Disclaimer: Los personajes son propiedad de CLAMP, hago esto sin fin de lucro por ello no incurro en ningún delito.

Notas de la autora:

"Fic dedicado a mi excepción en vísperas de lo que sería, nuestro roku aniversario, porque hoy lo vi y después de tanto tiempo, sigo sintiendo con mayor intensidad, es el único que me hace dar tres pasos adelante y diez mil hacia atrás. Kimi o ai shiteru, Boya-kun". 04/11/2009

Único vislumbre de eternidad

Primera Parte

Una joven de ojos esmeraldas, cabellera larga castaña, esbelta figura, observaba el paisaje nocturno del tren en que viajaba. Se dirigía hacia su apartamento el cual, se ubicaba en las afueras de Tokio, a quince minutos cuando mucho. Su mirada era vacía, sabía que le esperaba lo mismo de todos los días, darle de comer a su gato Kero y luego… nada, descansar para levantarse una vez más para ir a trabajar.

La chica, de nombre Sakura Kinomoto, había perdido tiempo atrás a su familia, su madre, había muerto cuando ella tenía tres años, su padre, murió en el exterior en uno de sus viajes de arqueología y su hermano Touya, se había marchado con su novio Yukito a América para vivir su amor con tranquilidad, mantenían poco contacto.

La castaña trabajaba en la empresa de su mejor amiga, Tomoyo Daidoji, era su mano derecha. Tomoyo, se había hecho cargo de la compañía de juguetes de su madre cuando ella enfermó y hasta el momento lo seguía haciendo con la ayuda de Sakura. Tomoyo, quien poseía unos hermosos ojos azules y cabellera negra, lacia y larga, siempre estaba al pendiente de su amiga, a quien consideraba, un ejemplo a seguir por su fortaleza, facilidad para hacer amigos, bondad y gentileza.

Un largo suspiro salió de los labios de la castaña, seguía mirando por la ventana y apoyaba su rostro en una de sus manos pero acompañado de ese suspiro, inconscientemente lo nombró…

-Shaoran…- sus ojos se abrieron de par en par, sin moverse ni un centímetro de su lugar, otra vez mencionaba su nombre sin siquiera estar pensando conscientemente en el chico de ojos ámbar y cabello castaño que hace quince años atrás había cambiado su mundo. Aun recordaba la vez que se conocieron, él había sido transferido a su salón, en cuarto de primaria, venía de Hong Kong más sin embargo, al final nunca regresó a su país natal. Nunca supo las razones, sabía vagamente que, para las vacaciones o días festivos si visitaba a su familia.

-Sakura tonta- murmuró para sí misma a manera de reproche. Los castaños tenían una historia, una dolorosa historia que aun, seguía inconclusa para ambos, aunque ni uno ni el otro lo supiera. El comienzo de su amistad había sido atropellado, ninguno de los dos se había caído bien, aunque Sakura lo disimulaba mejor. Discutían por todo, en clase de deportes, en clase de música, él se burlaba de lo mala que era en matemáticas y le decía que no era buena capitana de las porristas al igual que ella se burlaba de él en clase de lenguas y siempre le decía que no sabía jugar en equipo ya que, el ambarino pertenecía al equipo de football. Los mejores amigos de ambos, por el contrario, encontraban la situación de lo más divertida y es que, los obligaban a pasar más tiempo del necesario juntos.

Eriol Hiragizawa, un joven inglés, que fue transferido al poco tiempo de que Shaoran Li llegara, se había convertido en el mejor amigo de este, y muy buen amigo de Sakura y Tomoyo, logrando adquirir un sentimiento diferente por la última.

-No es para tanto Kinomoto- decía el chino.

-Tomoyo ya dile que deje de molestarme- le suplicaba a su amiga con lágrimas en los ojos mientras que los morenos reían.

-Creo que es suficiente Shaoran- le decía entre risas Tomoyo.

-Ella se embarró más pastel del que yo le puse- alegó el pequeño lobo.

-Eso es cierto Sakurita, si hubieses esperado a que Tomoyo te ayudara a quitarte el pastel del cabello no estarías así- le decía entre risas el inglés.

-Te detesto Li- decía para levantarse de la lona en la que estaban teniendo un día de campo en el parque Pingüino, en Tomoeda, donde residían.

Siempre había sido igual desde que Li había llegado y Eriol lo hubiese integrado a su grupo de amigos, él siempre buscaba como molestarla y Tomoyo sabía las razones, por eso ella y Hiragizawa insistían en que salieran los cuatro juntos al cine, a comer, al parque de diversiones, se reunían para estudiar, prácticamente hacían todo juntos y siempre eran los mismos problemas, Shaoran la molestaba tanto que ella, antes de ponerse a llorar, se retiraba del lugar por un rato y en algunos casos se marchaba a su casa cuando sabía que podía llegar a ahorcar al chino.

