Capítulo 1 : Un día especial

Cuando Sherlock hizo oficial su regreso, la prensa pareció enloquecer, todos querían entrevistarle, todos querían una exclusiva con el detective asesor, pero Sherlock tras dar una rueda de prensa en la que explicó el porque de su ficticio suicido y su posterior ausencia, se había encerrado en su piso de Baker Street a la espera de un caso lo suficientemente interesante que lo hiciera volver a la acción. Y éste no se hizo esperar, Lestrade necesitaba de sus habilidades para resolver un nuevo misterio.

Pero John seguía enfadado con él, y ese hecho lo sorprendía pues no era así como se lo había imaginado.

Sherlock no la había creído cuando le avisó. Molly una vez más había sabido lo que tendría que haber sido evidente para él, que de momento John estaría demasiado furioso como para perdonarle.

Sabía que tarde o temprano lo haría, pero al detective le crispaba no saber cuando, y esa incertidumbre lo incomodaba, porque significaba que realmente quería a John y de verdad deseaba tenerlo de nuevo en su vida, trabajando juntos otra vez. Y esos sentimientos eran incómodos, significaba que su mente no era tan racional como él había creído, significaba admitir que sentía, y últimamente sentía demasiado.

- Los sentimientos no ayudan, no te involucres con ellos Sherlock.- le había dicho en una ocasión su hermano Mycroft, y al recordar ese consejo, Sherlock suspiró.

Sherlock bufó tumbado en el sofá de su apartamento, pensaba en como convencer a John para que lo perdonara, deseaba volver a su vida de detective asesor lo antes posible junto a su competente ayudante, pero John se lo impedía. El médico se había propuesto fastidiar sus planes y prefería ejercer su profesión desde una aburrida consulta. Por lo que Sherlock no tenía ayudante... por el momento.

- Allá él.- dijo con resolución levantándose del sofá cuando oyó el timbre de la puerta.

Unos pasos apresurados subieron por la escalera. Sherlock sonrió pues sabia de sobra quien era, y se quedó perplejo al darse cuenta de que ansiaba su visita y compañía. Enarcó las cejas sorprendido de sus propios... ¿qué...?, ¿sentimientos, deseos?, movió la cabeza intentado hacer desaparecer semejantes pensamientos y cuando ella apareció por la puerta, su rostro no mostraba el miedo que por un momento se había apoderado de él.

- Hola Molly.- dijo el detective cuando la médico forense entró en el salón, la larga bufanda de vivos colores colgando a ambos lados de su cuello.

Sherlock era Sherlock, pero ahora el detective se comportaba de un modo distinto con la forense. Sus facciones se suavizaban cuando hablaba con ella, su tono de voz ya no era tan autoritario, ni tan condescendiente, intentaba no hacerla sentir inferior, y sus modales se habían vuelto algo más agradables. Pero pese a todo ello, no podía evitar ser él mismo, y en mas de una ocasión seguía sacando a Molly de sus casillas, pero ésta ya no se lo tomaba del mismo modo, Molly ya no se sentía amenazada por la presencia de Sherlock, ya no tartamudeaba como una tonta cuando lo tenía al lado, tenía más confianza y le replicaba si era necesario.

Pese a sentirse más segura de sí misma, seguía sin poder evitar que las piernas le temblaran o el pulso se le acelerase cuando éste le hablaba con esa voz grave que parecía hipnotizarla, o cuando por casualidad su mano la rozaba sin querer mientras trabajaban juntos en algún experimento. Lo había intentado, pero no podía evitar que su cuerpo reaccionara a la cercanía del detective asesor, y el hecho de que ahora éste fuese más amable con ella la desconcertaba, pues estaba acostumbrada a sus bufidos y mal humor y a veces no sabía como responder a su nuevo comportamiento. Los dos habían cambiado, y su relación era diferente.

- Hola.- dijo ella con una sonrisa en sus finos labios.- Tu dirás.-

Sherlock hizo una pausa.

- Había pensado que podríamos...

