ÉRASE UNA VEZ EN OZ

Nota de la autora: voy a ignorar el canon de la serie. Oz es un mundo aparte, se necesita un portal para llegar a él; no creo que aparezca ningún personaje de la serie original; sí aparecerán personajes de los libros que no salen en la serie, como Ozma, Nessarose, el León Cobarde, Langwidere de Ev, la Bruja Buena del Norte o Mombi; Zelena es un personaje independiente, no es la medio hermana ni la hija secreta de nadie (las dos primeras veces sorprende, después empieza a parecer el árbol genealógico de la Casa de Habsburgo); tendrá elementos del libro de Frank L. Baum, Wicked, la película de 1939, Oz un mundo de fantasía y Emerald City.

Capítulo 1. Esto no es Kansas

Kansas. 1920

Dorothy arrastraba los pies por el seco camino terroso que la llevaba hasta su granja. Se estaba manchando los zapatos y las medias de polvo, pero poco le importaba, nadie le iba a echar la bronca por ello. Su corazón se sentía tan pesado dentro de su pecho que le sorprendía no la tirase al suelo. Volvía del cementerio. Acababa de enterrar a su querida tía Em. El funeral había sido corto pero muy bonito, su tía era una persona muy querida entre los lugareños, todos los asistentes tenían palabras hermosas que decir o un pañuelo que ofrecer.

Dorothy cruzó por fin el umbral de su puerta y se refugió en su interior del sol abrasador. Se despojó del sombrero y los zapatos, que tiró de cualquier manera a un lado de la habitación, y se sirvió un vaso de agua fresca. Había sido capaz de controlar las lágrimas durante todo el día, pensó que las había gastado todas la noche anterior, pero cuando se sentó en la mecedora junto a la chimenea, la misma mecedora en la que siempre se sentaba la tía Em para cepillarla el pelo cuando era más pequeña, comprobó que aún podía derramar unas cuantas.

-Al menos ahora está de nuevo con el tío Henry- dijo a una habitación vacía

Tío Henry había fallecido unos siete años atrás, víctima de un fulminante ataque al corazón mientras descansaba en el porche una tarde de otoño. Fue rápido, no sufrió apenas. Y no tuvo que ver como el mundo entraba en guerra. El día que se fue, la tía Em comenzó a apagarse. "Yo ya he cumplido en este mundo", le dijo un día a Dorothy. Fue como si, al morir su esposo, a ella ya no le quedase ninguna razón ni voluntad para seguir en la Tierra. Así era como le habían enseñado. Dorothy intentó animarla diciéndola que tenía que vivir por ella misma, porque el tío Henry así lo habría querido, y porque la propia Dorothy aún la necesitaba. Vivió los años que siguieron como si no le quedase más remedio, esto es así y aquí espero el momento, no tiene sentido prolongarlo mucho más. Se apagó definitivamente dos noches antes, como una vela al viento, tranquila mientras dormía, después de decir a su sobrina lo mucho que la quería y que esperaba fuese feliz.

Dorothy miró por la ventana, el bochorno veraniego que llevaban días aguantando empezaba a convertirse en una tormenta de verano. Era como si el clima hubiese decidido ponerse a juego con el estado de ánimo de Dorothy. Como si en un día tan triste no estuviese permitido que hiciese buen tiempo.

-Ojalá llueva- dijo Dorothy- Así limpiará todo el polvo del ambiente-

Deseó una vez más tener a su querido Toto con ella. Oh, Toto, su lindo perrito, su mejor amigo. También él la había dejado años atrás. Era ya muy viejo, vivió más de lo que viven la mayoría de los perros, y nunca hubo un can más querido que él. También se apagó una noche. Cada vez se movía más lento y con más torpeza, pero nunca dejó de ser cariñoso. Se tumbó una noche junto al fuego, en su sitio de siempre, y cerró sus ojillos negros para siempre. Sus tíos habían necesitado al menos dos horas para que Dorothy soltase su inmóvil cuerpecito, y aun así la joven permaneció hasta que se hizo totalmente oscuro junto a su tumba, pues se sentía incapaz de separarse de su compañero de aventuras. Le resultaba tan difícil aceptar que se había ido, apenas tenía recuerdos en los que no estuviese Toto presente.