Todo fue igual hasta ese día, casi terminando la primaria. Todos preparaban sus actividades para la graduación y salían tarde de la escuela. Pero ese día, ese día ella, la oji verde, tuvo que quedarse casi al caer la noche, estaba asustada ya que, le tenía miedo a los fantasmas y la escuela estaba desolada, dando un aire de misterio y una sensación de terror a la chica.

Caminaba rápidamente sin mirar a los lados, solo quería salir del complejo y ya casi lo estaba logrando, había escuchado pasos en el piso superior en el que había estado minutos atrás y estaba aterrada. Casi huía del lugar hasta que tropezó con una piedra y cayó irremediablemente al suelo. Su miedo quedó en el olvido y ahora pasó a sentir un inmenso dolor en una de sus rodillas, lentamente se sentó y observó su miembro lastimado, en efecto, se había raspado la rodilla hasta el punto de que la sangre empezara a brotarle, esa escena de su vida la recordaba como si hubiese sido ayer.

-Si que eres torpe Kinomoto- esa voz era inconfundible, no es que fuera de su agrado pero, sus amigos le imponían su presencia casi que a diario.

-No estoy de ánimo Li- dijo tratando de levantarse del suelo sin embargo, no pudo apoyar su pierna lastimada y volvía a caer sin remedio hasta que, sintió que unos brazos la tomaban por la cintura evitando que se desplomara.

-No tienes remedio- dijo sobre su oído y un leve sonrojo se formó en las mejillas de la castaña –tendré que ayudarte- dijo en tono molesto el chico, ella se limitó a sostenerse del cuello del ambarino. Luego, la tomó entre sus brazos, como a una princesa, y la llevó hasta las pilas en las que se refrescaban una vez la clase de deportes terminara. Li le limpió la rodilla y rompió una de sus mangas para vendar la rodilla lastimada de la oji verde, la había sentado en el muro para poder curarla un poco. Luego, se volteó, ofreciéndole la espalda para que ella se subiera y así, llevarla hasta su casa.

-No es necesario Li, ya has hecho suficiente- dijo amablemente y con una sonrisa provocando otro sonrojo pero esta vez, en el pequeño lobo.

-Ni siquiera puedes apoyarte menos caminar, no seas necia Kinomoto- le decía el chico mirando hacia otro lado para que ella no notara que sus mejillas ardían –mira que por quedarte hasta tarde, te asustaste por la desolación de la escuela y por eso te caíste-.

-¿Cómo sabes que estaba asustada?- le pregunta mientras se subía con la ayuda del chico en su espalda.

-Eh… Tomoyo… Creo que Tomoyo había mencionado que le temes a los fantasmas… sí, eso- dijo nervioso el chico, nerviosismo que la despistada chica no había notado.

-Ni que lo digas- decía mostrando sufrimiento –desde pequeña mi hermano me asustaba con fantasmas y monstruos, no lo he podido superar-.

-Eres un caso-.

Ese día, el chino la había llevado a su casa, Touya estaba ahí y lo había acusado de ser el causante de la caída de su hermana, y encontrando en los ojos del chico los motivos por los cuales, Tomoyo y Hiragizawa, insistían en el acercamiento de los castaños. Casi lo echó de la casa alegando que no quería al abusador de su hermana ahí, Fujitaka, el padre de los hermanos Kinomoto, había llegado al rato y había curado a su hija menor recomendándole llevarle un presente en agradecimiento al joven Li por la ayuda brindada.

-Buenos días Li- le dijo la chica al día siguiente acercándose a la mesa del chico.

-Eh… buenos… días- dijo nervioso y extrañado el chico.

-Anoche con mi papá preparamos un pastel de chocolate con fresas- el chico la seguía mirándola incrédulo y más por la hermosa y sincera sonrisa que la chica le ofrecía –sé que te gusta el chocolate y te traje una porción en agradecimiento por haberme ayudado ayer-.

-¿Por qué?- le pregunta bastante desorientado, es la primera vez que alguien tenía ese tipo de gesto y pues, era obvio, no es que él anduviera ayudando a la gente que se topaba.

-Porque fuiste muy lindo conmigo ayer y me ayudaste desinteresadamente, también quiero disculparme nuevamente por todo lo que te dijo mi hermano, él es muy sobre protector-.

-No hay… no hay cuidado- dijo el chico terminando de aceptar la porción que la castaña le estaba ofreciendo –pero esto no significa que dejaré de molestarte- le advirtió mientras guardaba su premio sin embargo, una acción de la niña de ojos verde esmeralda, lo dejó paralizado. Un beso, lo besó en la mejilla y luego escuchó su hermosa voz una vez más y comprendió el significado de todas las indirectas que sus amigos, Eriol y Tomoyo, le decían respecto a la castaña.

-Contaba con eso- le dedicó nuevamente una hermosa sonrisa para luego voltearse y sentarse en su puesto el cual, estaba justo adelante del ambarino cuyo corazón, latía precipitadamente.

