preocupados.

—Shaka siempre está moviendo los hilos de ese par… —habló Camus intranquilo, cubriéndose el rostro con la mano en señal de preocupación—. Seguro van a hacer una tontería… estoy seguro… definitivamente lo harán —terminó Camus.

—Y como siempre nos van a arrastrar a sus idioteces de una forma u otra —prosiguió Mu—. Aioria y Milo… por más que se odien el uno al otro la verdad es que comparten un mismo sentimiento de la justicia… que envidia me dan… —sonrió Mu—. Bueno… hay que apoyarlos —y Camus lo negó.

—Deberías de dejar de alimentar las idioteces de este par, Mu… no lo apruebo —terminó Camus cruzándose de brazos—. No debemos incitarlos… sino corregir su camino… Milo, déjate de tonterías y compórtate —ordenó Camus, y Milo se avergonzó, asintió, y se calmó.

Dentro de la oficina, Shion jalaba de la silla de Saori, y la empujaba para que la joven se sentara. Saori estaba sumamente agradecida, y sumamente feliz. Estaba impaciente de que sonara la campana, y esperanzada de que comenzaran las clases. Quería conocer a buenos amigos, tener pláticas de alta sociedad, e impresionar a todos con sus buenos modales. De esa forma había sido educada después de todo, por lo que estaba impaciente.

—Espero que el breve recorrido haya sido de su agrado —comenzó Shion—. Y espero no le haya molestado el ser acompañada de estudiantes universitarios —y Saori se impresionó de escuchar esa parte—. Saori, están por comenzar sus estudios de secundaria. Pero aquí en Sanctuary, nos interesa conservar a los estudiantes, y formarlos hasta su formación universitaria —y Saori asintió—. Por 9 años, convivirá dentro de esta institución, conocerá a muchos amigos, y despedirá a grandes compañeros cuando estos se hayan graduado —y Saori volvió a asentir—. Desde el primer año hasta el noveno, tendrá una de las formaciones académicas más prestigiosas a nivel mundial. Le explicaré cómo está dividida nuestra academia. Los uniformes de nuestra academia son todos iguales, con una sutil diferencia en el emblema. Los estudiantes de secundaria, llevan un emblema de bronce. Los estudiantes de preparatoria, llevan un emblema de plata. A los universitarios se les condecora con un emblema de oro —prosiguió Shion—. Para cada emblema, se necesitan cursar 3 grados. Los grados del 1-A al 3-A, y del 1-B al 3-B, son grados de bronce. Allí es donde usted tomará sus primeros estudios, mi señorita —y Saori asintió nuevamente, mientras Shion le entregaba su boleta—. Espero que su estadía en la Academia Sanctuary sea muy grata y llena de buenas experiencias. Permítame acompañarla a los tableros para verificar su salón —terminó de decir Shion.

—Por favor, no se moleste —agregó Saori con alegría, mientras Shion se encontraba a medio esfuerzo de levantarse de su silla—. Quisiera valerme por mí misma de ahora en adelante. En la mansión Kido siempre están atendiendo a todas mis necesidades, no me dejan hacer nada, y ya es tiempo de que comience a conocer a buenos amigos —continuó Saori, se puso de pie, hizo una reverencia, y comenzó a retirarse—. Muchas gracias por todo, señor Shion —insistió Saori, salió del salón, y Shion de inmediato corrió tras de ella.

Los distraídos estudiantes universitarios de séptimo grado, no se esperaban ver a Saori salir por sí misma. La niña sonrió ante ellos, hizo una reverencia, y los universitarios le regresaron la reverencia, y le permitieron retirarse.

—¡Señorita Saori, espere! —se quejó Shion, preocupado por la niña, y entonces miró a los universitarios—. ¡Ustedes! —mencionó Shion, y los 6 se sobresaltaron—. La señorita Saori es la nieta del principal accionista y fundador de la Academia Sanctuary. Jamás se le ha permitido socializar fuera de los círculos de la alta sociedad. Necesito que uno de ustedes actué de guardaespaldas de la señorita Saori, y se cerciore de que nada le pase. Hay que mantener a la familia Kido despreocupada de su heredera —en un principio, todos se miraron mutuamente en confusión, pero de inmediato, Milo y Aioria cruzaron miradas, como leyendo la intención del otro, y ambos levantaron la mano al unísono, sorprendiendo a Shion, y forzando a Camus y a Mu a golpearse los rostros al mismo tiempo—. Bien, Milo es más responsable que Aioria. Confío en ti, Milo —agregó Shion.

—¿Eh? ¡Un director no debería hacer ese tipo de distinciones! —se quejó Aioria, viendo a Milo con desprecio. El joven de cabellera rebelde tan solo sonrió con malicia—. ¡Como sea! ¡Al menos no estaré actuando de niñero de una princesita! —se quejó Aioria.

—Como si me importara, con derrotarte me basta —sonrió Milo con malicia—. Es obvio que el director Shion hizo la selección más acertada. No lo defraudaré, señor Starlight —el director asintió, y entró de nuevo en su oficina—. Perdedor, Aioria perdedor —insultó Milo en susurros cuando se cercioró de que Shion no podía escucharlo, y entonces comenzó a retirarse.

—¡Te mataré! —gritó Aioria, y Mu tomó a Aioria de los brazos impidiéndole intentar lastimar a Milo—. ¡Maldito ponzoñoso! ¡No eres más que un sirviente del director! ¡Sin voluntad propia! ¡Lame botas! ¡Manipulador ponzoñoso! —y Aioria forcejeó contra Mu.

—¡Aioria! ¡El manipulador ponzoñoso se está regocijando en tu desprecio! —lo hizo entrar en razón Mu, y Aioria se mordió los labios con odio, y se quitó a Mu de encima—. Por todos los cielos, Aioria. En lugar de preocuparte por quién es el niñero de la niña nueva, mejor vamos a asomarnos a los tableros para cerciorarnos de que hayamos quedado en el mismo grupo —y Aioria parpadeó en un par de ocasiones.

—Es verdad… no los hemos revisado todavía —y Mu suspiró, preocupado por la poca seriedad de Aioria—. Como sea, mientras no me toque en el mismo grupo que el malnacido de Milo. No soportaría otro año con él. Siempre está fastidiándome, no sé cómo puedes aguantarlo —recriminó Aioria.

—Di lo que quieras, Milo y tú han sido rivales desde que éramos estudiantes de bronce. Pero no cambia el hecho de que ambos parecen los mejores amigos —agregó Mu con un ligero tono de molestia, y Camus reaccionó a esas palabras también con desprecio.

—No digas eso, Mu —comenzó Aioria—. Tú eres mi mejor amigo, eso nadie lo cambia —continuó Aioria—. Milo es mi rival, nunca será más que eso. Ese ponzoñoso escorpión del demonio. Uno de estos días le voy a partir la… —y Mu le golpeó la nuca a Aioria con fuerza—. Iba a decir cara —se quejó Aioria mientras se sobaba la nuca, y ambos salieron en busca de los tableros, seguidos de Camus, Aldebarán y Shaka.

Ala Bronce. Primer piso de la Academia Sanctuary.

—Creo que me perdí… —susurró Saori para sí misma, y miró a todos los estudiantes de nivel de bronce a su alrededor. Todos susurraban, y Saori los miró y sonrió. Algunos se rieron a forma de burla, otros tantos solo la ignoraron, un grupo de 3 chicas que se veían mayores sin embargo, comenzaron a rumorear entre ellas, y se acercaron a Saori—. ¡Muy buen día! —reverenció Saori—. Mi nombre es Saori Kido, es educado presentarse antes de hacer una petición. Ya que me he presentado sin embargo, quisiera preguntarles sobre la ubicación de los tableros, creo que estoy un poco perdida —una joven de cabellera morada oscuro y piel pálida, se rio con malicia mientras sus 2 acompañantes, una joven de mirada agresiva y cabellera de color verde, y la otra con una mirada gentil aparentemente preocupada y que tenía cabello rojo y ojos azules, se acercaban tras de ella como sus guardaespaldas.

—Mi nombre es Pandora Heinstein, mis amigas son Shaina Ofiuco y Marín Icarus —presentó Pandora a sus amigas, y Saori asintió y reverenció nuevamente—. Así que, princesita, eres nueva en la academia. Sería una pena que te toparas con chicas malvadas —sonrió Pandora, y Shaina se rio de igual manera. Marín por su parte veía a Saori con preocupación—. Lindo cabello —continuó mientras tomaba la cabellera de Saori, y la acariciaba con gentileza—. Pero, podría verse mejor. Soy buena con las tijeras, ¿qué te parece un pequeño corte de cabello? Te haría verte más popular —prosiguió Pandora.

