Capitulo 1
Llegada
¿Sufre más el que espera siempre,
o aquel que nunca esperó a nadie?
P. Neruda
14 de febrero de 2018
En más de una ocasión Lexa Woods había dudado de su capacidad para soportar problema tras problema sin deshacerse. Aquella tarde mientras caminaba por el parque con su portafolio colgando de su mano derecha, calzando unas sandalias que desentonaban con su ropa y con el cabello completamente mojado supo que incluso ella tenía un límite. La lluvia todavía caía lentamente, gotitas perezosas que besaban continuamente las calles de Nueva York.
El parque estaba vacío debido a la lluvia. Los pocos arboles grandes impedían que los bancos del parque se mojasen por completo. Lexa, ignorando su deplorable estado, se dejó caer en un banco de cemento bajo un enorme roble. Levantó la mirada y suspiró colocando el portafolios negro a su lado. Su gesto mismo mostraba derrota y soledad. Justo así se sentía la ojiverde en esos instantes.
-La vida no puede tratar tan mal a un ser tan adorable.- escuchó una voz ligeramente ronca y completamente desconocida. Woods llevó hacia la derecha su mirada. De pie cubriéndose con una sombrilla negra y vestida con unos mahones rasgados y una blusa negra estaba una chica de ojos azules que le dedicaba una sonrisa cargada de simpatía y consuelo.
-Créeme que si puede...- murmuró Lexa. Sonó derrotada, pero lo mas notable era la tristeza que reflejaban sus ojos. Era imposible no leer todo en aquellos ojos verdes. Las imágenes del día pasaron por la mente de Woods...su día perfecto acabó siendo una completa pesadilla.
Alexandria Alycia Woods trabajaba en Arkadias Company, una empresa dedicada totalmente a la venta de bebidas energéticas y alcohólicas. La mujer de apenas veinte y seis años estaba a cargo de las ventas y negociaciones de la empresa con otros tres compañeros. Para Lexa era importante dar siempre una imagen de seguridad y tranquilidad: ella vivía para ello.
La gente en Arkadia no creía en el amor. O eso dijo Lexa cuando se encontró a Anya en la sala comiendo cereal y mirando la televisión. Era el día de San Valentín y en lugar de estar pensando en qué haría, Woods estaba preparándose para una presentación sumamente importante. Unos hermanos que planeaban fundar una empresa importadora de vinos estaban pensando en comprarles una cantidad excesiva de su último producto.
-¡Por eso vas a terminar sola, amiga! ¡Trabajas hasta en el día del amor!- le acusó Anya sin sacar su mirada de la televisión. Lexa sonrió con cierta tristeza. A ella en el amor jamás le había ido muy bien. ¿En el trabajo? En el trabajo le iba de maravilla.
-Gasté mi tanque de amor hace mucho- gritó Alexandria entrando al baño y acomodando delante del espejo su americana negra sobre su camisa de vestir blanca, la cual previamente habia colocado dentro del pantalón. La ojiverde se estudió por dos segundos antes de volver a salir en dirección a la cocina.
-Hueles a limpio.- la felicitó Anya apareciendo en la cocina, deteniéndose a la derecha de Lexa. La más joven sonrió vertiendo café en su taza favorita: una taza amarilla con detalles azules, cortesía de la misma mujer que ahora estaba junto a ella.
-No puedo decir lo mismo de ti ¿Te has duchado?-interrogó Woods mientras añadía canela a su café ante la cara de asco de Anya.
-Me encanta cuando te pones graciosa.- comentó la de ojos más oscuros volviéndose hacia la sala y dejandose caer allí.
-Te veo en la tarde. Deséame éxito.- pidió Lexa caminando hacía la puerta, sujetando el café con una mano y su portafolio en la otra.
-¡Devóralos, Comandante!- gritó la mayor con una sonrisa sin sacar la mirada de la pantalla, pero escuchando la risita mal disimulada de su amiga.
Decir que Alexandria estaba completamente positiva con respecto a su reunión y su día era quedarse corto. En su cabeza, y en su agenda, ella había realizado un programa perfecto que planeaba cumplir al pie de la letra. Apenas habia bajado de su departamento en el tercer piso hasta el estacionamiento cuando cada uno de sus planes comenzaron a desmoronarse; como si de un efecto domino se tratase.
-Oh no, no le hagas esto hoy a mami.- rogó intentando encender el vehículo.
Nada. El infiniti q50 blanco no parecía tener ninguna intención de ayudar a la castaña aquella mañana. Lexa bajó dando un portazo y observó su reloj de muñeca colaborando que no tenía tiempo para llamar a un mecánico. Anya no tenía carro así que le tocó llamar a un taxi.