Desde ese día nada había vuelto a ser igual entre ellos, ya no competían para molestar al otro, lo hacían por diversión, ya no se burlaban del otro cuando no entendían alguna asignatura, se ayudaban a estudiar, se habían convertido en muy buenos amigos, los mejores y eso por el momento, era suficiente.

La chica se dio cuenta de que estaba llegando a su parada, se levantó y se dispuso a bajar del tren. Caminó unas cuantas calles y llegó a su apartamento, Kero salió a recibirla a la diminuta sala. Tomoyo se encontraba de viaje, la mitad del tiempo era así y cuando estaba, dividía su tiempo entre ella y su prometido. Le dio de comer a Kero, hizo un poco de oficio y se tiró en su cama, metió los brazos bajo su almohada y sacó un viejo suéter para aspirar su olor.

Por otro lado, esa noche fue diferente a las demás para alguien más, hace tanto no aparecía su rostro en sus pensamientos. Tantos años habían pasado que ya veía su sueño alejarse cada vez más. Ese sueño que le imposibilitaba mantener una relación estable. Su único amigo era tan feliz y él quería volver a sentirse así, como hasta hacía siete años lo estaba y es que, se aproximaba el día que más odiaba en su vida, el día que había cometido el peor error de su vida y que no fue capaz de arreglar.

Estacionó su auto en el espacio de garaje que le correspondía en el sótano del lujoso edificio en el que vivía. Desde que entró a la universidad vivía solo, su mayordomo Wei, había regresado a Hong Kong. El chico se había convertido en el gerente general de una de las empresas que su madre heredó con la muerte de su padre. Se había graduado de la carrera de administración de negocios y podría decirse que era el hombre más cotizado del medio oriente más sin embargo, no había podido llenar el vacío tan grande de no sentir, vivir y pensar…

Su vida dio un giro radical hacía siete años, estaba molesto y había hablado sin pensar y todo por una equivocación, por sacar conclusiones precipitadas, había aprendido esa vez y nunca más volvió a hacerlo pero… ya no tenía sentido, ya la había perdido y él, tuvo que cambiar para tratar de superarlo, había vuelto a ser Li Shaoran, frío y desinteresado con la gente, se había vuelto a poner ese escudo que no dejaba traspasar a nadie. Subió a su departamento y se quitó el saco. Se dispuso a escuchar los mensajes de su contestadora sabiendo de antemano que, no habría nada de ella.

"Shaoran, primo, ¿cuándo vienes a pasear un rato a Hong Kong? No te vemos desde navidad, llámame".

Ese era uno de los tantos mensajes de su prima Li Meiling, ella siempre trataba de que fuera a visitar seguido a la familia pero él se limitaba a ir para las festividades de navidad y año nuevo y el cumpleaños de su madre, uno que otro fin de semana para los cumpleaños de sus sobrinos, solamente. Tenía otro mensaje, mientras se quitaba su corbata lo escuchaba.

"Shaoran, hola… Estoy de vuelta en Japón y pasaré por tu oficina mañana a saludarte amigo, podríamos ir a almorzar… Nos veremos mañana"

Ese era Eriol, su único amigo, mantenían un poco de comunicación ya que el joven inglés viajaba constantemente por su trabajo y él se había vuelto más cerrado que en la escuela hasta que cierta castaña le dio luz a su vida. Recordaba perfectamente que cuando la vio el primer día de clases, su corazón latió fuerte y la sangre se acumuló en sus mejillas, supo desde ese día que si la trataba, su vida sería un desastre y no se equivocó… es por eso que la trataba tan mal y la molestaba, para no enamorarse irremediablemente de ella pero aun así, no lo consiguió y el día que la vio caer se sintió tan inútil al no poder detener su caía, por eso la llevó en brazos a su casa y ella, tuvo que cambiar todo al prepararle aquel detalle en agradecimiento y de ahí en adelante, nada fue igual, fue mejor.

-Entonces… ¿Puedo llamarte por tu nombre?- le decía tímidamente la castaña mientras seguía tomada fuertemente del brazo del castaño.

-Sí…- susurró el chico apenado y es que, estaban en el cine viendo una película de terror junto a Eriol y Tomoyo y de pronto, Sakura se acurró en el brazo del ambarino, buscando refugio y llamándolo por su nombre para que le avisara en qué momento terminaba la escena. Esta acción lo tomó por sorpresa al igual que a ella que, reaccionó inmediatamente al no escuchar respuesta por parte de él y es que, él siempre le aclaraba a cualquier persona, que le llamaran por su apellido.

-¡Qué bien! Tú llámame Sakura, ¿sí?- le dijo con una gran sonrisa sin soltarse de su refugio.

-Bien, Sakura… ya acabó la escena de miedo- le dijo para disimular el sonrojo que ella y solo ella, lograba provocar en él.