—¿Enserio? —preguntó Saori emocionada, y en ese momento, Milo caminó por los pasillos, y se horrorizó al ver a Pandora—. Sería increíble. Muchas gracias pero, ¿no llegaremos tarde a clases? Además, debo primero encontrar mi salón de clases —comenzó la niña.

—No te preocupes, aún hay tiempo —insistió Shaina, tomando a Saori de la mano, Pandora tomó su otra mano, y ambas comenzaron a jalar a la incrédula de Saori en dirección a los baños cuando Milo se posó frente a ellas, asustándolas a las 3—. ¡Ah! ¡Señor Milo! —se avergonzó Shaina—. Se-se-señor Milo. Que grata sorpresa es verlo —continuó Shaina, peinándose el cabello de forma nerviosa—. Felicidades… por graduarse de la preparatoria plateada.

—Ya basta, Shaina —comenzó Milo fríamente, y todos los estudiantes de bronce miraron lo que estaba ocurriendo. Después de todo, un universitario estaba entre ellos—. Estoy decepcionado de ti. ¿Cómo se te ocurre intentar hacerle daño a la señorita Kido? —recriminó Milo, y Shaina se estremeció y retrocedió apenada—. Señorita Kido, con el debido respeto —prosiguió Milo—. Permítame llevarla a los tableros. Las clases no tardan en empezar, y usted aún no ha encontrado su salón —prosiguió Milo, y Saori parpadeó en un par de ocasiones, y observó al mayor frente a ella extenderle la mano.

—No te metas, estás en el ala bronce —mencionó Pandora malhumorada—. Saori, si quieres ser popular, harás lo que yo te diga —prosiguió Pandora, y Saori miró a la joven con una sonrisa—. Yo puedo hacerte popular. Tú quieres ser popular, ¿no es así? —y Saori asintió.

—Perdóneme, señorita Kido —interrumpió Milo nuevamente—. ¿Pero qué podría hacerla más popular? ¿Un nuevo corte de cabello? ¿O poder presumir a sus amigos en su nuevo salón que usted ha paseado por los pasillos tomada de la mano de un universitario del ala de oro? —prosiguió Milo, y los murmullos alrededor de todo el pasillo estaban dirigidos en admiración a Milo, comenzando rumores no muy agradables para el universitario, pero que eran mejor que lo que podría pasarle a Saori si se quedaba con Pandora.

—Acepto su gentil invitación —sonrió Saori, hizo una reverencia, y aceptó la mano de Milo mientras se ruborizaba un poco—. ¡Pandora! ¡Te veré en el receso! ¡De verdad me gustaría que me cortaras el cabello! —sonrió Saori mientras movía su mano en dirección a Pandora, y Milo la guiaba lejos del trio de problemáticas.

—¡Anda! ¡Vete con el escorpión! ¡Eso no te hará popular! —recriminó Pandora—. ¡Te arrepentirás, Saori! ¡Nadie niega a Pandora! —continuó quejándose, pateó el suelo con fuerza, y miró a sus amigas—. ¡Nos vamos! —comenzó, y observó a Shaina mordiéndose los labios y temblando de odio mientras lágrimas de ira intentaban escapar de sus ojos.

—¡Está tomando de la mano al señor Milo! —enfureció Shaina, y tanto Pandora como Marín la observaron fijamente—. El señor Milo es… la persona que más me importa… esa mocosa la va a pagar muy caro… ¡Me hierve la sangre! —continuó Shaina.

—Descuida —sonrió Pandora—. Va a pagar. Ella quiere ser popular, y aún le debemos un corte de cabello —insistió Pandora—. Cuando terminemos con ella, ni siquiera los bronces de primer grado la querrán cerca. Esa niña rica está a punto de descubrir que el mundo real puede ser muy cruel —y Pandora rio con una delicadeza malévola.

Zona de Recreación.

—Señorita Kido, lamento la inoportuna intromisión —comenzó Milo—. Pero tendré que pedirle de la forma más amable posible, el que evite tener contacto con los Heinstein —continuó Milo—. Puedo asegurarle que ese supuesto corte de cabello no la ayudará a ser más popular. Hay gente mala en este mundo, señorita —prosiguió Milo.

—Me temo que no puedo tomarme muy enserio las palabras de un completo extraño, mi señor escorpión —y Milo se sorprendió por la mención, y observó a Saori detenidamente, mientras la guiaba fuera del edificio, y en dirección al patio de la academia—. No se ha presentado formalmente, solo escuché su apodo, escorpión —y Milo soltó a Saori, y la miró fijamente—. Me presentaré yo primero si no le molesta —Saori se tomó de la falda, e hizo una reverencia—. Mi nombre es Saori Kido, aunque, al parecer usted ya lo sabía —terminó Saori.

—Tiene unos modales excepcionales, señorita —la alagó Milo, e hizo una reverencia también—. Mi nombre es Milo Antares, tengo 19 años de edad, recientemente me gradué de la academia de plata de Sanctuary, y comenzaré mis estudios universitarios en la academia oro de la misma institución, con especialización en la medicina —prosiguió Milo—. Es un placer conocerla —terminó con excelentes modales.

—El placer es todo mío —sonrió Saori—. ¿19 años? Es genial, un universitario se ha fijado en mí —susurró Saori, y Milo la miró curioso—. Me guiaba a los tableros, joven Milo —el universitario asintió, le ofreció su mano, y todos los estudiantes en el patio miraron a Saori asombrados.

—Es por aquí —prosiguió Milo, y Saori asintió agradecida, mientras Milo la llevaba ante los tableros—. Veamos, usted es una estudiante de primero, y solo hay 2 tableros por grado, así que, su salón deberá ser el 1-A o el 1-B —y Milo comenzó a buscar—. Cefius… Heinstein… Kido, aquí está —apuntó Milo al encontrar su nombre en el primer tablero—. Su salón es el 1-A con el profesor Aioros. Es muy afortunada señorita, Arles es el maestro de 1-B, y tiene la fama de ser un tirano a momento de dejar tareas, yo lo sé, fue mi maestro —le explicó Milo.

—Grupo 1-A con el maestro Aioros —se alegró Saori—. Le agradezco todas sus atenciones, señor Milo. Ojala pudiera pagárselo de alguna manera —prosiguió Saori sumamente agradecida, y Milo asintió a esas palabras.

—Si en verdad desea pagarme el favor, solo aléjese de los Heinstein —agregó Milo—. No puede hacerse amiga de ellos, hablo enserio —y Saori comenzó a preocuparse—. Ellos no la harán popular, nadie puede ayudarle a hacerse popular —y Saori cerró sus manos en puños—. La popularidad no es algo que… —intentó decir Milo.

—¡Suficiente! —habló Saori en un elevado tono de voz—. Primero me aleja de la señorita Pandora. Pensé que era una especie de aproximación pero ya veo qué es lo que está ocurriendo —aseguró Saori—. Quiere alejarme de la señorita Pandora porque ella muy amablemente me ofreció un nuevo corte de cabello. Usted egoístamente está negándome este acercamiento asegurándose de que no escale en la línea social, no puedo creer semejante egoísmo —finalizó Saori.

—¿Ah? —se preguntó Milo de forma incrédula—. ¿Acaba de escuchar lo que acaba de decir? No tiene ningún sentido —prosiguió el joven, pero Saori estaba ofendida, e indispuesta a seguir escuchando las explicaciones de Milo—. Escuche señorita Kido, si sabe lo que le conviene, en verdad se alejará de los Heinstein, entiéndalo —trató de explicar Milo.

—¡Ya he escuchado suficiente! —prosiguió Saori con molestia—. Buen día, señor Milo —y la enfadada joven se retiró, con los cachetes inflados por el desprecio, y el joven universitario la miró con confusión sin saber lo que había ocurrido, pero permitiendo a la joven retirarse. Después de todo, ya tenía una dirección que seguir.

—¡Excelente trabajo, papanatas! —escuchó Milo una voz que le molestó demasiado, y miró a un universitario de tez morena, una sonrisa malévola, y cabellera azul oscura y revuelta—. ¿Qué mejor forma de comenzar tu año escolar como un dorado, que haciendo enojar a una pequeña de bronce? Tal vez te juzgué mal, tienes un corazón negro, escorpión —se burló el de tez morena, que iba acompañado de otro par universitarios más, uno de cabellera verde y corta, que parecía molesto todo el tiempo, y el otro de cabellera larga y de un color azul muy suave, tenía la piel bastante fina, y cargaba una rosa en sus labios.

