Querida Nats28 (si, tu resultaste ser mi amiga secreta):
Se que una de tus opciones para este relato era una pareja en tragedia, y al principio me costo demasiado lograr un relato con esas características, pero tuve que inspirarme en un hecho nada de grato para escribir esta historia.
¿Cuantas veces, en fechas como Navidad y Año Nuevo deseamos lo mejor, un año lleno de paz y amor, para luego darnos cuenta que el odio, la intolerancia y la falta de respeto hacia la vida vuelven a aflorar y millones de vidas inocentes se pierden?
No importa quien gane al final. Mientras el ser humano siga creando armas cada vez más peligrosas para matarnos unos a los otros, todos perdemos y sufrimos.
Solo quienes de verdad sepan guardar la luz de esperanza y el amor en el corazón podrán tener el valor para cambiar el destino del mundo.
Quiero que este fic, mas que una historia navideña, sea un llamado a la reflexión.
Con cariño, para Nat y la familia de Samantha. Feliz Navidad y un hermoso Año Nuevo lleno de amor.
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Capitulo 1
Eran las 3 de la mañana en París. Después de haber empacado la ultima maleta que requería para su viaje, T.K. Takaishi, de 35 años, se bebió un café amargo y llevó su equipaje hasta la entrada del departamento. No miró hacia atrás, después de todo, no había nadie de quien despedirse. Catherine, su esposa, no volvería a casa. Ya no volvería a su hogar nunca más, desde hace tres días, cuando todo pasó. El día que una bomba termino destruyendo un estadio, la vida de varias personas, y de paso, su vida tal cual la conocía.
A su edad era uno de los mejores reporteros y escritores de Francia. Varias veces había sido merecedor de galardones y premios. Sin embargo, su vida era lejos de ser tan exitosa y brillante. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces había discutido con su mujer,cuantas peleas que acababan con llantos por parte de ella y silencios fríos de parte de éĺ. Y todo por la misma razón: desde que Catherine descubrió que era infértil, que no podría darle a su marido un hijo, su vida se concentró en buscar la manera de quedar embarazada. Probó de todo, desde fertilizaciones in vitro, adopciones, vientres de alquiler… Pero su sueño de ser madre se estaba cayendo a pedazos y junto con ello, su vida matrimonial, pues aunque T.K le repetía hasta el cansancio que la amaba aunque no pudiera hacerlo padre, ella no lo escuchaba, es más, ni siquiera se escuchaba a si misma.
Todavía el recuerdo amargo de la ultima vez que la vio, le invade la mente y se vuelve más amargo que el café que bebía hace unos segundos. Catherine, después de gritarle cosas sin sentido y restregarle en la cara su propio defecto, tomó su bolso y se largó al estadio. Y Takeru se quedó solo en el comedor, helado como un tempano de hielo y con toda la ira tragada y sin poder escupirla. Al final se sentó en el sofá y se quedó mirando el techo hasta que dieron las 12 de la noche. En el momento en que encendió el televisor y vio la noticia del atentado de ISIS en el mismísimo estadio donde su esposa se encontraba, sintió como si la vida tal cual la conoció se hacia pedazos en una explosión cuya longitud de onda alcanzaba para destruir la moral de toda la población.
Pero T.K ya no quería seguir deteniéndose a pensar, a recordar, a lamentar. Necesitaba desesperadamente huir de aquel lugar que antaño fue su hogar, de los recuerdos felices que ahora le dolían y de los tristes que le pesaban hasta derrumbarlo, y aquél llamado de su jefe de la oficina de corresponsales del canal pidiéndole que fuera a realizar un reportaje a Siria sobre el contraataque del ejercito francés, resultó ser la excusa perfecta. Dejó la taza en el lavaplatos, y cogiendo un bolso de mano, camino hacia la puerta donde aguardaba su maleta. Abrió la puerta con el equipaje en su mano, y dándole una ultima mirada al ahora vacío y oscuro departamento, salió.
Siria. Un país cuyo desierto arenoso, paisaje hostil y cielo duramente iluminado evocaba la soledad, el miedo a la muerte y la lucha por sobrevivir y disfrutar el día a día. Desde la ventana de una pequeña casa hecha de barro, y cubierta de pies a cabeza dejando a la vista sólo sus ojos marrones, Kari Kamiya, de 34 años, contemplaba las calles de la ciudad, desiertas y solitarias, a excepción de un grupo de niños que habían salido a jugar fútbol. Ella los miraba con una sonrisa y una mirada melancólicas, mientras que su mente nadaba en un mar de recuerdos dulces y anhelos sin cumplir. "Asi sería si él estuviera vivo. Vería a nuestros hijos jugar..." Piensa mientras evoca la imagen de su esposo, Davis, que siempre la pasaba a buscar a su trabajo después de que él terminara de laborar en su carrito de comida al paso. Cada mañana, de lunes a viernes, era la misma rutina. El la iba a dejar a la escuela donde ella trabajaba y luego se iba a atender su puesto de fideos chinos en la esquina de Washington Square. Y luego en la tarde se reunían y se iban de paseo, ya sea a Coney Island o al mismísimo Central Park. No importaba el panorama, solo importaba estar juntos.
14 años después, ella ya no veía la vida así, tan alegre como lo hacía en esos tiempos, cuando recién llevaban 3 años de casados. No, la misma vida le enseño que, en menos de un parpadeo, o mejor dicho, en menos de lo que demoró un avión en colisionar con una torre, las cosas cambian y el destino te puede sorprender con cosas que jamas te imaginas que pueden suceder.
Han pasado 14 años desde que su vida cambio, de los cuales 11 ha permanecido en el Medio Oriente como voluntaria. Y es que, pese a todo el dolor, aun quedaba en ella el amor y la vocación suficientes como para cuidar y dar una buena educación a niños que, aunque no hablaran su misma lengua al principio, igual la necesitaban para darse una nueva oportunidad en la vida, y con el tiempo la terminaron adorando. Kari había estado enseñado desde inglés hasta matemáticas en aquella aldea solitaria sin escuela, donde cada día no se sabia si seria el ultimo. No en medio de esa guerra sin cuartel donde, sin importar que bando, nadie ganaba y todos perdían.
Ese día, Kari se preguntaba si alguien pensaba lo mismo, si otra persona, al igual que ella, deseaba que el mundo lograra llegar a la paz.
Y este es el primer capitulo.
Siento mucho el retraso.
Espero compensarte a medida que avance la historia.
Saludos y felices fiestas.
Mizore.