-¡Ah! Sakura… ¿Qué estarás haciendo?- dijo mientras se disponía a cambiarse para irse a la cama sin cenar, hace mucho no la recordaba con tal intensidad, antes de acostarse abrió el cajón de su mesita de noche y sacó su mayor tesoro, la última fotografía que se habían tomado juntos en la secundaria, un día antes de que él arruinara todo por sus celos.

La mañana llegó y cuando se dio cuenta, su mejor amigo estaba entrando en su oficina.

-Shaoran, ¡amigo! Tanto tiempo-.

-Si tu lo dices- dijo desinteresadamente mientras volvía a centrar la vista en su computador.

-Siempre tan caluroso, han pasado un par de semanas desde que nos vimos-.

-Supongo, ya decía yo que sentía tanta paz- ante ese comentario el oji azul comenzó a reír y el castaño ladeó una pequeña sonrisa, no había duda, se estaba sintiendo un poco mejor, solo un poco.

-¿Cómo ha marchado todo? ¿Alguna novedad que no me hayas contado?-.

-Nada, los negocios han estado bien por lo demás, todo sigue igual- terminó diciendo con un tono conformista.

-Hablo en la parte personal… ¿novia?- investigó el oji azul.

-Sabes que no, no pienso casarme, es ilógico que ilusione a alguna chica-.

-El mismo de siempre… ¿No la has vuelto a ver?- el chico bajó la mirada, sabía a quién se refería.

-No, hace más de un año que no me la topo…-.

-Sabes donde vive…-.

-Sabes que no voy a buscarla…- dijo con firmeza el castaño, eso estaba decidido, no volvería a lastimarla, no volvería a incomodarla, eso era seguro.

-No va a esperarte para siempre…- le aclaró su amigo.

-Ella no me espera, lo he visto en su mirada… recuerda que me dijo: "cuando tenemos los grandes tesoros delante nuestro, nunca los percibimos"-.

-Bonita frase, se te quedó muy grabada-.

-¿Nos vamos a almorzar?- le pregunta el joven chino para dar por terminado el tema.

-No puedo, surgió un inconveniente y solo pasé a saludarte y a disculparme, te llamaré para que salgamos una de estas noches-.

-Me parece bien-.

-Otra cosa- dijo el inglés mientras se levantaba –ella será la madrina- eso era algo lógico, sabía que debería verla el día de la boda de su mejor amigo ya que, ellos seguían siendo amigos por lo que solo asintió.

-Salúdame a Tomoyo- le dijo a manera de despedida.

-Lo haré- le respondió cuando estaba en la puerta mientras observaba un cuadro que colgaba en la pared, sonrió melancólicamente –"donde esté tu tesoro, ahí estará tu corazón"- el ambarino lo miró fijamente, sabía exactamente a lo que se refería por lo que solo agachó la cabeza –te llamo- y así salió el joven de la oficina de su mejor amigo, esperando que, al menos una vez más, sus palabras hicieran recapacitar al chico.

Era casi imposible de creer, para esos cuatro amigos que fueron tan unidos, cómo era que todo había cambiado de un día para otro. Siempre hacían todo juntos y se llevaban tan bien. El castaño miró como su amigo cerraba la puerta y el cuadro que colgaba al lado de esta llamó una vez más su atención, era un dibujo que la castaña le había obsequiado en la secundaria, era un poco abstracto pero ella le había dicho que lo había hecho pensando en ellos, también recordaba que antes colgaba en su sala de televisión en su antiguo apartamento en Tomoeda y aquella vez que la chica se había quedado dormida en su sofá cuando veían una película de acción junto a los morenos.

-Sakura… despierta- le decía el chico sin despegarla de su cuerpo, la chica se había dormido en media película abrazada a su cintura por lo que él, había pasado uno de sus brazos por sus hombros. Ya se había hecho de noche.

-No… quiero dormir más- ante esos comentarios el joven chino rió al igual que sus amigos.

-Yo acompañaré a Tomoyo a su casa- le informa el inglés al chico mientras Sakura parecía despertar ante el suave movimiento del ambarino.

-¿Tú acompañarás a Sakura, Shaoran?- le pregunta Tomoyo sabiendo de antemano su respuesta.

-Eso es algo que no me deben preguntar- contestó con simpleza el chico y un leve sonrojo. Sakura ya había abierto los ojos y se estaba sentando correctamente en el sofá.

-¿Ya acabó la película?- preguntó un poco desorientada.

-Así es- le informó su mejor amiga –Eriol me acompañará a mi casa y Shaoran a la tuya- le dijo con una sonrisa mientras se despedían.

-Te traeré un abrigo-.

-No es necesario Shaoran- le dijo con un poco de pena la oji verde sin embargo, él insistió para que no se resfriara. El día siguiente la chica le llevó el abrigo bien doblado pero él insistió en que ella lo conservara, la castaña se alegró y le dijo que la llenaba de gran felicidad el tenerlo porque, olía a él y así sentía que estaba muy cerca de ella. El chico se sonrojó a más no poder y quedó sin palabras, su corazón volvía a desbocarse ya que, los sentimientos que la chica le transmitía, lo llenaban de felicidad.