—Perfecto —se quejó Milo—. Mephisto Carcinus, el bueno para nada. Shura Capricorn, el emotivo busca pleitos. Y Afrodita Picsius, la mujercita de los de noveno —se burló Milo, y el trio lo miró con desprecio—. No me compares contigo, sucio cangrejo cobarde. Yo fui un pandillero de honor. Me sorprende que Shura siquiera continúe juntándose con ustedes, par de perdedores —gritó Milo furioso.

—¿Quieres pelear, escorpión? —se acercó Mephisto con una mirada sombría—. ¿Qué te parecería ser expulsado en tu primer día de clases por levantar tu puño contra un superior? No eres más que un debilucho de séptimo —insistió Mephisto.

—¿Por qué no te llevas a tu novia y a tu guardaespaldas fuera de mi vista antes de que decida golpearte y se queden los 3 otro año en la academia, ancianos —continuó Milo, y los alumnos comenzaron a agruparse alrededor de ellos—. ¿Qué esperas, Mephisto? ¡Pruébame! —gritó Milo.

—¿A quién llamas novia, ponzoñoso animal? —agregó Afrodita, y antes de poder tomar a Milo del cuello, una mano tomó la de Afrodita. Era Shura, que lo detenía—. ¿De qué lado estás? —preguntó Afrodita molesto.

—Del lado que te mantenga en la academia, Afrodita —contestó Shura, y apuntó con la mirada a espaldas de Milo—. Yo no los apoyaré en sus peleas infantiles. Pero les aconsejo que no busquen peleas que no puedan ganar —terminó Shura, y Afrodita miró a espaldas de Milo, encontrando a Aioria respaldándolo—. Vámonos… tienen suerte de que los profesores no hayan visto nada —y Afrodita se sacudió la mano de Shura, y siguió al arrogante en dirección a los salones.

—Uno de estos días, escorpión… —comenzó Mephisto—. Terminaremos lo que empezamos. Voy a darte una paliza tan brutal que llorarás porque te deje en paz —se burló Mephisto—. Un día en que tu amiguito no esté fastidiando —prosiguió Mephisto.

—¡No necesito de ayuda alguna para ponerlos a los 3 en su lugar! —aseguró Milo, que se dio la media vuelta, y observó a Aioria detenidamente—. No necesito de tu ayuda. Sé cuidarme solo —insistió Milo, y lo empujó fuera del camino.

—¡De nada! —gritó Aioria molesto—. Es un maldito pesado —continuó Aioria, y Mu se reunió con él—. No deberíamos ayudarlo. Es un tonto, me molesta. No quiero verlo cerca —insistió Aioria, y Mu suspiró en señal de molestia.

—Oye, trata de entenderlo —comenzó a explicarle Mu, y Aioria bajó la cabeza, preocupado—. Sin Camus para ayudarle a bajar su rabia, Milo terminará expulsado si no nos tiene cerca para ayudarle a calmarse. Va a ser un año muy difícil para Milo —prosiguió Mu, y Aioria asintió.

—¡Camus! —gritó Milo, que encontró a Camus sentado en una banca, mientras miraba al suelo, visiblemente entristecido—. ¡Camus! ¡Por fin! ¡Alguien civilizado con quien hablar! —se alegró Milo—. Vamos, hay que conocer a nuestras nuevas compañeras. Este año pretendo enamorar más chicas que tú —sonrió Milo.

—Sí… todos los años dices lo mismo… —comenzó Camus en un tono muy bajo de voz—. ¿No has visto las listas, cierto? —preguntó Camus, y Milo recordó que no había buscado su nombre para saber qué salón le tocó—. Me tocó con Aldebarán y con Shaka… —mencionó Camus débilmente.

—¡Oh! ¡Es perfecto! ¡Podremos tomar té con Shaka en la hora del descanso! —mencionó Milo—. ¡Y tener a Aldebarán ayudándome a mantener los pasillos controlados será más sencillo que estando solos tú y yo! —prosiguió Milo, y Camus movió su cabeza en negación.

—Milo… —habló Camus sombríamente—. Más te vale no hacer que te expulsen… no me causes demasiadas preocupaciones… —prosiguió Camus, y Milo parpadeó en un par de ocasiones—. No es el fin del mundo. Solo trata de graduarte conmigo, ¿quieres? —y Camus se puso de pie, y caminó en dirección a Aldebarán y a Shaka—. Increíble… juntos desde que eramos bronces… no sobrevivirá solo… comienzo a preocuparme… —y tanto Shaka como Aldebarán sonrieron gentilmente ante las quejas de Camus.

—Momento… —comenzó Milo—. Eso significa… —y Milo se horrorizó, corrió hasta las listas, y comenzó a buscar su nombre—. ¡Antares Milo! ¡7-A! Pe-pe-pe-pero. ¿Dónde está Acuarión Camus? ¡Siempre somos los 2 primeros de la lista! —se preocupó Milo.

—A Camus le tocó estar en el salón 7-B —explicó Aioria, y Milo lo observó horrorizado—. Estás con Mu y conmigo —apuntó Aioria, y Mu lo saludó en silencio—. No me agrada la situación… pero no me gustaría que te expulsaran tampoco… —terminó Aioria.

—Esa es la forma muy particular de Aioria de decir: 'hay que llevarnos bien, todos somos amigos' —sonrió Mu, y Aioria se ruborizó—. Lamento que no compartas salón con Camus, pero anda. Ya es hora de ir a clases. Tenemos de profesor a Gemini —explicó Mu.

—¿Kanon o Saga? —preguntó Milo, y Aioria bajó la mirada intranquilo—. ¿Sa-Sa-Sa-Saga? ¿Nuestro profesor es Saga? —se horrorizó Milo—. ¡No sobreviviré sin Camus para ayudarme a estudiar para los exámenes de física quántica de Saga! ¡He escuchado que la pregunta del examen final de física de primer año de la academia dorada es el calcular la energía quántica requerida para hacer estallar toda una galaxia! ¿Pero cuál galaxia? —gritó Milo, y Aioria colocó su mano en el hombro de Milo.

—Comprendo tu dolor —lloró Aioria junto a Milo—. Solo tenemos una solución —y tanto Milo como Aioria voltearon a ver a Mu, e hicieron una reverencia antes de que ambos gritaran al unísono—. ¡Por favor cuide de nosotros, maestro Mu! —y eso molestó a Mu.

—¡No les pasaré las respuestas! —se fastidió el de cabello rosa—. Ustedes tendrán que pasar los exámenes por sus propios medios. Ahora dejen el drama y vamos a clases —y Mu se retiró, seguido por el par de resignados.

Ala Bronce.

—¿Cómo se atreve? ¡Seguro estaba celoso porque estaba haciendo amigas tan fácilmente! —se molestó Saori, mientras buscaba su salón a paso apresurado por los pasillos vacíos de la academia. Las clases ya habían comenzado—. Y yo que pensé que estaba siendo amable. ¿Cómo alguien tan guapo puede ser tan despreciable? ¡Lo odio! —se quejó Saori, y entonces llegó a su salón, encontrando la puerta abierta, y a su maestro, de rostro gentil y cabellera café cremosa, en medio de una presentación.

—¡Oh! ¡Parece que tenemos aún a una compañera que no se ha presentado! —agregó el maestro—. Perdona, acabamos de terminar de presentarnos, supongo que tendrás que conocer a tus compañeros por cuenta propia, pero te ayudaré un poco —el maestro le extendió la mano—. Mucho gusto en conocerte. Mi nombre es Aioros Regulus, soy maestro en la academia Sanctuary en el salón 1-A. Me gusta dar clases y cuidar del torpe de mi hermano molestándolo porque aún no tiene novia —y Aioros se soltó a reír, y nadie se rio de su chiste. Al parecer era la cuarta o quinta vez que lo contaba—. Ahora tú —ofreció Aioros, ayudando a Saori a pararse frente al grupo.

—¡Ah! ¡Mucho gusto en conocerlos! —agregó Saori, e hizo una reverencia—. ¡Mi nombre es Saori Kido! Antes de venir a la Academia Sanctuary, yo estudiaba en casa, era muy aburrido, y no tenía amigos… por eso… mi principal objetivo es hacer a muchos, muchos amigos —se alegró Saori, y sus compañeros comenzaron a tener una buena impresión de ella.