Un fuerte trueno despertó a Dorothy, que se había quedado traspuesta en la mecedora. Desorientada, se frotó los ojos para tratar de enfocar dónde estaba. A su alrededor reinaba la oscuridad. Una fuerte tormenta tenía lugar fuera, la lluvia y el viento parecían librar una batalla por hacer pedazos la granja. Dorothy aprovechó la momentánea luz que le proporcionó un relámpago para dirigirse al interruptor de la luz, situado al lado de la puerta. No funcionó. La tormenta debía haber producido un fallo en la instalación eléctrica. Dejando soltar un gruñido de frustración, Dorothy aprovechó otro relámpago para coger las cerillas y encender la vela que siempre dejaban sobre la repisa de la chimenea. Fue capaz de hacerlo rápido y casi a oscuras porque conocía muy bien el camino. Una vez que consiguió algo de luz, fue al baño, se lavó bien la cara, el cuello y los brazos para quitarse los restos de lágrimas, sueño y polvo. Tomó una cena frugal, limpió sus zapatos hasta dejarlos relucientes, se quitó sus ropas de luto, que dejó cuidadosamente dobladas sobre la silla, no fuese a pensar tía Em que ahora que ella no estaba Dorothy se iba a volver una salvaje descuidada y se puso su pijama. No había mucho más que pudiese hacer y se sentía muy cansada, por lo que decidió irse a la cama.

A la mañana siguiente, la despertaron los rayos de sol que se colaban desde el único hueco que había en sus tupidas cortinas. Dorothy se estiró pero no se levantó. No sentía ningún deseo de salir de la cama, no veía razones para ello. En la almohada había evidencias de sus lágrimas nocturnas. Finalmente, el insistente gruñido de su estómago terminó por convencerla.

-No puedo quedarme aquí vegetando. Tengo que seguir siempre adelante. Me daré estos días para llorar a los míos, pero después tengo que seguir- se dijo

El único consuelo que le quedaba era que, al menos, todos sus seres queridos se habían ido rápido y sin sufrimiento. Todos excepto Lucas.

A medida que pasaban los años, la gente del pueblo murmuraba cuándo se iba a casar la sobrina de los Gale, pues ya estaba edad y si no se daba prisa, corría el peligro de acabar como una solterona. Dorothy nunca había dado importancia a los chismes, pero no entendía por qué ese interés en su vida. Siempre que le preguntaban, ella decía que sus tíos le habían puesto el listón demasiado alto en lo que a matrimonio se refería, que ella esperaba encontrar el mismo nivel de felicidad y amor con su pareja. Había más razones, por supuesto. La otra razón, es que ninguno de los muchachos del pueblo llamaba su atención. No es que se creyese mejor que ellos, como decían algunas malas lenguas, pero cada vez que les oía hablar a ellos o al resto de los hombres sobre mujeres o matrimonio, más que una compañera de vida, daba la impresión de que lo que buscaban era una especie de segunda madre con la que poder hacer cosas que no podían hacerle a su primera madre. Dorothy valoraba mucho su independencia y no estaba dispuesta a renunciar a ella ni a su libertad por pasar el resto de su vida sirviendo a su esposo. La tercera razón es que su corazón llevaba mucho tiempo ocupado por otra persona, pero dicha persona vivía en otro mundo y, aunque no fuese así, sabía que jamás podría casarse con esa persona en Kansas.

Unos años después de su segundo viaje a Oz, conoció a Lucas. Su familia se había mudado a Kansas en busca de tierras que cultivar. Era alto y desgarbado, los vecinos decían que parecía un espantapájaros, pero Dorothy vio mucho más en él. Era inteligente, amable, honesto, trabajador y tenía un modo de pensar muy parecido al de Dorothy. Él no se burló ni la insultó cuando la vio llevar la banda de sufragista, sino que la animó. Lucas siempre la animaba y creía en ella. Lucas no se sorprendía, como el resto de la gente, cuando Dorothy reía, amaba risa. El corazón de Dorothy empezó a latir como lo hizo cuando conoció a Tip. Iniciaron una relación y Dorothy se veía compartiendo su vida con él, pero entonces la Gran Guerra estalló. Lucas fue llamado a filas y nunca volvió. Dorothy no tuvo tiempo para procesar el dolor hasta el final del conflicto, pues debía mantener su concentración en atender heridos y el entrenamiento militar. Cuando por fin pudo volver a casa, no quiso salir de la cama en un mes, comía porque la tía Em la obligaba, tardó mucho tiempo en recuperar las fuerzas y las ganas sinceras de sonreír.