Pasaron un par de días y la amatista regresó de nuevo a Japón, se dedicó a ponerse al día con su mejor amiga. Las dos tenían mucho trabajo y es que, la morena, aparte de ponerse al día con las cosas de la compañía, debía terminar de organizar los faltantes de su boda, la cual, serían en quince días. Había escogido junto a su prometido, el catorce de febrero, día del amor y la amistad. Sakura le facilitaba las cosas, tanto en la compañía como en lo personal. Por eso eran grandes amigas desde la infancia, la amatista se conformaba con ver una hermosa sonrisa de la castaña para saber que todo estaría bien, aunque esa sonrisa no fuera tan radiante como hasta hace siete años atrás.

Mientras se dirigía a recoger a Sakura terminaba de hablar con su novio, quedaron de verse dentro de una hora en un café cerca de la Torre de Tokio para dividirse los pendientes de la boda. Llegó al departamento de su amiga y estacionó su auto en donde le correspondería el auto de Sakura, si tuviese alguno. Caminó hasta el segundo piso del edificio, era un edificio de solo tres niveles, con cuatro apartamentos por nivel, todos eran iguales, tenían una pequeña sala, una cocina con desayunador, un cuarto de pilas, un dormitorio, un pequeño baño y una oficina de dos por dos metros la cual, daba a un pequeño balcón, ese era el cuarto de dormir de Kero. Tocó la puerta y esperó paciente a que Sakura le abriera.

-¡Hola Tomoyo!- le saludó con una sonrisa hermosa y abrazándola –No sabes cuánto te he extrañado-.

-Lo sé, me lo dijiste hace dos días cuando regresé- la chica le hizo una mueca –pero me encanta que me lo digas- ante ese comentario le volvió a sonreír.

-Anoche me habló Touya- le informó.

-Te dijo si vendría a visitarte…-.

-No… dijo que están bien y que ya tienen trabajos estables, terminarán de estudiar-.

-Me alegro, les ha costado tanto-.

-Así es y estoy muy feliz por ellos… ¿a dónde iremos?-.

-A una cafetería- le dijo la amatista con una sonrisa.

-¿Está bien si voy así? Tú luces muy formal…- la chica vestía un jeans desteñido y una blusa de tirantes blanca mientras que la amatista llevaba un vestido azul ceñido al cuerpo que le llegaba a las rodillas con un chaleco beige.

-Pensaba en aquella enagua gris de paletones, con la blusa rosa que te regalé en navidad y las botas negras-.

-¿No es muy formal?- le pregunta de manera despistada la oji verde.

-Para nada-.

-Entonces me cambiaré enseguida, no demoro.

-Tranquila, aun tenemos tiempo- la chica se fue a la habitación a cambiarse mientras la amatista se quedó en la sala esperando –espero que no se moleste conmigo Kero- le susurró al gato de su amiga mientras lo acariciaba.

Sakura no tardó en salir y ambas se marcharon, al llegar a la cafetería, el auto de Eriol ya estaba en el estacionamiento, por lo que las chicas entraron y buscaron la mesa en la que el oji azul se encontraba. Para sorpresa de Sakura, Eriol las llamó y no les dio tiempo de nada, las chicas se acercaron sin remedio, o al menos para Sakura, Tomoyo saludó a los chicos con alegría, sentándose al lado de su prometido, mientras Sakura saludaba a Eriol y se sentaba al lado de Tomoyo.

-Hola Li- dijo sin mirarlo. El chico hizo un intento de hablar, casi la llama por su nombre pero se contuvo.

-Kinomoto…-.

-Bueno, como los dos sabrán- esa era la voz de Tomoyo –ambos son nuestros padrinos de bodas y todos los pendientes que nos hacen falta… gracias a que ambos hemos estado de viaje… debemos resolverlos en los próximos días y su ayuda es indispensable- la chica seguía hablando.

-Por eso insististe en pasar a recogerme, para que ella no viera mi auto estacionado afuera- le susurró Li a Hiragizawa, ante ese comentario el aludido solo sonrió.

-Sabes que cuentas conmigo Tomoyo- le dijo Sakura sin apartar la mirada de su amiga.

-Lo sé, es por eso que de hoy en adelante, le darás prioridad a mi boda, Chiharu…- Chiharu era la antigua secretaria de su madre, cuando su madre enfermó, le había ayudado mucho ya que, tenía muchos años al lado de su madre y seguía siendo la secretaria de Tomoyo y Sakura –Chiharu se encargará de los pendientes de la oficina, quiero que coordines con ella todo Sakura, para que tú estés a mi entera disposición-.

-¿Estás segura Tomoyo?- le preguntó con un poco de duda la oji verde, los chicos se limitaban a observar a ambas, como en los viejos tiempos… el ambarino no podía despegar su vista de la castaña y ella, seguía siendo tan despistada, aun no se daba cuenta de esto, creía él.