—Perfecto, Saori —aplaudió Aioros—. Ahora… ya que eres bastante enana… ¿dónde te voy a acomodar…? —y el grupo comenzó a burlarse de Aioros por el comentario acerca de la estatura de Saori. Inmediatamente sin embargo, un estudiante levantó su mano—. ¿Qué pasa, Jabu? —preguntó Aioros.

—¡Maestro Aioros! ¡Yo le cederé mi lugar a la señorita Saori! —se ofreció el joven, que se sentaba en frente hasta la derecha, pegado a la ventana—. Me correré al asiento de atrás para que Saori pueda ver mejor —insistió.

—¡Oh! ¿Quieres caerle bien a la señorita Saori? ¡Buen movimiento! —agregó Aioros, avergonzando a Jabu, y forzando a todo el grupo a burlarse de él—. Anda, Saori, no hay que desperdiciar el esfuerzo de tu nuevo fan —Saori asintió, y se sentó en el pupitre hasta el frente, y el avergonzado de Jabu se corrió al pupitre de atrás.

—Debes sentirte sumamente ridículo, Jabu —se burló un joven en el asiento a la derecha de Jabu, tenía la piel ligeramente morena, cabello café, y se reía estúpidamente de Jabu—. Hola, mi nombre es Seiya, Sainto Seiya —se presentó el joven, avergonzando a Saori—. ¿Qué ocurre? —preguntó el curioso niño.

—Nada… es solo que… —comenzó Saori—. Nadie jamás se había presentado con tan pocos modales. ¿Fuiste criado por cavernarios? —preguntó Saori, y Seiya se molestó, Jabu tan solo se soltó a reír con fuerza.

—Perdónelo, señorita Saori —comenzó un joven que se sentaba a la derecha de Saori. Tenía la cabellera verde, y parecía más una niña que un joven—. Seiya es de familia campesina. Pero es muy buena persona, lo conozco desde que éramos estudiantes de acero —y Saori asintió—. Mi nombre es Shun, mi apellido es Heinstein —se presentó Shun.

—Mucho gusto en conocerlo, joven Shun —se alegró Saori—. Espera… ¿Heinstein? —preguntó Saori—. ¿Eres hermano menor de Pandora? —preguntó Saori, y Shun sonrió ante aquella mención—. ¡Tu hermana es divina! ¡Espero que seamos buenas amigas! —se alegró Saori.

—Hermanastra —corrigió Shun—. Mi madre y su padre se casaron. Pandora es mi hermanastra mayor —corrigió Shun, y Saori se impresionó—. También tengo un hermano mayor, su nombre es Ikki Heinstein, está en segundo grado —explicó Shun—. Son muy buenas personas —aseguró Shun, y Saori asintió.

—Conocí a un mentiroso que dijo lo contrario —se molestó Saori—. Él dijo que la señorita Pandora no era una buena persona, y me pidió no acercarme a nadie de los Heinstein. Es un tonto, aún no puedo creerlo. Y se veía tan apuesto —continuó Saori.

—¿Apuesto? —escucharon todos—. Pobre Jabu, se va a desilusionar —y todos se percataron de que Aioros estaba sentado en el suelo frente a ellos escuchando toda la conversación, y se avergonzaron—. Oh, vamos, tienes que decirme quien era. ¿Qué pasa si lo conozco? Podría hacerte el favor a cambio de tu lonche por 2 semanas —bromeó Aioros, y el grupo se echó a reír—. Moraleja de esta historia, no platiquen durante mi clase, o le chismearé todo a los otros maestros —Saori se ruborizó y movió su cabeza en negación—. ¡Bien! ¡Comencemos con la clase! —y todos se entristecieron—. Lo sé, yo también odio el primer día de clases. Pero hagamos un trato, ustedes no se quejan, y una semana antes del examen les doy una guía de estudio para su examen. Se quejan o no ponen atención, y no hay guía —y todos se preocuparon, pero se callaron, y tomaron sus clases con educación y silencio—. ¿Quién dijo que hacer tratos con los estudiantes no era fructífero? —sonrió Aioros—. Debajo de su pupitre encontrarán su material escolar. Saquen el libro de griego y ábranlo en la página… —continuó Aioros, y durante toda la clase, Saori se alegró de por fin pertenecer a una escuela. Nada podría arruinarle el día.

Aula 7-A.

—¡Llegan tarde! —pero para los universitarios, el primer día no era del todo agradable—. Antares Milo… Hamal Mu… Regulus Aioria… sepan desde ahora que no toleraré retardo alguno, ni siquiera en el primer día de clases —recriminó Saga Gemini, el instructor de los estudiantes de séptimo grado del nivel oro—. ¿Qué tienen que decir en su defensa? —preguntó Saga, y el trio se miró mutuamente.

—Con el debido respeto, maestro Saga —comenzó Milo—. Por instrucciones del Director Shion Starlight nos vimos en la obligación de servir de escoltas de una distinguida nueva adquisición de nuestra academia, su nombre es Saori Kido —y Saga asintió—. Lamentamos sinceramente la demora. Podemos hablar con el director si es necesario —prosiguió Milo.

—¿El director Shion? —preguntó Saga, y Milo asintió—. Ya veo, pueden irse a sus lugares —Milo hizo una reverencia, y se dirigió hasta el final del salón a tomar un lugar viendo a la ventana y al fondo. Mu y Aioria tan solo se impresionaron por la manipulación de Milo—. Comenzaremos las clases estudiando la teoría del multi-universo. ¿Alguien sabe lo que significa el multi-universo? ¿Alguien? —preguntó Saga mientras el trio se sentaba, Aioria delante de Milo, y Mu a su derecha—. ¡Aioria! —y el joven se paró de forma militar de improviso—. Explícanos con tus palabras qué es la teoría del multi-universo —terminó Saga.

—Pero maestro… es el primer día… nadie estudia el primer día… —se defendió Aioria, y todos se rieron de él. Saga se mostró molesto ante semejante respuesta, Mu suspiró en señal de molestia, y se preparó para levantar la mano e intentar salvar a Aioria de la vergüenza que estaba pasando, pero Milo levantó la mano primero.

—Maestro Saga, permítame enmendar mi retardo respondiendo por Aioria —se ofreció Milo, y Saga asintió, Milo entonces se puso de pie—. La teoría del Multi-universo, es una teoría que explica que existe una cantidad infinita de universos paralelos, o las llamadas Otras Dimensiones —explicó Milo—. Es una teoría que dicta que existe una fuerza denominada cosmos, una energía dentro de todos los seres vivos, dentro de toda la existencia, que fluye a través de nuestros cuerpos como una fuerza universal —y Saga asintió—. Se cree que esta fuerza, es capaz de dividir la realidad en lo que se conoce como el multi-universo. Existen dentro del mismo plano existencial, pero separadas por campos vibracionales enteros —y Milo observó la pizarra, y Saga se hizo a un lado, y le permitió pasar, tomar un gis, y comenzar a escribir—. Un individuo ocupa un lugar en el tiempo y el espacio, dentro de nuestra dimensión —prosiguió Milo—. Pero existe una pequeña variación que se produce en el cosmos cuando se toma una decisión. Piensen en una moneda al ser lanzada al aire. Si yo elijo Euro, y cae emblema, entonces yo pierdo, y se forma la realidad donde perdí —y Milo dibujó una línea, con el símbolo del Euro—. Pero, la teoría dice que hay una realidad donde elegí emblema en lugar de Euro —y Milo dibujó otra línea, una línea con un escudo—. Pero también hay otra realidad donde elegí Euro, y cayó Euro —y Milo dibujó otra tercera línea, con un Euro, y una paloma indicando la correcta elección y caída de la moneda—. Y otra, donde elegí Escudo, y cayó escudo —y Milo dibujó una cuarta línea—. Puede existir también una realidad donde no elegí lanzar una moneda, u otra realidad donde nuestra moneda no es el Euro, y tiene otra denominación, y otra cara, puede ser incluso de otro material, y todo abre más y más líneas, formándose un mundo infinito de realidades que se detonan, por el poder de la decisión. También habría miles de realidades donde se obtuvo el mismo resultado, pero cuando entra un segundo individuo en el teorema —y Milo volvió al principio, y comenzó nuevamente—. Este individuo, también toma decisiones, y crea sus propios universos paralelos, sus propias otras dimensiones —y Saga asintió—. Por ejemplo, pudo existir una dimensión paralela donde Aioria decidiera contestar a la pregunta del maestro Saga, u otra realidad donde me decidí a no ayudarle. Podemos irnos más atrás, y en definitiva podríamos decir que hay otra realidad donde nuestro maestro es Kanon —y todos rieron al recordar al gemelo de Saga—. U otra, donde los padres de ambos los nombraron al revés, y el maestro Saga sería la misma persona, pero su nombre sería Kanon —y todos volvieron a reír—. No hay forma de saberlo, es solo una teoría que desafía las barreras de la realidad. Podría existir un mundo, donde no somos estudiantes, y somos guerreros luchando por salvar el universo de dioses que en esta realidad no existen, pero que en la otra, tendrían el poder de destruirnos a todos. O simplemente puede existir una realidad donde no existe la vida en la tierra. Tal vez en alguna realidad tenemos otros hermanos, otros nombres, otros padres, otras parejas, las posibilidades son infinitas —y la clase aplaudió a las palabras de Milo, que hizo una reverencia, y se dirigió a su lugar, sorprendiendo a Mu y a Aioria.