En la cera delante de los apartamentos, Woods esperó impacientemente diez minutos. Sus ojos verdes clavados en su reloj de pulsera, un sudor frío acumulándose en su nuca y frente a cada minuto que pasaba. Milagrosamente apareció el taxi y ella entro sin saludar, simplemente indicó la dirección y volvió a mirar su reloj.
-El vino blanco de Arkadia es muy bueno.- le comentó el hombre de cabellos grises cuando se detuvieron en una luz.
-mjm…- fue toda la respuesta que obtuvo.
Podría dar la impresión de ser una persona arrogante y altanera en aquellos instantes, pero Alexandria solo tenia ojos y cabeza para el reloj. Incluso el café que con tanto cariño había preparado comenzaba a enfriarse en su mano. Ella apenas había alcanzado a dar un solo sorbo.
Pagó el viaje casi sin dejar que el taxista acabase de decir el total. El señor murmuró algo sobre el cambio, pero Woods simplemente hizo un gesto de mano y comenzó caminar de prisa hacia la entrada. Tenía solo dos minutos para llegar a tiempo a la reunión. Los negociantes eran hombres muy puntuales y ella sentía que moriría de vergüenza si llegaba retrasada.
El día no parecía cooperar con la joven. El ascensor estaba averiado. Maldiciendo entre dientes y sin saludar a nadie, Lexa comenzó a subir las escaleras hacia el segundo piso para tomar el otro elevador que podía llevarla al piso seis. Lamentablemente, a medio camino escuchó un horrible sonido y si no hubiese sido por su buen balance hubiese acabado en el suelo.
-No, no, no…hoy no por favor.- rogó bajando la mirada a su tacón. De alguna forma se había roto. ¿Cómo podía ocurrirle eso precisamente ese día?
Se quitó los zapatos decidiendo que llegar tarde era peor que llegar descalza. Comenzó a subir las escaleras de nuevo, ahora oficialmente iba corriendo. Tomó el ascensor intentando ocultar sus jadeos y suspiró aliviada cuando las puertas se abrieron en el sexto piso. Sentía que estaba a un paso de llegar a la tan importante reunión.
-¡Dios, Lexa! Los señores Jonhson te esperan.- habló Octavia apareciendo de la nada tan pronto la castaña salió del elevador.
-¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar entreteniéndoles?- cuestionó Woods entre asustada e indignada.
-No me pagan para eso. Bueno…Collins me dijo que él se hacia cargo.- admitió Blake y el rostro de Lexa dejó de mostrar miedo para comenzar a palidecer. Sentía que se asfixiaba ante la noticia.
-No conseguiré el negocio.- se lamentó la castaña llevándose una mano a la frente dramáticamente.
-Solo lleva cuatro minutos con ellos, quizás no ha arruinado todo.- le consoló Octavia.
-Tienes razón. Dame tus zapatos.- pidió Lexa con un tono ligeramente mandón.
-¿Perdón?- interrogó Blake, sus ojos bajando rápidamente a los pies descalzos de la otra.
-Mala mañana.- explicó Lexa agarrando los tacones rojos de Octavia y colocándoselos de inmediato. Le molestaban ligeramente en la parte de atrás, pero era mejor eso que llegar sin nada.
Los señores Jonhson estaban riendo a carcajadas cuando Woods entró a la sala de juntas. Finn Collins, o Finnito, como la castaña solía llamarle, estaba sentado con ellos con una enorme sonrisa. Lexa saludó de inmediato, disculpándose tan rápido que parecía haber ensayado de antemano lo que diría.
-Sorry for my delay. I had problems with my vehicle.- habló Woods y los dos hombres parecían encantados con su llegada, dejando a Collins a un lado.
-Its all right miss Woods, nice to finally meet you.- respondió el hermano que lucía mas joven. A Lexa se le hacia ligeramente complicado distingir cual era Stuart y cual era Marcus. Al final eran gemelos, pelirojos y de ojos oscuros: según Lexa era imposible distinguirles.
La reunión estaba en su mejor momento cuando Finn decidió meter su cuchara. Lexa le envío una mirada asesina indicándole que guardase silencio, pero el moreno no hizo mucho caso. Arkadia vendía bebidas de muy buena calidad, pero solían tener costos excesivos y no eran muy dados a proporcionar descuentos. De todas maneras, las otras empresas reconocían que los productos eran lo suficientemente buenos como para pagar un poco mas por ellos.