- ¿Salir a cenar?.- dijo ella sin dejar que Sherlock terminara la frase.

- Mmm... trabajar juntos.- dijo él desconcertado.

- Oh.- fue la desilusionada respuesta de Molly

Sherlock la miró detenidamente, no podía evitar analizar y evaluar a las personas, y aunque conocía de sobra a Molly, siempre había algo en ella le sorprendía.

- Necesito a un ayudante, y tu eres medico. Podrías serme útil.

- ¿Quieres que haga de John?.- preguntó ella dudando.

- No, quiero que seas tu.- dijo él torciendo la boca.

- Oh, vaya!.- contestó ella, alagada.- ¿Y que pasa con John?

- Tu tenías razón, de momento parece que no esta interesado en volver a donde lo dejamos.- dijo él moviendo la mano intentando quitarle importancia al asunto.

- Te perdonará Sherlock, dale tiempo.- dijo ella.

- Espero que le vaya bien recetando aspirinas.- dijo él con falso desdén.

- Vamos Sherlock, no te lo tomes así. El enfadado es el, no tu, ¿recuerdas?.- dijo ella acercándose al hombre con esa dulce sonrisa que hacía que todo lo malo desapareciera. - Te perdonará, pero dale tiempo.

Sherlock se quedó mirando a Molly durante unos segundos sin decir nada. No sabía como pero cuando lo miraba con esos grandes ojos marrones, y le sonreía hacía que se sintiera mejor. La llegada de la Sra. Hudson interrumpió un momento que podría haber llegado a ser incomodo.

- Hola chicos, iba a preparar un te.

- Ahora no Sra. Hudson.- contestó Sherlock.- El deber nos llama, vamos Molly tenemos que resolver un misterio.- dijo Sherlock abrochándose la americana.

Y Molly salió detrás de él, enrollándose la bufanda alrededor del cuello, con los ojos brillantes y una sonrisa exultante en el rostro.

Al final resultó que el caso que les consultó el inspector Lestrade fue una farsa creada por Anderson y sus club de frikys, fans de Sherlock Holmes, para poner a prueba el intelecto de Sherlock, asunto que molestó bastante al detective asesor.

Pero eso no impidió que fuese un buen día para Molly, había disfrutado con el trabajo y de la compañía, aunque en más de una ocasión Sherlock se había referido a ella como John, no le importaba, pues Sherlock le había regalado un día con él, mostrandole como trabajaba, estando en su elemento, siguiendo pistas, haciendo deducciones. Había sido la manera de darle las gracias por todo, y ella se lo agradecía infinitamente.

- ¿Te apetece cenar algo?.- la invitación sorprendió a Molly.

- ¿En serio me vas a invitar a comer? ¿Y vas a pagar tu?.- dijo ella abriendo los ojos exageradamente.

Sherlock resopló, fingiendo estar ofendido.

- Te debo una comida.- contestó

- Yo diría que más de una.- dijo ella recordandole las comidas que había dejado "de lado" por ayudarle.

- De momento confórmate con un fish and chips.

Molly sonrió, el ofrecimiento de Sherlock la lleno de alegría. Sabía que tras ese ofrecimiento no se escondía ninguna intención oculta, pero la forense no podía evitar sentirse muy feliz.

- Vale.- dijo simplemente ella siguiéndolo calle abajo.

Cuando llegaron al restaurante encontraron una mesa en un rincón tranquilo, pidieron la comida y permanecieron en silencio mientras el camarero volvía al cabo de un rato, Molly tenía varias preguntas rondando por su cabeza, pero no sabía si formularlas en voz alta o no. Su incertidumbre no duró mucho ya que como siempre Sherlock leyó en su rostro.

- A ver, ¿que quieres saber?.- Molly dio un respingo

- Me preguntaba que vas a hacer con respecto a John.

- Mmmm.. la pregunta del millón.- contestó él burlonamente

- Vamos Sherlock en serio.- dijo ella seria

- Poco puedo hacer ¿no?

- Pero le necesitas Sherlock.- Él resopló.