—Excelente —respondió Saga—. No podía esperar menos de uno de los 10 primeros lugares de la Academia Sanctuary —prosiguió Saga—. ¡Aioria! ¡Espero que en esta dimensión, puedas seguir conservando tu puesto honorífico como uno de los 10 primeros lugares también! ¡O te enviaré a la Otra Dimensión! —apuntó Saga a un par de estudiantes sosteniendo cubetas de agua fuera del salón—. ¿He quedado claro? —preguntó Saga.

—¿En verdad tiene que llamarle a un castigo la Otra Dimensión? —preguntó Aioria en un susurro—. ¡Ha quedado claro, maestro! —prosiguió Aioria, y Saga asintió, y comenzó a borrar lo dibujado por Milo, y a escribir su propia teoría—. Saga está demente —susurró Aioria a Mu.

—La teoría de la Otra Dimensión es al menos más completa y concreta que la teoría de su hermano Kanon sobre las dimensiones portátiles —comenzó Mu—. Aún no he logrado olvidar el sermón sobre una dimensión entera existiendo dentro de un triángulo dorado creado por el cosmos. Como si eso fuera posible. Sería más fácil extinguir todas las luces de las estrellas —terminó Mu.

—O transmitir la fuerza de un relámpago en el estado plasmático de la materia —se burló Aioria—. Recuerdo que hice estallar el laboratorio de ciencias intentando transformar los electrones de un relámpago en materia plasmática para mi examen final de quinto grado de la academia de plata. Casi me expulsan. ¿Cuál fue tu proyecto, Milo? —y el joven de cabellera azul se fastidió.

—No le dicen escorpión por nada, Aioria —explicó Mu—. Trabajó con quince venenos distintos intentando encontrar la cura a varias enfermedades. Su reporte logró impresionar a la comunidad científica, comenzaron a llamarlo el señor de los escorpiones. Pero Milo tenía que realizar pruebas con humanos. Y se negó —y Milo se fastidió—. Lo último que recuerdo es que se usó a sí mismo como sujeto de experimentación. Estuvo a punto de morir, pero al mismo tiempo, al parecer, su sistema inmunológico mejoró al nivel de que jamás se ha enfermado. Pero al perder credibilidad con la comunidad científica pues… —y Milo observó a Mu con desprecio.

—Me obligaron a abandonar la senda de la medicina —respondió Milo fríamente—. Solo me permitirán continuar con mis experimentos si me gradúo como uno de los 10 primeros lugares de la Academia Sanctuary. Todos me llaman escorpión como recordatorio de mi fracaso, y claro… porque antes de experimentar con escorpiones… yo era un pandillero que jugaba con veneno… además es mi signo zodiacal… —terminó Milo—. Pero eso no tiene importancia. Lo importante es graduarme, y crear esas medicinas capaces de crear milagros. No abandonaré mi tesis… la completaré… cambiaré la precepción que todos tienen de los escorpiones… no son criaturas malvadas… son mortíferas, elegantes… e incomprendidas… —y Milo observó por fuera de la ventana—. Que fastidio… en lugar de pensar en ello, me rebajo a ser niñero de una chiquilla malcriada… debería olvidarme de ella y seguir con mi vida… —y Aioria observó a Milo—. ¿Qué quieres? —se fastidió.

—No vas a dejar que Pandora se meta con ella de nuevo e intente jugar a la estilista con Saori, ¿o sí? —y Milo se molestó por los comentarios de Aioria—. Sabes que Pandora no se detendrá hasta que sea la chica más popular del nivel de bronce, para así poder graduarse y llegar al nivel de plata con una reputación innegable. Ella siempre humilla a las nuevas, en especial a las princesitas —insistió Aioria, y una sombra lo rodeó, y el joven se sorprendió, y se horrorizó.

—¡Aioria!—recriminó Saga, como si una fuerza dorada y hermosa le rodeara el cuerpo—. ¡A la Otra dimensión! —gritó Saga, y Aioria se sobresaltó, y Milo se burló en silencio, mientras su rival era forzado a cargar cubetas de agua fuera del salón de clases.

Aula 1-A.

Dio la hora del recreo. Saori no comprendía lo que ocurría cuando Aioros se despidió y les dijo que los volvería a ver dentro de 2 horas. Todos los estudiantes del aula 1-A salieron del salón, o se preparaban para irse. Pero Saori, confundida, se quedó sentada en su pupitre sin saber qué debía hacer. ¿Cómo eran los recreos para la gente normal? En la mansión, simplemente tomaba el té y esperaba el regreso de sus maestros, pero aquí, todos esperaban impacientes el campanazo de libertad.

—¿Quieres almorzar con nosotros? —preguntó Shun, y Saori lo observó con curiosidad—. Siempre comemos todos juntos en el recreo. Seiya y Jabu siempre están discutiendo, pero llegarán a agradarte, te lo aseguro —y un par de niñas se acercaron, y esperaron a Shun—. June, Shunrei, ¿no les molesta que comamos con Saori? —preguntó Shun.

—De ninguna manera —sonrió June, una joven rubia que se acercó a Saori, e hizo una reverencia—. Mucho gusto en conocerte. Mi nombre es June Cefius, espero que seamos grandes amigas —y June se hizo a un lado, para que otra joven, de cabellera negra amarrada en una extensa trenza, saludara a Saori.

—Es un placer —reverenció—. Mi nombre es Shunrei Librus. Soy una estudiante de intercambio de China —se presentó la joven, y Saori se puso de pie y reverenció de igual manera—. Sería un placer el que nos acompañes a comer —invitó Shunrei.

—Me encantaría —agregó Saori, y en ese momento, Pandora, Shaina y Marín entraron en el salón—. ¡Ah! Pero primero se lo prometí a Pandora —se disculpó Saori, y tanto June como Shunrei intercambiaron miradas de preocupación—. Lo lamento mucho. Pero ya quedé mal con ellas hoy, no me gustaría fallarles otra vez. Será la próxima ocasión —y June sonrió, ligeramente preocupada. Quería decir algo, pero Shun era su amigo y no pudo arriesgarse.

—¿Comerás con mi hermana? ¡Eso es fantástico, Saori! —prosiguió Shun, que miró a Pandora, y sonrió—. Cuida bien de mi amiga, hermana —sonrió Shun, y Pandora se preocupó un poco, pero asintió de todas formas—. ¡Muchas gracias, hermana Pandora! —prosiguió Shun.

—No… no tienes nada que agradecerme… hermanito —prosiguió Pandora, que se acercó a Saori, la tomó de la mano, y la jaló fuera del salón—. Anda, Saori. Vámonos antes de que ese ponzoñoso… —comenzó Pandora, que al salir del salón sin embargo, se sobresaltó—. ¡Eeek! —agregó por la sorpresa.

—¿Ponzoñoso? Me pregunto de quien estás hablando —agregó Milo de forma sombría, y Pandora se preocupó, Shaina se avergonzó, y Marín suspiró aliviada—. Señorita Kido… tendré que volver a advertírselo. Los Heinstein no son una buena influencia —prosiguió Milo—. Anda… la acompañaré a comer —insistió Milo.