Sin embargo, aunque ya no estaban con ella, su amor todavía permanecía y permanecería siempre en su corazón y en su memoria. No había nadie que pudiese arrebatarle eso. Descorrió las cortinas para dejar entrar la luz del sol y echó un vistazo por la ventana a los estragos que había causado la tormenta. Fue una tormenta muy fuerte la de anoche, con viento huracanado que había arrancado varios árboles jóvenes y el poste de la luz. Le trajo recuerdos. Una tormenta similar había cambiado su vida muchos años atrás. Dorothy se vistió y desayunó rápidamente. Primero fue a comprobar que todos los animales estaban bien. Se encontraban refugiados en el granero, todavía un poco nerviosos pero bien. La cosecha sin embargo, se había perdido totalmente. Dorothy no pudo evitar soltar una maldición. Tenía varios ahorros pero esto iba a suponer un gasto importante. Varias vallas estaban destruidas y una parte del tejado había perdido las tejas. Le llevaría mucho tiempo arreglarlo todo, podría pedir ayuda a los vecinos pero seguramente estarían en una situación muy similar. Después de aproximadamente un cuarto de hora luchando con el barro, logró rescatar su bicicleta, casi completamente enterrada. No contento con eso, el barro también intentó robar a Dorothy sus botas. Cuando por fin logró entrar de nuevo en casa, no era capaz de distinguir dónde acababa la suciedad y dónde empezaba ella. Tenía mucho que hacer y no sabía ni por dónde empezar, pero al menos tendría la cabeza ocupada durante un tiempo.

Alimentó a los animales, arregló las vallas, arregló toda la casa y dejó el tejado lo suficientemente decente como para que no se colasen ni la lluvia ni los pájaros. Después de un merecido baño reunió valor para entrar en la habitación de sus tíos, debía recoger las cosas de la tía Em. Fue capaz de contener las lágrimas. Guardó sus pertenencias en cajas, no eran muchas y pensó que, salvo un par de cosas sentimentales, podría donar el resto a la parroquia, seguro que había gente que lo necesitaba mucho más que ella. El sol estaba ya ocultándose tras los árboles cuando Dorothy se sentó en el porche a descansar un poco. Y fue entonces, al mirar al horizonte, cuando lo vio.

Allí, cerca de las escaleras, alzándose azul y orgullosa entre el barro y el desolado paisaje gris, una azucena. Era totalmente imposible. Ese tipo de flores no crecía por allí y desde luego no habría sobrevivido a la tormenta de anoche. Sin embargo ahí estaba, destacando entre la destrucción, tan frágil y tan fuerte al mismo tiempo, como un hermoso símbolo de esperanza. Tenía que ser… sí, desde luego, no había otra explicación posible. Esa flor era resultado de la magia. La azucena azul era además el símbolo de "ella". Rápidamente, sin perder un segundo, Dorothy tomó la delicada flor de entre sus manos y entró en casa con ella. Una vez dentro, puso la flor en un vaso con agua sobre la mesa y esperó. Y esperó y esperó pero nada parecía pasar. ¿Se había equivocado? ¿Le habrían afectado todos los eventos recientes y se había vuelto loca como sospechaban algunos de sus vecinos? Y, de repente, algo pasó. Lo que ella esperaba.

La azucena cerró sus pétalos, los volvió a abrir y de entre ellos surgió una delicada burbuja rosada. La burbuja creció hasta alcanzar el tamaño de una sandía y dentro de ella comenzó a aparecer una imagen. Borrosa al principio, luego translúcida. La imagen mostraba a una hermosa mujer, de sedosos cabellos negros, una elegante tiara con pequeñas azucenas azules, piel oscura, unos ojos marrones y brillantes como diamantes que Dorothy conocía mejor que los suyos propios y labios del color de la turmalina. Vestía sencilla pero regiamente con un vestido color aguamarina, sobre su cuello dos colgantes, uno con las letra entrelazadas y otro con un cristal color malva y forma de lágrima. Se trataba de la reina Ozma, la legítima soberana del reino mágico de Oz, y la mejor amiga de Dorothy.