Finn intentó sacar el tema de los precios excesivos una y otra vez. Con suerte Lexa lo evadió rápidamente y los hermanos no parecieron percatarse. Pensando que Collins se había rendido la castaña bajó la guardia.
-¿Usted es gay Stuart?- interrumpió Finn la conversación cuando la castaña estaba explicándole una gráfica a Marcus. Woods rápidamente miró al moreno con los ojos a medio salir.
-Sí, señor Collins. ¿Por qué tiene interés?- cuestionó Stuart, su dificultad con el español era evidente en su acento.
-No solemos venderle directamente a homosexuales.- explicó Finn.
El comentario estaba tan fuera de lugar que Lexa quiso golpearle en aquel mismo instante. El señor Jonhson se había puesto rojo y su rostro ya no mostraba amabilidad. Lexa recordaba haber leído que Stuart había pasado por muchas cosas antes de aceptar su sexualidad.
-He is kidding.- intentó arreglar Woods la situación, pero nadie le estaba prestando atención en esos momentos.
-¿Eso representa un inconveniente?- cuestionó Marcus con el ceño fruncido.
-No, no quería ofenderles, es que ya saben...la gente como Stuard tiende a ser más sensibles. Hay que tratarles con pinzas, porque se ofenden de nada y…- siguió hablando Collins, y Lexa vió la maldad en sus ojos. Esto no era por la orientación de uno de lo clientes: esto era directamente un ataque contra ella.
-No estamos interesados, señorita Woods.- sentenció Stuart y sin esperar comenzó a levantarse.
-Señores Jonhson- comenzó la castaña, pero ellos ya estaban de pie.
-Sorry, Lexa. Tu eres una gran empleada, pero no estamos interesados en negociar con este hombre.- explicó Marcus y sin más abandonaron el lugar dejando a Woods con un manojo de papeles en mano y una cara de total frustración.
-Lo hiciste apropósito.- susurró Lexa amenazadoramente y al girarse se encontró con la sonrisa triunfante de Collins.
-A mi padre no le gustará que hayas perdido este negocio, Woods. Es el segundo del mes.- comentó el chico antes de salir de la sala de presentaciones. Lexa se mordió la lengua: no puedes gritarle al hijo de los jefes se recordó.
-Maldito hijo de…ahh.- gritó furiosa arrojando los papeles a la mesa antes de llevar una mano a su rostro y pensar en que haría cuando el jefe le llamase a reunión. Las noticias volaban cuando los chismosos presenciaban los sucesos en primera fila. Finn seguramente ya estaba llegando a la oficina de papi a quejarse.
Alexandria no sabia si llorar o directamente salir corriendo de la empresa cuando la secretaria de su jefe llamó a su oficina pidiéndole que pasase a ver a Don Collins. Mierda, mierda, mierda había pensado la ojiverde luego de colgar. Tomó aire en dos ocasiones e intento tranquilizarse. Necesito una excusa decidió.
Los señores Jonhson querían bebidas con más alto contenido alcohólico del que contienen las nuestras…
Resulta ser que recibieron una oferta de café y cambiaron de parecer...
Descubrieron que el menor es alérgico al alcohol…
Cada una de las excusas que le venían a la cabeza no tenían sentido alguno. Lexa no podía simplemente llegar y contar lo que había hecho el hijo del jefe. Finnito era el maestro del teatro y la hipocresía, le haría quedar como una mentirosa delante de su papi.
-No hables. Solo te diré, Lexa, que tienes un mes para conseguir un buen negocio o me veré obligado a despedirte. Puedes irte.- fueron las únicas palabras de su jefe. Ni siquiera tuvo oportunidad de poner en uso alguna de sus excusas.
La mirada dura del hombre le obligó a guardar silecio y con el mentón levantado hizo un gesto de asentimiento y abandonó el lugar. Sintiendo que le picaban ligeramente los ojos fue al baño y se arrojó agua al rostro. Cuando salió se sorprendió al encontrarse con Raven inclinada del escritorio de Octavia jugueteando con los bolígrafos de esta.
-Fuera de lugar siempre, Raven.- comentó Woods, era imposible no decirlo.
-Es San Valentin, Comandante. Una tiene que hacer sus esfuerzos.- explicó Reyes señalando el ramo de tulipanes blancos que le habia traído a Blake. Lexa encontró el gesto muy tierno, pero no comentó nada al respecto.
-Hay trabajo hasta las tres, Reyes. Yo tu…- comenzó a explicar Woods.
-¿Por qué andas descalza, dulcecito agrio?- cuestionó Reyes.