—¡Creo que nadie le pidió su opinión! —contestó Saori malhumorada, y Milo se sobresaltó, y todos los de bronce observaron al universitario, curiosos—. ¡No necesito una niñera! ¡Puedo cuidarme yo sola! ¡Y Pandora es mi amiga! ¡Déjame en paz! ¡Ponzoñoso! —gritó Saori, y escuchar ese insulto, forzó a Milo a morderse los labios.

—Esperaría… escuchar ese insulto de quien sea… —comenzó Milo, temblando por el desprecio—. Pero escucharlo de usted… por alguna razón me fastidia… —y Milo tomó aire, y se tranquilizó—. Concéntrate, no pierdas la calma… concéntrate, no pierdas la calma… concéntrate, no pierdas la calma… —y Milo soltó el aire, más relajado—. Es la última advertencia… señorita… —comenzó Milo—. Si se niega a atenderla… me temo que no me quedará más que dejar que aprenda por la experiencia… preferiría evitarle ese dolor… —insistió.

—¡Cállase! —gritó Saori—. ¡No quiero su falsa estima! ¡Solo me sigue a todas partes porque de seguro el director se lo pidió! —prosiguió Saori—. ¿Cree que soy una niñita indefensa? ¿Cree que no veo que lo único que hace es seguir órdenes? ¡No es más que un obediente esclavo del director! ¡Sin identidad! ¡No hace más que obedecer y fingir portarse bien! ¡Incluso su cortesía es falsa! —y Milo se impresionó.

—¿Falsa? —preguntó Milo—. No comprendería la falsedad incluso si esta le tomara de la mano —apuntó Milo a la mano de Pandora—. Se equivoca, señorita Kido. Mi cortesía no es falsa. Trato a todos con el respeto que se merecen, eso no es ser falso, se llama ser cortes y tener educación —prosiguió Milo—. Usted es mejor que esto, puedo verlo en su rostro, en su gentileza. Por eso la trato con la cortesía de un caballero que se dirige a una princesa. Pero si la princesa no desea aceptar esa cortesía, entonces a pesar de que en efecto, fue una orden del director, me temo que no hay nada que yo pueda hacer —terminó Milo, hizo una reverencia, y comenzó a retirarse—. Probablemente mi error fue el tratarla como una princesa, cuando debí tratarla como a una niña. Usted disculpe —y Milo se retiró.

—¿Mi-Milo se retiró? —preguntó Pandora—. ¿Así de simple? —miró a Marín y a Shaina—. Pero ya no podemos hacer nada. Independientemente si nos dejó solos o no, continuar con el plan podría… —comenzó Pandora preocupada, y Shaina cerró sus manos en puños en intensa molestia—. Shaina, nos arriesgaremos a ser vistas como unas malvadas… —susurró Pandora.

—No me importa… —prosiguió Shaina—. El señor Milo… se portó como todo un caballero a pesar de las palabras de Saori… —y Shaina se mordió los labios—. El Milo que conozco… hubiera humillado a Saori con sus palabras, la habría hecho quedar mal, y sin embargo… Milo retrajo su aguijón. ¿Porque? —lloró Shaina—. No es el Milo que conozco… no es el Milo que amo… —prosiguió, y Pandora observó a su amiga—. Hagámoslo —suplicó.

—Recuperar mi popularidad después de esto será muy difícil —suspiró Pandora—. Pero me agrada más la idea de darle una lección a ese escorpión —prosiguió Pandora, y comenzó a jalar a Saori. Shaina las siguió a ambas. Marín dudó, pero obedeció de todas formas, mientras Pandora entraba al baño de las niñas—. Sáquenlas —ordenó Pandora, y tanto Shaina como Marín comenzaron a desalojar el baño. Por fortuna solo había niñas maquillándose—. Es momento de que todos en la escuela tengan una impresión de ti que jamás pensaste siquiera tener —y Pandora sacó unas tijeras—. ¡Sosténganla! —ordenó Pandora.

—¿Sostenerme? —preguntó Saori, mientras Shaina y Marín la tomaban cada una de una mano, y Saori comenzó a ponerse nerviosa—. Amm… Pa-Pandora… yo… creo que después de todo me gusta mi cabello así como está… —sonrió Saori con nerviosismo.

—A todos les gusta tu cabello tal como está, Saori —continuó Pandora, abriendo y cerrando las tijeras—. Eso te hace llamar mucho la atención, y me molesta bastante. Nadie puede tener más atención que nosotras. ¿Lo entiendes? —y Pandora comenzó a jalar la cabellera de Saori con fuerza, y a cortarla.

—¡No! ¡Pandora! ¡Me estás lastimando! —se quejó Saori, mientras su cabello caía al suelo en mechones completos—. ¡No! ¡Pandora! ¡Me estás cortando mucho! ¡Suéltame! —pero Pandora solo seguía cortando, y Shaina sonreía con malicia. Marín por su parte, se repugnó de sus acciones, soltó a Saori, y le permitió zafarse.

—¿Qué haces? —se quejó Pandora, mientras Saori escapaba del baño de las niñas—. No importa. Puede que no haya terminado mi obra maestra pero el daño ya está hecho —agregó Pandora, y cuando Saori salió al pasillo, con su cabello hecho un desastre, las risas de los estudiantes de bronce resonaron.

Los estudiantes la rodeaban, todos se burlaban, le decían cosas horribles, y Saori, lloró. Lloró con fuerza, y salió corriendo por los pasillos sintiéndose humillada y adolorida en su pecho. Su frágil corazón se había roto.

—¡No la dejen escapar! —habló un joven de tez bronceada, cabello largo y café oscuro—. ¡Reda! ¡Spica! ¡Atrápenla! —ordenó, y un par de jóvenes, uno de cabellera azul y corta, con un tatuaje de una estrella rosada en su mejilla derecha un poco por debajo de su ojo, y otro de cabellera rosada y larga peinada para arriba, sostuvieron cada uno a Saori de una mano, y la forzaron a ver al grupo de bronces que se burlaban de ella, mientras el ultimo buscaba en su bolsillo una cámara, y comenzaba a tomar fotos—. Dile adiós a tu vida social, pequeña niña rica —se burló el moreno, antes de recibir una patada en el rostro, que lo derribó al suelo.

Reda y Spica, los jóvenes que sostenían a Saori, fueron tomados del cuello. Spica fue lanzado a los casilleros, mientras Reda era sostenido del cuello, y aplastado por la mano poderosa de un furioso Milo, que lo ahogaba quitándole el aire.

—Spica Casiopeia… Reda Doradus… y Ohko Tigris… —habló Milo de forma sombría—. Siempre tengo que darles una paliza. Pero no me esperaba que fuera tan temprano en el periodo escolar —y Milo pisoteó la cámara de Ohko con fuerza, rompiéndola en pedazos—. ¡Todos ustedes mírense! —gritó Milo—. ¿No les da vergüenza burlarse de una pequeña que ha sido irrespetada? —Spica se puso de pie para intentar defender a Reda, solo para que Milo lanzara a Reda al joven y ambos terminaran en el suelo—. Escúchame bien… Ohko… el que seas un estudiante de segundo no te da derecho a hacer menos a los de primero, así como ser de séptimo no me da derecho a burlarme de los de segundo —comenzó Milo de forma sombría—. Pero te lo advierto… vuelve a meterte con Saori… y te aseguro, que vas a conocer el por qué me llaman escorpión. ¡Ahora lárguense! —gritó Milo, y el trio huyó tan rápido como pudieron—. Saori… —comenzó Milo, y Saori se quedó, allí parada, con su cabello hecho un desastre, y la mayoría de los estudiantes de bronce en los pasillos apenados por su comportamiento—. No… se-señorita Kido… —corrigió Milo—. Permítame por favor… —y Milo recibió un abrazo de Saori, que pegó el rostro a su vientre, y tras haberlo hecho, Saori comenzó a llorar con fuerza, y Milo se agachó, y le regresó a la niña el abrazo—. Todo estará bien… Saori… no dejes que la broma de Pandora te afecte, no todos en la academia son malos, y esto les servirá de experiencia… comprenderán que ridiculizar a los demás, no es sinónimo de popularidad… es lo más bajo de todo, es repugnante —y los de bronce se avergonzaron—. Solo piensen, en que todos ustedes pudieron hacer algo para evitar esta tragedia. Pero en lugar de ayudar, se burlaron. Son tan sucios como ese trio —y el silencio imperó en los pasillos, mientras Milo le secaba las lágrimas a Saori—. Ven… no es un caso perdido aún… voy a rebajarme a un nivel que me repugna demasiado, pero… creo que sé cómo podemos arreglar este… pues… —y Saori aspiró con fuerza—. Umm… llamémoslo desastre de la moda —y Saori asintió nuevamente.