-Mi muy querida Dorothy- empezó a hablar la imagen. Era una grabación

-¡Ozma!- exclamó Dorothy sonriendo por primera vez en semanas

-Me pongo en contacto contigo después de tanto tiempo para solicitar tu ayuda. Desgraciadamente, la Bruja Mala del Oeste, Zelena, ha conseguido escapar de su prisión y ha secuestrado a nuestra amiga Glinda. Sospechamos que planea conquistar Oz e instaurar un régimen de terror y destrucción. Nos encontramos en una situación desesperada y solo tú puedes ayudarnos. No te lo pediría si no existiese otra posibilidad, pero me temo que si la hay todavía no la hemos encontrado. Por favor, por mi reino, por nuestra amistad, te pido que una vez más vuelvas a mi mundo y te unas a nuestras fuerzas para derrotar el mal que nos asola. Espero recibas mi mensaje y puedas acudir lo antes posible. Te esperamos. Tu siempre querida y leal amiga, Ozma-

La burbuja explotó.

El corazón de Dorothy latía tan fuerte que amenazaba con salírsele del pecho. Había recibido un mensaje de Ozma. La necesitaba. Oz estaba en peligro. Zelena, su enemiga, había vuelto y una vez más estaba sembrando el terror. Debía volver a Oz, no había tiempo que perder. Corrió hacia su habitación, apartó la cama de una patada, debían estar ahí, cada vez que temía que fuese un sueño corría a ese escondite para asegurarse de que fue real. Quitó la alfombra y usó una lima de uñas como palanca para levantar unos tablones sueltos, mostrando así su escondrijo. Con cuidado, sacó la caja que allí había y la abrió. Un brillo plateado la recibió, eran los zapatos de plata que le entregó el Mago de Oz, su medio de transporte. Siguió hurgando en el hueco bajo los tablones y sacó un objeto alargado envuelto en una tela, su espada, debía limpiarla y afilarla un poco pero afortunadamente no había presencias de óxido. Era el momento de hacer la maleta, no se puede hacer un viaje sin llevar algo de comida y ropa de repuesto. Entro una vez más en la habitación de sus tíos y guardó algunas fotos y la colcha, la famosa colcha que había pasado de generación en generación en las mujeres de la familia de tía Em. Cada generación añadía un cuadro y tía Em siempre prometió que algún día esa colcha sería suya. Su cestita estaba en la cocina, era la cestita que le había regalado el tío Henry cuando cumplió 10 años. De nuevo en su habitación, rebuscó en su armario hasta que lo encontró, un vestido de cuadros blancos y azules. Faltaba una cosa más, estaba guardado en la misma caja que los zapatos: un colgante con una O y una Z entrelazadas, idéntico al de Ozma. Echó un último vistazo a la casa, con tristeza, ya nada quedaba allí para ella. Se puso los zapatos plateados y, con determinación, chocó los talones tres veces mientras pensaba "La Ciudad Esmeralda".

Flashback

Oz. Veinte años antes.

Dorothy no sabía cómo había llegado a esa situación. De verdad que no lo sabía. Solo sabía que se encontraba en una tierra mágica, muy lejos de Kansas y de su hogar. Un fuerte tornado la había enviado a ese lugar junto con su perrito Toto y, cuando logró recuperar el conocimiento y salir de entre los escombros, se encontró en un lugar lleno de color. Supo rápidamente que no era Kansas, pues en Kansas todo era gris mientras que ese lugar tenía más colores de los que ella conocía. Un grupo de gente pequeñita apareció y dijo que su casa, al caer del cielo, había aplastado a una bruja malvada y todos bailaron y cantaron a su alrededor como su fuese la heroína de un cuento. Más adelante, otra bruja con la piel verde la había amenazado a ella y a Toto y quería vengarse por el asesinato de su hermana. Dorothy se sentía destrozada, ella no quería matar a ninguna bruja, estaba asustada y quería volver a casa. Cuando pensaba que la bruja verde iba a cobrarse su venganza, otra bruja, la Bruja Buena del Norte, intervino y salvó su vida. El nombre de esta bruja era Locasta Tattypoo, tenía la piel oscura, su rostro era amable y sabio, vestía totalmente de blanco. La Bruja Buena le dijo que si quería regresar a casa con sus tíos debía pedir ayuda al Maravilloso y Poderoso Mago de Oz.

Llevando los zapatos de plata y un beso protector de Locasta, Dorothy comenzó a recorrer el camino de baldosas amarillas, donde trabó amistad con un Espantapájaros que quería un cerebro, un Hombre de Hojalata que quería un corazón y un León que quería ser valiente, y se dirigieron todos juntos a la Ciudad Esmeralda. Una vez allí, el Mago les dijo que, primero, era necesario que matasen a la Bruja Mala del Oeste. Por lo que iniciaron la expedición hacia su castillo. Fue por el camino cuando se toparon con Tip.