-Sí, no creo que nada malo pase por quince días que no estés al cien por ciento cuidando de cada detalle-.

-Bien, si tú lo dices-.

-Bien- habló ahora Eriol –resuelto este inconveniente, no creo que Shaoran disponga de tanto tiempo pero, puedes hacer espacios en tu agenda, ¿verdad?-.

-Trataré- le respondió de la manera tan fría y desinteresada que solía utilizar.

-Entonces Shaoran, arregla tu agenda para que los pendientes los saques en las mañanas y dispongas las tardes para nosotros-.

-Solo porque tú me lo pides Tomoyo- le dijo mientras bebía de su taza de café, una leve sonrisa se quiso formar en el rostro de la castaña y por un minuto pensó que tal vez, aun seguía ahí su antiguo Shaoran.

-Me ofendes Shaoran, soy tu mejor amigo, como hermanos y…- le reclamaba a manera de broma el inglés.

-Sabía que mi paz había llegado a su fin- ambos morenos rieron menos los castaños, aun era incómodo estar los cuatro juntos, como lo fue el día del funeral del padre de Sakura hace cuatro años. Se había enterado de que el padre de la chica había muerto en un derrumbe que hubo en una de las excavaciones que visitaba, Tomoyo le había avisado casi a las once de la noche, inmediatamente se dirigió a la vela, ¿cuál fue su sorpresa? Que la chica saltara irremediablemente a sus brazos y no parara de llorar, ese día, Touya no hizo ni el mínimo intento en separarlos, se quedó con Sakura toda la noche al igual que Eriol y Tomoyo, al día siguiente, no se despegó de la chica hasta el entierro. Casi no dijeron nada pero en el fondo, él sabía que bastaba con que estuviera a su lado, fueron las únicas veces que su Sakura, lo había vuelto a llamar por su nombre, y por un momento pensó que tal vez, solo tal vez, podría cumplir con la promesa que le había hecho al padre de la chica semanas atrás cuando el sujeto se apareció repentinamente en su oficina.

-Gracias por recibirme Shaoran-.

-Es un placer señor Kinomoto, ¿pasó algo con Sa…?-.

-Ella está bien, lamento venir sin avisar- le dijo con una cálida sonrisa, eso hizo que el malestar y el temor que acababa de sentir desapareciera, extrañaba mucho las conversaciones con el padre de la oji verde.

-Me sorprende su visita… usted puede venir cuando quiera, lamento si mi secretaria se comportó grosera- él tenía entrenada a su secretaria para que, no dejara entrar a nadie que no tuviera cita, a excepción de sus familiares, Eriol y Tomoyo.

-Solo quería conversar contigo, ha pasado mucho tiempo- le dijo el señor.

-Tres años, más o menos…- susurró el chico melancólicamente, el señor Kinomoto sonrió al ver que el chico lamentaba la distancia. Siguieron conversando unas horas más hasta que llegó la hora de despedirse.

-Touya piensa marcharse fuera junto a Yukito- le informó poniéndose de pie y sin perder de vista la mirada de asombro del chico, luego continuo –yo salgo muy a menudo de viaje, me preocupa Sakura, sé que los dos no han arreglado sus diferencias por simple orgullo- él chico no dijo nada y bajó la mirada –me gustaría entregarte a mi hija en el altar pero…- ante estas palabras, el chico levantó el rostro –si algo llegara a pasarme, prométeme que cuidarás de ella-.

-¿Yo?- preguntó incrédulo el chico, ¿cómo era posible que aun confiara en él?

-Sí, tú Shaoran, sé que Tomoyo y Eriol no la dejarán al igual que Touya pero… me sentiría más seguro si sé que tú, estarás a su lado- le dijo con otra cálida sonrisa que provocó una en él que hace tantos años nadie lograba provocar.

-Pero ella…-

-"Nunca desistas de tus sueños. Sigue las señales"-.

-Se lo prometo señor Kinomoto- le dijo con confianza.

-Salúdame a tu madre y a tus hermanas- con estas últimas palabras salió del lugar para nunca más volverlo a ver.

Y aun no había podido cumplir su promesa, promesa que también era un sueño para él y cada día lo veía más lejano, tan cerca y tan… largo, esa era la escena que contemplaba el chico en este momento, su Sakura, sentada al frente suyo… ignorándolo.

-Entonces Sakura y yo nos ocuparemos de verificar las flores, la iglesia, el salón, nuestros trajes, la comida y la decoración del salón, la lista de invitados y de la fiesta de despedida de solteros- dijo la amatista.

-Shaoran y yo de los anillos, el licor, la orquesta, los recuerdos, el fotógrafo y los pasajes y hospedaje de la luna de miel cortesía de mi mejor amigo- concluyó el joven inglés con una sonrisa.