Cafetería de la Academia Sanctuary.

—¡Maldición! ¡Shura no está en nuestro grupo! —en el comedor, Mephisto se quejaba sonoramente, mientras Afrodita y Shura comían sus almuerzos—. Y nos tocó con Suikyo Garuda de profesor. Se le conoce como el terror del 9-B. Será un último año escolar de pesadilla. ¡Maldición! ¡Maldición! ¡Maldición! ¡Quisiera arrancarle ese maldito rostro sereno que tiene! ¡Me fastidia que me mire así todo el tiempo! —se quejó Mephisto.

—¡Mephisto! ¡Estoy comiendo! —se quejó Afrodita—. ¡No quiero esa imagen mental en mi cabeza! ¡Es horrible y de mal gusto! —prosiguió Afrodita—. Por tu culpa ya perdí el apetito. ¿Cómo puedes decir cosas tan horribles? De todas formas, aunque Shura esté en el 9-A nos vamos a seguir juntando para estudiar —insistió Afrodita—. ¿Verdad, Shura? —preguntó con una hermosa sonrisa, y Shura miró a otro lado.

—No me mires de esa forma tan repulsiva —fue la fría respuesta de Shura, que molestó a Afrodita, y forzó a Mephisto a reírse con fuerza. Shura de pronto encontró a Milo caminando en dirección a su mesa, no estaba usando la chaqueta de su uniforme, y caminaba con una Saori que ocultaba su cabeza debajo de la chaqueta de Milo—. ¿Vienes a pelear? Lo arreglaremos en la salida, ahora estamos comiendo, y en la academia, hay que comportarse como es debido, con honor, y respeto —terminó Shura.

—Por todos los cielos… no entiendo cómo puedes juntarte con este par… eres en extremo honorable —y Shura lo agradeció con silencio y asintiendo con la cabeza—. Seguro no te dejaron otra alternativa, vieron que eras listo y se te pegaron como el par de alimañas que son intentando aprovecharse de tu honor y sentido de la justicia al usarte de guardaespaldas —terminó Milo mientras se cruzaba de brazos.

—Básicamente así fue —mencionó Mephisto—. Pero eso fue cuando éramos estudiantes de bronce, ahora Shura, aunque no comparta nuestros métodos, es uno de nosotros. Y te partirá el rostro de ser necesario —se quejó Mephisto—. ¿Qué quieres? Intento comer y tu rostro me va a hacer vomitar —continuó Mephisto.

—¡No vine por ti! ¡Vine por la princesa! —apuntó Milo a Afrodita, que se sobresaltó por la noticia, y enfureció al ser llamado princesa—. Tengo una emergencia de moda —continuó Milo, y Afrodita parpadeó en un par de ocasiones.

—¿Emergencia de moda? —preguntó Afrodita—. ¿Moda como en ropa? ¿O como en cabello? —y Milo tomó su cabello—. ¡Un lienzo que moldear! —se alegró Afrodita—. Oye pero espera… yo te odio… ¿por qué razón habría de ayudarte a ser bello y hermoso? —y Milo enfureció—. Digo… si me viera como tú buscaría ayuda desesperadamente pero… rebajarte a este nivel… a quien quieres impresionar debe de ser toda una diosa —y Milo se molestó.

—¡No es para mí! —gritó Milo furioso—. Pon tu maldito precio de una buena vez, antes de que decida lastimarte y forzarte a ayudarme —y Saori se impresionó. El caballeroso Milo se había transformado en todo un demonio en tan escaso periodo de tiempo. De pronto, las palabras de Milo de tratar a todos como se merecen, rodearon su mente.

—Umm… —se preguntó Afrodita—. Hoy encerramos a un gordito en un casillero, y el muy tonto nos delató —comenzó Afrodita—. Pero como no conoce nuestros nombres, el malnacido dijo que había sido una mujer muy fuerte como para levantarlo, y claro, me descubrieron —enfureció Afrodita.

—¿Me preguntó por qué habrá sido? —agregó Milo con sarcasmo—. Bien… le daré un susto a ese gordito, pero no lo voy a lastimar mucho, no sería justo —continuó Milo, y Afrodita lo detuvo, con una sombría sonrisa.

—Olvida al gordito —comenzó Afrodita—. De todas formas, Shura ya se vengó por eso —y Shura asintió—. Lo que no puedo remediar sin embargo, es mi castigo. Lavar los baños… ¿puedes imaginarlo? ¡Yo, el pináculo de la belleza, desinfectando el asqueroso suelo de un baño con mis bellas y hermosas manos! ¡Se llenarán de arrugas! ¡Además el desinfectante no es bueno para la piel! ¡No señor! ¡No es un castigo siquiera digno de mi persona! —y Milo se preocupó—. ¡Te ayudaré con la condición de que limpies los baños por mí! —apuntó Afrodita.

—Los baños… de las chicas… ¿verdad? —y Afrodita enfureció, tomó una silla, y se preparó para azotarla contra Milo—. ¡Bien! —agregó Milo arrogantemente, y mientras se sonrojaba de la vergüenza—. Me denigraré a la labor de lavar los baños. Pero a cambio, me ayudarás con mi problema —y Afrodita asintió, y Milo le extendió la mano—. ¿Tenemos un trato? —preguntó Milo.

—Un segundo —respondió Afrodita, tomó alcohol etílico y un pañuelo, vertió un poco de alcohol en este, y comenzó a limpiar la mano de Milo, que se moría de la vergüenza, ya que solo una vez que su mano estuvo limpia, Afrodita le tomó la mano y selló el trato—. Te verás hermoso cuando termine contigo —agregó Afrodita.

—¡Con un demonio! ¡Que no es para mí! —gritó Milo—. Sígueme, princesita —y Milo se retiró, seguido de Afrodita. En el comedor sin embargo, Aioria y Mu se habían parado a medio camino a sus mesas con las bandejas de su comida para observar lo que había ocurrido.

—¿Qué crees que haya pasado para que Milo se rebajará a ese nivel? —preguntó Aioria, y Mu movió sus hombros arriba y abajo sin saber qué responder—. Oye, Mu… —comenzó Aioria nuevamente—. Quiero quedarme después de clases un poco más —terminó.

—Bien… —terminó Mu—. Te acompañaré… pero no voy a hacer tu tarea —terminó Mu, y Aioria asintió—. Comamos ahora que podemos. Tengo un presentimiento que me dice que no vamos a querer cenar esta noche —y Mu continuó su camino en búsqueda de una mesa.

Baños de la Academia Sanctuary.

—¿El baño de niñas? —se quejó Afrodita, y Milo se avergonzó y asintió—. Si esta es otra de tus sucias bromas, Milo… —prosiguió Afrodita en tono molesto, y Milo enfureció—. Ustedes y sus continuas burlas. ¿Acaso un hombre no puede ser hermoso? —preguntó.

—¡No estoy bromeando! —gritó Milo—. Y para probártelo, yo voy primero —agregó Milo, entró en el baño, y todas las niñas dentro se horrorizaron y gritaron apenadas—. ¡Todas fuera! ¡Hay una rata en el baño! —y todas se asustaron, y salieron del baño a toda prisa—. Vamos, antes de que sospechen —terminó Milo, y Afrodita se puso nervioso, pero entró en el baño seguido de Saori—. Ella es la del problema —apuntó Milo—. Y no podía meterla al baño de chicos, así que será mejor que trabajes rápido.

—No apresures a la belleza —se quejó Afrodita—. Ahora veamos —y Afrodita le quitó la capucha a Saori de encima, y al hacerlo, Afrodita infló sus mejillas de la risa, se dio la media vuelta, y rio con fuerza, sosteniéndose el estómago, e incluso llorando por lo que acababa de ver—. ¡Eso tiene Pandora dibujado por todo el cabello! —se burló Afrodita, y Saori comenzó a llorar nuevamente.

—¡Deja de burlarte! —se quejó Milo—. Solo mírala. ¿Te parece eso divertido? —preguntó Milo, y Afrodita sintió que el corazón se le rompía en pedazos—. Es su primer día de clases… es el día en el que creas bellos recuerdos… y mira lo que el primer día de clases le ha hecho. ¿Crees que es justo? —preguntó Milo.