-Lexa, Reyes, Lexa. Y no quiero hablar de ello.- declaró la castaña, Blake dejó escapar una risita y Alexandria le fulminó con la mirada.
-Se le rompieron los tacones corriendo hacia acá.- explicó Octavia y Lexa decidió que contarle eso a O no habia sido una buena idea.
-¿Tu corriendo? Necesito una grabación de eso para poder creerlo.- se burló Raven.
-Yo siempre he querido evidencia de que tu cerebro trabaja y he tenido que creerlo por fe.- comentó Lexa con toda la acidez que le fue posible. Octavia simplemente volvió a reír negando con el gesto en señal de resignación. Reyes fingió indignación llevando una mano a su pecho.
-Me hieres, dulcecito agrio.
-Lexa, Reyes, Lexa. O Woods si prefieres...- repitió la ojiverde siguiendo hacia su oficina luego de rodar los ojos.
La castaña estaba por entrar a su oficina cuando al girarse para mirar a las otras dos les encontró intercambiando un rápido beso. Les miró con cariño y con cierta tristeza. Esas dos locas eran lo mejor de la empresa según Lexa. Octavia era secretaria gerencial y Raven contable. Blake una completa romántica y Reyes…bueno…Reyes. Algo bueno debía tener...Lexa no era capaz de verlo.
-¡Chocolates para todos¡-escuchó el grito de Lincoln, la mayoría salió de sus puestos hacia el chico moreno, pero no Woods. La castaña entró a su oficina y se dejó caer en su silla de cuero abriendo el cartapacio marron y observando sus ventas del mes. Eran extremadamente bajas en comparación con las de meses anteriores y en parte se debía al idiota de Finn Collins.
La castaña estuvo todo el día estudiando documentos y haciendo llamadas. Necesitaba hacer una venta y necesitaba hacerla ya. Tan inmersa estaba en sus pensamientos que cuando tocaron la puerta se sorprendió al ver allí a Octavia.
-¿Aun no te vas?
-¿Irme?- interrogó de vuelta Lexa llevando la mirada a su reloj.
-Ya son las tres.- explicó Blake divertida.
-Me iré en un rato.
-Como quieras. Feliz San Valentín, Comandante.- habló Octavia, Woods se sorprendió cuando la chica se acercó y sin pedir permiso le dio un beso en la mejilla.
-Disfruta con Raven.- respondió Lexa y Blake le guiñó antes de abandonar la oficina.
A las cuatro Alexandria abandonó la empresa. Nohabía conseguido ningún cliente y se sentía frustrada. Llamó a un taxi, pero terminó cancelándolo porque de repente se le apeteció caminar. Habia un tren que pasaba cerca de su apartamento y ella realmente deseaba caminar un poco hasta la estación.
Comenzó a llover en el transcurso.
Ella maldijo su suerte e intentó apresurar su paso, pero se rindió en menos de dos minutos…
-¿Te importa si me siento?- la chica de voz ronca volvió a hablarle y Lexa movió de inmediato su maletín para que la desconocida tomase asiento.
-¿Tan mal me veo?- cuestionó Woods, le daba cosita tener rostro de perrito callejero al cual le han dado una pedrada.
-Mal no, pero si triste.- admitió la otra, le dedicó a Lexa una enorme sonrisa y Woods no pudo evitar sonreír.
-No me digas que peleaste con tu novio.- inquirió la ojiazul.
-¡Oh por Dios, no!- negó rápidamente Lexa.
-¿No...a la pelea o al novio?- interrogó la rubia y a Woods le pareció interesante la pregunta.
-Seria novia. Pero tampoco tengo una para pelear.- resumió la castaña y se sintió aun más depresiva. Ella era una vergüenza para la vida y la humanidad. Ahora no solo su vida amorosa era un completo desastre sino que su vida laboral tomaba el mismo rumbo.
-Entonces… ¿Qué te tiene así un día de San Valentin?- insistió la pelirrubia.
-Mi trabajo, cosas que pasan que seguramente no querías escuchar.- explicó Lexa encogiéndose de hombros.
-No tengo nada mejor que hacer. ¿Un café?- preguntó la ojiazul.
-No.- respondió Woods, iba a argumentar cuando la otra se adelantó.
-No puedo dejarte aquí así, no me rechaces la invitación.- insistió la desconocida de sexy voz ronca y el día de Lexa por un instante no pareció tan gris.
-Iba a decir que te aceptaba una pizza. Muero de hambre…- dijo Lexa, dejo colgando la última palabra en busca de obtener el nombre de la desconocida.
-Suena extraordianario. Soy Clarke…Clarke Griffin…
Continuará...