- ¿Porque crees saber de repente lo que necesito?.- dijo él un poco molesto.

- No es de repente.- le contestó ella torciendo la boca en una tímida sonrisa.

El suspiró, dándose por vencido.

- Mary me dijo que le intentaría convencer para que me ayude.

- Eso está bien

- Si, pero no significa que vaya a perdonarme, al menos no todavía.

- Bueno, es un principio.

Los dos callaron un momento mientras Molly se llevaba una patata a la boca y Sherlock jugueteaba con su comida sin llegar a probarla.

- La verdad es que me ronda una idea por la cabeza.- le dijo el detective.

- ¿Y cual es?.- le dijo ella mordiendo una segunda patata y manchándose el labio con ketchup.

- Pues... - la miró e hizo una mueca, pero continuó.- He pensado que quizá tu podrías ayudarme en mi nuevo caso.- Sherlock no podía dejar de mirar el labio de Molly manchado de salsa.

- ¿Yo?.- dijo incrédula.

- Si, podríamos... Molly por favor, ¿podrías limpiarte?

- ¿Qué, como?.- dijo ella llevándose la servilleta al labio y limpiándoselo.- ¿Ya?.- le preguntó sonrojada.

Sherlock asintió.

- ¿Que necesitas?.- le preguntó Molly

Sherlock la miró pensativo. De nuevo esa pregunta. De nuevo la misma persona.

John siempre estaba ahí para ayudarle, lo sabía, podía contar con él para lo que fuese, incluso ahora que estaba enfadado, si le necesitaba acudiría en su ayuda, pero Molly siempre estaba cuando realmente la necesitaba, en momentos claves y especiales. Y ese era uno de esos momentos, porque Sherlock en lo más hondo de su corazón temía a la soledad, y sabía que aunque John le perdonaría y volverían a trabajar juntos, ya no sería lo mismo, ya que éste ahora tenía a Mary e iban a casarse.

Estaba a punto de decírselo, de pedirle que fuera su compañera "suplente", cuando de repente tuvo miedo de pedírselo y cambió de opinión.

- Sherlock.- insistió Molly al ver como la miraba él pero sin decirle nada.- ¿Qué necesitas?

- Nada en concreto. ¿Me ayudarías si te necesito puntualmente en algún caso?.- dijo finalmente.

Molly lo miró sorprendida.

- ¿No es lo que llevo haciendo desde que nos conocimos en la morgue?.

- Bueno si.- Sherlock carraspeó.- Puedo seguir contando contigo, ¿no?

- Claro Sherlock, ¿a que viene esa pregunta?.- dijo ella cada vez mas extrañada por el comportamiento de él.

- Pues arreglado. ¿Has acabado de comer?.- le preguntó él de repente.- Tengo que irme.- y sin esperar respuesta de su acompañante se puso de pie y se fue a la barra.

De hecho Sherlock ni había empezado a comer, y Molly tenía su plato a medias, pero rápidamente se levanto, y siguió a Sherlock mientras se ponía el abrigo.

Ya en la calle y mientras Sherlock se ponía los guantes de piel Molly le dijo:

- ¿Sherlock estas bien?

- Claro, ¿porque no habría de estarlo?.- dijo el en un tono más afilado del que se había propuesto.

Ella lo miró de reojo mientras éste se levantaba la solapa del abrigo y optó por no insistir.

- Ha sido un buen día Sherlock.

- Si lo sé, no todo el mundo puede ver como trabaja el gran Sherlock Holmes.- le dijo guiñándole un ojo, pero Molly detectó cierta amargura en su voz.

- Gracias.

- Ha estado bien.- dijo él con sinceridad.

- ¿Nos vemos en Barts?.- le dijo ella con esa dulce sonrisa que cada vez gustaba más al detective.

- Claro.- y diciendo esto se giró y se alejó calle abajo mientras Molly lo miraba con una expresión entre triste y alegre.

Su día con Sherlock Holmes había llegado a su fin.

CONTINUARÁ...