0. Prefacio

-Vamos, Edward, ¡tócala! ¡Queremos oír la canción!

-Está bien, sólo por ti. -me contestó, señalándome con su dedo índice.

Edward se dirigió al piano, lo contempló, me miró y se sentó. Colocó sus preciosos dedos en el teclado y comenzó a tocar. Era nuestra melodía, suya y mía. De pronto, la tormenta en la que estábamos sumidos apagó la luz de las velas. Edward me cogió de la cintura por seguridad... pero no era Edward. Jacob me giró suavemente hacia él y presionó sus labios contra los míos. Edward gruñó mientras Jake y yo nos fundíamos en el beso. Entonces, yo…

-¡Alba! ¡Te has vuelto a dormir! ¡Levántate ya, hombre!

-¡Que sí, que sí!

-Siempre dices lo mismo! –exclamó mi padre. -¿Otra vez soñando con los del crepúsculo ése?

-¿Algún problema?

-¡Vístete y déjate de cháchara! –me ordenó.

-¡Has empezado tú!

-¡Ya! –volvió a ordenar.

-¡Vale!

Sí, y mi padre siempre me interrumpe ése sueño maravilloso. Nunca he soñado un "a continuación" de este sueño. Me pregunto a quién elegiré…