-Bien ya que organizamos nuestras activ…- estaba diciendo Sakura quien, como buena asistente había apuntado todo, fue interrumpida por el timbre del celular de su amiga, también pudo darse cuenta que ya había anochecido, es increíble como vuela el tiempo cuando tratas de mantenerte concentrada en que tus amigos no se den cuenta del nerviosismo que provoca la mirada de cierto ambarino sobre ti.

-No puede ser- dijo con pesar mientras asentía –iremos enseguida- dijo la amatista y colgó.

-¿Qué sucede mi amor?-.

-Problemas con el salón, al parecer hay otra pareja que también tiene reservación para nuestro día- le explica mientras se levanta y su novio le imita.

-¡No puede ser! Haré un escándalo, pagamos desde hace más de seis meses- le dice con "aparente molestia" el oji azul.

-Tengo los recibos en el auto, nos veremos Shaoran, nos vemos mañana Sakura- se despide rápidamente la morena.

-Shaoran, amigo- le tira unas llaves –te encargas de la cuenta, mañana arreglamos y por favor, lleva a Sakura a su casa ya es muy tarde- y toma la mano de su novia.

-Pero yo puedo irme sola…- alega Sakura al ver que sus amigos la dejaban con quien menos quería estar, sus manos empezaron a sudar y su corazón volvió a aumentar una vez más su velocidad al palpitar.

-Me sentiría mejor si él te lleva a casa Sakura- le gritó casi desde la puerta la amatista.

-Mañana paso por mi auto amigo- y así se marcharon del lugar.

-Se… marcharon…- dijo el ambarino.

-Sí…- la chica aun no terminaba su pastel al igual que el chico quien, al tener que ir a dejar "obligadamente" a la chica a su casa, aprovechó y terminó de comer, sabía que más tarde no lo haría.

-¿Quieres algo más de comer?- le preguntó, ella miró su pastel y lo miró a él, definitivamente no tenía hambre.

-No, gracias, no tengo hambre- le dijo mientras miraba la lista que había hecho con anterioridad.

-¿Quieres que te lleve a casa ya?- le dijo con pesar el chico sabiendo que ella no gustaba de su compañía.

-Termina de comer, no hay problema- él solo asintió, al finalizar pidió la cuenta y se marcharon. Como todo un caballero, la acompaño hasta la puerta del acompañante y le abrió la misma para que ella se subiera, ella sabía que no podía evitar la caballerosidad por parte del ambarino, ya era parte de la personalidad del chico, por lo que solo se limitó a tomar la mano que él le ofrecía.

-Veamos- dijo cuando ya estaba dentro del auto –lo siento, no conozco muy bien el auto de Eriol- ella solo asintió mientras él acomodaba el asiento y los espejos, encendió el auto y lo estudió un poco, puso la radio y dejó la emisora que Eriol traía puesta -¿sigues viviendo en Sumida?- dijo sobresaltando a la chica.

-¿Cómo…?-.

-Eriol me lo comentó…- dijo como por inercia el chico, en parte era verdad, Eriol le había dado la dirección y él muchas veces había estacionado su auto fuera del departamento de la chica más sin embargo, nunca se había atrevido a tocar su puerta.

-Ya-.

-¿Qué me cuentas? ¿Cómo está tu hermano?- trató de hacer conversación, tenían como veinte minutos de viaje antes de llegar a su destino final.

-Está bien, vive en América… junto a Yukito, vienen muy poco- lo último lo dijo con tristeza.

-Lo siento- le dijo sinceramente pensando también en que sentía eso y todo lo sucedido entre ellos pero esas palabras no lograron salir, tenía un nudo en la garganta.

-No hay problema, ya me acostumbré, Kero me acompaña-.

-¿Aun sigue vivo?- dijo el ambarino con una mueca en su rostro que provocó una risa en la chica.

-Sí y sigue siendo un glotón-.

-Hay cosas que nunca cambian- dijo el chico mirando la carretera, si seguía viendo esa sonrisa era muy probable que se estrellaran. Eso le recordó el día que habían encontrado a Kero, iban saliendo del departamento del chico cuando escucharon un maullido, buscaron y encontraron detrás de unos botes de basura a un pequeño gato amarillo, era un bebé, lo recogieron y Shaoran decidió que Sakura cuidaría de él. Kero nunca lo quiso, siempre lo aruñaba y peleaba con él, Sakura siempre se reía de los dos y los regañaba.

El camino se mantuvo silencioso y miles de imágenes vivieron a la mente de ambos castaños, pero una en especial, la de aquel día que ambos querían olvidar y era imposible. Todo empezó desde el día anterior, Shaoran fue a ayudar a Sakura a estudiar matemáticas, como siempre Touya había peleado con el chino antes de irse a trabajar, luego de estudiar un rato habían hecho la cena. Después de cenar repasaron un poco más hasta que se hizo tarde y Shaoran le informó que se iba.