Fin del flashback

Oz. Tiempo presente.

Cuando Dorothy abrió los ojos, se encontró un cielo más azul de lo normal y un resplandor color esmeralda al fondo. Parpadeó varias veces para enfocar bien y agitó la cabeza, se disponía a levantarse cuando notó una mano en su hombro. Era Ozma.

-Mi querida Dorothy- dijo la soberana con una inmensa sonrisa

-Mi querida Ozma- dijo Dorothy, estrechando a su amiga entre sus brazos, olía tan bien como recordaba

Con la ayuda de Ozma, Dorothy logró incorporarse, teniendo que sostenerse en ella hasta que se le pasó el mareo. Tanto tiempo y aún no había aprendido a aterrizar en condiciones.

-Los viajes entre mundos siempre me marean- se excusó Dorothy

-Tranquila. Veo que recibiste mi mensaje. Desearía haberte hecho venir en mejores circunstancias pero nos encontramos en una situación desesperada- dijo Ozma

-No. No te preocupes. Necesitáis mi ayuda. He aprendido a amar este mundo y a sus habitantes tanto como Kansas y no puedo quedarme cruzada de brazos si sé que está en peligro. Además, eres mi mejor amiga-

Ozma le sonrió con tanta dulzura que Dorothy, aun con los efectos del viaje, notó como sus piernas se volvían de gelatina. Ozma acarició la mejilla de Dorothy y se puso de puntillas para poder depositar un beso en la otra mejilla, pues la joven de Kansas era más alta que la soberana de Oz.

-Vamos, te acompañaré a tus aposentos. He pedido que los preparen para ti-

-¿En serio?-

-Pues claro. ¿Esperabas menos?-

Los aposentos de Dorothy eran los segundos mejores de todo el castillo de la Ciudad Esmeralda, contiguos a los de la soberana, a los que estaban unidos mediante una puerta oculta detrás de un tapiz. Eran tal y como los recordaba Dorothy. Decorados con mucha elegancia y al mismo tiempo con sencillez, a ella nunca le gustaron las cosas demasiado recargadas, unas enormes estanterías llenas de libros, un escritorio de caoba, la cama con dosel y sábanas de seda azules, su color favorito, y por supuesto azucenas azules frescas por toda la habitación. Las paredes eran verdes, igual que todo el castillo, pero Ozma había pedido en su momento que fuesen de un tono más suave, en lugar del chillón que cegaba la vista del resto de las estancias. El armario estaba lleno de vestidos lujosos que habían sido preparados especialmente para ella. Tras la otra puerta, en el cuarto de baño, le esperaba un baño de burbujas con olor a hierbabuena. Dorothy siempre había pensado que en aquella bañera cabían por lo menos tres personas. Habiéndose criado en una granja tan humilde y sencilla, nunca terminaba de acostumbrarse a los lujos del castillo, pero reconocía que le gustaban la bañera y la mesita llena de pastelitos.

-En cuanto te sientas preparada y más descansada, tengo una reunión con el Consejo de Sabios. No quiero meterte prisa pero es necesario que hablemos y tomemos una decisión con respecto al modo de actuar ante la amenaza de Zelena- dijo Ozma

-Podemos ir ahora mismo- se apresuró a decir Dorothy

-No. No te preocupes. Es urgente pero antes debes recuperar fuerzas-

-Si insistes-

-Sí. Insisto-

-Como desees, majestad- bromeó Dorothy haciendo una reverencia

Las dos amigas rieron y Dorothy finalmente se encerró en el baño. Solo cuando su cuerpo se relajó en el agua caliente se dio cuenta de lo cansada que estaba y, aunque no quiso, al terminar el baño y catar algunos pasteles de chocolate y coco se quedó profundamente dormida.

Dreamcast para Ozma: Nicole Beharie

En el próximo capítulo: el Consejo se reúne, es necesario tomar medidas contra Zelena, Ozma quiere evitar a toda costa un conflicto armado y toda situación que implique el sufrimiento de su gente. Dorothy está decidida a embarcarse en la misión de derrotar de una vez por todas a su malvada enemiga. Más flashback de la primera visita de Dorothy a Oz.