—Si lo pones así… es terrible… —lloró Afrodita un poco, y se secó las lágrimas—. Bien… veré qué puedo hacer… esto es un desastre —Afrodita acercó su mano a Saori, quien se retrajo, asustada—. No puedo trabajar así —explicó Afrodita.

—No debiste reírte en primer lugar —explicó Milo—. Saori… ven… —agregó Milo, extendiéndole la mano—. Confía en mí… —y Saori se ruborizó, asintió, y tomó de la mano de Milo—. Afrodita es una princesa, pero es bueno con las tijeras —agregó Milo.

—Vuelve a llamarme princesa, y te juro que mis tijeras visitarán tu cabello —agregó Afrodita, y comenzó a trabajar en Saori—. Hay que darnos prisa, no quiero que me vean salir de este baño y se inicien rumores.

—No te preocupes —agregó Milo—. Tengo un leve presentimiento que me dice que estamos bien resguardados —explicó Milo. Fuera del baño de las niñas, Mu y Aioria hacían guardia. Pero el pasillo estaba inexplicablemente vacío.

—Oigan… no necesitamos de su ayuda… —habló Aioria, y Mu sonrió junto a él, y miró por los pasillos—. Podemos asegurar la reputación de Milo nosotros solos —insistió Aioria, y Mu volvió a reír—. No le veo la gracia —agregó Aioria.

—Nosotros hacemos lo que nos viene en gana, Aioria —gritó Mephisto, se encontraba en un extremo del pasillo, evitando que los estudiantes se acercaran, Shura estaba en el otro haciendo lo mismo—. De todas formas, lo hacemos por Afrodita, no por Milo.

—Pensé que lo hacíamos por la niña —respondió Shura desde el otro extremo del pasillo, y Mephisto se ruborizó—. Pero si es por Afrodita, los dejaré pasar —insistió Shura en señal de molestia, y Mephisto se molestó.

—¡Bien! ¡Lo hacemos por la niña! —gritó Mephisto—. ¡No me gustó para nada ver ese rostro lleno de lágrimas, que fastidio! —se avergonzó—. ¡Pero métetelo en la cabeza, gato tonto! ¡No somos amigos! —gritó Mephisto, y continuaron con su guardia.

Aula 1-A.

—¿Qué habrá pasado con Saori? —preguntó Aioros mientras miraba su reloj, la clase ya había comenzado, y Aioros se preparaba para tomar asistencia. Pero el pupitre de Saori estaba vacío. Shun, Seiya, y Jabu, mostraron su preocupación al intercambiar miradas—. No me gusta poner faltas en el primer día pero… supongo que no tengo otra alternativa —comenzó Aioros, pero la puerta se abrió de repente, mostrando a Milo—. Um… este es el 1-A —mencionó Aioros.

—Sé perfectamente qué grupo es —comenzó Milo—. Le traigo a una desertora, no es bueno que se pierda su primer día de clases —agregó Milo avergonzado—. Anda, tienes que entrar —y Aioros alcanzó a ver unos mechones morados moviéndose como si alguien negara con la cabeza escondiéndose detrás del marco—. Te ves bien, ¿cuántas veces tengo que mencionártelo? —se avergonzó Milo—. Demasiado bien… como lo odio a ese princesito —se quejó Milo—. Confía en mí —y Saori asintió, y entró en su salón, impresionando al grupo.

—Perdone… la tardanza… Maestro Aioros… —agregó Saori, y el grupo estaba sin habla. Su cabello estaba corto hasta la altura del cuello, y había sido rizado. Un pequeño mechón le caía por enfrente de la cabeza, era el mechón que Aioros vio negar con fuerza. Saori estaba apenada, asustada, y sonrojada, nadie podía quitarle la vista de encima, mucho menos Milo, que intentaba desviar la mirada solo para volver a posarla en ella—. Muchas gracias… señor Milo… —se avergonzó Saori, y Milo asintió, y salió del salón, cerrando la puerta tras de sí.

Pasillos del Ala Bronce.

Horas más tarde, sonó la campanada para salir de clases. Milo sin embargo, no se había ido, permanecía fuera de los baños, esperando a Afrodita, que llegó con los utensilios de limpieza, se los entregó a Milo, y se retiró con una burla sonora.

—¡Lo detesto! —agregó Milo, subiéndose las mangas, y sosteniendo un cepillo en su mano—. Me he rebajado más que nunca. Este será un día muy difícil —prosiguió Milo, y una mano entró en su cubeta tomando la esponja—. ¿Eh? ¿Aioria? —se preguntó Milo, y de pronto, otra mano tomó un atomizador y un trapo—. ¿Mu? —preguntó Milo nuevamente.

—No fastidies y deja que te ayudemos —agregó Aioria, y entró en el baño—. Trabajando juntos seguramente terminaremos más rápido —insistió el joven, y sonrió para Milo.

—Pero eso no lo hará menos asqueroso —terminó Mu, y se amarró el trapo a la nariz—. Si me desmayo, sácame lo más rápido que puedas y llévame a la enfermería —ordenó Mu con molestia.

—Par de necios —sonrió Milo—. Pido los baños de las niñas —agregó Milo y corrió por la puerta rosada, y Aioria se sobresaltó—. Por cierto, gracias por la ayuda, Aioria. Yo invito la cena si te queda hambre —terminó Milo.

—¡Vas a tener que pagar fideos de los más caros! —se quejó Aioria—. Si es que salgo de esta con vida. ¡Púdrete Milo! —y Aioria entró en el baño de chicos—. ¡Aaaaah! ¡No puede ser tan difícil atinarle! ¡Qué asquerosos! —y Mu suspiró, y entró al baño de chicas a ayudar a Milo.

Mansión Kido.

—¡Se-se-se-señorita Saori! —gritó Tatsumi sorprendido cuando Saori llegó con el nuevo corte de cabello a la mansión—. ¿Pe-pe-pe-pero que le pasó a su cabello? ¿Se encuentra bien? ¿No le hicieron daño? —preguntó Tatsumi en repetidas ocasiones.

—Fue… —comenzó Saori, y Tatsumi la miró con curiosidad—. Fue… muy amable conmigo… —sonrió Saori, y Tatsumi no supo qué decir—. Creo… creo… —comenzó Saori—. Creo que estoy enamorada… —suspiró Saori, y Tatsumi cayó en shock, y se desmayó—. Milo Antares… —suspiró Saori—. Ya quiero que sea mañana… quiero volver a verte… gracias… —se sonrojó Saori.

Afueras de la Academia Sanctuary.

—¡Vomitaré! —gritó Milo—. ¿Quién iba a pensar que incluso las mujeres pueden ser tan sucias? ¡Esos baños estaban sumamente asquerosos! —se quejó Milo, y comenzó a temblar de miedo—. El color rosa no le quita lo horripilante, lo hace peor —se estremeció Milo.

—No quiero volver a ver un baño en toda mi vida —comenzó Mu—. Me convertiré en ermitaño, solo haré mis necesidades detrás de árboles… está es la última vez que me dejo convencer de hacer esto —prosiguió Mu, con el rostro verde del asco.

—¡Ustedes no tuvieron que destapar baños tapados! —gritó Aioria, y se cubrió la boca con ambas manos—. Como sea… hay que borrar esa imagen de nuestras mentes… —y tanto Milo como Mu asintieron—. ¡Cenemos! —agregó Aioria.

—¿Ah? —se quejó Milo—. ¿Cómo puedes pensar en cenar tras esa experiencia tan desagradable? —se quejó Milo, y Aioria sonrió—. ¿Mi estómago está por estallar y tú te atreves a pensar en comida? —se quejó.

—¡Tú prometiste comida y quiero comida! —se quejó Aioria, y Mu suspiró, ignorándolos a ambos y siguiendo con su camino—. Es lo menos que puedes hacer. Además a mí me tocó el baño de niños —continuó Aioria.

—¡Bien! ¡Los invitaré a cenar! ¡Pero no me agradas, Aioria! —continuó Milo, y Mu tan solo sonrió—. Hay un restaurante de fideos cerca de la estación. Ahora apresurémonos, no quiero que me vean con ustedes, se me pegará lo pensador e inútil de Aioria —y el trio se retiró, llevándose bien, a pesar de todas sus diferencias—. Este será un largo año escolar.


Ok, espero haber logrado hacer ver a los dorados en una luz distinta a la habitual. La verdad estoy satisfecho con el resultado pero ustedes decidirán que tanto sobrevivirá esta historia. Espero lo hayan disfrutado tanto como yo, muchas gracias por leer y que disfruten su fin de semana.