Era un trece de febrero y habían acordado junto a sus mejores amigos, ir al baile de San Valentín juntos al no tener parejas. Ya estando en la puerta Sakura le agradeció el haber venido a ayudarla con una cálida y radiante sonrisa, él sintió una vez más su corazón latir y con su mano quitó delicadamente uno de los mechones castaños de la chica y lo colocó detrás de su oreja.

-No tienes idea de lo especial que eres para mí, Sakura- ante esas palabras el corazón de la chica empezó a latir precipitadamente.

-Para mí también lo eres Shaoran- susurró la chica ante la proximidad que su mejor amigo había adquirido en medio segundo, sus miradas se interceptaron y lograron perderse en los ojos del otro.

-Más para mí- le susurró el chino sobre sus labios.

-Shaoran…- ese susurro por parte de la chica hizo que él terminara de acortar la distancia que había, ese susurro hizo que él se armara de valor, valor que hace años estaba acumulando, esa forma en la que la chica pronunció su nombre fue diferente a las demás, solo en ella le encantaba como su nombre se escuchaba y solo ella provocaba ese millón de sensaciones a la vez que eran indescriptibles y gratas, ese fue el primer beso de ambos, tierno y lento, y para sorpresa del ambarino, la oji verde correspondía a sus sentimientos.

-¡Te quiero mucho Sakura!- le dijo al romper el beso.

-¡Yo también te quiero Shaoran!-.

-Nos veremos mañana- y así se marchó a su casa. Ese fue el mejor día de ambos, ya se habían declarado, estaban cursando su último año de secundaria por lo que sería el mejor de todos, o eso pensaban. Al llegar el día siguiente, en uno de los recesos Shinta, uno de los compañeros de salón, buscó a Sakura. Ambos fueron a hablar al patio y este se le declaró.

-A mí también me agradas Shinta- le dijo Sakura sin saber que Shaoran estaba escuchando la conversación, ante esas palabras el joven Li, dio media vuelta, iba totalmente enfurecido –pero lo siento, me gusta alguien más – y así finalizó la conversación, para mala suerte de la oji verde, se topó en medio pasillo con Shaoran que había sido acorralado por Rei, una chica de otro grado.

-Me gustas Li, pero siempre estás con Kinomoto y…- Shaoran al darse cuenta que era observado por su mejor amiga, interrumpió a la chica.

-Kinomoto es solo una amiga, no significa nada- el corazón de Sakura se rompió en mil pedazos ese día, ninguno de los dos fue al baile. Esa noche Tomoyo y Eriol se hicieron novios. Días después de que los morenos supieran las versiones de cada uno de sus amigos, trataron de mil y una forma de que hablaran y arreglaran todo pero fue imposible. Ninguno cedió y se dedicaron a ignorarse aunque supieran como habían ocurrido los malentendidos. Cuando sintieron la necesidad de arreglar todo, ya era muy tarde, se sentían tan distantes el uno del otro que, simplemente fue imposible.

-Llegamos- anunció el chico sacando de sus pensamientos a la castaña quien lo miró extrañada al verse frente a su edificio.

-¿Cómo sabes exactamente en dónde vivo?-.

-Supongo que Eriol debió haberlo mencionado también- dijo con simpleza ocultando el nerviosismo, para su suerte, Sakura seguía siendo igual de despistada… bueno, tal vez un poco menos que antes pero, seguía siendo su despistada Sakura.

-Ah ya… oye Li-.

-¿Sí?-.

-Creo que… cómo seremos los padrinos de bodas…-.

-Sí…-.

-Debemos planearles una sorpresa a ambos en su fiesta de despedida-.

-Tienes razón-.

-¿Me das tu número para hablarlo?- se atrevió a decirle la chica.

-Ten mi tarjeta, y ¿él tuyo? Creo que sería bueno que ambos lo tengamos por cualquier…-.

-Bien- sacó una de sus tarjetas y le escribió su número celular por detrás.

-Te apuntaré mi celular, mejor, para que sea más directo- dijo él con un tono alegre que Sakura creyó reconocer.

-Cómo quieras, gracias por traerme-.

-No es problema- ambos se miraron fijamente y el nerviosismos recorrió sus cuerpos al tiempo que sus corazones latían con más intensidad, el sonrojo fue inevitable que apareciera en ambos rostros.

-Debo irme, nos hablamos- rompió la chica el contacto visual y se apresuró a entrar a su edificio.

-Eriol, Tomoyo, ¿qué estarán planeando? Y ¿para qué quiero su tarjeta? Bueno… solo verificaré que es el mismo número que tengo anotado en mi celular…- así es, tenía los números de la chica, tanto de la oficina como del apartamento y hasta del celular pero aun así, nunca se atrevía a llamarla, muchas veces marcaba a su contestadora solo para escuchar su mensaje de voz. El caso era el mismo para la castaña, poseía sus números pero ninguno de los dos era capaz de hablarse.

Continuará…